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La vida de Sakine Cansiz “Construyendo utopías aquí y ahora”

Fuente: Komun Academy

Sakine Cansiz (Heval Sara)

Nuestro enfoque del socialismo nunca fue muy utópico. Para nosotros, nunca ha sido una meta lejana. En cambio, estudiamos cómo concretar el socialismo, la libertad y la igualdad. ¿Cómo podríamos comenzar por nosotros mismos y ser conscientes de estos principios para cambiar nuestras vidas? Siempre tuvimos esperanzas y utopías que no queríamos proyectar sobre las siguientes generaciones. En cambio, comenzamos a darnos cuenta de que la utopía comienza aquí y ahora”.

Sakine Cansiz

En la mañana del 10 de enero de 2013, millones de kurdos se despertaron con la horrible noticia del asesinato de Sakine Cansiz (Sara) Leyla Şaylemez (Ronahî) y Fidan Doğan (Rojbîn) en el Centro de Información del Kurdistán en La Rue Lafyette en el centro de París. Inmediatamente decenas de miles de europeos, kurdos y simpatizantes, irrumpieron en la escena del crimen para mostrar su rabia. Tres días después, cientos de miles de personas de diferentes nacionalidades y culturas irrumpieron salieron a las calles de París, manifestándose contra este cobarde acto de ejecución política.

Sakine Cansiz fue cofundadora del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y figura destacada entre el Movimiento de las Mujeres Kurdas. Fue una de las pocas revolucionarias que fue leyenda en vida, especialmente debido a su papel histórico en la resistencia de la prisión de Diyarbakir en los primeros años del PKK. Fidan Doğan era un representante del Congreso Internacional del Kurdistán (KNK) en Francia, llevó la causa del pueblo kurdo a reuniones e instituciones internacionales como el Parlamento Europeo. Leyla Şaylemez era una joven activista del Movimiento Juvenil Kurdo y del Movimiento de las Mujeres Kurdas. El asesinato se produjo en un momento en el que se vislumbraban horizontes de paz y libertad, pocos días después de que una delegación política consiguiera visitar a Abdullah Öcalan en la prisión de Imrali.

Sin embargo, los asesinos no cayeron en la cuenta de que la semilla sembrada por Sakine Cansiz y sus compañeras se convertirían en flores, árboles y bosques en los años siguientes, en la revolución de Rojava, en la solidaridad de las mujeres de Oriente Medio, en lucha por la liberación de las mujeres alrededor del mundo entero que estaba en ciernes…

Sakine Cansiz era una mujer kurda aleví, nacida en 1958 en Dersim, en el norte del Kurdistán. Una espina clavada en el sistema nacionalista de la República de Turquía, el pueblo de Dersim sufrió el genocidio de 1938 tras un levantamiento liderado por Seyit Riza. Se estima que 70.000 personas murieron en los bombardeos ordenados por Mustafa Kemal Atatürk, otras decenas de miles fueron deportados. El nombre Dersim fue borrado de los mapas y sustituido por el de Tunceli, “puño de hierro” como símbolo de la imposición de la sumisión y el silencio en la región. La edad de Seyit Riza se redujo en los registros estatales (tenía más de 70 años) para que su ejecución fuera legal.

Antes de morir, cuentan que dijo: “No pude competir con tus trucos y mentiras. Esto ha sido un problema. Pero no me sometí. Puede que sea un problema para ti.”

Sakine Cansiz era una hija del pueblo de Dersim, bañada por las aguas del río Munzur. Sin embargo, en el momento de su nacimiento el miedo y silencio se apoderaban de su comunidad. Al igual que muchos jóvenes de la época, criados bajo la doctrina del estado, creció sin ser consciente de su identidad kurda. Todo cambió cuando conoció a unos estudiantes kurdos y turcos de clase trabajadora agrupados en torno a Abdullah Öcalan, que se llamaban a sí mismos “revolucionarios del Kurdistán.”

Antes de unirse a los revolucionarios del Kurdistán, Cansiz había sido profundamente influenciada por líderes del movimiento turco que fueron ejecutados como Deniz Gezmiş y Mahir Çayan.

Sakine explicó de esta forma su primer contacto con la vida revolucionaria: “La idea de la lucha política revolucionaria me llevó por un camino que cambió mi vida por completo. Conocí jóvenes compañeros que vivían cerca. Su estilo de vida, sus valores y enfoques hacia conceptos morales me cambiaron profundamente. Me di cuenta de que llevaban la antorcha de la libertad en sus manos”.

