Restaurar Shengal: yazidíes se reúnen para garantizar la justicia y su futuro
The Kurdish Center for Studies – Fréderike Geerdink – 24 febrero 2024 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
En dos conferencias celebradas en Amsterdam y Bruselas, los miembros de la comunidad yazidí trataron de cerrar heridas y mirar al futuro, encontrando la fuerza en la unión. El genocidio contra los yazidíes, perpetrado por ISIS, ocurrió en agosto hace diez años, o mejor dicho: empezó hace diez años, pero la violencia y la negación de derechos continúan. Así que las heridas siguen abiertas.
«Después de escapar de Daesh (ISIS), supe que si quería curarme, tenía que volver a Şengal para luchar y liberar mi tierra», dijo Suad Murad Khalaf durante una de las mesas redondas en Bruselas. Se unió a las YPJ (Unidades de Protección de las Mujeres), las fuerzas kurdas de mujeres en Siria, y ahora se la conoce generalmente como la camarada Hêza Şengalî, comandante de las YBŞ, las fuerzas de mujeres yazidíes en Irak que las YPJ ayudaron a crear. «Además, como organización, teníamos que cumplir nuestra promesa al pueblo yazidí».
En dos conferencias sobre el genocidio yazidí celebradas recientemente en Europa se repiten una y otra vez las promesas cumplidas y las promesas rotas. Promesas, pero también expectativas, decepciones, desilusiones y dolor. Pero ambas conferencias dejaron también espacio para la esperanza.
La primera conferencia a la que asistió la autora fue la Conferencia de Supervivientes Yazidíes en la Universidad de Ámsterdam, celebrada el 26 de enero. Fue organizada por la Yazidi Legal Network, una organización que considera que su misión es ayudar a los yazidíes a lograr el reconocimiento y la rendición de cuentas por los crímenes internacionales cometidos por ISIS. El segundo fue organizado por la organización paraguas de los Consejos de Mujeres Yazidíes en cooperación con la Unión de Asociaciones Yazidíes, ambas con sede en Alemania, y se celebró en el Parlamento Europeo en Bruselas.
Esta última iniciativa fue coorganizada por Feleknas Uca, conocida y respetada miembro de la comunidad yazidí en Alemania, que fue diputada al Parlamento Europeo y ocupó un escaño en el Parlamento turco durante dos legislaturas por el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), hasta las elecciones de mayo de 2023.
Nuevos conflictos
La conferencia de Bruselas fue más política y la de Ámsterdam más judicial, pero lo político y lo judicial están inextrcicablemente entrelazados. Antes del genocidio, los yazidíes eran un grupo prácticamente desconocido. El genocidio cambió radical y trágicamente esa situación, pero ahora, diez años después, su difícil situación ha dejado de ser noticia. La historia se ha complicado judicial y políticamente. Surgieron nuevos conflictos en otras partes del mundo y, recientemente, otro genocidio en Gaza ha atraído la mayor parte de la atención mundial.
Pero lxs yazidíes no pueden seguir adelante. Su tierra natal en Shengal (nombre árabe: Sinjar), en el norte de Irak, sigue en gran parte destrozada. Decenas de miles de yazidíes siguen alojados en campos de tiendas de campaña en la región del Kurdistán iraquí, donde la vida es dura y las perspectivas sombrías. Parte de la comunidad ha encontrado refugio en otros lugares, como Europa, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, lo que ha provocado una fragmentación que podría contribuir al desvanecimiento de una de las religiones y culturas más antiguas de Oriente Próximo.
¿Cómo invertir la tendencia? Uniéndose, como quedó claro en ambas conferencias. Y sin rendirse. Como dijo Farhad Shamo Roto, presidente de la ONG Voice of Ezidis y orador inaugural de la conferencia de Ámsterdam: «Rendirnos sería algo grande para ISIS».
Otra posible solución: unirse para llevar ante la justicia a los autores del genocidio, para empezar. Esto ha resultado ser extremadamente difícil por diversas razones, algunas de las cuales se debatieron tanto en Ámsterdam como en Bruselas. La experiencia y los conocimientos de los participantes aportaron una importante visión de las luchas cotidianas de supervivientes, abogados, fiscales y grupos de defensa.
