Los antiimperialistas deben entender la relación entre las SDF y los EEUU
Fuente: The Region
Autor: Marcel Cartier
Fecha: 23 de noviembre del 2017
Traductor: Rojava Azadi
Después de ISIS, ¿Abandonará EEUU a sus aliados kurdos?
El 17 de octubre, las Fuerzas Democráticas Sirias anunciaron la liberación de Raqqa de las fuerzas reaccionarias del Estado Islámico, después de la llamada «Gran Batalla» en la que más de 600 de sus camaradas perdieron la vida. La liberación de la ciudad del grupo fascista más brutal de la región fue un gran momento de júbilo para las SDF, tanto para sus milicias árabes como para las fuerzas predominantemente kurdas de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y de las Unidades de Protección de la Mujer (YPJ).
En particular, el papel de las militantes de las YPJ sirvió como un firme recordatorio de que ésta era una batalla que trataba tanto de liberar a las mujeres de la esclavitud como de liberar a la ciudad en su conjunto de la brutalidad que había soportado desde 2014. Las imágenes de mujeres vestidas con uniforme militar cantando “Jin Jiyan Azadi” (Mujer, Vida, Libertad) después de tomar la plaza central en Raqqa, junto con sus compatriotas de las Unidades de Mujeres de Sinjar que se habían unido a la batalla para vengar la matanza del 2014 de sus hermanas yazidíes en Sinjar, eran extremadamente poderosas. Después de todo, aquí es donde los fascistas del Estado Islámico (EIIL) no hace mucho tiempo habían realizado ejecuciones públicas y exhibido las cabezas cercenadas de sus víctimas. Era imposible imaginar una yuxtaposición de imágenes más radicalmente diferente.
Sin embargo, no fueron sólo las fuerzas socialistas y feministas del movimiento liderado por los kurdos quienes reclamaron Raqqa como su victoria. La ciudad había quedado reducida a escombros por los ataques aéreos de la coalición liderada por los Estados Unidos, que ayudaron desde el cielo al asalto de las SDF a la autoproclamada capital del Estado Islámico. Para los Estados Unidos fue una oportunidad para regodearse en su papel en la lucha contra el «terrorismo», al igual que trataron de reclamar la responsabilidad de salvar Kobane en enero de 2015, cuando comenzó la coordinación entre las YPG/ YPJ y los EEUU. La ‘Operation Inherent Resolve’ fue un gran éxito para su agenda política.
La bases de la alianza de Estados Unidos con las SDF
Para muchos socialistas de todo el mundo, la alianza entre las SDF y los Estados Unidos ha causado un gran desconcierto y distanciamiento. Escribí en un pasado sobre la incapacidad de la izquierda occidental de comprender las dinámicas existentes en la guerra siria en mi artículo «YPG & YPJ: ¿revolucionarios o peones del sistema?», una crítica que era tanto a mi propia falta de comprensión previa como al problema de entendimiento general de los autollamados revolucionarios e izquierdistas de todo el mundo.
Sin duda, la cooperación que ha existido entre las fuerzas que comparten al líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan, como su líder ideológico y la principal potencia imperialista del mundo es una situación muy inusual y única. La tónica de los EEUU en el extranjero ha sido generalmente la de apoyar y armar a las fuerzas más reaccionarias para participar en la conquista de partes del mundo geo-políticamente significativas. Una mirada superficial a golpes de estado, intervenciones y guerras en todo el mundo respaldadas por Estados Unidos nos da un claro indicativo de que el Pentágono no se encuentra en la labor de aliarse con genuinos movimientos de liberación. Varios ejemplos nos muestran la verdadera naturaleza de la máquina de guerra estadounidense, como la «guerra olvidada» en la península coreana en 1950-53, el brutal intento de sofocar la lucha de liberación vietnamita una década más tarde, el apoyo al golpe fascista en Chile en 1973, el armamento de las contrafuerzas de Nicaragua a lo largo de la década de 1980 y, más recientemente, las guerras en Irak y Afganistán. Sabemos muy bien cómo son las fuerzas imperialistas de EEUU.
