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Turquía e Irak: creación de una asociación de «seguridad»

El ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Hakan Fidan, se sienta con el ministro de Asuntos Exteriores de Irak, Fuad Hussein, en Bagdad (14 de marzo de 2024)

The Kurdish Center for Studies – Shoresh Darwish – 2 abril 2024 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

Turquía ha reorientado su política exterior hacia Irak, tras los rumores de que las fuerzas de la Coalición liderada por Estados Unidos podrían retirarse pronto. Para llenar el posible vacío, Turquía está dispuesta a adoptar un nuevo enfoque hacia Irak basado en la ampliación de los ámbitos de comercio y proyectos económicos centrados en la seguridad y en la codificación de su ocupación militar de la Región del Kurdistán de Irak (KRG). Por su parte, Irak intenta aprovechar esta oportunidad para resolver algunos de sus agravios pendientes con Turquía, como el de no recibir su parte de agua en el tramo final de los ríos Tigris y Éufrates y evitar las continuas violaciones de la soberanía de Irak por parte del ejército turco, que están poniendo en aprietos al gobierno del primer ministro iraquí Mohammed Shia’ Al-Sudani.

Para lograr estos objetivos, Irak intentará hacer hincapié en su «Proyecto de la Ruta del Desarrollo», un sistema ferroviario y de autopistas de 1.200 kilómetros que conectará el Gran Puerto de Faw, en el Golfo Pérsico iraquí, con Turquía. Este proyecto de varias décadas y 17.000 millones de dólares pretende ser una nueva «Ruta de la Seda» iraquí y ahorrar tiempo y costes acortando la distancia entre China y Europa en comparación con la ruta marítima que pasa por el Canal de Suez. Bagdad también querrá que Turquía se centre en cuestiones económicas, como el oleoducto Kirkuk-Ceyhan, que es la mayor línea de exportación de crudo de Irak.

Sin embargo, mientras Irak quiere fomentar una relación comercial, Turquía está más preocupada por forjar una asociación en materia de seguridad. No obstante, en lo que sí coinciden ambos países es en el deseo de debilitar al Gobierno Regional de Kurdistán (KRG). Bagdad ha conseguido recientemente neutralizar la capacidad de Erbil para gestionar las exportaciones de petróleo mediante decisiones del Tribunal Supremo Federal iraquí y de la Cámara de Comercio Internacional (CCI), con sede en París, que falló a favor de Irak en la demanda de arbitraje que presentó contra Ankara en julio de 2023 en relación con la exportación de petróleo del KRG a través del puerto turco de Ceyhan.

Con respecto a ambas decisiones, Turquía parece haber aceptado los fallos. El KRG está decepcionado con este resultado, ya que confiaba en que Turquía rechazara el proceso de arbitraje porque la exportación de petróleo del KRG a través de Turquía siempre ha constituido la base principal de una relación estable entre Ankara y Erbil. Ahora que Ankara puede eludir a los dirigentes de Erbil y obtener petróleo directamente de Bagdad, el KRG pierde gran parte de su influencia en las negociaciones con Turquía sobre otros asuntos, como la disminución de las incursiones militares turcas en su territorio.

«Divide y vencerás» contra el Gobierno Regional de Kurdistán

Las aspiraciones del gobierno de Al-Sudani en Irak se centran en seguir debilitando al gobierno del primer ministro del KRG, Masrour Barzani, no sólo internamente sino también externamente, sobre todo con Turquía. En consecuencia, Irak quiere restringir los procesos de toma de decisiones turcos únicamente a las negociaciones directas con Bagdad, como forma de marginar al Partido Democrático de Kurdistán (KDP) de Barzani. Controlar las exportaciones de petróleo y ese proceso de exportación es una de las principales formas de conseguirlo. Esperando esto, el propio KDP ha intentado formar su propia relación de seguridad con el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Turquía y su líder Erdogan, con el que el gobierno de Barzani ha colaborado en repetidas ocasiones, a pesar de que tales acciones no son populares entre la mayoría de la población kurda del KRG.

El principal pilar de este acuerdo entre el AKP y el KDP ha sido permitir el establecimiento de hasta 20 bases militares turcas en todo el KRG y no detener los ataques contra las guerrillas kurdas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en los Montes Zagros del norte de Irak. Esta capacidad de perseguir y bombardear sin restricciones a las guerrillas del PKK es la principal preocupación del gobierno de Turquía, pero también es causa de malestar interno para el KRG los ataques turcos ya que dañan a civiles kurdos en el proceso. La intensa rivalidad entre Erbil y Bagdad es una de las razones por las que el KDP permite este tipo de acuerdo, ya que creen que le sigue convirtiendo en un actor relevante directamente con Ankara.

