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A medida que Turquía intensifica sus ataques en Irak, los periodistas kurdos se convierten en objetivos

El 24 de diciembre de 2023, un día después de un ataque turco, un espeso humo sale de un incendio en un tanque de almacenamiento del yacimiento petrolífero de al-Awda, cerca de al-Qahtaniyah, en el noreste de Siria, cerca de la frontera turca.
DELIL SOULEIMAN / AFP VÍA GETTY IMAGES

Truthout – Tim Krüger – 9 septiembre 2024 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

La región autónoma kurda de Irak es uno de los lugares más peligrosos para los trabajadores de los medios de comunicación, según Reporteros sin Fronteras.

La mañana del 23 de agosto, el periodista Rêbîn Bekir conducía cerca de la ciudad kurda de Sulaymaniyah, en el norte de Irak, cuando un cohete se estrelló contra su coche.

El vehículo estalló inmediatamente en llamas. Bekir tuvo suerte. Salió despedido del coche por la explosión y sobrevivió con heridas. Pero sus colegas, Gülistan Tara y Hêro Bahadîn, murieron en el acto, con sus cuerpos calcinados. Los tres periodistas viajaban para realizar un documental para la productora Chatr Multimedia, donde todos trabajaban.

Las autoridades del Gobierno Regional de Kurdistán, en el norte de Irak, afirmaron que el cohete fue disparado por un dron turco, afirmación que el Ministerio de Defensa turco niega. Sin embargo, la prensa turca progubernamental ha ofrecido una historia diferente. Por ejemplo, la agencia de noticias estatal Anadolu Ajansı, citando «fuentes de seguridad», informó de que el ataque fue una operación selectiva del servicio de inteligencia turco para «neutralizar» a «terroristas del PKK.»

El ataque a las periodistas se produjo en un contexto de aumento de las operaciones turcas en la región del Kurdistán. Desde principios de julio, el ejército turco ha intensificado sus operaciones contra las unidades guerrilleras del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en el norte de Irak y ha cruzado la frontera de la región autónoma de Kurdistán con cientos de soldados y material pesado.

El pueblo kurdo tiene una patria que se extiende por regiones de Irak, Irán, Siria y Turquía, pero no un Estado propio. Desde la caída del régimen de Sadam Husein en 2003, los kurdos del norte de Irak disfrutan de un estatuto de autonomía amplio y constitucionalmente protegido dentro de las fronteras de la República de Irak. En Siria, la población kurda también ha conseguido un estatus autónomo de facto no reconocido en el transcurso de la guerra civil siria. Mientras tanto, los partidos y organizaciones kurdos de Turquía, donde vive la mayoría de la población kurda, siguen luchando por el reconocimiento legal de su identidad y su lengua. En la parte oriental de la patria kurda, en Irán, todos los partidos kurdos siguen prohibidos por el gobierno en el poder.

El PKK lleva 40 años luchando por los derechos políticos y culturales de la población kurda de Turquía y los países vecinos. Aunque al principio de su lucha el PKK abogaba por la creación de un estado-nación kurdo independiente, en la década de 2000 se alejó de este objetivo y ahora exige autonomía política para la población kurda dentro de las fronteras existentes. Más recientemente, el fundador del PKK, Abdullah Öcalan, encarcelado en Turquía desde hace más de 25 años, participó en negociaciones de paz con el gobierno turco entre 2013 y 2015, que finalmente fracasaron.

Por primera vez desde que el ejército turco comenzó sus operaciones terrestres transfronterizas contra la guerrilla del PKK en el norte de Irak en 2018, las fuerzas turcas también están avanzando hacia las ciudades y pueblos de la región. En los últimos años, el ejército turco se ha concentrado principalmente en hacerse con el control de cumbres montañosas estratégicas y en transportar personal y equipos al teatro de operaciones, a pie o por aire. Sólo en casos excepcionales se han encontrado tropas turcas en zonas residenciales o pueblos. Durante meses han circulado por las redes sociales vídeos, en su mayoría borrosos, grabados con teléfonos móviles, que se han compartido miles de veces. Columnas de vehículos blindados turcos serpentean por las calles de la ciudad de Amadiya, en el norte de Irak. Las patrullas peinan los pueblos de la zona en busca de presuntos guerrilleros.

Muchos temen que la operación actual sea solo el principio de una ocupación a largo plazo de la región. El gobernador de la provincia de Sîdekan declaró a la agencia de noticias Rudaw a finales de junio que el 46% de su provincia estaba ahora bajo control turco. En un hecho especialmente explosivo, el ejército turco parece haber empezado a establecer puestos de control en las carreteras que conectan ciudades y pueblos. Según informes locales, los soldados turcos controlan los movimientos de los civiles iraquíes y les impiden regresar a sus pueblos cercanos a las zonas de combate. El Ministerio de Defensa turco negó la existencia de puestos de control turcos hasta 30 kilómetros dentro del territorio iraquí. Pero un reportero de la emisora gubernamental estadounidense Voice of America publicó a principios de año un vídeo en el que se veía uno de esos puestos de control.