Lo que sabemos, por ejemplo, es que procesar a los responsables del genocidio es difícil porque es difícil vincular crímenes específicos a sospechosos específicos. ¿Quién secuestró exactamente a esa víctima concreta, y cómo de convincente puede ser el caso contra él ante un tribunal? ¿Qué mujeres ayudaron exactamente a sus maridos en la explotación sexual de qué mujeres yazidíes, y es el papel que desempeñaron estas mujeres suficiente para una condena por qué delito exactamente? ¿Y qué país tiene siquiera jurisdicción legal para procesar a quién?
Más allá de las fronteras
Los discursos de quienes trabajan a diario con estas cuestiones aportaron una profunda visión adicional sobre estos difíciles asuntos. En Amsterdam, la superviviente Kawla Ali fue una de las ponentes. Estuvo cautiva de ISIS durante cinco años y ahora está vinculada a la organización mundial Farida. Es originaria de la aldea de Kocho (de donde también es Nadia Murad, Premio Nobel de la Paz), una de las últimas aldeas liberadas en 2017. Kawla Ali dijo: «Para los supervivientes, las entrevistas sobre lo que les ocurrió les traumatizan de nuevo. Sus testimonios son importantes, pero no se les debe pedir que cuenten lo que les ocurrió una y otra vez.»
Esto fue reconocido por todos los asistentes. Para garantizar que las supervivientes reciban un trato lo más respetuoso posible y que no vuelvan a sufrir traumas innecesarios, la cooperación es de suma importancia. Cooperación a través de las fronteras, pero también a través de los grupos de profesionales que trabajan para llevar a los autores ante los tribunales.
Una de las asistentes en Amsterdam fue la fiscal Anne van Dooren, que trabaja para la Unidad de Crímenes Internacionales de la Fiscalía holandesa. Dijo que estaba invirtiendo mucho tiempo en establecer relaciones con las supervivientes y las ONG que las representan, para que quienes prestan testimonio se sientan seguras. «Para procesar con éxito, necesitamos la implicación personal de las víctimas. Pero también buscamos a menudo una aguja en un pajar cuando se trata de pruebas», dijo, refiriéndose a pruebas específicas que puedan relacionarse con un lugar y un delito concretos, y con una víctima específica. «Así que las entrevistas con supervivientes tienen que hacerse meticulosamente, pero con mucho cuidado».
Se creó un equipo conjunto de investigación con Suecia, Bélgica y Francia, en el que también participa UNITAD (Equipo de Investigación de las Naciones Unidas para Promover la Rendición de Cuentas por los Crímenes Cometidos por ISIS). «Hablar con un equipo significa que otros equipos también pueden utilizar la información en sus investigaciones. Pero sigue siendo difícil. Por ejemplo, una superviviente no sabe si el autor tenía pasaporte holandés o sueco, o qué información es importante para cada caso concreto. Reunir toda la información útil posible en las entrevistas sigue siendo difícil».
El tema también ocupó un lugar destacado en la conferencia celebrada en el parlamento europeo en bruselas. la abogada rojda arslan señaló que las personas que perpetraron el genocidio eran de al menos ochenta nacionalidades diferentes. además, los crímenes se cometieron tanto en irak como en siria. ¿quién debe procesar a quién? ¿qué ley se aplica? ¿qué trayectoria sirve mejor a los supervivientes? arslan añadió otra cuestión: «Varios países han reconocido el genocidio yazidí, pero este reconocimiento conlleva responsabilidades. Una de esas responsabilidades es castigar a los autores. Alemania ha sido pionera en procesar a los autores y también en Francia y Holanda hay causas judiciales en curso, pero lo que echo de menos es un esfuerzo coordinado entre los fiscales de todos los países.»
