Turquía y el SNA atacan a periodistas y obstaculizan la labor informativa en el norte de Siria
RIC – 7 enero 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
Ataque a la libertad de prensa
Las amenazas y la violencia contra periodistas -especialmente contra quienes denuncian violaciones de los derechos humanos, actividades delictivas o informan desde zonas de guerra- son un fenómeno mundial. El periodismo es ampliamente reconocido como un pilar fundamental de la democracia y, sin embargo, cada cuatro días es asesinado un periodista en el mundo, según las estadísticas de la UNESCO. El 85% de los asesinatos de periodistas registrados por la UNESCO entre 2006 y 2024 quedaron sin resolver, y el asesino quedó impune. Estas estadísticas se reflejan en una tendencia mundial de deterioro de la libertad de los medios de comunicación. Uno de los ejemplos más llamativos es Turquía.
«Los crímenes contra periodistas tienen un enorme impacto en la sociedad en su conjunto, porque impiden que la gente tome decisiones con conocimiento de causa» – Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO
La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2024 de Reporteros sin Fronteras (RSF) sitúa a Turquía en el puesto 158 de 180 países, calificando la situación de «muy grave». El representante de RSF en Turquía hace un balance demoledor de los diez últimos años de gobierno de Erdogan: «La explotación del sistema judicial y de la radiotelevisión pública, así como el dominio de la propiedad de los medios de comunicación y de las instituciones reguladoras, han puesto en peligro el derecho a la información, sin el cual no puede existir un estado de derecho». Aunque el número de periodistas realmente encarcelados ya no alcanza los niveles de 2016, las autoridades turcas siguen deteniendo a periodistas (y a sus abogados) que informan de manera crítica, pero permiten a muchos esperar el juicio fuera de prisión. Turquía fue el país del mundo que más periodistas encarceló en 2016, 2017 y 2018, y desde entonces ha ocupado sistemáticamente los primeros puestos de la lista mundial, llegando a ocupar el número 10 en 2023. La mayoría de los periodistas detenidos se enfrentan a acusaciones contra el Estado. En la última década, el establecimiento por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan de un sistema hiperpresidencialista ha socavado gravemente la libertad de prensa y el pluralismo de los medios de comunicación. En las elecciones de 2023, ganadas por el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) de Erdogan, se produjeron detenciones de decenas de periodistas kurdos, censura generalizada en Internet, demandas arbitrarias contra medios de comunicación críticos y una explotación descarada del sistema judicial que genera una cultura de impunidad. El 90% de los medios de comunicación nacionales están bajo control gubernamental.
La represión interna del periodismo en Turquía está bien documentada. Lo que se ha investigado menos son los esfuerzos de Erdogan por reprimir a la prensa al sur de la frontera turca, dirigiéndose a quienes informan sobre la guerra y la ocupación turcas en la región del norte y este de Siria.
Un ataque turco con dron mata a dos periodistas
Alrededor de las 15:20 del 19 de diciembre, dos periodistas kurdos, Nazim Dashtan y Cihan Bilgin, murieron por el ataque de un dron turco en la carretera entre la presa de Tishreen y la ciudad de Sarrin, en el sur de la campiña de Kobane. Ambos habían estado en Manbij cubriendo la ofensiva del Ejército Nacional Sirio (SNA/ENS), respaldado por Turquía, y posteriormente habían seguido los enfrentamientos en curso en la presa de Tishreen y el puente de Qaraqozak desde que el SNA arrebató la ciudad de Manbij a las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF).
Nazim Dashtan era un periodista kurdo nacionalizado turco. Su labor periodística comenzó en 2012 en la agencia de noticias Dicle (DIHA) de Turquía. Entre otras cosas, cubrió las movilizaciones por Kobane desde el lado turco durante el asedio de ISIS a la ciudad en 2014. También formó parte de la investigación del asesinato del periodista sirio Nazi el Derf, que recibió un disparo en la cabeza en 2015 en Antep mientras trabajaba en un documental sobre ISIS. El propio Dashtan fue detenido por sus investigaciones y amenazado por los servicios de inteligencia. En 2016, fue enviado a prisión por «pertenencia a organización terrorista» -acusación formulada contra muchos periodistas kurdos críticos con el presidente Erdogan- y fue absuelto de todos los cargos y puesto en libertad al cabo de cinco meses. A finales de ese año, huyó de Turquía y llegó al Norte y Este de Siria (NES). Junto con muchos otros periodistas de la prensa internacional, cubrió la lucha de las SDF contra ISIS hasta su finalización en Baghouz. Dashtan trabajaba en Mezopotamya Ajansi, una agencia de noticias turca pro-kurda, que es blanco habitual de las medidas represivas del gobierno de Erdogan contra la prensa, con registros de oficinas y detenciones de empleados.
