Reconocer el genocidio Yazidí es el único camino para la vida en Sinjar
Por Sara A. de Ceano-Vivas Núñez
Estamos sentados en el campo de refugiados yazidís en Amed (Diyarbarki), comiendo junto a Nahla, una muchacha yazidí de 17 años. Nos reconoce que ayer no cenó y hoy tampoco ha desayunado. Le insistimos “Nahla, tienes que comer, hoy será un día muy largo”. Y Nahla nos contesta “No pasa nada por no comer un día, cuando el ISIS atacó Sinjar estuvimos en la montaña 9 días sin comida ni agua”. Nahla y su madre nos relatan el ataque de los yihadistas “Eran las 03.00 a.m. cuando el ISIS atacó. Estábamos durmiendo. Tuvimos que coger a los niños y huir hacia el monte Sinjar”. “En la montaña estuvimos 9 días sin comida ni agua, los pies nos sangraban, dormíamos en el suelo. Nadie vino a ayudarnos”. Nahla y su familia, como otras miles de familias huyeron de Irak y llegaron a Turquía andando. Las autoridades turcas no les ayudaron. No les han querido dar el estatus de refugiados. Ahora, casi dos años después, se encuentran en un campo de refugiados gestionado por la municipalidad del HDP en Amed. Legalmente no pueden salir del campo, ni acceder a educación ni conseguir trabajo.
Hoy, en el campo de refugiados yazidís de Amed, se ha rememorado la masacre perpetrada por el ISIS hace dos años en la ciudad de Sinjar. Decenas de pancartas reclaman a la comunidad internacional y a los organismos de la ONU que se reconozca el genocidio. “No volveremos a Sinjar a menos de que se reconozca el genocidio” han reclamado las autoridades yazidís. La segunda petición inamovible es que se cree una zona protegida por los organismos internacionales para los yazidís y otras minorías religiosas en la zona de Sinjar. “Queremos volver a Sinjar, pero a un Sinjar seguro y en paz” comentaba Sahira, otra muchacha yezidí del campo de refugiados. Chicas jóvenes vestidas iguales, camisetas dibujadas a mano y una mordaza negra en la boca, se mantienen en fila. Rayan Haji, de 15 años, nos explica el significado de las performance: “el ISIS quemó vivas a 19 mujeres yazidís y lo grabó en vídeo. Antes, les habían servido como comida a sus propios hijos. ¿De qué eran culpables para morir así?”
La conjura de Sinjar
Fue el 3 de agosto de 2014 cuando un fuerte contingente de combatientes del ISIS, pertrechado con armamento pesado, carros de combate y morteros, atacó la ciudad de Sinjar, así como los pueblos y aldeas de los alrededores. Las autoridades yazidís, así como las peshmergas (ejército regular del Gobierno Regional del Kurdistán, KRG) preveían un posible ataque a la ciudad, ya que el ISIS tenía en su poder la importante ciudad de Mosul, a unos 130 kms. Unos pocos cientos de civiles yazidís, con escasas armas ligeras, defendían la ciudad. Estaban en estrecho contacto con las fuerzas peshmergas, cuya ayuda esperaron durante horas. Los peshmergas aseguraron que acudirían en apoyo de la ciudad, pero nunca llegaron. El ejército regular huyó, dejando la carretera, por donde deberían haberse evacuado los civiles, en manos del ISIS.
La masacre no se hizo esperar. En unas pocas horas, varios miles de yazidís fueron asesinados y también miles de mujeres y niñas fueron capturadas como botín de guerra. Según diversas fuentes, en la primera semana desde el día del ataque, 50.000 yazidís lograron escapar a las montañas de Sinjar, donde tuvieron que pasar entre 10 y 15 días sin agua ni comida, bajo una temperatura de 45º C. Cientos de ellos murieron de deshidratación y hambre; la mayoría, niños. La comunidad internacional y el ejército regular iraquí trataron de lanzar agua y comida desde helicópteros, pero ninguno de ellos quiso arriesgar sus unidades en una operación por tierra.