Pena de muerte
Uno de los países que reconoció el genocidio es el país donde ocurrió: Irak. A primera vista, eso ofrece una buena oportunidad para castigar a quienes llevaron a cabo el crimen, pero la realidad es ingobernable. El país no cuenta con un marco jurídico interno que permita el enjuiciamiento de crímenes internacionales (genocidio, crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad), lo que tiene como consecuencia que los miembros de ISIS son simplemente procesados por delitos relacionados con el terrorismo sin que se investigue ningún crimen internacional y, por tanto, sin que se haga justicia a las víctimas.
Otra complicación es que en Irak se aplica la pena de muerte. Esto hace imposible que UNITAD comparta pruebas con el sistema judicial iraquí. Especialmente ahora que la misión de UNITAD está a punto de terminar en septiembre de este año, para conmoción de lxs supervivientes y de las organizaciones que lxs representan, se ha intensificado el temor a que la mayoría de los autores nunca rindan cuentas.
Cuando se trata de crímenes cometidos, especialmente contra mujeres, la abogada Arslan ha dedicado parte de su lucha legal a intentar que los crímenes sexuales se añadan a la Convención sobre el Genocidio como acto genocida, al igual que antes se reconocían como crimen de guerra.
Mientras tanto, la situación sobre el terreno en Irak sigue siendo grave también para la comunidad yazidí. La ciudad de Shengal sigue en gran parte en ruinas, al igual que la mayoría de las ciudades y pueblos de los alrededores, que en conjunto constituyen la patria yazidí. Decenas de miles de personas siguen atrapadas en campamentos en Duhok, en la región iraquí del Kurdistán, a unas tres horas (y muchos puestos de control) al noreste de Shengal. Y aunque la conferencia de Amsterdam fue principalmente judicial, aquí también se plantearon cuestiones políticas.
En su discurso de apertura, Farhat Shamo Roto, de Voice of Ezidis, criticó la falta de protección por parte de la comunidad internacional y añadió: «Pueden ocurrir más atrocidades». Señaló explícitamente una campaña de incitación al odio en Irak el año pasado, que desembocó en violencia real en Shengal. «Queremos justicia», dijo, «pero también necesitamos paz».
No es el primero
Se refería a un incidente en los alrededores de una mezquita en Shengal el año pasado, una historia que se basó en información errónea y que dio lugar a una peligrosa incitación contra los yazidíes. Tales sentimientos antiyazidíes pueden desencadenarse fácilmente en un país donde los yazidíes han sido discriminados desde siempre, donde muchas personas, tanto en la región de Kurdistán como en el propio Irak, siguen considerándolos apóstatas. El genocidio que comenzó hace diez años no fue, ni mucho menos, el primero en la larga historia de los yazidíes. como dijo en la conferencia de Amsterdam Wahhab Hassoo, activista y politólogo yazidí holandés fundador de la NL Help Yazidis Foundation (Los Países Bajos ayudan a los yazidíes): «Somos una comunidad cerrada, que se basa en todas las atrocidades cometidas contra nosotros en la historia».
Pero la política va mucho más allá. En el fondo, la política tiene que ver con la autodeterminación. En agosto de 2014, quedó muy claro que tanto el ejército iraquí como los peshmerga del PDK, el principal partido de la Región de Kurdistán de Irak que gobernaba en Shengal en aquel momento, no se comprometieron a proteger a los yazidíes contra el ataque genocida de ISIS.
Fueron los guerrilleros del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) los que se precipitaron desde las montañas hasta Shengal para tratar de repeler el ataque de ISIS. Los combatientes del PKK abrieron un corredor desde la montaña de Shengal, donde la comunidad había huido presa del pánico, hasta un lugar seguro en la región siria de Rojava. Desde el otro lado de la frontera, las fuerzas de las YPG y (fuerzas femeninas) YPJ, que se adhieren a la misma ideología confederalista democrática que el PKK, desempeñaron su papel y dieron la bienvenida a la comunidad.
Esta ideología gira en torno a la autodeterminación y la autodefensa. El PKK ayudó a crear las YBS (Unidades de Resistencia de Shengal) justo después de que comenzara el genocidio. La comunidad tenía que ser capaz de defenderse a sí misma en lugar de confiar en que otros lo hicieran. Una iniciativa guiada por el PKK y liderada por la comunidad comenzó a organizar la autonomía de los yazidíes en sus tierras natales. El objetivo era dejar de ser gobernados por Bagdad o Erbil (capital de la región de Kurdistán y bastión del PDK) y gobernarse a sí mismos.
