La Revolución de Rojava en el Kurdistán sirio: ¿Un modelo de desarrollo para Oriente Medio? [Parte 1]
Mientras la guerra civil en Siria continua, en el territorio de Rojava –“el oeste” en kurdo- el movimiento político kurdo del norte de Siria está tratando de implementar el “municipalismo libertario”, basado en el pensamiento del anarquista estadounidense Murray Bookchin. Desde la retirada del régimen sirio en 2012, el movimiento ha consolidado el territorio ganado como aliado de los EEUU en la lucha contra el Estado Islámico, al mismo tiempo que se aseguraba el respaldo ruso. Visto con suspicacia por Turquía, Siria y el Kurdistán Iraquí, las condiciones geopolíticas de la emergencia de Rojava son su mayor obstáculo. Este artículo analiza el modelo de gobierno y desarrollo socio-económico de Rojava, y su teoría y práctica en el contexto de guerra civil en Siria y el contexto regional de Oriente Medio y la situación global geopolítica más amplia. También sitúa Rojava en la geopolítica contemporánea de Oriente Medio y las perspectivas que se abren para el territorio, poniendo el foco en la capacidad transformadora de este proyecto en una región inestable.
1.- Introducción: situando Rojava entre otras alternativas
La crisis financiera global, geopolítica regional y ambiental actuales se articulan y se expresan de la manera más cruda en el Oriente Medio contemporáneo. Históricamente, el desarrollo basado en los hidrocarburos, el rentismo petrolero y las recurrentes crisis y conflictos han caracterizado a la región. Otros elementos que marcan políticamente la región serían los gobiernos autoritarios, militaristas y burocráticos, que ejercen su poder a través de redes clientelares sostenidas por la renta proveniente del petróleo reinvertida en la compra de armas. Este autoritarismo militarista, profundamente arraigado, se ve exacerbado por los efectos de proyectos hidráulicos de gran envergadura (irrigación, construcción de presas…) que marcan un paradigma civilizacional, diseñados y llevados a cabo de forma autoritaria y sin contar con la participación popular, burocracias sobredimensionadas y políticas neoliberales que han llevado a nuevas formas de apropiación de tierras y degradación ambiental. Todos estos factores han contribuido al problemático modelo de ‘desarrollo’ implementado en la región.
A pesar de esta especificidad declarada de Oriente Medio, el escenario global es a menudo origen de concepciones críticas y alternativas de desarrollo y gobierno (e.g. Radcliffe 2015). Se desarrollan alternativas macro-políticas que son posteriormente implementadas por gobiernos nacionales centralizados, que a su vez las convierten en realidades a nivel local. Conceptos tales como el “desarrollo sostenible” e incluso movimientos más radicales como el decrecentista y similares (e.g. D’Alisa et al. 2014) ponen sobre la mesa sus programas para reformar los modelos de crecimiento global y desarrollo pero lo hacen desde un marco macro-político global en el cual los modelos de desarrollo institucionalmente apoyados, fundamentalmente aquellos del Banco Mundial y el FMI, se articulan y dependen de un sistema geopolíticamente fragmentado de naciones estado, indispensable para la formulación e implementación de las alternativas políticas.
Estados nacionales y centralizados son los interlocutores y encargados de la implementación de un ‘consenso’ globalmente formulado sobre el modelo de desarrollo. Sin embargo, los estados son escenarios de luchas internas, lo que no quita que las alternativas siguen siendo desarrolladas dentro de los confines nacionales. Analizar el desarrollo en términos holísticos y geográficamente expansivos y cambiar las políticas para reflejar dónde reside el poder realmente dentro de los estados es imperativo. Pero también hay un elemento más problemático en esta estrategia dominante: al ser las estructuras universales el lugar en el que se formulan los cambios, estrategias y políticas sobre el modelo de desarrollo, la mayoría de alternativas acaban emulando y por tanto reproduciendo las dinámicas autoritarias. Incluso el “desarrollo participativo” (e.g. Cooke and Kothari 2001) depende de estados desarrollistas nacionales jerárquicamente organizados y de organizaciones internacionales.
