Rojava bajo asedio: rodeada de traiciones tribales y ataques del régimen, ¡la revolución resiste!

Le Père Peinard – 23 agosto 2024 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

Rojava, el territorio autónomo que emerge de los escombros de Oriente Próximo, es mucho más que una región. Es el símbolo vivo de una revolución radical que desafía todas las expectativas y trastorna a las potencias reaccionarias. Aquí, en el norte y el este de Siria, los kurdos, de la mano de otros grupos étnicos y religiosos, se han atrevido a construir una sociedad diferente. Una sociedad basada en la democracia directa, la igualdad de género, la justicia social y la autonomía. Una utopía viviente en medio de la guerra, un sueño tangible donde el pueblo aplastado durante décadas por la tiranía ha tomado por fin su destino en sus propias manos.

Pero este sueño es inquietante. Molesta a los déspotas de Damasco, Ankara y Teherán, a todos esos regímenes que sólo conocen la represión y el sometimiento. Porque en Rojava son las mujeres las que empuñan las armas junto a los hombres para defender su tierra y sus ideales. Son los consejos democráticos los que toman las decisiones, no los tiranos con corbata o uniforme. Este modelo de autonomía radical desafía los cimientos mismos de estos regímenes reaccionarios, que no toleran ninguna forma de libertad. Así que conspiran, manipulan e intentan destruir lo que está naciendo aquí. Utilizan a las tribus árabes que manipulan como peones para sembrar el caos y sofocar esta revolución antes de que contagie al resto de la región.

Desde 2023, las tribus árabes de Deir al-Zor, bajo la influencia de los regímenes sirio e iraní, han dado regularmente un paso al frente en un intento de influir en la administración autónoma de Rojava. Pero esto no es más que una ilusión. Su rebelión, alimentada por la promesa de poder y el oro negro de los yacimientos petrolíferos, no hace sino revelar el temor de los regímenes autoritarios a ver cómo se extiende esta revolución kurda. La última ofensiva tribal, lanzada el 7 de agosto de 2024, no es más que otro intento desesperado de acabar con el experimento libertario de Rojava. Y esta vez volvió a ser sofocada con fuerza por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), decididas a no ceder.

Este levantamiento tribal-reaccionario no es más que una nueva marioneta en manos de los regímenes de la región. No es más que una sombra del pasado, fuerzas manipuladas por regímenes retrógrados en un intento de mantener un orden arcaico. El régimen sirio, con la ayuda de Irán y Turquía, está utilizando a estas tribus para recuperar el control de Deir al-Zor, una región estratégica rica en recursos naturales. Pero estas traiciones no bastarán para quebrar el espíritu revolucionario de Rojava. Los kurdos, con sus aliados árabes y asirios, siempre se negarán a someterse y seguirán defendiendo su tierra, su autonomía y, sobre todo, sus ideales.

Rojava es una estrella que brilla en la oscuridad de un Oriente Medio asolado por la guerra y los tiranos. Una estrella que se niega a apagarse, a pesar de los complots y las traiciones.

Porque aquí, en Rojava, no sólo luchamos por un pedazo de tierra. Luchamos por una visión del mundo en la que la libertad no se puede comprar ni vender, en la que los derechos de las mujeres no son negociables, en la que cada individuo, sea cual sea su origen o creencia, tiene un lugar en la sociedad. Es una lucha por la dignidad humana, contra los tiranos de Damasco, Ankara y Teherán, que sueñan con volver a someter a la región a su pulgar represivo.

El proyecto Rojava no es un simple intento de sobrevivir en un Oriente Próximo en ruinas. Es una revolución, una auténtica revolución en el sentido más noble de la palabra. Una revolución que ha dado un vuelco a las relaciones de poder tradicionales, que ha relegado el patriarcado y la dominación del Estado centralizado al basurero de la historia. Aquí estamos construyendo una sociedad descentralizada, donde las decisiones se toman a nivel local, donde la ecología es una preocupación central, donde la justicia social es un hecho y no una promesa vacía. Este modelo, que combina democracia directa, igualdad de género y coexistencia pacífica entre diferentes comunidades, es una amenaza directa para todos los regímenes autoritarios de la región.

Las potencias mundiales, en particular Estados Unidos, desempeñan un papel ambiguo en este conflicto. Aunque apoyan militarmente a las SDF por razones geopolíticas y energéticas, se cuidan de no comprometerse plenamente en la defensa del proyecto revolucionario de Rojava. Prefieren desempeñar varios papeles, negociando con los regímenes sirio y turco al tiempo que prestan un apoyo limitado a los kurdos. Su objetivo no es proteger esta revolución, sino asegurar sus propios intereses estratégicos. Su objetivo no es proteger esta revolución, sino asegurar sus propios intereses estratégicos. Pero Rojava no depende de estas alianzas, su fuerza reside en otra parte: en la inquebrantable voluntad de su pueblo de vivir en libertad.

Los ataques de las tribus, teleguiados por los regímenes reaccionarios, están lejos de haber derribado Rojava. Los kurdos y sus aliados saben que el camino que tienen por delante es largo y lleno de escollos, pero no retrocederán. Esta revolución, forjada en la lucha contra el Estado Islámico y las dictaduras de la región, no puede ser aplastada por unos cuantos jefes tribales manipulados por tiranos.

Rojava representa la esperanza, no solo para los kurdos, sino para todos aquellos que aún creen en un futuro en el que la libertad, la igualdad y la justicia puedan prevalecer en una región desgarrada por décadas de guerra y opresión. Esta revolución está viva, y mientras haya hombres y mujeres dispuestos a luchar por ella, seguirá brillando como un faro en la oscuridad de Oriente Próximo. Los regímenes de Damasco, Ankara y Teherán podrán conspirar, pero nunca podrán apagar la llama de Rojava.