La comunidad internacional no sólo no ha apoyado la iniciativa, sino que la ha frustrado activamente. La frustración más explícita es la adaptación del llamado Acuerdo de Sinjar entre Bagdad y Erbil, bajo los auspicios de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Irak y con el apoyo de Turquía. Parte del plan consiste en expulsar a las «fuerzas ilegales» de Shengal, y aunque no se hace explícito, las YBS son una de ellas.
Fuerzas legales
Hêza Shengalî, comandante de YBS, expresó su opinión al respecto en una mesa redonda celebrada en el Parlamento Europeo en Bruselas:
«Se supone que debemos abandonar Shengal, pero somos las fuerzas de autodefensa locales, así que ¿adónde se supone que debemos ir? No iremos a ninguna parte, no dejaremos que nadie nos defienda. ¿No somos una fuerza legal? ¿Qué han hecho las fuerzas legales por nosotros?»
Feleknas Uca dijo, como otrxs oradores en bruselas, que debe declararse e implementarse una zona de exclusión aérea para Shengal, para que cesen los bombardeos de Turquía: «Esto hará que Shengal sea más seguro, y dará a las personas atrapadas en los campos de la región de Kurdistán una mejor oportunidad de regresar a casa». Acusó a los políticos europeos de no estar suficientemente informados sobre la situación: «Los embajadores sólo viajan a Erbil y Bagdad, nunca a Shengal. Tienen que ir allí también».
El hecho de que Turquía apoye el Acuerdo de Sinjar es revelador. Turquía no tiene básicamente nada que ver con Shengal (Shengal es el nombre en kurdo kurmanci, que es la lengua materna de los yazidíes), pero participó en el acuerdo porque considera que YBS es una organización terrorista porque fue creada por el PKK y se adhiere a su principio de autodefensa.
Por ello, Turquía ha bombardeado Shengal con frecuencia desde que comenzó el genocidio y ha matado a varios miembros de YBS y destruido localidades e infraestructuras civiles de YBS. Un miembro de la audiencia en el Parlamento Europeo en Bruselas dijo:
«Nadie en Shengal ha tirado nunca ni una piedra a Turquía, y aún así, Turquía sigue bombardeándonos.»
El PDK apoya a Turquía en la guerra contra el PKK y Bagdad quiere que cesen los bombardeos pero no tiene influencia para exigírselo a Turquía, así que la retirada de las «fuerzas ilegales» se incluyó en el acuerdo para satisfacer al vecino del norte de Irak. Al mismo tiempo, esta retirada ayudará a restaurar la influencia del PDK y de Bagdad. Mientras los yazidíes pagan el precio.
La inseguridad sobre el futuro de la comunidad en Irak también lleva a un continuo deseo de los yazidíes de reubicarse en otros países. Especialmente en los primeros años tras el genocidio, los esfuerzos de reubicación contaron con el apoyo de varios países, entre ellos Alemania, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Pero con el tiempo, se hicieron evidentes los defectos de las políticas practicadas por los países occidentales. Por ejemplo, sólo los familiares directos pueden reunirse con un yazidí que ha llegado a Europa como refugiado y, en general, nadie de la familia extensa puede hacerlo.
La abogada Rojda Arslan dijo durante la conferencia en Bruselas: «Los países europeos tienen que reevaluar esa política. Miles de hombres yazidíes han sido asesinados en el genocidio, y las familias han quedado destruidas. La comunidad necesita la oportunidad de reunirse de nuevo de diferentes maneras, y eso incluye a los miembros de las familias extensas.»