Dicho esto, seguramente nadie es capaz de comprender cuáles son las intenciones y motivaciones de los Estados Unidos mejor que el Movimiento de Liberación Kurdo. Después de todo, fueron los Estados Unidos bajo los auspicios del presidente Bill Clinton y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) los que jugaron un papel clave para facilitar el complot internacional contra Öcalan en 1999, que propició su captura en Kenia y su encarcelamiento en Turquía que se extiende hasta hoy en día. Incluso mientras que las armas de los EEUU llegan a las fuerzas de las YPG e YPJ y los EEUU participan en ataques aéreos conjuntamente, EEUU coordina inteligencia y ataques aéreos con Turquía contra los cuadros del PKK en Turquía e Irak.
La hipocresía es asombrosa. Si Estados Unidos estuviera realmente involucrado en su alianza con el movimiento revolucionario kurdo, eliminaría al PKK [de la lista] como organización terrorista, se negaría a respaldar las ambiciones genocidas de Turquía en su región kurda y exigiría que la facción política de las fuerzas dirigidas por las YPG e YPJ, el Partido de la Unión Democrática, tuviera un asiento en la mesa de negociaciones en Ginebra que determinarán el futuro de Siria. Sin embargo, esto no es de su interés. La promoción de un modelo político de orientación socialista en el oeste de Asia va en contra de los requisitos económicos de los monopolios, Wall Street y los que toman las decisiones en Washington. El PYD y el Movimiento de Liberación Kurdo, agrupados en torno a la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK), se dan cuenta de esto. Es por ello que continuamente se han referido a la alianza con los Estados Unidos como ‘táctica’ y como una contradicción que en última instancia será irreconciliable.
En una entrevista con ANF English a principios de noviembre, el miembro del Comité Ejecutivo de la KCK, Riza Altun, habló sobre la alianza con Estados Unidos, señalando que «la relación entre la coalición liderada por EEUU y las YPG era considerada tan legítima y necesaria como la alianza de Estados Unidos y la Unión Soviética contra el fascismo de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Ambas partes necesitaban este tipo de relación con los EEUU como lo necesitaban los soviéticos en ese momento. Así, se desarrolló una relación táctica con Estados Unidos contra el ISIS”. En otras palabras, los intereses mutuos y superpuestos llevaron a ambas partes a cooperar entre sí, aunque sus perspectivas ideológicas son considerablemente diferentes, del mismo modo que la URSS se unió a las potencias occidentales contra la amenaza de la Alemania nazi a pesar de que el sistema capitalista y socialista son incompatibles en última instancia.
Altun también señala que la KCK es consciente de que, fiel a la naturaleza de los Estados Unidos en todas las intervenciones mencionadas en todo el mundo, Washington también desempeñó un papel en la expansión de los grupos salafistas como al-Nusra y el Estado islámico en Siria e Irak. Después de todo, la fijación de Estados Unidos por un cambio de régimen en Siria ha estado bien documentada durante décadas. Incluso si el gobierno sirio Baaz ha participado hasta cierto punto en la «guerra contra el terror» respaldada por los Estados Unidos y se ha movido en la dirección de las reformas neoliberales en la era de Bashar al-Assad, el establishment estadounidense aún considera a Siria como un ejemplo de independencia y nacionalismo económico. Esto es tan inaceptable para el Pentágono como lo fueron los gobiernos nacionalistas de Iraq bajo Saddam Hussein y Libia bajo Muammar Gaddafi. Altun es consciente de que Estados Unidos alimentó a las fuerzas reaccionarias para sus objetivos, afirmando que cuando comenzó la batalla por Kobane, el apoyo a los grupos salafistas no solo venía de Turquía, sino que «otros poderes, particularmente Estados Unidos e Israel, también apoyaban a estos grupos”. Dice que fue sólo debido a la gran presión internacional que Estados Unidos finalmente decidió intervenir y ayudar a las YPG e YPJ a hacer retroceder al Estado Islámico para que no llegara a la frontera turca con Kobane.