Once mil soldados peshmergas estaban destinados a la defensa de Sinjar, de los cuales 200 eran comandantes. El KRG había asegurado “defenderemos Sinjar hasta la última gota de nuestra sangre”, según declaraciones de Serbast Bapirî, Jefe de la 17º sección del KDP (Partido Democrático del Kurdistán). Bajo esta premisa, el KRG se negó a que se formará una sección de protección yazidí, alegando que los peshmergas habían tomado todas las precauciones para la defensa del territorio. Con dicha excusa fueron requisadas las armas que el ejército iraquí había abandonado y aquéllas que los civiles tenían para uso privado, bajo amenaza de severas multas a quien no las entregara.
Fueron las guerrillas del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), junto con las YPG e YPJ (Unidades de Protección Popular de Rojava), quienes abrieron un corredor humanitario por las montañas de Sinjar para que los refugiados pudieran huir de la muerte segura a la que estaban abocados. Así mismo fueron las guerrillas quienes entregaron las primeras armas a aquellos supervivientes yazidís que decidieron resistir y recuperar la ciudad de manos del ISIS. Con dichas armas y entrenamiento se formaron las YBS (Unidades de Resistencia de Sinjar), las cuales actúan conjuntamente con las HPS (Unidades de Protección de Sinjar), guerrillas apartidistas formadas en agosto del 2014 para defenderse del ISIS.
Tras la liberación de Sinjar el pasado 13 de noviembre, Masoud Barzani, presidente del KRG, declaró públicamente ante los medios que “Sinjar fue liberada por sangre peshmerga y ha pasado a formar parte del Kurdistán» y que “sólo los peshmergas han liberado Sinjar”, añadiendo que “ninguna otra fuerza ha estado implicada”. Sinjar es una ciudad clave en la estrategia de control del territorio norte de Irak, ya que se encuentra en la carretera que se dirige a Siria y que conecta directamente con la ciudad de Mosul. La recuperación de territorios en manos del ISIS por el ejército regular peshmerga tiene un claro objetivo, ampliar las fronteras del KRG. El KRG, bajo la dirección del Presidente Masoud Barzani, quien continúa su mandato a pesar de haber expirado en el año 2013, está preparando un posible referéndum que lleve a la creación de un estado kurdo independiente en la zona norte de Irak.
Reconocimiento del Genocidio
Para la comunidad yazidí, éste es el 74º genocidio que se comete contra ellos, una comunidad de alrededor de 700.000 personas que se concentran principalmente en la región de Sinjar en Irak. La religión yazidí es una de las más antiguas del mundo; adoran a Melek Taus (Angel del Pavo Real), el cual es considerado por algunos musulmanes extremistas como la representación de Lucifer y, por ende, los yazidís son tachados de “adoradores del diablo”. En un informe realizado por investigadores de la ONU, se reconoce que hay una persecución sistemática contra los yazidís en Irak y Siria por parte de grupos extremistas religiosos, con la clara intención de “borrar su identidad”. El informe admite que el ISIS ha tratado de eliminar la identidad yazidí a través de la conversión forzosa de los hombres, dándoles a escoger entre convertirse al Islam o la muerte. A las mujeres y niñas a través de la esclavitud sexual y la violación sistemática, y a los niños a través de la imposición de unirse como combatientes en sus propias filas. El informe finaliza recalcando que, debido al número indefinido de mujeres y niños yazidís secuestrados y a que el ISIS continúa en una posición de poder en Siria e Irak “el genocidio yazidí aún continúa”.
La joven yazidí, Nadia Murad, que logró escapar de manos del ISIS y ha sido propuesta como candidata al premio nobel de la paz por el gobierno iraquí recalcó en una entrevista “Hemos perdido la confianza en el gobierno. Para que volvamos, nuestro país necesita encontrarse bajo protección internacional. Esta no es la primera vez que los yazidis se ven expuestos al genocidio; no podemos aceptarlo por más tiempo. Los yazidis y los que sufren por esta guerra quieren que todas las comunidades y la humanidad se unan contra Daesh (siglas del Estado Islámico en árabe).”
Fuente: Berria
Traducido por Rojava Azadi