Pero también hay beneficios internos, ya que el KDP también compite por el poder en el KRG con el partido Unión Patriótica de Kurdistán (PUK) en Sulaymaniyah, la «segunda ciudad» del KRG y la mayor competencia por el control del poder del KDP. En relación con esto, las relaciones de la PUK con Turquía han empeorado drásticamente en los últimos años, en particular porque se oponen a los ataques militares turcos contra el PKK en las zonas que controlan. Mientras que el KDP considera que los ataques de Turquía aumentan la seguridad en el KRG, la PUK los ve como una siembra de divisiones internas, que no son saludables para la unidad kurda más amplia en todas las regiones del Gran Kurdistán. Además, para contrarrestar la cercanía del KDP a Turquía, la PUK busca a menudo su propia influencia en Bagdad. Como resultado, todas estas maniobras geopolíticas crean a menudo una situación fluida que puede cambiar drásticamente mes a mes, a medida que las diferentes partes compiten por su influencia para obtener una ventaja estratégica sobre las demás.

Cuando la guerra es un negocio

Siempre dispuesta a obtener su propia ventaja, Turquía ve las disputas internas kurdas dentro del KRG y la lucha del KDP con Bagdad por la autoridad central como una forma de consolidar su propio lugar permanente dentro de IraK. Recientemente, funcionarios estatales turcos visitaron Irak en reuniones que se suponía iban a ser tradicionales de enviados diplomáticos relacionadas con el comercio y los negocios, pero que rápidamente adquirieron un carácter de seguridad y militarizado. Esto se debe a que la delegación estaba encabezada por el ministro turco de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, que procede del ámbito de la seguridad como antiguo jefe de la Agencia de Inteligencia MIT de Turquía. Junto al Sr. Fidan se encontraban el Ministro de Defensa turco, Yasar Guler, y el nuevo jefe del MIT, Ibrahim Kalin, mostrando las verdaderas prioridades no económicas de Turquía en sus tratos con Irak.

Mientras que Bagdad puede haber visto en ello una oportunidad para discutir la construcción de ferrocarriles o el comercio, Ankara estaba claramente más centrada en cómo Irak podría ayudarles a perseguir al PKK dentro de lo que es legalmente su territorio nacional (a pesar del estatus semiautónomo del KRG). En relación con ese objetivo, parece que el gobierno de Al-Sudani ha mostrado una aquiescencia sin precedentes hacia las preocupaciones turcas por un dirigente iraquí. De hecho, tras su reunión con el Sr. Fidan, el Consejo de Seguridad Nacional iraquí prohibió al PKK operar en el país. Aunque la decisión es más simbólica que basada en la realidad, ya que ninguno de los dos países tiene capacidad para eliminarlos, demuestra que Bagdad está cada vez más dispuesto a plegarse a las preocupaciones turcas y permitir que estas pesen más que las violaciones turcas de su propia soberanía.

En este cálculo, los bombardeos turcos contra el KRG, que son técnicamente una violación ilegal de la soberanía iraquí, se pasan por alto como preocupaciones justificables de un vecino amigo concernido por su seguridad nacional. Cabe destacar que, tras la declaración, el Ministerio de Defensa turco publicó fotos que supuestamente mostraban a un alto comandante turco reunido con mandos militares iraquíes y del KRG en la región de Kurdistán, tuiteando: «Las operaciones que llevamos a cabo en el norte de Irak se realizan en estrecha coordinación con las unidades de seguridad iraquíes.»

El gobierno de Al-Sudani también ha declarado que podrían estar dispuestos a crear un centro de operaciones conjunto turco-iraquí y a establecer una zona fronteriza tapón, tal y como la ha trazado Turquía, dentro de la frontera norte iraquí. Esto es significativo, ya que la semana anterior a la visita de la «Troika de Seguridad» turca (Fidan, Guler y Kalin), Erdogan anunció la posibilidad de ampliar la invasión turca del norte de Irak en el próximo verano.

El iraquí Al-Sudani y el turco Erdogan durante una rueda de prensa conjunta en marzo de 2023.

Así, mientras Irak espera aliviar sus problemas crónicos de escasez de agua y energía con señuelos económicos en el campo del comercio y el intercambio, como elevar el techo de las inversiones mutuas y conceder prioridad a las empresas turcas de promoción inmobiliaria, todas esas «zanahorias» irán unidas a los «palos» y compromisos de soberanía que Turquía quiere militarmente.

Apostar por la soberanía

Dado que el KDP, que gobierna el KRG, también ha proporcionado estas garantías de seguridad a Turquía, el gobierno turco ha creado una situación en la que tanto Bagdad como Erbil compiten por «superar» la oferta de la otra parte y demostrar que darán a Turquía aún más de lo que quiere en lo que respecta a llevar a cabo ataques dentro de Irak contra el PKK. Es probable que este proceso implique continuas concesiones por parte de los primeros ministros Al-Sudani y Barzani, sin que Turquía tenga que renunciar a nada.

