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Öcalan y el sentido de la revolución, por Roland Denis

A continuación publicamos el prólogo a la edición venezolana del primer volumen del Manifiesto de la Civilización Democrática “Los Orígenes de la Civilización”, obra del líder kurdo Abdullah Öcalan. El prólogo ha sido escrito por Roland Denis, miembro del Comité de Solidaridad con el pueblo kurdo, Capítulo-Venezuela.

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El mundo, en todo el transcurso de la era moderna, ha estado plagado de luchas guerrilleras, estallidos rebeldes y luchas socio-políticas de cualquier dimensión, pero sólo en muy pocas insurgen realmente los pueblos, cobran vida e identidad como cuerpos de liberación que se constituyen desde el escenario de su propio levantamiento. La relación lucha-pensamiento-trascendencia de un pueblo, tríada expresada en una política que se afianza desde los acontecimientos producidos en una determinada situación, se logra muy raras veces. Esta vez, bajo el escenario de las guerras que el imperialismo ha generado directa o indirectamente en las últimas décadas en el Medio Oriente, esa tríada vuelve a brotar alrededor del sur montañoso de Turquía y su caída sobre los valles verdes al norte de Siria. Es la región kurda de Rojava donde se presenta esta síntesis, sostenida política y militarmente por las milicias y partidos revolucionarios allí organizados, extendidos desde el estallido de la guerra civil en Siria, e inspirados por lo que ha sido la evolución del pensamiento político de su líder histórico, preso en Turquía desde hace 17 años, Abdullah Öcalan; personaje clave en esta historia lograda, cuya “siembra” en Rojava, a lo largo de dos décadas a finales del siglo pasado, ha sido determinante para los desenlaces de hoy.

Este trabajo pretende adentrarse en este acontecimiento, tratando de entender los nudos esenciales de un pensamiento que se ha traducido en política y estrategia del pueblo kurdo revolucionario. Sostenemos que es desde estas tierras donde se libra una de las batallas libertarias más importantes del mundo, escenario de guerra donde intervienen todas las potencias imperiales del mundo actual, en una dura lucha de hegemonía y control estratégico del territorio por donde transita el mayor comercio petrolero y gasífero del mundo, además de los puentes que unen a Asia y Europa. El “Medio Oriente” es en realidad el centro estratégico de la humanidad, lugar donde nacieron las primeras civilizaciones humanas, las primeras ciudades, los Estados centralizados y la escritura. Hablamos de una batalla clave para el futuro de la humanidad, cuyos elementos sustanciales sólo los hemos conocido en las pantallas de las grandes corporaciones de la información, limitadas a sus aspectos fenoménicos exteriores: batallas, destrucciones, agentes políticos, militares y religiosos implicados, alianzas y enfrentamientos, migraciones poblacionales que huyen de la guerra; sin tomar en cuenta que en esta confrontación general subyace una dura lucha de clases entre pueblos empobrecidos que por lo general han sido utilizados en provecho de las políticas mercenarias internas, las barbaries religiosas aupadas por los grandes Estados y la OTAN, y los agentes de dominio que desde distintas posiciones e intereses sirven para reforzar la presencia imperial.

Es aquí donde toma una importancia clave y trascendental la lucha del pueblo kurdo, expresión de una larga resistencia política y guerrillera al interior del Estado turco que se extiende en estos últimos años de guerra generalizada hacia el norte de Siria, Irak hasta las zonas kurdas de Irán. Un vasto pueblo sin Estado, de más de 40 millones de personas y una enorme diáspora en Europa de cerca de 5 millones, que (apartando sus agentes colaboracionistas, ligados a los intereses de las castas dominantes, que siempre ha tenido) ha logrado configurar un complejo laberinto político-militar sustentando políticamente en las líneas estratégicas que emanan de una organización madre fundamental: el PKK (Partido de los Trabajadores/as del Kurdistán), desde cuyo avance podemos verificar en qué medida la tríada mágica de la política revolucionaria: lucha-pensamiento-trascendencia de un pueblo, se está logrando, creando un eco que se extiende sobre el mundo entero.

El falso e hipócrita dilema que pretenden vender la OTAN y el gobierno de EEUU de una supuesta democracia confrontada con las dictaduras locales y el terrorismo islámico, argumento que se diluye al evidenciarse los niveles de alianza estrecha entre los regímenes de despotismo como el de Arabia Saudita, Qatar, Emiratos, y la misma Turquía, es develado por una verdadera política de liberación de los pueblos, de las mujeres, de la naturaleza, en confrontación abierta con los despotismos de Estado, el imperialismo y las barbaries islámicas. La política de liberación kurda, expresada en todos sus partidos, guerrillas, milicias territoriales y urbanas, de hombres y mujeres, frentes sociales y confederación de comunidades, poco a poco va atrayendo a otros pueblos, garantizando no sólo las grandes y pequeñas victorias militares en el norte de Siria, sino generando un bloque hegemónico revolucionario, que supera el chauvinismo nacionalista y se convierte en una línea de liberación válida para los pueblos y culturas del Medio Oriente. No por casualidad, mientras se ejercen acciones laterales de solidaridad por parte de EEUU hacia las milicias kurdas en Siria, al mismo tiempo se ha utilizado al régimen de Erdogan en Turquía como el perro sucio y rabioso, punta de lanza para atacar la verdadera revolución social que representan los kurdos dentro y fuera de Turquía, provocando actualmente un verdadero genocidio sobre la zona kurda del Cirze, e impidiendo su presencia en las conversaciones de Ginebra. Se hace bajo la acusación de “terroristas” que tiene larga data con respecto al PKK, y que todos los países europeos reiteran abiertamente, siendo víctimas de esto militantes y periodistas que han sido encarcelados en su país por colaborar con la causa de liberación kurda.