Dos hijos
Unas 2.700 mujeres siguen desaparecidas. Algunas de ellas deben de haber muerto junto a los miembros de ISIS que las mantenían cautivas; otras pueden seguir vivas. Algunas familias de ISIS se han trasladado a Turquía y se han llevado consigo a las mujeres yazidíes, y en ocasiones se las rescata. Más a menudo, las mujeres yazidíes son rescatadas del campamento de Al-Hol, donde las mujeres de ISIS y sus hijos han permanecido desde que ISIS fue derrotado territorialmente en 2018. El campamento está custodiado por kurdos.
El caso más reciente es el de una mujer de 24 años que fue puesta a salvo con sus dos hijos. Ella regresó con su familia, pero no se ha sabido nada de los niños. La comunidad yazidí acoge a las mujeres secuestradas, pero no acepta a los hijos de los hombres de ISIS, que suelen ser internados en orfanatos. Una película proyectada al final de la conferencia en Amsterdam, ‘Mediha’, lo mencionaba como una de las razones por las que algunas mujeres yazidíes toman la dolorosa decisión de no ser rescatadas, para no separarse de sus hijos.
A esto hay que añadir el horrible hecho de que, aunque ISIS haya sido derrotado territorialmente, la organización sigue existiendo y, de hecho, está ganando fuerza de nuevo tanto en Siria como en Irak. La lucha contra ISIS, llevada a cabo principalmente por las SDF (Fuerzas Democráticas Sirias), de las que las YPG y las YPJ forman la columna vertebral, se ve seriamente obstaculizada por el rechazo de Turquía a las SDF y su insistencia en vincularlas con el «terrorismo». Las SDF y todo el noreste de Siria, gobernado de forma autónoma, son objeto de una campaña de bombardeos intensificados, en la que, al igual que en Shengal, tanto las estructuras militares como las infraestructuras civiles vitales son blanco de ataques rutinarios.
No es que no haya buenas noticias. La ex diputada del parlamento europeo y ex diputada del parlamento turco Feleknas Uca dijo: «No sólo debemos ver el dolor de su comunidad, sino también la resistencia. Debemos alabar a los héroes que luchan por todo el pueblo».
También se destacaron los esfuerzos de reconstrucción. No hay que subestimar su importancia, ya que la destrucción del patrimonio cultural formó parte del genocidio, al pretender aniquilar a una comunidad y su cultura y prácticas religiosas, que están inextricablemente unidas.
Al margen de la conferencia de Bruselas, Çiçek Yıldız, de la Asociación Central de Asociaciones Yazidíes, con sede en Alemania, dijo que visitaron Shengal el año pasado. Yıldız comentó: «Vimos que un templo que fue destruido en 2014, está siendo reconstruido. Vimos a comunidades de mujeres yazidíes y árabes trabajar en la reconciliación. Creo que si la reconstrucción avanza y el nivel de vida mejora, la gente empezará a volver a Shengal.»
Según Feleknas Uca, la gente ya está regresando: «Desde hace tres o cuatro meses, unos cientos de familias han abandonado los campos para regresar».
Suad Murad Khalaf, que ahora se hace llamar Hêza Şengalî, regresó finalmente a su tierra natal. Pero no en 2015, un año después del genocidio, cuando la ciudad de Shengal y parte de los pueblos de la región fueron despejados de ISIS, porque en ese momento, ella todavía estaba secuestrada por ISIS. Pero en mayo de 2017, cuando las fuerzas locales yazidíes, en cooperación con el PKK, los peshmerga y el ejército iraquí expulsaron al resto de ISIS. También formó parte de la exitosa campaña contra ISIS en Raqqa, la ciudad donde ella misma había sido vendida en un mercado cuando aún estaba en las garras de la brutal organización.
Me preguntaba si su venganza la había curado… Hêza respondió: «No podemos curarnos porque el genocidio continúa. No podemos olvidar porque muchas mujeres y niñas fueron secuestradas y no todas han regresado. La lucha continúa».
Fréderike Geerdink
Periodista, escritora y conferenciante centrada en las estructuras de poder y en quienes quieren derribarlas. Trabaja en Kurdistán y los Países Bajos y es autora de "Este fuego nunca muere" (2021). Su anterior libro, "Los chicos han muerto: la masacre de Roboski y la cuestión kurda en Turquía" (2015) fue nominado para el Premio Brusse.