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La nueva amenaza turca, la misma guerra de siempre

Congreso Nacional de Kurdistán

KNK – 18 marzo 2024 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

ÍNDICE
- Turquía planea una nueva guerra contra los kurdos
- Turquía se aprovecha de un Irak inestable
- La economía turca en ruinas
- La importancia geoestratégica de Turquía en peligro
- Violaciones de la libertad de prensa y los derechos humanos en Turquía
- La política exterior turca del "ni-ni"
- Kurdistán no es tierra de nadie
- Conclusiones y recomendaciones

Desde 1978, el Estado turco mantiene un conflicto armado con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). En las últimas cuatro décadas, el ejército turco ha quemado más de 4.000 pueblos kurdos. Históricamente, el objetivo de estos crímenes de guerra ha sido «derrotar al PKK». Pero en realidad, las políticas genocidas de Turquía son tan antiguas como la propia República (fundada en 1923). Durante el último siglo, Turquía ha intentado desacreditar las luchas por la libertad de los kurdos, tanto dentro de Turquía como de cara al exterior, difamando a los líderes de la resistencia como bandidos incivilizados, criminales y separatistas.

El líder del pueblo kurdo, Abdullah Öcalan, fue secuestrado en 1999 y lleva 25 años recluido en un estado de aislamiento ilegal e inhumano en una isla-prisión turca. Además, desde el 25 de marzo de 2021, el Sr. Öcalan ha estado intencionadamente «desaparecido», ya que Turquía le ha prohibido hablar con sus abogados o familiares, al tiempo que no ha proporcionado ninguna información pública sobre su salud o seguridad. Turquía aplica esta política de detención en régimen de incomunicación y aislamiento -definida como tortura por el derecho internacional- para causar traumas psicológicos al pueblo kurdo y castigarlo colectivamente por seguir su filosofía política de liberación.

De hecho, cada vez que el Estado turco se enfrentaba a crisis económicas, sociales, internas y de política exterior, utilizaba la guerra contra los kurdos para distraer al pueblo turco de sus propios fracasos. Para justificar sus ataques, el Estado turco ha convertido en arma un nuevo epíteto contra los kurdos: «terroristas». En la actualidad utiliza este término del mismo modo que antes utilizaba los términos «bandidos» y «separatistas», pero con un efecto mucho más potente. Turquía ha invertido enormes cantidades de su riqueza en apuntalar la noción de que los activistas kurdos que protestaron contra sus cámaras de tortura, así como contra el asesinato de periodistas kurdos a plena luz del día por escuadrones de la muerte de la JITEM, eran todos «terroristas» sin derechos humanos a un debido proceso legal.

La lucha kurda por la autodeterminación resultó inevitablemente de tales depravaciones y continúa hasta hoy, pero lamentablemente, también ha surgido una reacción nacionalista y una fobia kurda dentro de Turquía. El PKK, como sus movimientos predecesores, no es la causa sino la consecuencia del colonialismo turco y de las brutalidades que inflige para mantener su propio poder. Pero a diferencia de otros levantamientos de masas del siglo pasado, el PKK goza de la simpatía y el apoyo de los kurdos de las cuatro partes del Kurdistán ocupado y de la diáspora kurda. Esto se debe a que el PKK ha dado a los kurdos un sentimiento de autoconfianza nacional y les motiva a luchar sin paliativos por su destino contra todos los obstáculos.

Turquía planea una nueva guerra contra los kurdos

Desde octubre de 2023, Turquía lleva a cabo un incesante bombardeo contra los kurdos de Siria y Rojava, en un intento de erradicar todas las infraestructuras y medios de vida productiva de la región. El 29 de febrero de 2024, la organización de renombre internacional Human Rights Watch publicó un informe en el que demostraba que Turquía es responsable de aparentes crímenes de guerra en la Siria ocupada.

Ahora el régimen de Erdogan planea una nueva guerra contra los kurdos. Está previsto que comience una ofensiva militar en la región del Kurdistán de Irak (KRI) inmediatamente después de las elecciones locales del 31 de marzo de 2024. Turquía lanzará un gran ataque militar contra la guerrilla del PKK en las montañas del sur del Kurdistán (norte de Irak). Unos 161 pueblos de la región ya han sido evacuados por la fuerza y otros 602 se enfrentan a un desplazamiento inminente, según ha informado la periodista Botan Germiyanî.