Cihan Bilgin era una periodista kurda nacionalizada turca. Estudió Derecho en Turquía y empezó a trabajar en prensa en 2014, tras las movilizaciones en defensa de Kobane en Suruc. Llegó al NES en 2017 debido a la presión que sufría por parte del Estado turco. Como empleada de la agencia de noticias siria ANHA, su primer trabajo de prensa en el NES fue cubrir la campaña de las SDF contra ISIS en Raqqa, antes de pasar a informar sobre acontecimientos bélicos y civiles en la región, con especial atención a las mujeres y las cuestiones de género. Durante el ataque del SNA respaldado por Turquía contra Manbij, Bilgin cubría la situación día a día. La última entrevista que realizó fue a una comandante de las unidades femeninas de las YPJ en primera línea.1
Otros periodistas señalados por trabajar en el NES
Dashtan y Bilgin no son los primeros periodistas muertos en ataques turcos en el NES. El Centro de Información de Rojava (RIC) ha seguido la pista de periodistas víctimas de ataques turcos desde la invasión de la Franja M4 en 2019.
El 23 de agosto de 2023, Delila Agit, reportera del canal exclusivamente femenino Jin TV, resultó herida cuando su coche fue blanco de un dron turco. El coche de Agit fue alcanzado cuando se dirigía a cubrir una ceremonia en conmemoración del asesinato de tres personalidades políticas civiles que habían sido blanco de un anterior ataque turco con aviones no tripulados. Agit perdió un brazo y su conductor murió.
El 20 de noviembre de 2022, Isam Abdullah, corresponsal de ANHA, murió en un ataque aéreo turco en Teqil Beqil, cerca de Derik. La noche de su muerte, Abdullah había acudido a Teqil Beqil inmediatamente después de un ataque turco que había matado a un trabajador civil y causado graves daños en instalaciones energéticas críticas, junto con un grupo de socorristas. Un ataque aéreo posterior -que se produjo mientras Abdullah informaba de las noticias- acabó con su vida y la de otros seis civiles. Durante su última emisión, Abdullah informó de que Turquía seguía bombardeando la región de Kocherat, en Derik, y de que aviones no tripulados sobrevolaban continuamente la zona. Llevaba informando desde la región desde 2013.
El 20 de noviembre de 2022, Mihemed Jerada, que trabaja para el canal kurdo Sterk TV, resultó gravemente herido y sufrió una hemorragia cerebral por un ataque aéreo turco, mientras realizaba una emisión en directo frente a un hospital en las afueras de Kobane que Turquía había atacado el día anterior. En una entrevista concedida a Reporteros sin Fronteras, Jerada cree que el ataque fue deliberado:
«Los turcos quieren atacar a los periodistas kurdos para encubrir las atrocidades que cometen en la región. Quieren silenciar a los medios de comunicación que muestran al mundo lo que están haciendo».
Durante y después de la invasión turca de Sere Kaniye y Tel Abyad en 2019, el RIC registró varios casos en los que los periodistas fueron blanco de ataques. El 11 de noviembre de 2019, Zozan Berkele -periodista local de Jin TV- fue tiroteada por las fuerzas turcas cuando intentaba cubrir una patrulla conjunta turco-rusa en el campo del este de Kobane. Berkele declaró a RIC:
«Dispararon porque vieron que estábamos filmando. Atacaron a nuestro coche, el coche de [la cadena de televisión local] Ronahi TV y una cámara de Ronahi TV… Me alcanzó una bala. Tendré la mano escayolada durante un mes».
El 11 de noviembre de 2019, Vedat Erdemci, de 27 años, padre de dos hijos, cineasta y periodista kurdo de Turquía, fue asesinado en un ataque aéreo turco, mientras filmaba aviones de guerra turcos que sobrevolaban Sere Kaniye. Milicianos del SNA respaldados por Turquía procedieron entonces a enviar fotos de su cuerpo decapitado a su madre.
El 13 de noviembre de 2019, un ataque aéreo turco contra un convoy civil que se dirigía a Sere Kaniye mató a once personas -entre ellas dos periodistas- e hirió a decenas más. Los dos periodistas eran Saad Ahmed, de 19 años, reportero de ANHA y natural del pueblo de Bab al-Jair, cerca de Tel Tamr, que murió en el acto, y Mohamed Resho, periodista del canal yazidí Cira TV, que falleció a causa de sus heridas al día siguiente. Otros periodistas que viajaban en el convoy resultaron heridos: Dilsoz Youssef (Agencia de Prensa del Norte), Ersin Chaksu (ANF), Emre Yunis (Sterk TV), Mehmet Ekici (ANHA), Huner Ehmed (Rudaw), Birjan Yildiz, Rojbin Ekin y Abdreshid Mihemed (todos ellos freelance).