Este artículo analiza un paradigma más radical sobre el desarrollo económico, relacionando su formulación teórica con la práctica en un escenario geopolítico concreto: un paradigma local, antiautoritario, antijerárquico y comunitario y su puesta en práctica en los enclaves kurdos del norte de siria, o cantones de Rojava. Basado en teorías de Bookchin, un pensador estadounidense habitualmente denominado como ecoanarquista, el modelo de Rojava es una alternativa radical al régimen de crecimiento económico global de carácter jerárquico. Este “Confederalismo Democrático” o “Municipalismo Libertario”, conlleva elementos tales como una producción y comercio comunitarios basado en cooperativas en consonancia con la ecología social, la igualdad de género radical y formas locales de democracia directa para el gobierno político.
Este estudio está basado en investigaciones secundarias sobre los fundamentos y realidades de Rojava, usando relatos personales, informes, artículos académicos y fuente periodísticas. Primero describirá los fundamentos ideológicos y filosóficos del proyecto revolucionario de Bookchin, para después tratar las condiciones históricas y geopolíticas de su emergencia como proyecto político. Continuará con una visión de conjunto de su estructura social y realidad concreta del proyecto político y socio-económico. Concluiremos argumentando que las mismas condiciones que posibilitan su emergencia -la coyuntura de crisis geopolítica contemporánea- son al mismo tiempo su mayor amenaza, no tanto por factores externos sino por las posibles contradicciones de una sociedad militarizada.
2.- De Bookchin a Öcalan: Confederalismo Democrático y la “revolución” de Rojava
Este proyecto alternativo de desarrollo y democracia debe sus principales influencias intelectuales y políticas a Bookchin. Fue la perspectiva histórica y social de Bookchin que inspiró la transformación estratégica e intelectual del Movimiento de Liberación Kurdo (KLM) después de que el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan, leyese su obra. Como Bookchin, Ocalan se fue alejando de la tradición ortodoxa de partidos marxista-leninistas y llevó a cabo una serie de transformaciones desde antes de su encarcelamiento. (Üstündag 2016).
El PKK reflejó esos cambios en una serie de congresos entre los 90 y la primera década del siglo XXI, cambiando su orientación y estrategias consecuentemente desde un movimiento nacionalista separatista hacia un movimiento confederalista democrático y por la autonomía (Günes 2012). Akkaya, Jongerden y Simsek (2015) describen la transformación como el paso desde la rebelión a la reconstrucción. Aunque, sorprendentemente, esta transformación estratégica e intelectual del KLM no se materializó en Turquía, su lugar de nacimiento, sino en la vecina Siria, después del inicio de la guerra civil en 2011. El Partido de la Unión Democrática (PYD), el partido hermano en Siria del PKK, aprovechó la oportunidad para implementar las ideas de Bookchin en Rojava.
La contribución teórica de Bookchin a los estudios de la ecología, el desarrollo, la libertad y la ciudadanía, entre otros campos, consiste en un diverso y sofisticado aunque a veces incoherente y poco fundamentado cuerpo de ideas recogidas en una serie de volúmenes.(1) La idea central que hila su obra, en cualquier caso, es clara: desilusionado con las versiones vulgares del marxismo y lo que Bookchin llamó “anarquistas de estilo de vida” (Bookchin 1995), se propuso ofrecer una perspectiva ideológica e histórica que señala la “jerarquía” como la fuente casi en exclusiva de todos los males sociales, políticos y ecológicos. Un concepto más amplio que todas las formas de dominación, ya sean el estado contemporáneo, la dominación basada en clases sociales o la dominación humana sobre la naturaleza, la jerarquía antecede todas estas formas de opresión. La libertad, por tanto, consiste en superar las relaciones jerárquicas y establecer relaciones basadas en la “igualdad de los desiguales”, la complementariedad social y el acceso para todos a un irreductible mínimo de sus necesidades que ellos mismos definen. (Bookchin 1982).
La abolición de la jerarquía social también pondrá fin a la “ruptura metabólica” (Foster 1999) que Marx declaró irreparable bajo el capitalismo (Marx 1981: 949). Marx atribuyó la separación de los seres humanos con respecto a la naturaleza a la emergencia del capitalismo, que provocó a su vez un agotamiento de la tierra y la imposibilidad del biorregionalismo (por ej. la producción de alimentos a nivel local para mercados descentralizados y sostenibles) en el contexto de centro urbanos en plena expansión, la producción industrial y su siempre creciente exigencia sobre la naturaleza. Mientras que Bookchin estaba de acuerdo, él también veía en el capitalismo una manifestación de la dominación, en este caso de la dominación de clase entre otras como pueden ser la gerontocracia y el patriarcado, y por lo tanto pensaba que la dominación humana era el resultado de la dominación social y solo podría ser terminada aboliendo toda jerarquía social.