Los civiles que viven en la región se han visto especialmente afectados por las operaciones en curso. Según la organización no gubernamental estadounidense Community Peacemaker Teams (CPT), al menos 6.500 hectáreas de bosques y tierras de cultivo han sido pasto de las llamas por los bombardeos y el fuego de artillería desde que comenzaron los últimos ataques. CPT y sus equipos en las zonas afectadas llevan varios años informando sobre el impacto de las operaciones turcas en la población civil, recopilando información y pruebas de posibles crímenes de guerra. «Desde principios de año hasta el 1 de julio, hemos podido verificar más de 1.076 ataques con aviones o artillería. Sólo desde el comienzo de la última ofensiva, a mediados de junio, se han producido al menos 212», ha declarado a Truthout Julian Floyd Bil, responsable de derechos humanos de la organización. Floyd Bil lleva a cabo investigaciones en las zonas afectadas del norte de Irak. Según CPT, al menos 602 aldeas de las zonas disputadas corren peligro de despoblación, ya que los ataques aéreos del ejército turco golpean repetidamente zonas civiles. Según Floyd Bil, sólo unas pocas familias permanecen en los pueblos a pesar de la guerra en curso, pero si la situación continúa, pronto también tendrán que abandonar sus hogares.

Rêbîn Bekir también ha informado desde las zonas asediadas en los últimos meses. Para el director general de Chatr Multimedia Productions, Kemal Heme Reza, los reportajes de Bekir podrían explicar por qué su coche fue atacado. «Cualquier periodista que denuncie el fascismo turco e informe sobre cómo quema Kurdistán y asesina a civiles debe esperar convertirse en un objetivo», afirma Heme Reza. Desde que se fundó a finales de 2009, su empresa ha estado a la vanguardia de la información sobre las operaciones del ejército turco. Como productora, Chatr Multimedia Productions también ha producido varios cortometrajes y documentales que se han emitido en canales de televisión asociados al movimiento kurdo por la libertad, como Sterk TV y Aryen TV. Ambos canales apoyan abiertamente la lucha del PKK contra el ejército turco y son, por tanto, una espina clavada en el costado de los dirigentes turcos.

Heme Reza cree que el ataque contra las tres periodistas era selectivo. Las dos periodistas asesinadas habían trabajado durante años para varias agencias de noticias kurdas y también habían cubierto las secuelas de las operaciones turcas en curso en el norte de Irak. Gülistan Tara nació en 1982 en la ciudad de Batman, en la región kurda de Turquía, y trabajó para medios de comunicación en Irak y Siria durante más de 20 años. En Siria, participó especialmente en la formación de jóvenes periodistas femeninas y del personal del primer canal femenino kurdo, JIN TV. Hêro Bahadîn era de Sulaymaniyah y llevaba siete años trabajando para Chatr. Sólo tenía 27 años.

Este ataque concreto no es aislado. Apenas dos días antes, Reporteros sin Fronteras (RSF) publicó un alarmante informe sobre el aumento de la violencia contra los trabajadores de los medios de comunicación en Kurdistán. En julio, Murad Mirza Ibrahim, de 27 años, empleado de Çira TV, murió en un atentado en la región iraquí de Shengal/Sinjar. Ibrahim viajaba a la localidad de Tal Qasab con su colega, el periodista de televisión Medya Kemal Hassan, de 21 años, para cubrir la conmemoración del décimo aniversario del ataque de Estado Islámico a la región, cuando su vehículo fue volado por un dron turco. Hassan y el conductor del canal de televisión sobrevivieron con heridas. Ibrahim murió tres días después del atentado.

RSF condenó el último ataque como un «crimen espantoso contra el personal de los medios de comunicación». En un comunicado, Jonathan Dagher, jefe de la sección de Oriente Próximo de RSF, advirtió de que «La región autónoma de Kurdistán iraquí se está convirtiendo en uno de los lugares más peligrosos del mundo para los reporteros». Para el periodista independiente Rêbaz Hasan, los atentados son políticos y deben considerarse parte de la guerra de Turquía contra el movimiento kurdo. «El asesinato del periodista de Çira TV y de nuestras dos colegas Gülistan y Hêro envía el mensaje de que cualquiera que se atreva a denunciar la ocupación será asesinada», declaró Hasan a Truthout.

Hasan, que conoce a las dos periodistas asesinadas desde hace años y trabajó a menudo con ellas, niega con vehemencia que las periodistas asesinadas fueran combatientes del PKK, como se ha afirmado en la prensa turca. «Es mentira. Ninguno de nosotros les vio nunca con un arma en la mano. Solo llevaban sus cámaras, bolígrafos y ordenadores», ha declarado Hasan.

La unidad antiterrorista del Partido Democrático de Kurdistán (PDK), que gobierna la región autónoma de Kurdistán iraquí, se refirió a las mujeres asesinadas como «combatientes del PKK» en un comunicado. El PDK mantiene estrechos vínculos políticos y económicos con el gobierno del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan y coopera con el ejército turco en la lucha contra la guerrilla del PKK. Turquía es, con diferencia, el mayor comprador de crudo de la región autónoma. Sin embargo, el viceprimer ministro Qubad Talabani, de la opositora Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), rechazó las declaraciones del partido gobernante, insistiendo en que las víctimas eran sólo periodistas.