El 9 de noviembre, Fadel Hammad, reportero sirio del canal de televisión al-Akhbariya, fue alcanzado en un pie por un bombardeo turco cerca de Tel Tamir.
Obstáculos a la recopilación de información en las zonas controladas por el SNA
Dentro del NES, los reporteros que cubren las atrocidades turcas en la región son vulnerables a los ataques. Mientras tanto, en las regiones de Siria ocupadas por Turquía, los periodistas e investigadores que intentan recabar información y denunciar las violaciones de derechos cometidas por Turquía y el SNA, respaldado por Turquía, se enfrentan a importantes obstáculos. Las restricciones impuestas por Turquía a los medios de comunicación ahogan las posibilidades de ejercer un periodismo independiente, mientras que la mayoría de los civiles temen demasiado las represalias del SNA como para atreverse a participar en el activismo mediático o incluso grabar pruebas e informar de los crímenes que presencian y sufren. Quienes intentan denunciar los crímenes del SNA y de Turquía se enfrentan a acoso, encarcelamiento o asesinato por su trabajo, lo que disuade a la mayoría de plantearse siquiera tales actividades. Tras el asesinato por el SNA del activista de los medios de comunicación Muhammad Abdul Latif (Abu Ghannoum) en al-Bab en 2022, Euro-Med Human Rights Monitor comentó:
«Los activistas civiles [en la Siria controlada por el SNA], incluidos periodistas y creadores de opinión, son cada vez más objeto de ataques ilegales y hostigamiento, a pesar de sus actividades legítimas y a causa de ellas.»
La libertad de prensa en los territorios ocupados por Turquía se encuentra en peores condiciones que en la propia Turquía. Como ya se ha mencionado, esta última ha sido duramente condenada por varios organismos de control en los últimos años, y Human Rights Watch citó «la creciente captura estatal de los medios de comunicación, la falta de independencia de las instituciones reguladoras y una nueva ley de medios sociales diseñada para acabar con los espacios que quedan para el comentario libre, […] el continuo encarcelamiento y enjuiciamiento de periodistas, así como la continua preocupación por la seguridad de los periodistas y la independencia judicial». Esta advertencia se basaba en las conclusiones de una coalición de once grupos internacionales de defensa de la libertad de prensa, el periodismo y los derechos humanos, que habían emprendido una misión de investigación de cuatro días en Turquía. Tal misión ni siquiera es posible en las zonas ocupadas por Turquía. No se ha llevado a cabo ninguna evaluación imparcial y exhaustiva sobre el terreno de las obstrucciones a la libertad de prensa -entre otras muchas violaciones- en Afrin, Sere Kaniye o Tel Abyad desde que el SNA tomó el control.
Los civiles que viven en estas regiones están sometidos a una presión extrema, especialmente los kurdos. Los combatientes del SNA se apoderan con frecuencia de los teléfonos de los civiles en los puestos de control, buscando excusas para detener a la gente, como «banderas de las YPG, fotos de mártires o canciones kurdas», como dijo al RIC un civil de Sere Kaniye. Cualquiera de ellas basta para ser encarcelado. Muchos civiles temen utilizar sus teléfonos para filmar cualquier violación, o incluso hablar con personas que viven en las zonas controladas por la DAANES sobre lo que presencian, por si su teléfono es confiscado y registrado.
La recopilación de pruebas de los crímenes cometidos en los territorios ocupados se basa en gran medida en imágenes grabadas con cámaras de teléfono por el propio SNA y difundidas a través de los medios de comunicación oficiales del SNA o de cuentas de propaganda informales que apoyan a estas facciones, sobre todo a través de Telegram. Los vídeos difundidos allí han permitido a los investigadores documentar al menos algunos de los abusos contra los derechos humanos cometidos por el SNA.
El caso más destacado fue el 12 de octubre de 2019, cuando la facción Ahrar al-Sharqiya del SNA grabó imágenes de su ejecución sobre el terreno de la copresidenta del Partido Siria Futura, Hevrin Khalef, durante la invasión turca de Sere Kaniye y Tel Abyad. Después de que las imágenes captaran la atención internacional, Turquía ordenó a todos los combatientes del SNA que no se filmaran a sí mismos en el campo de batalla. A pesar de esta orden, a veces se siguen publicando fotos y vídeos de este tipo en los canales de comunicación del SNA, pero sólo muestran una pequeña parte de los crímenes cometidos.