Mientras que Bookchin no tiene la voluntad de sugerir una forma determinada para generar este cambio medioambiental y social a gran escala, traza históricamente y propone a nivel teórico lo que él llama los “legados de la libertad” que hemos heredado de las sociedades orgánicas, que no conocían la jerarquía y tenían una “sensibilidad ecológica” y un conocimiento practico e intuitivo de lo que era la libertad. Distinguiendo entre la democracia participativa griega y el republicanismo romano, (Bookchin 1987: 43), Bookchin argumentaba que el modelo republicano con su sistema representativo llevaba hacia un gobierno elitista y desocializado, creando políticos profesionales que gobiernan en vez de administrar (Bookchin 1982: 129) en un espacio exclusivamente político (Cemgil 2016). Para socializar lo político y politizar lo social (Üstündag 2016), Bookchin argumentaba que lo mejor era la democracia directa que empezaría por el nivel más local, construyendo hacia arriba de forma confederal y creando una confederación de municipios libertarios que serían, como los miembros de una sociedad orgánica, interdependiente y cooperativos. El estado representativo en su forma actual absorbió las funciones administrativas y sociales y se hizo indispensable como principio organizador para ejercer el poder (Bookchin 1982: 127), convirtiéndose en una fuente fundamental de dominación (Cemgil 2016).
La democracia directa implica la administración social de la producción y la determinación de las necesidades. La administración social de la producción requiere de una economía local, descentralizada y a escala “humana” (Bookchin 1982: 344), con varios municipios libertarios cooperando si así lo deciden. Mientras la descentralización fortalece la participación en la democracia directa no excluye necesariamente la posibilidad de que surjan otras forma de jerarquía social a nivel local y Bookchin es plenamente consciente de este hecho. Los procesos democráticos pueden generar jerarquías también. Por esta razón Bookchin propone la confederación de municipios libertarios, en su análisis final, partiendo de la base de que un municipio que haya generado una forma de dominación sería controlado por otros municipios; además de un sistema de control y equilibrio democrático a nivel interno. (Biehl y Bookchin 1998: 108).
Una economía y política democratizadas implican también que las necesidades de la comunidad sean definidas a partir de procesos democráticos enraizados en la comunidad. Mejor que expresarlas en categorías objetivas, las necesidades son definidas por aquellas personas directamente implicadas. La democratización y la descentralización de las funciones de la administración social que se engloban bajo la categoría de Economía, y la reducción de escalas hasta dimensiones humanas, también reduciría la dependencia sobre los hidrocarburos a través de la desindustrialización, sin perjuicio en cualquier caso de la posibilidad de una autosuficiencia interdependiente.
Entre los objetivos primarios de Bookchin al escribir estos tratados sobre la dominación se encuentra su interés por ofrecer una ecología social que reconstruya las relaciones con la naturaleza. Las sociedades orgánicas, según Bookchin, no veían a la naturaleza como un hecho externo que ha de ser controlado. La emergencia de la jerarquía institucionalizada y la dominación social, sin embargo, resultó también en la emergencia de la noción del dominio sobre la naturaleza. El lenguaje de la dominación de la naturaleza se hizo tan fuerte con el advenimiento del capitalismo que incluso los críticos, como Marx, cayeron presos de esa ideología. El arreglo de la ruptura metabólica requiere de una transformación subjetiva y material a gran escala en cuanto a las relaciones.
El biorregionalismo, la descentralización o la autarquía no resolverán por sí mismas el futuro apocalíptico que nos espera. Tampoco lo harán el anticonsumismo ni la desindustrialización. Una lucha a gran escala contra la dominación y la jerarquía es necesaria ya que una relación orgánica sólo puede ser construida sobre la base de relaciones no jerárquicas. Existen una serie de requisitos para una transición de este estilo que elimine la jerarquía: una autosuficiencia interdependiente dentro de una confederación democrática de municipios libertarios, con relaciones de propiedad de carácter usufructuaria y orientadas por el valor de uso, la gestión política a través de la democracia directa en todas las esferas de la vida y una transformación material y subjetiva en las relaciones entre humanos (Bookchin 1982).