Tras una reunión del gabinete el 4 de marzo, Erdogan declaró: «Esperemos que este verano hayamos resuelto definitivamente la cuestión de nuestras fronteras iraquíes. Nuestra voluntad de crear un corredor de seguridad de 30-40 kilómetros de profundidad a lo largo de nuestras fronteras sirias sigue intacta. Tenemos preparativos que darán nuevas pesadillas a quienes piensan que pondrán a Turquía de rodillas con un «Terroristán» a lo largo de sus fronteras meridionales.»

La coalición gobernante turca de islamistas y ultranacionalistas AKP-MHP necesita apoyo externo para esta nueva guerra, cobertura geopolítica para esta agresión planificada no provocada. Así que el tráfico diplomático entre Ankara y Washington, Ankara y Bagdad, y Ankara y Erbil se ha intensificado recientemente. Mientras tanto, la agencia de inteligencia turca MIT, el ministerio de Asuntos Exteriores y el ejército se han estado preparando para las ilegalidades y asesinatos encubiertos que suelen acompañar a este tipo de operaciones.

El 6 y 8 de marzo, el ministro de exteriores turco, Hakan Fidan, visitó Washington para ayudar a planificar la nueva guerra contra los kurdos. En relación con esto, el Congreso Nacional de Kurdistán (KNK) emitió una respuesta a las acusaciones del secretario de estado de EE.UU., Blinken, sobre el PKK» y pidió aclaraciones: ¿Estaba Estados Unidos dando luz verde a una futura agresión militar turca?

Turquía se aprovecha de un Irak inestable

Las relaciones entre el Estado turco y Oriente Medio árabe están lastradas por el legado del antiguo Imperio Otomano. Debido a la falta de una cultura democrática y a la ausencia de políticas de reconciliación, persiste el antagonismo. Especialmente desde la caída de Saddam Hussein, Irak sigue siendo políticamente débil. La corrupción, así como la lucha de poder entre Irán y Estados Unidos, han dejado a Irak incapaz de afirmar su propia identidad. Ahora sirve de peón geopolítico. Turquía explota esa inestabilidad violando la soberanía de Irak, con el pretexto de contrarrestar al PKK, y llevando a cabo una ocupación parcial. Sencillamente, el régimen de Erdogan no considera a Irak un Estado soberano.

Turquía se ha enriquecido militar y económicamente gracias al comercio de petróleo con el Gobierno Regional de Kurdistán (KRG). La colaboración de Ankara con el gobernante Partido Democrático de Kurdistán (PDK) -que tiene lugar sin el permiso de Bagdad- ha enriquecido tanto a la familia Erdogan como a la familia Barzani, a costa de la estabilidad y la paz de la región.

Turquía también gestiona una serie de mercenarios y grupos interpuestos, como la población turcomana de los alrededores de Kirkuk, que utiliza contra Bagdad y el KRG. Turquía también mantiene el control sobre las células latentes de ISIS en Irak y Siria, militantes que canalizó a lo largo de su «autopista yihadista» a partir de 2014.

Y ahora Turquía intenta obligar al gobierno iraquí a participar activamente en su renovada guerra contra los kurdos, según se desprende de un aluvión de tráfico diplomático entre Ankara y Bagdad. La cuestión kurda ha pasado así a formar parte también de la agenda de la política iraquí, como ha anunciado el New Arab con el titular: «Turquía está considerando una incursión militar en el Kurdistán iraquí, con el objetivo de penetrar 40 kilómetros en la región para perseguir a los militantes del PKK».

El 14 de marzo, el Comité de Relaciones Exteriores de KCK (Unión de Comunidades Democráticas de Kurdistán) advirtió de una guerra turca contra el sur de Kurdistán e Irak y llamó a todas las organizaciones a negarse a formar parte de los llamamientos del Estado turco al genocidio, proclamando: «El Estado turco bajo el jefe fascista Erdoğan es la mayor amenaza para la seguridad de Irak».

¿Qué tiene preparado Turquía para el norte de Irak? Basta con mirar al otro lado de la frontera, al norte de Siria, donde desde octubre de 2023 Turquía ha destruido alrededor del 80 por ciento de la infraestructura con ataques aéreos y aviones no tripulados con el pretexto de luchar contra el PKK, al tiempo que ha matado y herido a cientos de civiles en el proceso. El objetivo de esta agresión contra la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES) es despoblar la región y llevar a cabo una metódica limpieza étnica, como Turquía ya ha hecho en la provincia de Afrin, ocupada por Turquía. La AANES, sin embargo, ha declarado que, lejos de amedrentarse para abandonar el país, sus habitantes han dado un paso al frente y han tomado medidas para satisfacer sus necesidades cotidianas.