Se trata sin duda de una revolución en curso que es temida por todos, aunque por razones tácticas en algún momento la necesiten en el terreno de la batalla. Solamente los rusos pragmáticamente parecen conscientes después de la contundente prueba de poderío militar que han demostrado en Siria; han sido claros respecto a los kurdos más allá de las declaraciones a su favor. El ejército y gobierno sirio en algunos lugares como Alepo y Al-Raqa hoy luchan junto a los kurdos y el Ejército Democrático de Siria (frente militar con otras naciones al interno de Siria construido desde las milicias kurdas, apoyado tácticamente por los EEUU en su avance sobre Al-Raqa) en diversos frentes de batalla, pero el gobierno sirio no da su mano a torcer frente a la propuesta federativa constitucional que le proponen los kurdos, lo que los ha llevado a esporádicos enfrentamientos como el sucedido en Qamishlo y declaraciones confrontadas. Es decir, es una guerra de pueblos contra el gobierno de las clases dominantes sirias que aparentemente proseguirá de forma indefinida.

Por todas estas razones nos interesa conocer y divulgar los aspectos esenciales de una lucha y el pensamiento adjunto a ella que le ha dado este poder a la lucha de liberación kurda. Es la historia de una de las tantas células de combate libertario que día a día se forman en el mundo, con los más diversos destinos, pero que en este caso ha logrado una trascendencia extraordinaria.

La lucha hoy

Siria, Turquía, Irak, y probablemente nuevos estallidos por venir en las ensangrentadas zonas de Palestina, son el epicentro de una lucha mundial donde se debaten tres tipos de actores locales: las ligas mercenarias fundamentalistas apoyadas por los gobiernos islámicos (y detrás de ellos la OTAN) con amplio control territorial desde Afganistán hasta Siria, extendiéndose hacia el norte y centro de África. Los gobiernos de raíz laica-nacionalistas (Turquía-Siria-Egipto), o islámico-chiítas como el de Irán, frutos de las tensiones históricas engendradas por la intervención imperialista en la zona desde la caída del gobierno del imperio Otomano; que ya a estas alturas se debaten entre su propia autonomía y fuerzas propias, como es el caso de Irán, o su anexión como piezas de respaldo a algunas de las fuerzas directamente imperialistas, caso de Egipto y Turquía adjuntos a la OTAN y EEUU, o gobiernos debilitados cuya existencia sólo la pueden garantizar fuerzas externas como Rusia y el apoyo indirecto de Irán y China. Sumemos el punto israelí (nacionalismo hebreo) que viene siendo una extensión directa y mimetizada completamente a los intereses del capital transnacional y occidental. Por último están las fuerzas populares en lucha (palestinos, kurdos, yemalíes, fuerzas sociales urbanas en los distintos países), cuyo brote disperso y sin proyecto unificador y emancipador que no sea un reclamo vago de democratización de las naciones en los momentos de la “primavera árabe”, en su mayoría sirvieron de respaldo a la estrategia caótica y divisionista imperialista comenzada en Irak, luego en Libia y por último Siria. Su constitución desde la rebelión de Túnez como fuerzas de emancipación social fue imposible, siendo sustituidas por el cortejo islamista francamente reaccionario y proimperialista.

La extensión de la lucha kurda, más allá de las fronteras con Turquía (país donde vive alrededor de la mitad de la población kurda), se da igualmente en los momentos del estallido de la “primavera árabe”. Surgen milicias que van apropiándose de gran parte del norte de Siria en lo que llaman la región de Rojava (Kurdistán Occidental en idioma kurdo), sin mayor resistencia del gobierno central, acosado por el comienzo de una guerra civil generalizada. Dichas milicias absorben todo lo que ha sido el legado ideológico y político-militar de la vieja batalla kurda a partir de la formación del PKK en Turquía, tomando para sí el proyecto del Confederalismo Democrático, la liberación de las mujeres, la comunidad ecológica y la ruptura con el nacionalismo y estatismo. Son milicias federativas que asumen tres centros básicos de liberación: emancipación de las mujeres, el autogobierno de los pueblos, la unidad de naciones y religiones, organizados unitariamente en asociaciones libres comunitarias con capacidad de defensa propia a través de las milicias de hombres y mujeres las YPJ y YPG. Estamos hablando de una lucha armada de liberación que termina siendo el único centro victorioso de lucha revolucionaria actualmente en el medio oriente.

Al tratarse de una lucha de liberación el enfrentamiento termina gestándose contra tres enemigos básicos: las ligas mercenarias islámicas, principalmente el ISIS, los Estados autoritarios nacionalistas, principalmente Turquía, y el enfrentamiento imposible de evitar con el proyecto arábico nacionalista de Al Assad en Siria, y el imperialismo. Son tres frentes de batalla, cuyo tratamiento ha sido distinto de acuerdo al desarrollo de la guerra. Ha sido una batalla en evolución en estos momentos dividida en tres frentes de batalla:

El frente de Turquía: una vez que Erdogan viola las conversaciones de paz establecidas desde el año 2011, a raíz del avance electoral del HDP y su presencia en el parlamento y su evidente condición de retaguardia estratégica del ISIS. Ciudades como Diyarbakir, Cirize, Batman, y toda la región sur montañosa de Turquía son escenarios de permanentes masacres y enfrentamientos entre la población kurda y la fuerzas militares y policiales turcas.

El frente sirio: siendo Kobane la ciudad heroica que marcó la mundialización del conflicto kurdo, y donde se libran las mayores batallas alrededor de Alepo, Al Raqa, Qamishlo, Erbil, Masaka, Tel-Abyad. Es un frente dividido en tres grandes cantones que configuran la región de Rojava o Kurdistán Occidental.