Rebelde y emocional por naturaleza, Sakine Cansiz se sintió atraída por los revolucionarios del Kurdistán no solo por su teoría revolucionaria, sino por las formas en que el nuevo grupo surgió la capacidad de “sentir el dolor de la gente”. Sus primeros contactos con sus compañeros fueron durante la adolescencia, cuando envió comida y otros enseres a estudiantes pobres de las casas en ruinas del vecindario. En sus propias palabras, los revolucionarios del Kurdistán eran una alternativa clara y autónoma a las dos opciones alternativas dominantes: el chovinismo social de la izquierda turca, que negaba las condiciones específicas del Kurdistán, o el nacionalismo kurdo conservador, que tenía poco que ofrecer en términos de cambio social y lucha de clases. Al principio de su juventud, identificó la primera gran contradicción que experimentaba en su vida privada: la condición libre de la feminidad del Kurdistán.

En la década de los 70, tras abandonar su hogar y rechazar una vida tradicional que no deseaba, comenzó a trabajar en fábricas para organizar a las mujeres trabajadoras. En el transcurso de sus motines y acciones fue encarcelada varias veces. En cárceles de distintas partes de Turquía, fue testigo de una variedad de personas olvidadas pero rebeldes: trabajadoras de fábricas miserables, gitanas orgullosas, prostitutas de fuerte carácter y traumatizadas supervivientes de genocidios. En sus memorias, rindió homenaje a estas vidas fascinantes y afirmó su creencia de que serían susceptibles de convertirse en militantes de la revolución. Su decisión de profesionalizar la revolución coincidió con la decisión de sus compañeros de fundar un partido.

A finales de los 70, los “apoístas” organizaron comités en muchas regiones del norte del Kurdistán. Sakine Cansiz fue la encargada de construir el movimiento de las mujeres, un deber que asumió de corazón. Ella sola logró reunir grandes grupos de mujeres jóvenes, para debatir y educarse. El 27 de noviembre de 1978, con tan solo 20 años, Sakine Cansiz se convirtió en una de los dos co-fundadores del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, al participar en el congreso de su fundación.

En ese momento, el infame golpe de estado del 12 de septiembre de 1980 ya flotaba en el aire por los ataques a los grupos revolucionarios del país, especialmente a los del Kurdistán. Poco después de la fundación del partido Sakine Cansiz y varios de sus compañeros, incluidos los miembros del Comité Central, fueron detenidos en una redada en 1979 en Elazig. Durante el golpe de estado fue trasladada a la prisión de Diyarbakir, de nueva construcción basada en el sistema penitenciario de los EE.UU. Y donde la ley marcial acabó con la dignidad humana. Hasta el día de hoy, la gran mayoría de las atroces violaciones de los derechos humanos en la prisión de Diyarbakir permanecen indocumentados. Incluyen violaciones y violencia sexual, descargas eléctricas, ahogamientos en aguas fecales y obligar a comer excrementos de perro. El estado turco quería romperlos para que renunciaran a su identidad como kurdos y socialistas. Aunque Turquía no ha reconocido los hechos ni se ha responsabilizado por ellos, esta barbarie ha quedado grabada a fuego en la memoria del pueblo kurdo. En esos años, el PKK, similar a otros grupos revolucionarios, se enfrentó a la aniquilación total de su estructura debida al régimen golpista.

La tortura por parte del estado fue tan lejos que algunos destacados miembros del partido como Şahin Dönmez se convirtieron en informantes. Otros, que luchaban contra la tentación de convertirse en soplones por las torturas insoportables, se salvaron del abismo de la traición, precisamente por el ambiente de amistad y solidaridad creadas por personas como Sakine Cansiz. Gracias a ella, no hubo ninguna informante en el pabellón de mujeres.

Entre los miembros se encontraban fundadores del PKK como Mazlum Doğan, Kemal Pir y Hayri Durmuş. Crearon una atmósfera de rebelión constante a través de actividades culturales y actos políticos, sus estrategias para evitar el proyecto del estado incluyeron defensas ideológicas en los tribunales sobre el colonialismo, el trabajo educativo y político en los módulos, la autodefensa física, los ayunos mortales y la inmolación.