La economía turca, en ruinas

¿Por qué Turquía se comporta de forma tan agresiva con sus vecinos?

En febrero de 2024, según Euronews Business, la inflación en Turquía alcanzó su nivel más alto en quince meses, superando incluso las sombrías expectativas y alimentando el temor a nuevas subidas de los tipos de interés. También en febrero, según el instituto de estadística turco, la tasa de inflación anual del país subió hasta el 67,07%, superando de nuevo las previsiones: los analistas encuestados por Reuters habían pronosticado que la inflación anual de Turquía subiría hasta el 65,7% en febrero.

La galopante inflación ha provocado un aumento interanual de los precios al consumo superior al 67%. Según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) «https://data.oecd.org/unemp/unemployment-rate.htm«, Turquía tiene la cuarta tasa de desempleo más alta de sus 38 países miembros. De los 33,3 millones de desempleados de la OCDE, casi el 10% son turcos. Este aumento permanente de los precios ha agravado la pobreza, lo que provoca insatisfacción social.

Esta es otra razón para una guerra contra los kurdos: desviar la atención de los problemas cotidianos del pueblo turco, que son de hecho el resultado de una gobernanza estatal fallida. Pero en lugar de «que coman tarta», refiriéndose al sufrido pueblo de Turquía, el mensaje del Palacio Presidencial de mil habitaciones de Ankara es esencialmente «que coman vídeos de kurdos muertos en las noticias».

La importancia geoestratégica de Turquía, en peligro

La situación geográfica de Turquía a lo largo de la Ruta de la Seda ha dado durante mucho tiempo al país su peso geoestratégico, permitiéndole actuar como puente de conexión entre Oriente y Occidente. Esa importancia geoestratégica ha sido una piedra angular de la política exterior turca, permitiéndole ejercer presión sobre las superpotencias mundiales.

Sin embargo, frente a la iniciativa China Belt and Road, la tendencia mundial es encontrar nuevas rutas comerciales entre Oriente y Occidente. En 2023, en la reunión del G20 en Nueva Delhi, el primer ministro indio propuso la creación de un Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC), para contrarrestar la iniciativa china. El IMEC facilitaría el transporte de mercancías de India a los mercados europeos mediante la creación de un nuevo corredor que pasaría por Jordania, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Arabia Saudí, Israel, Chipre y Grecia. En la reunión se firmó un memorando de entendimiento.

Turquía fue excluida del memorándum, lo que suponía privarla de su tradicional importancia geoestratégica. la IMEC debilitaría los resortes de manipulación de Turquía en su política exterior. Erdogan manifestó claramente su descontento: «Los países se esfuerzan por expandir sus rutas comerciales y ampliar su influencia regional.Nosotros decimos que no puede haber corredor sin Turquía. La ruta más adecuada para el tráfico de este a oeste debe pasar por Turquía».

Para mantener cierta influencia, Turquía está planeando su propio Proyecto de Carretera de Desarrollo Türkiye-Irak, una empresa propuesta de 17.000 millones de dólares para conectar 1.200 kilómetros de redes ferroviarias y de carreteras de alta velocidad desde el Gran Puerto de Al-Faw en Irak, cerca del Golfo Pérsico, hasta la costa mediterránea de Turquía y luego hasta Europa. El proyecto se completará en 2025. Pero a diferencia de las rutas comerciales previstas por IMEC, este proyecto carece de apoyo internacional. Ni Turquía ni Irak pueden sufragar el coste estimado de 17.000 millones de dólares, por lo que Turquía necesita socios financieros. Por ello, actualmente mantiene intensas negociaciones con Qatar y los EAU.

Este proyecto es otra de las razones por las que Turquía necesita lanzar un gran ataque militar en el Kurdistán iraquí contra las posiciones del PKK. Para crear una nueva ruta energética, el camino debe estar libre de conflictos, como condición previa de los inversores extranjeros.

Violaciones de la libertad de prensa y los derechos humanos en Turquía

Turquía es actualmente el segundo peor país del mundo en materia de libertad de prensa. Por este motivo, las organizaciones británicas Article 19 y Human Rights Watch pidieron a las autoridades turcas que permitieran la imparcialidad durante las campañas para las próximas elecciones locales del 31 de marzo. El Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa también se refirió a Turquía como un «entorno hostil» para los periodistas y los defensores de los derechos humanos.