El frente de Irak: donde el movimiento kurdo revolucionario ha podido avanzar y tomar partido al control territorial que los kurdos liderados por el jefe feudal Barzani, reaccionarios tradicionalmente aliados a los EEUU e Israel, han establecido allí desde la ciudad de Erbil. Sobre la zona norte limítrofe con Siria las milicias kurdas en Sinjar y Dohuk le disputan esta hegemonía a los antiguos jefes feudales.

La situación en Irán parece ser la más débil para los kurdos donde sus iniciativas de liberación cuya realidad conocemos poco, aparte de las continuas denuncias sobre los presos políticos kurdos.

De todas ellas, podemos recoger dos  intentos en estos momentos en proceso de desarrollo de un poder constituyente originario, que no va dirigido al separatismo y la formación de nuevos Estados sino a la constitución de ciudades y territorios de autogobierno y puesta en práctica del proyecto de Confederalismo Democrático. Las iniciativas llevadas adelante en diversas ciudades turcas sobre el territorio del Kurdistán, donde se ha intentado, luego de la represión que continúa, desobedecer al actual gobierno turco. Y la iniciativa ya muy avanzada dentro del norte de Siria llamada Confederación Democrática del Norte de Siria, donde comunidades kurdas, además de turcómanas, asirias, árabes, procederán a la formación de un territorio autónomo y de autogobierno revolucionario. Septiembre 2016 es el momento en que estaría planteada la formación de dicha Confederación y la aprobación de su texto constituyente.

Lo importante de todo esto, es que dentro de una zona geopolíticamente centrada en el intento por el control de áreas verdes y húmedas de las montañas y valles contiguos, de zonas claves para el paso de fuentes de gas y petróleo, que es sin duda el punto de partida de este genocidio que viene presentándose desde hace doscientos años; es decir, junto con la entrada la modernidad capitalista en el Oriente Medio, a partir del siglo XIX. Una lucha desde las bases de un pueblo oprimido históricamente, quiebra la hegemonía a la lógica geopolítica y se presenta capaz de abrir una cuña a la lucha libertaria propiamente. Su devenir es incierto y no tenemos dudas que sucederá con ella lo que pasa con todas las grandes revoluciones, que tendrá que valerse de sus propias fuerzas para enfrentar a todos los estados, mercenarios y órdenes particulares de dominación, que son, más allá de sus contradicciones particulares, parte de un único orden global de dominio. Los rusos parecieran ser la alianza táctica más importante, con posibilidades de hacerse estratégica. Pero también los rusos tomarán parte por un estado Sirio que si sobrevive jamás aceptará una revolución social a su interno. Las cartas están echadas e irán mostrando la suerte de este gran pueblo que se va ganando la solidaridad del mundo.

El primer sentido: la revisión histórica

La modernidad capitalista hace parte de una línea histórica que Öcalan define como la curva de sentido que va desde las civilizaciones de los dioses enmascarados hasta los reyes encubiertos. Ese es el esquema genérico que utilizará para el desarrollo de sus argumentos en la obra “Orígenes de la Civilización” que tomaremos como escrito principal a analizar; el primer título de cinco tomos de una serie llamada “Manifiesto de la Civilización Democrática”, conformada por los siguientes títulos:

1- Orígenes de la Civilización

2- Civilización Democrática

3- Sociología de Libertad

4- Crisis de Civilización en el Oriente Medio

5- El Problema Kurdo y Solución por una Nación Democrática

Öcalan, como líder histórico de la lucha kurda, personaje mitificado por su pueblo, necesitó de años de estudio encerrado en una cárcel hermética donde es el único preso, secuestrado de hecho por centenares de gendarmes, resultado de un complot internacional en su contra de él y su pueblo. De una visión marxista leninista,  autoritaria a la hora de organizar las primeras bases de lo que será el PKK y su lucha armada posterior en los años ochenta y noventa, la guerrilla kurda sigue el guión de la guerra vietnamita por la liberación nacional, dirigida por un partido marxista. Las resultantes de dicho combate a finales de los noventa, luego de varios intentos de levantamiento general y la respuesta genocida y destructiva a las comunidades kurdas por parte del Estado turco, no son prometedoras, por lo cual Öcalan, una vez secuestrado en la isla de Imrali asume la apertura “hacia la izquierda” y hacia una versión política libertaria, ayudado por la obra del anarquista norteamericano Murray Bookchin, su pensamiento y planteamientos políticos. Rupturas controversiales que finalmente lograron convencer a la gran mayoría de la dirigencia revolucionaria kurda y sus movimientos sociales y armados, hasta cambiar por completo la visión y estrategia de lucha, sin prescindir de la lucha armada y la condición del partido como vanguardia del pueblo oprimido.

La obra podría interpretarse como un intento por redibujar las raíces de la opresión del hombre contra sí y la naturaleza madre, utilizando elementos ya descubiertos e incluso tratados por los textos originales del marxismo, el anarquismo, el estructuralismo, el posmarxismo, los legados culturales de la lucha de liberación kurda, pero intentando sacar conclusiones mucho más radicales desde el punto de vista de las estrategias de lucha. Öcalan no es un intelectual, es el dirigente histórico más importante de una lucha que interpreta su cautiverio como una derrota pero también como escenario de superación política y espiritual. Se ve comprometido a revisar todos aquellos aspectos que desde la visión original de la lucha no hicieron sino entorpecer  la posibilidad de victoria. Esa relación entre revisión de visiones y reconstrucción de estrategias es probablemente la razón misma de esta obra excepcional y el esfuerzo de estudio y reflexión que está detrás de ella.