Mazlum Doğan tuvo un acto de final de rebelión el día de Newroz de 1982, en el que prendió tres cerillas a la mesa, quitándose la vida con el mensaje “La rendición es la traición, la resistencia trae victoria.”

En prisión Sakine Cansiz escribió sobre la acción de Mazlum Doğan: “Tratamos de comprender el propósito de la acción de Mazlum. Finalmente entendimos que estaba relacionado con Newroz. Su mensaje era claro, proclamaba ¡La resistencia es vida!”

Tras la acción de Mazlum Doğan, cuatro reclusos, Ferhat Kurtay, Eşref Anyık, Necmi Önen y Mahmut Zengin se prendieron fuego en señal de protesta. Fue con el liderazgo de los miembros centrales del PKK Kemal Pir, Hayri Durmuş, Akif Yılmaz y Ali Çiçek, que el 14 de julio de 1982, se anunció el comienzo de un ayuno hasta la muerte para protestar por las condiciones de la prisión de Diyarbakir. Los cuatro fallecieron. Sin embargo, la resistencia de la prisión de Diyarbakir desencadenó en un apoyo popular sin precedentes y la decisión de comenzar la lucha armada el 15 de agosto de 1984.

En particular las autoridades de la prisión atacaron a las mujeres, querían imponer las nociones tradicionales patriarcales feudales. El director más famoso de la prisión, Esat Oktay, era conocido por su sadismo, disfrutaba con los gritos de dolor de sus víctimas torturadas. Un hombre sin ningún respeto por el honor y la dignidad humana, Oktay fue asesinado en la calle por alguien que envió saludos de Kemal Pir, fallecido en prisión. Oktay estaba obsesionado con la idea de esterilizar a las mujeres infectando sus trompas de Falopio y dañando sus genitales. Expresó de forma explícita su deseo de extinguir la “raza” kurda. En sus memorias Sakine Cansiz escribió: “Como sádico, mostró su tendencia a golpearnos a las mujeres entre las piernas hasta que sangrábamos, amenazó con clavarnos palos y utilizó sus propios dedos para tirar de los labios vaginales hasta rasgarlos.” La postura contestaria de Sakine frente a Oktay es legendaria, todos los simpatizantes del PKK conocen como le escupió en la cara mientras la torturaba. Los hombres prisioneros del PKK de la época han escrito sobre las formas en que la lucha de Sakine Cansiz en prisión los alentó a resistir en medio de la desesperación.

La resistencia de Sakine Cansız en la prisión de Diyarbakir condujo a un nuevo enfoque hacia las mujeres en la sociedad kurda. Alentó a las mujeres a unirse a las estructuras revolucionarias en las ciudades y las movió hacia la politización en las aldeas. Comenzando con su resistencia en la prisión, el activismo de las mujeres kurdas ganó un mayor respeto y apoyo entre las masas populares.

En el momento de su liberación en 1991, había pasado 12 años de su juventud en las cárceles de Elazig, Diyarbakir, Bursa, Canakkale y Malatya. Justo después, continuó su lucha activa en las filas del PKK. Por lo que fue a la Academia Mahsum Korkmaz del PKK en el Valle de Bekaa, Líbano, donde se unió a educaciones ideológicas dirigidas por Abdullah Öcalan. Los aspectos de su fuerza de voluntad, lucha y vida a menudo se tomaron como ejemplos en los discursos de Öcalan. Fue Öcalan, quien la animó a escribir su vida. Sus memorias fueron escritas en 1996 y puestas a disposición del público post mortem en tres volúmenes. En la década de 1990, asumió tareas importantes en la organización del movimiento kurdo en Palestina, Siria y Rojava.

Ella creía que sería posible para las mujeres en Kurdistán reclamarse a sí mismas y su historia al unirse a la lucha militante del PKK. Describió la lucha por la libertad de la siguiente manera:

“Este movimiento aborda la esencia del ser humano. En todos nuestros debates, nuestras educaciones y discursos, la humanidad y los valores humanos son el punto de partida. Estamos discutiendo el desarrollo de los humanos y la sociedad, y las etapas históricas y los valores de la humanidad. Las mujeres, que querían entender estos temas, se identificaron con el movimiento de libertad. Al comienzo de la lucha por el Kurdistán y la lucha política, la participación de las mujeres en este proceso revolucionario fue muy difícil. Sin embargo, lo logramos y obtuvimos el poder de dar forma a nuestro movimiento”.

