Tratado de Lausana: razones para el rechazo
Los sueños ocupacionistas del fascista Estado turco datan de cientos de años, y están lejos de ser superados.
NUCE CIWAN – Firaz Dag – 3 septiembre 2020 – Traducido por Rojava Azadi Madrid
Título original: «Por qué el Tratado de Lausana es rechazado tanto por los kurdos como por los fascistas turcos»
La razón por la que el Partido de la Unión y el Progreso entró en la Primera Guerra Mundial fue el ideal nacionalista de Turán. El principal deseo era volver a ser un gran imperio, esta vez bajo el nombre del «turquismo». Por este motivo arrastraron a millones de jóvenes a la muerte en las montañas de Allahu Akbar y en los desiertos de Arabia. Con el genocidio armenio de 1915, mostraron cómo convertirían las tierras que conquistaran en tierras «turcas». Pero estos sueños llegaron a su fin con el hundimiento del Imperio otomano.
La lucha, entre 1919 y 1923, contra la hegemonía británica está relacionada en realidad con la misión del imperialismo.
Contrariamente a lo que se afirma, el surgimiento del Estado turco no se produjo tras una guerra victoriosa ganada contra el imperialismo, sino que de hecho fue un proyecto de los imperialistas diseñado para satisfacer sus intereses. En el marco del desarrollo de una alianza kurdo-turca, la posibilidad de formar una república democrática no es imposible. Sin embargo, no podemos obviar la realidad de que el Estado turco es un Estado genocida que nació como resultado de la división del Kurdistán en cuatro partes, y que se formó con la aprobación y de acuerdo a los intereses de potencias imperialistas.
Cabe señalar que durante el siglo XX, los gobernantes turcos nunca renunciaron a su pasión por expandir su soberanía, a pesar de haber perdido su apuesta en la Primera Guerra Mundial.
La resolución del Pacto Nacional (Misak-i Milli) del último parlamento otomano, que carecía de estructura, era positiva en el sentido de que apuntaba a la alianza democrática de los pueblos kurdo y turco en una patria común. Por supuesto, habría sido difícil que un Kurdistán no dividido fuera objeto de ataques genocidas por parte del fascismo turco. Así que, en primer lugar, con el Tratado de Ankara (1921) firmado con Francia, se separó la parte del Kurdistán correspondiente a Rojava y se suscribió el Pacto Nacional. Más tarde, con el de Lausana (1923) y, en esta ocasión, con el Acuerdo de Ankara (1926) con Inglaterra, el Kurdistán se dividió en cuatro partes.
A decir verdad, el Partido de la Unión y el Progreso continuó queriendo convertir el Kurdistán del Norte en territorio turco por medio de un genocidio contra los kurdos. Como la región del Kurdistán del Norte seguía estando bajo dominio turco, la homogeneización debía hacerse a esta escala. De esta forma, la ocupación y el colonialismo penetraron en los genes de la República turca a través del statu quo del Kurdistán del Norte.
Lausana y el Pacto Nacional
Es necesario destacar las diferentes dimensiones del Tratado de Lausana y del Pacto Nacional, ya que los fascistas turcos, así como la población kurda, contemplan negativamente dichos acuerdos.
Es indiscutible que el Tratado de Lausana, un acuerdo que divide al Kurdistán en una colonia fragmentada, es un texto que hace caso omiso de la voluntad de los pueblos. En este sentido, es natural que el pueblo del Kurdistán lo considere negativo. No obstante, un segmento importante de fascistas turcos también rechaza el tratado, aunque por razones diferentes.
El Tratado de Lausana supone una decepción para los nacionalistas turcos. Ello es debido a que opinan que se encuentran atrapados en un territorio más pequeño de lo que merecen. Su problema no es la desintegración de un país popular con miles de años de antigüedad, sino la reducción de un área a la que se sienten con derecho como Estado. Esta zona no se limita al Kurdistán.
Turcos blancos
Uno de los padres fundadores del nacionalismo turco, el doctor Riza Nur, escribió un libro en 1967 en el que explica el proceso en torno al Tratado de Lausana y manifiesta valoraciones relacionadas con Mustafa Kemal e İnönü. El libro, titulado «Mi vida y mis recuerdos», sigue estando prohibido en Turquía y hasta ahora no se ha impreso una versión del mismo no censurada. En el libro, Riza Nur alega que Ismet İnönü y Mustafa Kemal fueron responsables del tratado que reducía la soberanía turca.
El Tratado de Lausana, que los fascistas blancos turcos tenían por una gran victoria, se considera, en realidad, la derrota de otros movimientos fascistas. A este respecto, recordemos que recientemente el fascista Erdogan hizo afirmaciones desprestigiando el tratado. Por otra parte, en el subconsciente de todos los fascistas turcos está la idea de dominar el mundo, no gobernar solo una pequeña península.
Los importantes factores que hacen posible la actual alianza entre el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) y el Partido de Acción Nacionalista (MHP) se basa en los sueños de expansión de los turcos blancos. Esta mentalidad común es la razón por la que todos los poderes estatistas, incluido el Partido Republicano del Pueblo (CHP), prestan un apoyo abierto o tácito a los movimientos de expansión.
Asimismo, sabemos que los fascistas turcos sacan en ocasiones a relucir el Pacto Nacional en referencia a sus demandas coloniales. Actualmente, en base a ello, quieren ocupar y anexionarse otras zonas del Kurdistán. Como hemos señalado antes, que el Pacto Nacional se actualizara y configurara, mediante la alianza democrática de los pueblos de ambos países, le conferiría una gran importancia.
El fascismo turco ha introducido el Pacto Nacional en el programa con afán de llevar a cabo las ambiciones otomanas con la estructura estatal actual. Su intención de utilizar a los turcomanos que viven en esta región para sus demandas coloniales con respecto a Kurdistán del Sur es una demostración clara.