Esta dinámica también crea una ironía incómoda y contradictoria, en la que Bagdad hace concesiones de soberanía a Ankara -lo que legitima su presencia en el KRG-, pero que a su vez legitima al KRG, cuyo partido gobernante, el KDP, también está estableciendo sus propios acuerdos con el ejército turco. En efecto, en su afán por debilitar al KRG, Irak acaba debilitándose a sí mismo simultáneamente.

Además, en su misión de detener las incursiones turcas en territorio «iraquí», Bagdad simplemente está trasladando la autoridad que les gustaría ver arrebatada al KRG al propio Estado turco, cambiando un competidor interno por uno externo. Del mismo modo, al prohibir Irak al PKK, aunque no lo incluyó en la lista de «organizaciones terroristas» como quería Turquía, Bagdad ha codificado la justificación para futuras incursiones y ataques turcos en Irak, incluso aquellos con los que no estén de acuerdo. El proverbial «gato» está ahora fuera de la bolsa, y Ankara puede ahora jugar la «carta del PKK» siempre que quiera interferir en los asuntos internos iraquíes.

Sin embargo, Al-Sudani tiene otro objetivo al ceder ante Turquía, que está induciendo la retirada militar estadounidense de Irak. Al tender «puentes» con Turquía, Al-Sudani espera disipar la preocupación de Estados Unidos de que Irak sea un Estado vasallo de Teherán. Bagdad, al mostrar su voluntad de coordinarse con Turquía, aliada de la OTAN, intenta ofrecer una réplica a la acusación de que si Estados Unidos abandona Irak, entregará el país a Irán. En relación con esto, Al-Sudani expresó su preocupación por preservar la seguridad en el KRG tras los ataques con misiles balísticos iraníes sobre Erbil a principios de 2024, pues sabía que tal acción alimentaría aún más la justificación estadounidense para permanecer en Irak (o al menos en el norte kurdo). Sin embargo, Washington no confía en tales acciones calculadas, ya que conoce la partida de ajedrez geopolítico que se está jugando. Además, una retirada estadounidense de Irak, que dejara el país a repartir entre Turquía e Irán, podría fomentar una profunda cooperación entre ambos países, convirtiendo al Estado turco en un «iraní» rebelde dentro de la OTAN y limitando así las sanciones estadounidenses a Teherán. Turquía se encuentra en una situación envidiable, en la que se ha colocado en una posición que le permite manipular a todos los Estados implicados enfrentándolos entre sí.

Riesgos y recompensas de un juego peligroso

Un comodín es si el gobierno de Al-Sudani acabará tan descontento con el hecho de que Turquía no aborde la escasez de agua en los ríos Tigris y Éufrates abriendo sus presas que ponga fin a la cooperación con Erdogan. Una de las razones por las que Turquía se mostrará reacia a abrir la espita del agua para Irak es que, al hacerlo, dicha agua del río Éufrates también fluirá río abajo hacia las zonas de la Administración Autónoma del norte y este de Siria (Rojava). La liberación por parte de Turquía de la parte de agua que le corresponde a Irak significará conceder también a Rojava su parte justa, una situación que el gobierno turco no desea. Además, la propia Turquía puede considerar que la estabilidad en el mercado del petróleo y una mayor «seguridad» a través de la cooperación no son deseables, ya que hay empresarios turcos cercanos al partido AKP que se benefician económicamente de dicha incertidumbre, donde han establecido su propio mercado negro paralelo.

En última instancia, mientras Irak quiere asegurarse el dinero, Turquía quiere controlar el territorio iraquí, por lo que es difícil predecir cómo funcionará este acuerdo. Por ejemplo, ¿preferiría Irak que Turquía semianexara partes del norte de Irak sólo para impedir que el KRG kurdo lo gobierne? Irak también debe desconfiar de las intenciones turcas, ya que la «hermandad» expresada a nivel regional siempre viene acompañada de advertencias. Aunque Bagdad espera que Ankara le ayude a conseguir los fondos para el «Proyecto de la Ruta del Desarrollo», que Irak no puede permitirse por sí solo, Ankara puede darse cuenta de que la idea es más un deseo que una realidad en un futuro próximo.

Más allá de todo esto, Turquía ya ha convertido el norte de Irak en su propia zona tapón de seguridad y amenaza con una invasión más amplia en los próximos meses. Coincidiendo con una ocupación militar de las zonas kurdas del norte, es casi seguro que Turquía quiera empezar a interferir en la política interna iraquí buscando más poder para la población suní de Irak en Bagdad o utilizando a las minorías turcomanas como palanca en lugares como Kirkuk. De este modo, Irak, en su afán por librarse de la presencia militar estadounidense, puede estar simplemente sustituyéndola por otra turca, que tiene sus propios intereses y planes para remodelar Irak a su imagen y semejanza.


Autor

Shoresh Darwish es escritor, periodista, investigador político y abogado sirio. Escribe sobre la cuestión siria y la cuestión kurda, además de interesarse por el estudio de la formación política y social de la región. Es investigador del Centro de Estudios Kurdos.

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