Sintetizando el esquema general de la obra, podemos decir que esta sigue el esquema genealógico que desde Marx hasta Foucault han utilizado para interpretar la realidad humana, preferentemente el dilema del poder, la opresión y la resistencia. Comienza Öcalan luego de un bosquejo por todos los movimientos que le dieron vida a la humanidad y las comunidades nómadas que desde el África poblaron el mundo, hablando del sentido fecundo de la vida que recorre toda la era neolítica en el creciente fértil entre los ríos Eufrates y el Tigris, la Anatolia, el Candil, donde el ser humano logra producir su propia condición de existencia (lenguaje, tecnologías, instituciones, primeras escrituras y representaciones, sociedades sedentarias, agricultura, etc). Casi diez mil años luminosos que describen esta era pero que termina siendo fracturada y esclavizada por la progresiva imposición de las primeras civilizaciones y Estados (modelos verticales y externos de poder) donde se rompe la cosmología ligada a la tierra o diosa madre y empiezan a imponerse los modelos burocráticos y despóticos de poder diosificados en la figura del Dios padre. Las comunidades igualitarias basadas en los modelos de alianza y filiación van siendo absorbidas por regímenes despóticos que tienen su nacimiento dentro de la creciente fértil de la Mesopotamia, justamente donde hoy conviven principalmente los pueblos kurdo, persa y árabe.

A partir de los testimonios históricos evidenciados, y su propia interpretación, Öcalan renueva presupuestos básicos del pensamiento libertario que afirma que son las instituciones despóticas originales y el nacimiento del Estado, quienes crean las condiciones de la desigualdad humana y del progresivo avance de modos de producción basados en la explotación del trabajo. De allí la importancia clave que le dará a “los dioses enmascarados” que escondían esas relaciones a través de teocracias que generaron mentalidades serviles cubriendo miles de años de historia mientras la humanidad avanza generando progresos tecnológicos, morales e institucionales, quedando arrinconadas en múltiples visiones teológicas, que no son otra cosa que el enmascaramiento de la desigualdad y la opresión creciente. La “razón” o pensamiento racional, como momento de despegue de las formas mitológicas y teológicas (dogmáticas dirá Öcalan) de la conciencia será nuevamente puesta en duda, pero en este caso no por su propia constitución mitológica escondida y que tantos autores han develado, sino como un ordenamiento necesario de la conciencia de acuerdo a la hegemonía creciente de las relaciones de mercado bajo un orden de acumulación capitalista. La “razón” no es más que el nacimiento de una mentalidad cosificada, hecha cosa para sí misma, respecto al mundo y la naturaleza. De allí que no tenga ningún sentido verla como avance en sí, como desarrollismo lineal y definitivo de la consciencia, sino como un paso para el retorno o reencuentro renovado desde las mismas posibilidades de la razón con las cosmogonías originarias: es la importancia que tendrán entonces las “metafísicas humanas” en el planteamiento de Öcalan, y como intento por superar los vestigios de un materialismo mecanicista y cientificista, absolutamente presente en la tradición marxista-leninista. Desde Sohn Rethel hasta Nietzsche tienen mucho peso en estos argumentos controversiales para la visión teleológica y positivista de la historia humana, incluido no sólo el marxismo sino la perspectiva revolucionaria que hegemonizó los movimientos de lucha en el transcurso del siglo XX. Öcalan hace este recorrido, a nuestra opinión, buscando donde asentar argumentos que le permitan la reunificación tanto de la verdad humana entre cosmología primitiva y razón, como una estrategia donde la tierra, nuestro reencuentro con ella y no sólo el desarrollo de los medios de producción, sean claves centrales de la lucha revolucionaria.

Lo importante de este pensamiento que recoge muchas de las observaciones que desde Lévi-Strauss y los descubrimientos antropológicos, es que registra un nuevo modelo de visión histórica para una nueva visión revolucionaria. Es un nuevo régimen de verdad o una “ciencia del sentido” como él mismo llamaría. No estamos interpretando la historia sólo desde el punto de vista de sus elementos materiales y económicos constitutivos, sino las profundidades o “mentalidades”, las “metafísicas” que esa evolución civilizatoria ha ido mostrando, dejando conclusiones muy claras en respuesta a la necesidad de ir rompiendo con todos los positivismos propios del cientificismo del cual incluso el marxismo ha sido víctima, e ir hacia un nuevo régimen de verdad donde la figura de la “vida libre” será transversal tanto política como epistemológicamente en toda la obra del autor.

La “vida libre” así como el “espíritu libre” de Nietzsche se mueven dentro de una visión de totalidad de la existencia, centrando su atención histórica en un binomio libertad-opresión, que aunque es propio de la visión moderna del mundo, sirve para entender la propia imposibilidad de la civilización moderna capitalista para encontrar los cauces de una humanidad libre e igual, de acuerdo a los preceptos de esta misma sociedad. Como lo deja dicho Enzo del Búfalo en sus obras dedicadas a la subjetividad moderna, ella nunca ha podido superar la constitución despótica que es inherente al nacimiento de las civilizaciones humanas, tanto en la persistencia del despotismo de Estado como en la introducción de innumerables formas de despotismo dentro del orden de la sociedad civil, comenzando con el despotismo propietario y la explotación del trabajo. A la “vida libre” por tanto no le interesa hacer exaltación de la modernidad en sí, de su nacimiento como máxima leyenda libertaria del espíritu moderno, viendo solo en ella el trabuco de la propiedad y la explotación del trabajo, es decir, del modo de producción capitalista. Öcalan ve, por el contrario, cómo en la medida que la fuerza de las civilizaciones se ha ido extendiendo e imponiendo, se han ido perdiendo elementos claves para lo que supone la posibilidad de construir un régimen abierto de la verdad, hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, que le permita al hombre y la mujer su felicidad como asociación de hombres y mujeres libres. La verdad está abierta para recuperar todos los elementos que necesitemos de la historia humana, incluidos aquellos que la modernidad culpa y se burla por “mitológicos”. Esa verdad que se recorre a ella misma, que investiga las múltiples verdades sobre las cuales se ha construido lo humano, es un paso necesario para conformar una espiritualidad propia del propósito libertario de la lucha.