Y en este segundo peor país, los kurdos siguen siendo el objetivo número uno, y no sólo en lo que se refiere a la libertad de prensa. Aunque resulte difícil de entender, en pleno siglo XXI se prohíbe a todo un pueblo utilizar su propia lengua materna. Incluso cuando los diputados kurdos hablan en su lengua materna en el Parlamento turco, los micrófonos se apagan ante las cámaras. En los protocolos, sus intervenciones se inscriben como «lengua no reconocida»: la palabra kurdo ni siquiera aparece allí.

La política exterior turca del «ni-ni»

Turquía es miembro de muchas organizaciones internacionales como la OTAN, el Consejo de Europa, las Naciones Unidas y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, entre otras. En la política mundial multipolar, basa su estrategia de política exterior en una estrategia de «ni-ni», en no estar ni dentro de las alianzas ni completamente fuera de ellas. Con esta estrategia, Turquía cree que gana espacio para maniobrar tácticamente. Pero este espacio es limitado. Cuando Suecia solicitó el ingreso en la OTAN, en un principio Turquía no defendió los intereses de la OTAN, como cabría esperar de un miembro, e incluso presionó políticamente a otros miembros. Tales movimientos causan cada vez más problemas en su política exterior.

Al igual que se ha beneficiado de la guerra en Ucrania, Turquía también esperaba beneficiarse del conflicto entre Hamás e Israel. Esta vez, sin embargo, las puertas no estaban abiertas a las falsas ofertas de Turquía de servir de mediador. Y aunque Erdogan se había ungido a sí mismo portavoz de los palestinos, no encontró el favor del mundo árabe. Además, su táctica de calificar a Hamás de «luchadores por la libertad» para aumentar la presión sobre los Estados occidentales no funcionó como esperaba. Por el contrario, puso aún más de relieve su hipocresía con respecto al PKK.

Kurdistán no es una tierra de nadie

En su proyecto de carretera de desarrollo Türkiye-Irak, la ruta comercial que Turquía planea crear pasaría por Kurdistán. Es un caso más de la costumbre colonial de Ankara de no consultar ni incluir a los kurdos en los procesos de toma de decisiones que les afectan, como si Kurdistán fuera una especie de «tierra de nadie». Pero Kurdistán no es una «tierra de nadie». Turquía se comporta como si fuera el propietario natural de todo Kurdistán, incluso en Siria e Irak: Erdogan ve claramente al Kurdistán iraquí como la antigua provincia otomana de Mosul y a Rojava como la antigua provincia otomana de Alepo.

En noviembre y diciembre de 2023, en un intento de resistir a dicha ocupación colonial, las guerrillas del PKK contraatacaron a Turquía y a sus mercenarios, infligiendo grandes pérdidas al ejército turco. Dado que el derecho internacional no ha logrado frenar la agresión ilegal turca, a los propios kurdos no les queda más remedio que recurrir a la resistencia armada para proteger su patria. El derecho internacional prohíbe a Turquía invadir un territorio extranjero y construir bases militares en él sin permiso, pero de todos modos lo hace sistemáticamente en Irak. Por lo tanto, la pregunta de por qué el PKK sigue resistiendo es retórica: está en su pleno derecho.

Independientemente del objetivo a corto plazo que Erdogan tenga en mente para su agresión, su verdadera intención es claramente cumplir el sueño del Misak-ı Millî (Pacto Nacional) de 1920, o el sueño de restaurar las antiguas tierras otomanas. El primer paso implica ocupar Irak y Siria. Pero el plan de ocupación turco no tendrá éxito, ya que el norte de Irak y Siria son zonas históricamente de mayoría kurda, Además, en el caso de Irak, los Montes Zagros están protegidos y patrullados por el PKK, por lo que Bagdad debería estar agradecido.

Conclusión y recomendaciones

Gracias a las ideas del fundador del PKK, Abdullah Öcalan, los kurdos han alcanzado hoy un nivel de libertad que puede verse no sólo a escala regional, sino también internacional. El PKK ha proporcionado una alternativa democrática al mundo, que actualmente está plagado de nacionalismo, sexismo, fanatismo religioso y devastación medioambiental. Esta es una de las razones por las que hoy es imposible derrotar al PKK a nivel social, político y militar.