Para aquéllos que vieron cómo el gobierno de Obama casi interviene en Siria en septiembre de 2013 para bombardear posiciones del gobierno sirio, sólo para ser avasallado por protestas tanto en las calles como en el Congreso por parte de los que querían saber si esto equivalía a apoyar a al-Nusra y al Estado Islámico, la intervención de los Estados Unidos en Siria bajo la idea de «guerra contra el terror» a finales de 2014 apestaba a hipocresía.
Desafortunadamente, gran parte de la izquierda que había apoyado a la resistencia kurda en Kobane ya no podían verse solidarizándose con las YPG y las YPJ. La resistencia ya no era «pura», estaba contaminada por una alianza con las fuerzas del imperialismo. Para las hordas de “soldados tras la pantalla” en la comodidad de sus cafeterías occidentales, los «kurdos rojos» ahora se habían convertido en representantes de la balcanización de Siria y la región. No hubo distinción entre las YPG y el reaccionario clan Barzani en el norte de Iraq: ambos fueron parte de un ataque imperialista respaldado por el sionismo, incluso si las YPG no tenían intención de combatir a las fuerzas estatales sirias a pesar de ocasionales escaramuzas militares con el Ejército Árabe Sirio.
La furia de EEUU por la dedicatoria de la victoria de Raqqa a Öcalan
Mientras que el júbilo por la victoria de Raqqa continuaba en los días posteriores a la declaración de su liberación, las YPG y las YPJ anunciaron que este logro histórico estaría dedicado a su líder, Abdullah Öcalan. Los medios de comunicación de ambas organizaciones produjeron vídeos en los que los militantes hablaron amplia y apasionadamente sobre la importancia de que el ‘Serok Apo’ (Líder Öcalan) fuera la inspiración para lograr la victoria no sólo en Raqqa, sino en todas las batallas anteriores en el norte Siria. Algunos nacionalistas árabes vieron el gran póster en la plaza central de la ciudad como una prueba del «colonialismo kurdo», a pesar de que los escritos de Öcalan y el proyecto de Rojava se han alejado del discurso nacionalista a favor de una sociedad multiétnica en la que la cooperación entre kurdos, árabes, asirios, turcomanos y otras naciones es primordial.
La campaña para convertir a Öcalan en símbolo del movimiento y la victoria de Raqqa para visibilizarlo ante el mundo fue estratégicamente significativa. Se trata de dejar claro a los Estados Unidos que las convicciones del movimiento nunca se verán comprometidas. Días después, el portavoz del Departamento de Defensa de Estados Unidos, Adrian Rankine-Galloway, le dijo a The Global Post: «Condenamos la exhibición del líder y fundador del PKK, Abdullah Öcalan, durante la liberación de Raqqa. Estados Unidos continúa apoyando a nuestro aliado en la OTAN, Turquía, en su lucha de varias décadas contra el PKK y reconoce la pérdida de vidas que Turquía ha sufrido en ese conflicto”.
Esto revela de nuevo el profundo nivel de tensiones involucradas en la alianza provisional, y el hecho de que, a pesar de las objeciones de Turquía a que Estados Unidos armase a las SDF, los estadounidenses nunca han estado interesados en provocar una clara ruptura con el segundo ejército más grande de la OTAN. Mientras los Estados Unidos y Turquía permanecen esencialmente en el mismo equipo, las diferencias entre el Pentágono y el Movimiento de Liberación Kurdo son demasiado importantes para la cooperación a largo plazo.
El miembro de KCK Altun habló acerca de estas tensiones en su entrevista en ANF English, diciendo que «la lucha por la libertad de los kurdos en Rojava se basa en la libertad y la igualdad sobre una base socialista. Es la expresión de un camino político que se desarrolló a partir de la hermandad y la unidad de los pueblos. Por otra parte, los imperialistas están luchando por imponer su hegemonía sobre Oriente Medio… Ésta no es una relación en la que los partidos se apoyan, si no una en la que están en constante conflicto”. Estas palabras no suenan como las de un líder doblegado que sigue ciegamente las órdenes de su titiritero, dispuesto a satisfacer las necesidades de su misión histórica mientras rechaza la suya propia.