Estamos en presencia de un pensamiento absolutamente holístico, hijo de las grandes ortodoxias revolucionarias anticapitalistas, pero que en este caso advierte de la trampa en que el mismo pensamiento revolucionario sigue atrapado. La “vida libre” es su propia trascendencia, por tanto, un pueblo organizado desde la vivencia efectiva de sujetos u “hombres y mujeres libres” es con mucha probabilidad un pueblo que encontrará su mismo orden de trascendencia, su significado como experiencia de lucha y construcción de nuevas realidades para la humanidad. Como lo trabajará en varias de sus obras el filósofo Alain Badiou, en este caso la libertad no es un fin teleológico a alcanzar, la lucha propiamente ha de hacerse asumiendo el principio de que somos iguales y libres ya y ahora, derivando de ello una moral y un conjunto de líneas de trabajo y organización que se ajusten a este principio. Esto podría leerse como un desarrollo de aquel extraordinario principio del anarquista español Durruti: “No es la obediencia, es el entusiasmo de un pueblo lo que nosotros organizamos”.

La “vida libre” nace de una reflexión histórica que va persiguiendo la verdadera genealogía de la opresión espiritual y material del ser humano, elemento que se vuelve obsesivo en la obra. Es un paso que otros revolucionarios como el Che Guevara invocaron bajo la figura del “hombre nuevo” figuras muy parecidas a esta. Pero esa solidaridad y ese compromiso sostenido en la alegría colectiva de la revolución, no tenía en el Che otro alimento que la pasión revolucionaria como fenómeno victorioso y envolvente a la sociedad, era su resultante necesaria. En el caso de Öcalan, la “vida libre” no es lo que se deriva de la victoria es su condición misma. Sólo hombres y mujeres libres pueden acometer la verdadera obra revolucionaria.

Segundo sentido: la mujer, la tierra, la democracia

El verdadero amor, dice Öcalan, “es la emoción de sentirse partícipe en la creación del universo”. Con el nacimiento del ciudadano y del Estado-nación, estamos frente al advenimiento de nuevos dioses, nuevos cultos, relacionados con el salto del mercado hacia el capitalismo y la creación del método científico desde el renacimiento hasta hoy. La precisión que hace Öcalan respecto a este salto histórico es reiterativa en el texto. Se quiebra la relación sujeto-objeto, mientras como diría Hegel, el ser humano como Dios observa el universo como a él mismo. Buscando las raíces  de la verdad, tratando de liberar la conciencia de los atavismos mitológicos, el ser humano se enrumba hacia nuevos cultos, que producirán una alienación cada vez más honda del hombre y la mujer frente al mundo. Se encierra en su propio culto generando el desarrollo de una sociedad competitiva e individualista, la imposición del sexismo y el consumismo, que van poco a poco moldeando lo que en un inicio era una figura de encuentro y democracia, es decir el ciudadano. El ciudadano sujeto aparentemente igualitario y soberano de sí mismo, termina convirtiéndose gracias a la ciencia dominante y el capitalismo (lo que Öcalan llamará la “modernidad capitalista”) en el asesino de su misma gesta. Es por ello que el amor como emoción sublime del ser queda desasistido de toda relación con el universo para arrinconarse en un mundo cosificado y sexualizado. Una  sociedad que vive en nombre del amor que las grandes religiones monoteístas legaron a la modernidad, en nombre de él se destruye a sí misma.

El problema del quiebre hombre-naturaleza servirá a Öcalan para argumentar respecto a la razón de las grandes líneas estratégicas que guiará la nueva etapa de la lucha kurda. Las mujeres, la tierra, la democracia, en este caso no son figuras de utilería política como puede serlo en cualquier contexto partidario dentro del Estado burgués, que hacen de estos elementos argumentos de su permanente demagogia. El quiebre binario: espacio-tiempo, cuerpo-alma, hombre-naturaleza, sujeto-objeto, placer-dolor, propios del cientificismo moderno, constituyen la “ontología de la civilización moderna”, por lo cual las tareas emancipatorias deben estar en primer lugar centradas hacia la posibilidad de superar esa ruptura, superar la ciencia de la dominación y las instituciones ligadas a él comenzado por la figura del Estado-nación, encauzando la lucha hacia una nueva “naturalización del ser humano” tomando prestadas las palabras de Marx en los Manuscritos.