Desde 2021, el RIC publica ‘Informes del estado de la ocupación’, con los que trata de documentar las violaciones de los derechos humanos en las tres zonas ocupadas por Turquía en el norte de Siria: Afrin, la Franja M4 (Sere Kaniye, Tel Abyad) y la zona del «Escudo del Éufrates» (al-Bab, Azaz, Jarablus). En las tres regiones, los datos sobre delitos son difíciles de obtener y verificar y, en particular, hay una drástica escasez de datos fiables y completos de la Franja M4 y la región de al-Bab/Azaz/Jarablus. Es probable que esto se deba a que los medios de comunicación nacionales de la zona estaban menos consolidados que los de Afrin incluso antes de la invasión turca y las operaciones de ocupación, con menos fuentes sobre el terreno. Ahora, informar sobre los crímenes de las facciones del SNA conlleva el riesgo de represalias violentas si se descubre al reportero. Las amenazas de violencia y los ataques contra periodistas crean una atmósfera de miedo para los profesionales de los medios de comunicación o los activistas. Esto, a su vez, dificulta la libre circulación de la información.
Durante el análisis de datos para el Informe de Ocupación 2023, el RIC descubrió que al clasificar los crímenes por autores, la primera etiqueta de la lista es «SNA no especificado» (lo que significa que el autor de un crimen fue identificado como un individuo o grupo del SNA sin información verificada sobre a qué facción del SNA pertenecía). Esto refleja una falta general de fuentes informadas en los medios de comunicación sobre el terreno. Ha resultado difícil para el RIC reunir suficiente información corroborativa para confirmar y verificar todos los delitos denunciados. Para el Informe de Ocupación 2023, de todos los casos registrados por el RIC en la base de datos de delitos, sólo el 32% pudieron ser confirmados según los estándares de los criterios de verificación del RIC. Todo ello indica que las cifras confirmadas que presenta el RIC sobre violaciones de derechos en las regiones ocupadas por Turquía son una subestimación significativa de las reales.
Dilyar Jizire, copresidente del Sindicato de Medios de Comunicación de la DAANES, cree que la represión de la prensa en el norte de Siria es una estrategia deliberada de Turquía:
«Turquía y el SNA quieren ocultar los crímenes y violaciones de derechos que están llevando a cabo en Siria. Quieren evitar la documentación. Por lo que sé, hay como una orden -una decisión dentro del SNA- de que nadie filme. Esto es para que los crímenes no sean expuestos o vistos. Algunos de los crímenes cometidos en las regiones ocupadas por Turquía se contarían como crímenes de guerra. Turquía y el SNA tienen en el punto de mira a los trabajadores de los medios de comunicación, mediante ataques con drones y otros medios. Turquía teme a los medios de comunicación. Quienes desenmascaran las mentiras de Turquía y revelan la verdad son los trabajadores de los medios de comunicación, como Nazim y Cihan. Uno de los objetivos de Turquía es sofocar o eliminar el periodismo adecuado. Por eso, tanto en el propio NES como en las regiones ocupadas, Turquía amenaza y pone en peligro a periodistas y trabajadores de los medios de comunicación».
En tales circunstancias, es difícil documentar con precisión las violaciones de derechos humanos y ofrecer una imagen completa de los crímenes de Turquía y del SNA. Turquía persigue a los periodistas locales que informan sobre la guerra de Turquía contra el NES y no permite la entrada de periodistas independientes, observadores de derechos ni observadores humanitarios en las zonas que ocupa en Siria, mientras que el SNA aplasta violentamente el periodismo y el activismo civiles dentro de esas zonas.
Conclusión
La persistencia de la violencia contra los periodistas en el NES pone de relieve la necesidad de abordar urgentemente las condiciones que permiten que estos ataques continúen. Es poco probable que Turquía -país con un historial de acoso y encarcelamiento de periodistas- se responsabilice de forma creíble de los asesinatos de Cihan Bilgin y Nazim Dashtan. Sin embargo, la presión internacional podría empujar a Turquía a tomar más medidas en relación con sus obligaciones hacia la libertad de prensa. La falta de mecanismos de rendición de cuentas y justicia por las muertes de Bilgin y Dashtan es emblemática de una pauta mundial de impunidad en casos de asesinatos selectivos de trabajadores de la prensa, defensores de los derechos humanos y activistas políticos. La comunidad internacional puede presionar para que se lleven a cabo investigaciones efectivas, rápidas e imparciales de los asesinatos. La ONU también podría iniciar una investigación para recabar pruebas e identificar mecanismos de rendición de cuentas formal en ausencia de implicación turca. Los actores internacionales también pueden insistir en que Turquía permita que una misión independiente de investigación entre en las regiones del norte de Siria ocupadas por Turquía, formada por observadores de la ONU y periodistas independientes, para llevar a cabo una evaluación exhaustiva de las violaciones de derechos que se están produciendo allí.
1 El vídeo con subtítulos en inglés puede verse aquí:
https://x.com/YpgInt/status/1870385840653771007