Bookchin insiste que la jerarquía y la dominación son las fuentes principales de todos los males sociales, por lo que una transformación genuina hacia una sociedad libertaria y ecológica debe tener como objetivo derribar todas sus manifestaciones. Entre las formas primordiales de la dominación está la de los hombres sobre las mujeres, que creció de forma orgánica, según Bookchin, para luego institucionalizarse en una dominación patriarcal perenne. Partiendo de la ecología social de Bookchin, Biehl (1991) se mostró de acuerdo en que la principal forma de dominación debe ser destruida junta con las otras, y añadió que las mujeres deben hacer uso de todo su potencial para liberarse a sí mismas de la trampa del oikos; es decir, su rol doméstico. Mientras que estas actividades han surgido de forma natural en la forma de la crianza de la infancia, la dominación de las mujeres por parte de los hombres surge de asociar a la mujer exclusivamente a estos roles. Para Biehl, más que buscar un oikos expandido en la polis, las mujeres deberían participar activamente en una practica política liberatoria en la polis (1991: 154), ya que “la humanidad….tiene mucho más capacidades que los cuidados y la crianza’ (1991: 26).
Lo que más ha influido en el KLM en su visión sobre las mujeres y su liberación, sin embargo, han sido los escritos de Ocalan. Ocalan fija la liberación de las mujeres como un condición previa de la liberación de la sociedad en general y la liberación de los kurdos en particular. Siguiendo el esquema de Bookchin sobre la emergencia socio-histórica del patriarcado, la dominación y la jerarquía, Ocalan sugiere que las mujeres tienen la capacidad no sólo de participar y revolucionar el proceso democrático, sino también de crear sus propias instituciones para empoderarse a sí mismas. Por ello, él propuso el concepto Jineolojî, la ciencia de la mujer y la vida, que tenía por objetivo el suministrar una visión alternativa de la realidad social a partir de la perspectiva de la autodefinición y actualización de la mujer en la vida social (Öcalan 2013).
Ocalan se familiarizó por primera vez con el trabajo de Bookchin mientras cumplía condena perpetua en la prisión de Imrali en Turquía. La obra de Bookchin le fascinó hasta tal punto que para el 2005 Ocalan había emprendido un viraje en la orientación estratégica del KLM hacia el confederalismo democrático (Jongerden and Akkaya 2013). Partiendo de su obra Ocalan vio al capitalismo, la nación-estado y el patriarcado como las causas primarias de los problemas sociales y ecológicos bajo las condiciones de la modernidad capitalista. Una revolución social, para Ocalan, deberá de acabar con esos tres pilares de la modernidad capitalista y reemplazarlos por una modernidad democrática.
Junto con las motivaciones éticas y filosóficas, y su personal decepción con las posiciones marxistas y nacionalistas, uno podría razonablemente pensar que la adopción y adaptación de Ocalan de las perspectivas de Bookchin, en el caso concreto del KLM, se debían en parte a consideraciones estratégicas a largo plazo que hundían sus raíces en la realidad y la geografía de los kurdos. Habiendo sido divididos en cuatro estados- Turquía, Siria, Iraq e Iran- los kurdos llevan luchando mucho tiempo contra ellos en un intento de conseguir su independencia o autonomía en un estado federal. ¿Si las naciones-estado de estos cuatro países han sido responsables del sufrimiento de los kurdos, porque querrían los kurdos establecer otra fuente de dominación más? El confederalismo democrático era la solución no sólo para los problemas de los kurdos en Turquía sino también un plan para la democratización de todo Oriente Medio, una región con conflictos enquistados, sufrimiento, opresión y pobreza (Öcalan 2011).
(1) En particular, ver Bookchin (1982, 1986, 1987).
Fuente: Kurdish Question, publicado originalmente en IDS Bulletin
Autores: Can Cemgil y Clemens Hoffmann
Fecha de publicación del original: 03/05/2016
Traducido por Rojava Azadi