Nuevamente el sentido holístico del pensamiento de Öcalan es capaz de producir nuevas estrategias y sujetos revolucionarios. La “vida libre” recupera la magia del vivir. La nueva ciencia es a su vez mágica y cosmológica (“cuántica” dirían muchos científicos hoy), no se queda atada a la precisión del número ni la cuantificación del universo. Estamos entonces a las puertas de un movimiento revolucionario que promoverá una nueva sensibilidad y una nueva razón. Juntas van advirtiendo las tareas fundamentales del presente y es allí donde empiezan a aparecer la emancipación de las mujeres, la tierra y la democracia, como elementos prioritarios dentro del programa de liberación. Estos tres elementos son una causa de lucha perfectamente comprensible dentro de un mundo globalizado cada vez más déspota, ecocida y patriarcal, pero a la vez, y más allá del asunto de “derechos”, estamos hablando de propósitos políticos que juegan exactamente el mismo papel que jugó en su momento el proletariado para marxistas y anarquistas, como único sujeto en la posibilidad de liberar a la humanidad entera.  La humanidad se liberará en la tierra, en mujeres y hombres en relación de equidad, en el despliegue de sistemas confederativos, cooperativos y autogobernantes, que terminen de resolver el problema de la opresión y el quiebre binario del pensamiento y la existencia, que no hizo más que agigantarse en la época moderna. Por esto, dirán otros tratados de Öcalan, antes que la liberación de clase, antes que la liberación nacional, es prioritaria la liberación de la mujer, no sólo desde la perspectiva reduccionista de género, sino como símbolo de la liberación de toda la humanidad. La opresión humana comenzó con el desplazamiento de la “diosa-madre”, y la esclavización y utilización del cuerpo de la mujer como esclava del hombre y la sociedad, de allí la importancia universal que tiene esta figura. Al igual que el problema de la tierra, con las primeras formas de Estado se distancia el ser humano de la magia del mundo, comienza, como diría Öcalan, a desarrollarse exclusivamente el lóbulo izquierdo y analítico del cerebro y con esto se van dando cuerpo a instituciones, ideologías, que fueron olvidando por completo la raíz natural del ser humano, buscando un ser divino en la tierra que terminó matando su madre esencial, la tierra.

Por ello, no estamos tampoco ante un ecologismo ingenuo y fracturado del resto de las tareas de liberación, estamos ante el despeje de una cadena de luchas que deben sintetizarse en el problema de la tierra como uno de los principales cometidos de una lucha que vaya hacia la búsqueda de un reencuentro progresivo del hombre y la mujer consigo misma, es decir con su naturaleza.

La “sociedad natural, orgánica y libre”, nunca dejó de existir desde el neolítico, esta es una observación muy sabia del autor, dejando en claro la lucha ancestral por excelencia del ser humano. Nunca dejó de confrontar la naturalidad con la urbanidad, que en la medida en que fue creciendo fue al mismo tiempo absorbiendo la representación de lo humano frente a sí mismo. Incluso dentro de las mismas ciudades esa “sociedad natural, orgánica, libre”, logró sobrevivir entre sus paredes, entre los laberintos urbanos de la pobreza que se respondieron por el mundo entero. Por eso dirá Öcalan que el Estado ha sido un enemigo milenario ante ella, y por ello el programa estatista, lo que entendimos por mucho tiempo como el “socialismo real” tiene que ser desechado por completo. El Estado inspirándose en el filósofo Deleuze, es una “máquina de mentira”, un primer nudo de la cadena histórica de la explotación que tiene que ser resuelta definitivamente. La democracia, al igual que el problema de la tierra y de la emancipación de las mujeres, es igualmente un cometido esencial y ontológico que nada tiene que ver con el democratismo liberal, o la simple invocación de federalismos formales estilo Suiza. La democracia definitivamente tiene que convertirse en el fin del Estado, de la modernidad capitalista, para dar paso a lo que Öcalan llamará la “civilización democrática”.

Sin duda la raíz anarquista de este planteamiento es obvia, ahora el problema no puede quedarse en el problema en sí de la forma-Estado y su destrucción como centro de todo el programa revolucionario. Frente a ella caben muchas alternativas tácticas como lo han demostrado los kurdos a la hora de enfrentarse a la situación de guerra en Turquía y Siria. El problema radica en la praxis democrática y autogobernante que debe reemplazar al Estado, elemento que los seres humanos estamos apenas redescubriendo luego de no menos de cinco mil años en que comenzó y se explayó por el mundo la dominación estatista. El viejo comunismo libertario de Kropotkin y la CNT española, vuelve a tomar respiro pero rompiendo con las ataduras dogmáticas y sobretodo integrando esta lucha a un complejo de elementos, la emancipación de las mujeres, la tierra, entre otros, que sin ellos dejan de tener todo sentido. El “hombre natural” que muchos anarquistas invocaron a la hora de explicar la inutilidad del gobierno de Estado, en el caso de la obra de Öcalan es precisada y redescubierta históricamente en la mujer y la tierra. No estamos entonces ante abstracciones utópicas en que el viejo anarquismo cayó en muchas ocasiones. Estamos frente a un pensamiento materialista que reivindica  la “metafísica” y el pensar humano, que trata de fundamentar integralmente lo que hoy en día representa la lucha libertaria. La democracia por tanto no es un formato representativo de gobierno, todo lo contrario, la democracia en el caso de Öcalan es un postulado civilizatorio que habrá que construir y aprender día a día, dentro de cada acto que produzca el movimiento revolucionario, como lo están demostrando las organizaciones y milicias kurdas en el norte de Siria, principio central de la “revolución de Rojava”.

La primera gran victoria es entonces hegemónica. La organización que no le ha quedado otra salida que vivir la guerra como el escenario permanente de su desarrollo, ha podido sin embargo salir del simple guerrerismo y hacerse parte esencial del desarrollo cualitativo de un pueblo, ofrendando su lucha a la humanidad. La organización en guerra es la fachada primera, el frontal inmediato por donde se defienden saltos cualitativos radicales que convierten al pueblo kurdo en la primera vanguardia de la lucha revolucionaria en el Medio Oriente; es el oferente principal de un sentido de la revolución que trasciende el simple espectro de la guerra de clases sin destino para convertirse en una nueva conciencia sostenida en el principio matriz de la vida libre. La organización se convierte en un  proyecto de sociedad gracias al trabajo paciente que va haciendo de la emancipación de las mujeres, la tierra, la democracia absoluta (por decirlo en términos del filósofo Spinoza) en la inspiración que subyace detrás de toda esta gran gesta de lucha. De allí la trascendencia de un postulado desde el cual una gran comunidad sin Estado, pueda no obstante unificarse rompiendo los destinos estamentarios y despóticos que perduraron con el desarrollo del capitalismo y de la forma-Estado que en sus distintas versiones, desde la más liberal hasta la más fascista, acompañaron “esta gran prostituta que es el poder-Estado”, dirá Öcalan. El movimiento de liberación kurdo demuestra que no se necesitará de esta bestia burocrática para unificar la sociedad, para garantizar su estabilidad y libertad, sólo contará con la espiritualidad que produce la causa liberadora y con las instituciones que va construyendo como poder constituyente en permanente desarrollo.