Altun también hizo referencia una vez más al ejemplo de la cooperación soviética-occidental durante la Segunda Guerra Mundial, diciendo que «la alianza que se desarrolló durante la Segunda Guerra Mundial era una postura antifascista que surgió de la intersección de las defensas nacionales de la Unión Soviética que se encontraban bajo intensos ataques y los intereses de otros poderes antifascistas. Este acuerdo se mantuvo vigente mientras los ataques fascistas continuaron. Pero una vez que el fascismo fue derrotado, todos las partes regresaron a sus propias posiciones políticas y continuaron según su respectivo camino ideológico-político».
Por mucho que la cooperación entre el Movimiento de Liberación Kurdo y los Estados Unidos todavía exista, no hay duda de que las YPG y las YPJ nunca renunciarán a sus convicciones ideológicas. Sería el producto de una fantasía espectacular y un delirio monumental para Washington pensar que las opiniones de base de un movimiento de liberación de 40 años escrito en la sangre de decenas de miles de mártires se pueden deshacer debido a las peticiones del imperialismo arrogante de Estados Unidos. En declaraciones al Instituto Aspen en el mes de julio, Raymond «Tony» Thomas, comandante del Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos, condescendientemente les dijo a los kurdos que luchaban en Siria: «No podéis aferraros a Öcalan». Quizás el propio Julian Assange de WikiLeaks no lo pudo decir mejor cuando respondió, «¿Quién es #Öcalan que el ejército de los EEUU dice que los kurdos no pueden aferrarse a él? Él es su Mandela. Hay más posibilidades de que Estados Unidos renuncie a George Washington”.
¿Está sobre la mesa?
Los kurdos tienen un dicho que dice que sus únicos amigos son las montañas. Han sido utilizados y marginados por los poderes de ocupación y colonizadores durante décadas, de hecho durante siglos. La división de su patria histórica en cuatro naciones-estado hace casi cien años es solo la versión más reciente de una historia de subyugación. Sería erróneo suponer que el movimiento no ha entendido que en algún momento después de la derrota del Estado Islámico, esta situación de estar «sin amigos» podría volver a ser una perspectiva muy real.
Un cambio en la política de EE.UU hacia las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), o al menos YPG e YPJ, podría estar ya sobre la mesa. El 13 de noviembre, casi un mes después de que se declarase la liberación de Raqqa, y mucho después de que los estadounidenses ya hubieran reaccionado con enfado ante su dedicatoria a Öcalan, la BBC publicó una supuesta exposición llamada «El sucio secreto de Raqqa». La historia en sí estaba lejos de ser sucia y lejos de ser secreta. La premisa fundamental era que había un acuerdo entre las SDF y el Estado Islámico para la evacuación de cientos de estos militantes fascistas de la ciudad. Esto ya había sido publicado por docenas de medios de comunicación en inglés en los días posteriores a su anuncio público por parte de las SDF. ¿Podría el reciclaje de una vieja historia como una «investigación» pionera para hacer que las SDF parezcan «sucias» tener motivaciones cínicas?
La internacionalista de las YPJ, Kimmie Taylor, quien participó en múltiples campañas militares con sus camaradas kurdas, incluida la Gran Batalla por Raqqa, dijo que el informe carecía de credibilidad, ya que consistía en «entrevistas con conductores y contrabandistas preocupados sólo por el dinero. Miles y miles de combatientes de las YPG y las SDF se han visto apartados de las noticias en el transcurso de seis años, muriendo para salvar a la humanidad del ISIS. Es curioso cómo ahora, después de que hayamos derrotado eficazmente a ISIS, los medios occidentales comiencen a volverse contra nosotros. Reflexionadlo por un minuto.»
No importa lo que pase a continuación, el movimiento kurdo seguirá luchando por los mismos principios de socialismo, igualdad de género, unidad multiétnica y por una sociedad ecológica. Estuvo manteniendo estas posturas mucho antes de que los EEUU decidieran ofrecer su apoyo, y las mantendrá mucho después de que esta ayuda militar haya terminado. La izquierda mundial le debe a sus propios movimientos comprender la naturaleza de esta relación y darse cuenta de que los revolucionarios modernos como Mehmet Aksoy, cuya sangre nutre ahora el suelo en Raqqa, murieron por un futuro más brillante para toda la humanidad, no para los intereses del imperialismo.
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