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¿Qué significará el referéndum constitucional de Turquía para los kurdos?

cbceb548cf0bfb308218e8c87d3976ffBanderas y soldados turcos en Nusaybin // Fotografía extraída de KurdishQuestion

 

A medida que los votantes en Turquía se preparan para acudir a las urnas el domingo al objeto de decidir si ampliar legalmente los poderes de Erdogan, sigue resultando precipitado predecir en qué sentido se dirigirá la nación. Es discutible hasta qué punto entienden los partidarios de Erdogan la verdadera naturaleza de lo que significa aprobar las enmiendas constitucionales propuestas que transformarán la democracia parlamentaria del país en una presidencia ejecutiva, y si ello les preocupa realmente mientras su hombre permanezca al timón. Sin embargo, no hay duda de que el resultado del referéndum tendrá repercusiones a nivel general en la región, cualquiera que sea el resultado. Pero, ¿qué significará exactamente para los kurdos?

La reacción de Erdogan cuando el AKP no alcanzó la mayoría en las elecciones de junio de 2015, principalmente porque los kurdos cambiaron su voto a favor del HDP, da una idea de cómo los ve ahora Erdogan. El Estado intensificó el conflicto con el PKK a partir de julio de 2015 con el fin de hacer acopio de votos nacionalistas a fin de recuperar la mayoría en las elecciones de noviembre de 2015 y amplió la «guerra sucia» que ha dejado a la mayoría de las ciudades de Cizre, Nusaybin, Silopi, Sur y Silvan en ruinas. Cerca de medio millón de civiles han sido desplazados en menos de dos años, 1.200 civiles muertos y violaciones generalizadas de los derechos humanos han sido cometidas por el Estado, según UNHRC.

Paralelamente, el Estado ha atacado a los kurdos en múltiples frentes. Desde entonces, miles de miembros del HDP han sido encarcelados y su líder Demirtas se enfrenta a una condena de 143 años entre rejas, los canales de televisión pro kurdos han sido cerrados, los teatros señalados, los municipios incautados, miles de maestros despedidos y mucho más.

Recuperar la mayoría en las elecciones urgentes de noviembre no ha alterado el tratamiento de Erdogan a los kurdos, por lo que hay pocas esperanzas de que lo haga una victoria en el referéndum del domingo. De hecho, el Ministro del Interior, Suleyman Soylu, ha advertido de una escalada de la guerra a partir de abril. El Estado ya asocia a los políticos kurdos, profesores, periodistas y civiles con el PKK, así que es fácil imaginar lo que significa esta amenaza.

Sin embargo, no debemos considerar la última ola de opresión contra los kurdos como un simple complot de Erdogan para ganar las elecciones. Lo que indicaron los resultados de las elecciones de junio de 2015 fue que el proyecto de asimilación estatal de los kurdos había fracasado. Cuando la lengua kurda fue prohibida bajo Ataturk, en un momento en que menos del cinco por ciento de los kurdos hablaba turco, el Estado había comenzado a buscar un proyecto de asimilación de los kurdos a través del nacionalismo forzado, y continuó con la Ley de Prohibición de Lenguas de 1983. Cuando esto fracasó, se intensificó la guerra contra el PKK en los años 90, lo que resultó en miles de aldeas arrasadas hasta los cimientos, con cientos de miles de desplazados. El proyecto de Erdogan de utilizar el Islam para asimilar a los kurdos también fracasó, cuando el HDP entró en el Parlamento rompiendo el umbral del 10% en el verano de 2015. La destrucción subsiguiente de ciudades kurdas es simplemente otro capítulo en el plan premeditado por el Estado para el desplazamiento masivo de kurdos, además de ayudar a los objetivos políticos de Erdogan.

Sin embargo, el hecho de que Turquía no resuelva la cuestión kurda es más un indicio de la incapacidad de la propia República para reformarse, que de los fracasos de varios jefes de Estado. Las profundas y potencialmente catastróficas divisiones entre los kemalistas y los islamistas, que se han revelado desde las protestas del Parque Gezi en 2013, no es una rivalidad política ordinaria. El linchamiento de soldados que participaron en el intento de golpe el año pasado, incluyendo el asesinato público de uno de ellos, indicó las tensiones entre los partidarios del AKP y los militares tradicionalmente kemalistas. Ese evento fue precedido, unas semanas antes, por la asombrosa afirmación de Mehmet Metiner -del AKP-, de que Kilicdaroglu -líder del partido de oposición kemalista- «es más peligroso que ISIS».

La verdad es que Turquía no ha evolucionado para ajustarse al pluralismo político, cultural o étnico. Los secularistas pueden sentirse bajo el ataque de Erdogan, pero el momento para defender la democracia y los derechos humanos fue cuando a los kurdos, como ciudadanos de Turquía, les fueron negados repetidamente tales derechos durante décadas. Si la nación hubiera exigido que los kurdos tuvieran los mismos derechos en las muchas oportunidades que ha tenido para hacerlo, Turquía podría haber llegado a un sistema en el que todo el mundo estuviera protegido del asalto de Erdogan a las libertades que los ciudadanos daban por sentado.

En cuanto a los kurdos, el referéndum de abril realmente no tiene sentido. Cemil Bayik, uno de los líderes del PKK, acertó al pedir la mediación internacional sobre la cuestión kurda, porque Turquía no tiene la capacidad de resolverla por sí sola. Si en Ankara hay un gobierno secularista o islámico no ha sido de gran diferencia para los kurdos y es poco probable que lo sea. Cuando el silencio fue la respuesta a los asesinatos antes mencionados en Cizre o ante las demás violaciones de los derechos humanos que tuvieron lugar en el sureste tras el éxito electoral del HDP, fue una señal de que el país ya está emocionalmente separado. La presencia del Estado en las regiones kurdas se parece cada vez más a una ocupación militar en lugar de una entidad gobernante. Un Erdogan fuerte no traerá estabilidad a la región; sólo lo hará un sistema fuerte, y la resolución de la cuestión kurda es la clave para ello.

Fuente: KurdishQuestion

Autoría: Ozkan Kocakaya

Fecha de publicación del original: 13 de abril de 2017

Traducido por Rojava Azadî.

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