Tercer sentido: el sostén de una nueva ciencia para la vida libre: “la ciencia del sentido”

Hay en Öcalan, encerrado, seguramente lleno de dudas y ausencia de palabras necesarias para poder superar esta situación que sólo los testigos de largos cautiverios podrían explicar, la necesidad de construir no sólo un conjunto de premisas válidas a la liberación humana, sino de dónde estas premisas tienen razón y sentido. De allí las largas referencias a una ciencia del sentido en función de la vida libre que en el caso del libro “Orígenes de la Civilización” abundan en todo el texto. Es la larga diatriba que desde Platón hasta hoy cruza el pensamiento racional o lo que algunos prefieren llamar “pensamiento occidental”; en definitiva cómo resolvemos esa distancia entre pensamiento y realidad, cómo se establecen los criterios necesarios y suficientes para garantizar esa dialéctica de contrarios.

Öcalan como revolucionario y pensador pareciera no tener solución en sus manos, simplemente advierte al movimiento revolucionario la necesidad de superar de una vez por todas la dicotomía entre materia y espíritu, algo que el “materialismo histórico” de Marx y Engels enfrentaron con genio pero sólo resolvieron a medias. “Materia y espíritu”, palabras al fin y al cabo que han servido para preservar una dualidad que a estas alturas tienen que superarse pero no como “esencias o antinomias del espíritu” como le pretendía Hegel y Kant, sino como frutos de una larga alienación que a diferencia de Marx, Öcalan no las ve sólo en las relaciones de producción o en el trabajo explotado, sino en la formación de las estructuras autoritarias y estamentales que nacen con los “dioses enmascarados” de los primeros Estados teológicos y terminaron desenmascarándose dentro del orden laico de la “civilización capitalista”, sin perder su constitución dual, por el contrario, el capitalismo las acentúa.

“Hay una vitalidad implícita en la materia (siguiendo en tal aspecto a todo el relativismo físico como a la tradición chamánica) que debemos desentrañar”. El problema no se plantea entonces desde el punto de vista humanista como algo a resolver dentro del epicentro exclusivo de la consciencia humana y su razón, sino abordando la integralidad del universo, es decir, sobre el supuesto que nuestra suerte de ser uno de los más elevados complejos de formación atómica que llegó a la posibilidad de un ser con lenguaje y conciencia nos debe dar la oportunidad de entendernos mucho más allá del milagro natural que es el ser humano y ubicarnos como partículas de una realidad universal.

Sin duda que Öcalan hace un intento extraordinario por hacer congruentes los elementos que tienen que ver con la historia humana como es el nacimiento de la escritura, la astronomía, la matemática, con una visión que supere definitivamente el positivismo burgués, y lo hagan parte de un “ambiente de creación” que es parte de la resistencia ante las degradantes estructuras de desigualdad y explotación que se formaron con los Estados. Son los ambientes “mágicos y sagrados” como diría Öcalan que sirvieron por mucho tiempo a estas estructuras de dominio y desigualdad pero que nacieron del sentido y la voluntad propios de una vida libre o al menos buscándola en ese conocimiento permanente e infinito. Es por ello que Öcalan habla de una ciencia del sentido y una sociología de la libertad.

Volvemos entonces al sentido holístico de su pensamiento: recoger de atrás lo que prosiguió a lo largo de toda la historia como el germen inicial del pensamiento libre y creador, fortaleciéndose con los elementos que la misma ciencia va descubriendo y la aproxima desde su misma evolución a las premisas iniciales de la sapiencia mágico-religiosa. Dirá Öcalan que los socialistas científicos desarmaron al proletariado al concebirlo como un problema científico, como sujeto-objeto de una historia lineal y en ascenso. En esto no fueron más que los continuadores de positivismo ideológico de la pequeña burguesía que intentó despojar por completo a la sociedad de una visión mágica y sagrada de la misma.

Cuarto sentido: “No hay amo que se libere de esta gran prostituta que es el poder-Estado”

Öcalan es un militante de un movimiento que encontró su trascendencia no en el sentido estrecho de la vindicación exclusiva del pueblo kurdo, sino en los planteamientos que lo han llevado al lugar que hoy ocupa dentro de la guerra imperialista del Medio Oriente. La nación originaria ya no es un fin en sí mismo, mucho menos su victimización a pesar de la historia de opresión que llevan a sus espaldas, sino la compresión de una posibilidad, inscrita en la cultura “natural” de un pueblo, su historia festiva y libertaria frente a los atavismos religiosos y culturales que atrapan a otros pueblos en la región (ver textos del libro de Manuel Martorell). Eso le da a los kurdos la posibilidad de construir un eslabón de lucha que recoja y reúna a las naciones oprimidas en un proyecto de liberación común e igualitario. Un punto que el movimiento de resistencia Palestino por ejemplo no ha podido lograr encerrado en la terrible situación de encarcelamiento territorial que vive en su propia tierra. En tal sentido, para Öcalan el problema ya no es ni siquiera esa sintonía que tratan de alcanzar los movimientos de liberación nacional respecto a la relación entre pueblo particular, sus derechos y diferencias, y la liberación universal del ser humano frente al imperialismo y el capitalismo; el problema, muy en sintonía con el planteamiento original del zapatismo y el neozapatismo de Chiapas, es hacer del pueblo kurdo, de sus instrumentos políticos, sociales y militares de organización, herramientas directas de una experiencia inédita de liberación humana. Allí es donde el pensamiento de Öcalan también “libera”, por decirlo de alguna manera, al movimiento de liberación kurdo de sus mismas limitaciones históricas y de sus planteamientos originales ligados a la visión vietnamita de la liberación nacional y el marxismo-leninismo, por ser la más hegemónica entre los años 70 y 80 del siglo pasado, años en que se van formando las primeras bases del PKK.