Las autoridades autónomas kurdas, encabezadas por el PDK, también han seguido reprimiendo las voces de la oposición. En julio, por ejemplo, un tribunal de la provincia de Duhok, en el Kurdistán iraquí, condenó a tres años de cárcel al redactor jefe de la sección árabe de la agencia RojNews, Suleiman Ahmed, acusado de espionaje y presunta pertenencia al Partido de la Unión Democrática del Norte de Siria (PYD), partido político de mayoría kurda, ideológicamente próximo al PKK. Diversas organizaciones de la sociedad civil y de la prensa profesional han condenado enérgicamente la decisión del tribunal y deplorado la restricción de la libertad de prensa en el Kurdistán iraquí. Ante la precaria situación de los periodistas en el norte de Irak, RSF pide en su último informe a las autoridades del Kurdistán iraquí que pongan fin a la práctica de «intimidación y violencia» contra los profesionales de los medios de comunicación.

Según RSF, Nijyar Mohammed, reportero del Canal 8 de televisión, con sede en Sulaymaniyah, y el fotoperiodista Behez Akreyi también fueron detenidos por las fuerzas de seguridad durante varias horas el 13 de julio, mientras documentaban los movimientos de las tropas del ejército turco en la ciudad de Duhok. El mismo día, el ganador del premio Pulitzer Murat Yazar fue detenido en esa misma provincia mientras trabajaba en un documental. El periodista kurdo de Turquía estuvo detenido arbitrariamente durante ocho días. Hasta su liberación, su familia no tuvo ninguna información sobre su suerte. Los periodistas de Kurdistán no sólo corren peligro desde el aire o por parte de las autoridades. En octubre, Nagihan Akarsel, directora de la publicación mensual kurda Jineolojî, fue ejecutada por un asesino, que le disparó once tiros a la puerta de su casa en Sulaymaniyah. Los activistas sospechan que el servicio secreto turco estuvo detrás del brutal asesinato de la periodista.

En el norte y este de Siria, donde la aviación turca lleva a cabo ataques aéreos indiscriminados contra objetivos civiles y militares casi semanalmente, los medios de comunicación también advierten de un aumento de la violencia. El gobierno turco considera a las organizaciones kurdas del norte de Siria y a sus unidades armadas como una prolongación del PKK. Turquía bombardea regularmente las zonas kurdas al sur de su frontera con el pretexto de luchar contra el terrorismo, y ya ha lanzado dos ofensivas terrestres: en 2018 y 2019. El 23 de agosto de 2023, exactamente un año antes del mortal atentado de Sulaymaniyah, un vehículo de la cadena de televisión femenina JIN TV fue atacado en Siria, cerca de la frontera turca. La conductora del vehículo, Necmeddîn Feysel Hec Sînan, murió y la corresponsal Delîla Egîd resultó gravemente herida, perdiendo el brazo izquierdo.

En noviembre de 2022, el corresponsal Isam Abdullah, de la agencia de noticias local ANHA, murió mientras intentaba documentar las secuelas de un ataque aéreo turco en el pueblo de Teqil Beqil. Tras bombardear primero un vehículo civil, la aviación turca lanzó el llamado «doble ataque», bombardeando a la multitud que corría a ayudar. Siete civiles, entre ellos Abdullah, murieron en el bombardeo. Los ataques dobles están reconocidos internacionalmente como crímenes de guerra.

Dilyar Cizîrî, director de la Asociación de Prensa Libre, organización que representa los intereses de los profesionales de los medios de comunicación en el norte y este de Siria, declaró a la agencia de noticias ANF que 27 miembros de la prensa libre habían muerto en ataques turcos desde que comenzaron los ataques aéreos turcos. Dado que en muchos ataques, incluidos los recientes bombardeos en Irak, se han utilizado drones avanzados con munición de precisión, y que la parte turca ha afirmado que algunos de los ataques se utilizaron para «neutralizar terroristas» -como se denominan los asesinatos selectivos en el lenguaje oficial de los ministerios turcos-, es difícil descartar que el elevado número de víctimas entre los profesionales de los medios de comunicación sea una mera coincidencia.

Reporteros sin Fronteras calificó de «insuficiente» el desmentido de Turquía del 23 de agosto, y exigió que «las autoridades turcas rindan cuentas». La directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, también ha manifestado en la página web de la agencia de la ONU que deplora el atentado y pide que se investigue a fondo el incidente.

Hasta la fecha, sin embargo, ni el gobierno iraquí ni las autoridades competentes del gobierno regional kurdo han hecho comentarios sobre posibles investigaciones, ni siquiera han condenado el atentado, que representa una flagrante violación de la soberanía iraquí. Pero para Rêbaz Hasan y muchos de sus colegas, una cosa está clara: a pesar de los atentados -y, lo que es más importante, a causa de ellos- deben continuar con su trabajo. «Como periodistas, hicimos una promesa a nuestros amigas que fueron asesinadas», dijo Hasan. «Haremos más y nadie podrá detenernos. ¡No dejaremos que Turquía ocupe nuestro país!»

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