En sus propias palabras, el tiempo que pasó como guerrillera en las montañas de Kurdistán fueron los momentos más hermosos y significativos de su vida. La participación de Sakine Cansız en la lucha por el Kurdistán libre es paralela a la cronología del movimiento organizado de mujeres kurdas. Ella desempeñó un papel crucial en la formación del ejército autónomo de mujeres (hoy YJA Star) y el partido de mujeres (hoy PAJK). Ella no era una persona, que esperara órdenes. En cambio, ella asumía la responsabilidad, incluso en los momentos más difíciles. Debido a su personalidad de carácter fuerte, era conocida como una compañera, que nunca aceptaría la dominación masculina u otras formas de comportamiento antirrevolucionario. Su lucha fue contra el atraso social y la injusticia y, sin embargo, estaba atenta a las realidades y condiciones sociales de su gente. Tenía una personalidad colectiva y comunitaria que establecía solidaridad con todos los que la rodeaban, pero también era terca e intrépida cuando se trataba de expresar sus críticas y desacuerdos. A lo largo de su vida, siempre alentaba a sus camaradas a avanzar, ser fuertes y persistentes. Según lo descrito por una de sus primeras compañeras y amigas de toda la vida: «Sara siempre estaba lista como si estuviera a punto de irse, pero siempre trabajaba como si se fuera a quedar para siempre».

En 1998, Abdullah Öcalan le dio la misión de hacerse cargo de las tareas y responsabilidades del movimiento de libertad kurdo en Europa. Entre otras tareas, organizó y educó a cuadros del movimiento en varios países europeos, así como a la comunidad migrante kurda. Asimismo, estableció vínculos con diferentes movimientos progresistas fuera del Kurdistán, respetando las diversidades y enfatizando la importancia de luchar por valores humanos comunes como movimientos alternativos, feministas, de izquierda y democráticos para construir estructuras de autonomía democrática y una sociedad democrática, libre y liberada de género. Por lo tanto, jugó un papel importante en la creación de solidaridad para la causa kurda. Siempre estaba reclutando, organizando y educando a su gente, en particular a las mujeres jóvenes, hasta su último aliento.

A sus ojos, la lucha fue el factor determinante de la libertad: “En mi utopía, debes luchar por la libertad toda tu vida. En un Kurdistán liberado, la lucha debe ser gloriosa».

A la luz de esta notable y legendaria vida, nadie hubiera esperado que esta heroína fuera asesinada a sangre fría en un insidioso asesinato en el corazón de París. Desde el primer día, el movimiento de mujeres kurdas enfatizó la naturaleza bárbara del asesinato como un intento de atacar el corazón de la revolución del Kurdistán: la mujer liberada. Aunque el asesino, Ömer Güney, fue identificado desde el principio, se sabe que el servicio de inteligencia del estado turco ordenó el asesinato para sabotear el proceso de paz. Las autoridades francesas no han expuesto la naturaleza política de este crimen. El asesino murió en circunstancias misteriosas en prisión, apenas unas semanas antes de que comenzara el juicio. Cada año, el movimiento kurdo organiza una manifestación masiva en París junto con otros movimientos de mujeres para exigir «¡Justicia y Verdad!» Las mujeres kurdas no descansarán hasta que el caso de la masacre de París esté completamente resuelto en todas sus dimensiones.

Sakine Cansiz siempre quiso volver a Dersim como guerrillera. Y, de hecho, ella regresó a su tierra natal como una heroína. Su tumba se convirtió en algo así como un santuario, un lugar de peregrinación para los oprimidos, los jóvenes, los trabajadores, las mujeres. Millones de personas se despidieron de ella, llevando su ataúd desde París, pasando por Amed, a Dersim.

En la revolución de Rojava, los esfuerzos de liberación de las mujeres rinden homenaje a Sakine Cansiz y sus compañeras. La lucha iniciada por un pequeño grupo de jóvenes alcanza ahora una etapa en la que los revolucionarios están discutiendo su filosofía y práctica desde Brasil hasta la India. Las mujeres, que liberaron al mundo de los violadores fascistas de ISIS, lo hicieron tomando nombres de guerra como Sara, Rojbîn, Ronahî. Hoy, las nuevas generaciones de niñas y niños kurdos son educados en los valores y mentalidad de Sara.

Como suele decir el movimiento de mujeres: «¡Pueden cortar nuestras flores, pero no pueden detener la primavera!»

¡Sin olvido ni perdón!

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