Un pensamiento hecho política y trascendencia, necesitará por tanto definirse de manera muy clara respecto al problema del Estado y el poder como matriz común de todo el pensamiento y la acción política moderna. Abandonar la tesis de Estado y acentuar las posibilidades de construcción de poder dentro de una estrategia certera que reúna a los pueblos y comunidades en una misma guerra de liberación, pareciera ser la conclusión más importante del pensamiento propiamente político que inspira la obra de Öcalan.  El “buen gobierno”, o el “buen poder” colectivo, tomando las premisas zapatistas, ya no necesitarán de Estado, es el avance y a la vez el regreso –estructura holística de planteamiento que se repite- en formas de gobernabilidad que inicien una nueva era política en la humanidad, que Öcalan denomina como la “modernidad democrática”, superando la visión de lo político inscrita en la modernidad capitalista, y despojando al derecho burgués de apropiación de la plusvalía del trabajo de su principal herramienta de respaldo e imposición que es el Estado. Reiterando así postulado anticapitalista se dirá de manera conclusiva que la plusvalía no es más que el robo oficial respaldado por el Estado, continuando las viejas premisas ofrecidas por Proudhon iniciador del anarquismo.

Esta tesis parte por supuesto de una necesidad de romper concretamente con el separatismo kurdo inicial y aún vivo dentro de algunas tendencias de derecha e izquierda pero que pierden todos los días peso dentro del pueblo kurdo. No se necesitará formar un nuevo Estado, frente a él, como realidad que seguirá existiendo por un buen tiempo y como forma de centralización burocrática y despótica del poder, se avalarán todos los intentos para llevarlo a su federalización y plurinacionalización más profunda, desde dentro de las naciones (sea Turquía, Siria, Irak o Irán en este caso)de manera que la liberación de los pueblos obligue a los Estados a su negación como máquinas estamentarias, sostenidas en el despotismo de la democracia burguesa. El “no-Estado”, siguiendo la tesis básica de toda la línea libertaria del pensamiento revolucionario desde Marx hasta hoy, no quiere decir entonces que no se tenga una exigencia en la lucha revolucionaria hacia los Estados. No es una simple negación ácrata de la máquina Estado, significa moverse en un cuadro concreto de relaciones de fuerza frente a él donde la tarea primordial del movimiento de liberación no sea la separación y formación de nuevo Estado, o en último caso de hacer de la política un solo intento interminable por la toma del mismo, sino forzarlo a una evolución que inexorablemente los lleve a su negación progresiva. La “modernidad democrática” nacerá por tanto en la base de los pueblos, en la revolución permanente que supone el desarrollo de todas las formas posibles del confederalismo democrático y el autogobierno de los pueblos. Es exactamente la tesis que en los próximos meses permitirá en el norte de Siria formar la “federación del norte de Siria”, concluyendo estratégicamente uno de los objetivos fundamentales y estratégicos sostenidos por el pueblo kurdo en la guerra de Siria.

Así, intentando una síntesis del planteamiento ocaliano frente a esa “gran prostituta que es el poder-Estado”, podríamos decir que reaparece después de un siglo cuando los primeros años de la revolución soviética antes de formar “un Estado” crearon las matrices para la creación de un territorio que fue sumando naciones a esa primera URSS gobernada por el poder soviético. Esto fue el origen de la URSS y el nacimiento de una propuesta de revolución en extensión permanente que antes de dibujar nuevas fronteras dentro de la geografía humana, las vaya quebrando y produciendo una nueva era de gobernabilidad directa de los pueblos. Sabemos por supuesto que el autoritarismo creciente del partido-Estado en que se convirtieron los bolcheviques y el ataque externo imperialista acabó con esa posibilidad hasta la imposición de la tesis del “socialismo en un solo país” de Stalin y el renacimiento pleno del Estado despótico y totalitario que se conformó. En este caso la negación a formar nuevas fronteras y Estados, para los kurdos antes que una rendición ha sido todo lo contrario, es una apertura a los pueblos y radicalización de la lucha de liberación que pone las primeras piedras para romper las fronteras al menos desde ese gran eje mesopotámico donde se entrelazan Turquía, Siria, Irak e Irán. La debilidad militar relativa frente a las enormes máquinas de guerra que los Estados, estructuras mercenarias e imperios han formado en la región no les permite por los momentos más que pelear metro por metro por el ideal que se replantea. Los juegos tácticos y estratégicos de alianzas con las fuerzas presentes ya sea el ejército Sirio, Rusia o los mismos EEUU, hace mucho más complejo el proceso de avance. Pero no hay duda de lo correcto de una tesis de lucha, en este caso frente al problema de Estado que ha ido retomando y renovando por completo el pensamiento y la acción revolucionaria universal.

Fuente: Frontal 27

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