Como propietaria del segundo ejército más fuerte de la OTAN, Turquía ha recibido históricamente una gran cantidad de apoyo material para sus asaltos anuales contra los kurdos. Hace tiempo que Ankara manipuló a los Estados para que incluyeran al PKK en la lista de «organizaciones terroristas», a pesar de que el PKK nunca les atacó ni les amenazó. Sin embargo, el lema del PKK «Jin Jiyan Azadi» (Mujeres, vida, libertad) se ha convertido en un toque de clarín para las mujeres de todo el mundo. Las victorias del PKK sobre el ISIS en Irak, donde ayudaron a salvar al pueblo yazidí de un nuevo genocidio, también han engendrado simpatía y solidaridad mundial con los guerrilleros kurdos. En un momento en que el Estado turco ayudaba a ISIS a secuestrar, violar y esclavizar a miles de mujeres y niñas yazidíes, las guerrilleras del PKK defendían a esas mismas jóvenes yazidíes en el monte Sinjar. Pocas veces en el mundo actual las fuerzas del bien y del mal se muestran con tanta claridad moral. El contraste es aún más marcado por el patrocinio estatal de Turquía a grupos terroristas como ISIS y Al-Qaeda, y por el hecho de que dirige Idlib conjuntamente con ellos.

El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), uno de los think tanks estadounidenses más antiguos y reputados, ha estudiado la importancia del movimiento kurdo por la libertad bajo el liderazgo del PKK en el contexto de las convulsiones mundiales y regionales. En su Informe de Seguridad 2024, el CSIS afirma explícitamente que el PKK no representa una amenaza para los países occidentales.

Es obvio que el PKK lucha contra el ejército turco sólo porque éste intenta ocupar Rojava y el Kurdistán del Sur. La historia nos demuestra que nadie con capacidad para defenderse acepta que su tierra sea ocupada. Occidente parece aplaudir este principio sagrado cuando se trata de Ucrania, pero lo demoniza cuando se trata de los kurdos. Pero la lucha anticolonial es el derecho más natural de autodeterminación consagrado en numerosos documentos de las Naciones Unidas. Del mismo modo, Turquía tampoco respeta las leyes internacionales que salvaguardan la soberanía de los Estados, lo que cuestiona aún más cuál de los dos bandos en el conflicto Turquía-PKK debería ser condenado realmente al ostracismo por ilegítimo.

Está claro que la incapacidad de Turquía para resolver la cuestión kurda llevará al país a la bancarrota. Ankara puede democratizar su República o hacerla colapsar. Por su parte, las naciones del mundo deberían negarse a ser cómplices del rechazo de la realidad por parte de Turquía, de su creencia de que puede «matar a su manera» para librarse de las demandas de los kurdos sobre sus derechos humanos inalienables. Si Occidente no deja de mimar a Erdogan y a Fidan, su ministro de guerra de facto que pretende ser un estadista diplomático, Irak y Siria sufrirán nuevas invasiones turcas, crímenes de guerra e inestabilidad. Sin duda, los kurdos y otros habitantes de la región merecen algo mejor, después de todos los traumas que han sufrido.

Una alternativa mejor es presionar a Turquía para que negocie con el PKK y resuelva por fin la cuestión kurda. Desenredar este nudo gordiano podría transformar el conflicto armado turco-kurdo de cuarenta años en un potencial proceso de paz. El líder popular kurdo Abdullah Öcalan lo demostró en 2013-15, cuando participó en las negociaciones con el Estado turco tras anunciar un alto el fuego unilateral. Pero para alcanzar esta solución será necesario que los Estados occidentales se pronuncien contra los planes bélicos de Turquía, que podrían envolver a toda la región. El conflicto entre Hamás e Israel ya tiene a la región al borde del precipicio, y una ocupación turca o un intento de anexión del norte de Irak y del norte de Siria podría empujar a todos los Estados sobre el terreno -Estados Unidos, Rusia, Irán, Siria, Irak y sus vecinos árabes- al borde de una tercera guerra mundial.

Aunque Erdogan considere ilegítimo el derecho internacional, los demás no deberíamos hacerlo. Ocupar el territorio de un Estado soberano no puede justificarse, aunque resida allí un grupo armado que se resiste a sus políticas genocidas. Por lo tanto, Estados Unidos, la Unión Europea, las Naciones Unidas y el Consejo de Europa deben tomar medidas inmediatas para evitar más derramamientos de sangre. Que el sonido del diálogo sustituya al de la explosión de las bombas.

Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso Nacional del Kurdistán (KNK)
18 de marzo de 2024

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