La desconocida historia de los kurdo-sirios cristianos
PROVIDENCE – Nadine Maenza y David Alton – 12/10/2020 – Tradcido por Rojava Azadi Madrid
«A veces nos sentimos olvidados y abandonados. El mundo no está al corriente de los desafíos y dificultades a los que nos enfrentamos. No todos los países de la región reconocen la renuncia del islam, eso nos complica mucho la vida, sobre todo en lo que se refiere a matrimonios, funerales y la obtención de partidas de nacimiento o certificados de defunción, porque la ley nos sigue considerando musulmanes».
Estas son las palabras del pastor Nihad Hassan, quien dirige una de las tres iglesias kurdas de Beirut (El Líbano), formada principalmente por kurdos sirios que huyeron de la guerra en su país. El pastor Nihad calcula que el número de cristianos kurdos que viven en El Líbano supera los cinco mil. «Cincuenta familias han emigrado a Occidente recientemente. Teníamos una iglesia floreciente con más de 250 familias en Afrin (norte de Siria) antes de la invasión turca».
El pastor Nihad, originario de Afrin, se convirtió del islam al cristianismo siendo preso político en Damasco en 2008. Es pastor desde 2017 tras graduarse en la Escuela Teológica Bautista Árabe de Beirut. También oficia en congregaciones kurdas fuera de Beirut, como Farzal, Qub-Elias y Zahleh. El mes pasado, Nihad bautizó a veintiún nuevos cristianos y otros quince esperan ser bautizados. El año pasado bautizó a 26 personas.
Vivir con miedo
Hoy en día, la gran mayoría de los cristianos kurdos son evangélicos y se pueden hallar iglesias kurdas evangélicas en Erbil, Selimani y Duhok, en Irak, y en Hassakeh, Qamishli, Kobani, Amouda y Afrin (hasta 2018), en Siria. El número de feligreses se calcula en unas pocas decenas de miles e incluye una combinación de cristianos nativos y conversos, un pequeño porcentaje de los doscientos mil cristianos que quedan en Irak y menos de cien mil que quedan en Siria.
En Kobane, cerca de la frontera con Turquía, cincuenta familias de origen musulmán (unas trescientas personas), rinden culto en la Iglesia de los Hermanos, primera iglesia evangélica kurda de la ciudad. El pastor Nihad nos dice: «Nos sentimos agradecidos de que nuestra comunidad tenga esta iglesia en Kobane, en donde nuestros feligreses pueden orar y celebrar la Pascua y la Navidad. Incluso, el pasado abril, conmemoraron el aniversario del genocidio armenio. Sin embargo, viven con ansiedad y miedo de que Turquía y sus leales islamistas ataquen en cualquier momento y les destrocen la vida como ya hicieron en Afrin en 2018». En septiembre de 2014, el Estado Islámico (EI) invadió Kobane, donde viven cuatrocientas cincuenta mil personas, pero las YPG kurdas (Unidades de Protección del Pueblo) liberaron la zona tras una feroz batalla en enero de 2015. Más adelante, también en 2015, las YGP se unieron a otros grupos para convertirse en las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF).
Como aliadas de Estados Unidos y de la coalición internacional, las Fuerzas Democráticas Sirias participaron sobre el terreno en la lucha contra el Estado Islámico. Perdieron más de once mil vidas y fueron responsables de la derrota del califato del EI, mientras que Estados Unidos y la comunidad internacional proporcionaron apoyo aéreo y asesoramiento militar. Y comprendieron que para derrotar definitivamente al EI era necesario algo más que una acción militar: había que gobernar. Tras liberar una zona del EI, establecieron de inmediato un autogobierno local en el que los barrios elegían dos copresidentes, un hombre y una mujer. A continuación, crearon cooperativas económicas, un comité de educación, otro de atención sanitaria, etc…, y empezaron a satisfacer sus propias necesidades como comunidad al tiempo que promovían la tolerancia religiosa, los derechos humanos y los derechos de las mujeres.
En lugar de imponer una dictadura militar, como habrían hecho muchos, instauraron una democracia, ahora llamada Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES). En Siria, desgarrada por la guerra, es el único lugar en el que la gente es libre de practicar su religión sin impedimentos. De hecho, es el único lugar de la región en el que la gente puede hacer proselitismo y cambiar legalmente de religión. Gracias a estas condiciones, la comunidad cristiana kurda ha seguido creciendo. La Comisión Estadounidense para la Libertad Religiosa Internacional (USCIRF) destacó el notable grado de libertad religiosa existente en la AANES en su Informe Anual sobre Siria de 2020 y en otras publicaciones.
Desde su invasión en enero de 2018, las fuerzas turcas han controlado la cercana ciudad de Afrin, que había gozado de derechos y libertades bajo la AANES. Un residente musulmán afirma: «Los grupos islamistas leales a Turquía han convertido Afrin en un territorio de bandas. Las detenciones arbitrarias, los secuestros y los rescates, las violaciones y los asesinatos se han convertido en parte de nuestra vida cotidiana. Afrin ya no es aquella ciudad abierta, tolerante y diversa que era antes. Turquía la ha transformado en otra Tora Bora».
Han huido las trescientas familias cristianas que antes residían en Afrin y se ha cerrado la iglesia. Se han clausurado las escuelas de música y arte, y las alumnas deben llevar velo o niqab. Las autoridades han impuesto la sharia en toda la ciudad, así como en las aldeas y pueblos vecinos. La presencia de diversos grupos islamistas, que a menudo compiten y se pelean entre sí por los botines de guerra y el poder, se suma a la sensación de inseguridad y miedo imperante.
A pesar de la precaria situación de muchos cristianos en la región, el 6 de octubre de 2019, el presidente Donald Trump ordenó la retirada del ejército estadounidense del noreste de Siria. Turquía aprovechó rápidamente la oportunidad para lanzar una ofensiva a gran escala, que recibió el nombre de «Operación Primavera de la Paz» (Barış Pınarı Harekâtı). Causó la muerte de cientos de personas, el desplazamiento de más de doscientos mil habitantes y violaciones generalizadas de los derechos humanos que muchos califican de crímenes de guerra. En este ambiente de caos, Rusia reclamó una base militar, mientras Estados Unidos se marchaba, y las tropas del régimen de Assad entraron en el noreste de Siria por primera vez en años.
Kumi Naidoo, Secretario General de Amnistía Internacional, habló de la ofensiva turca, afirmando que «ha causado estragos en la vida de los civiles sirios que, una vez más, se han visto obligados a huir de sus hogares y viven con el miedo constante a los bombardeos indiscriminados, los secuestros y los asesinatos sumarios. Las fuerzas militares turcas y sus aliados han mostrado un desprecio absoluto por la vida de la población y han lanzado ofensivas mortales ilegales en zonas habitadas en las que muchos civiles han perdido la vida o han resultado heridos».
Tanto Nadine Maenza como lord David Alton trataron de obtener información de primera mano y visitaron el campo de refugiados de Bardarash, al norte de la llanura de Nínive, en el vecino Irak. Lo hicieron por sus propios medios y sin agencias gubernamentales. Maenza lo visitó en noviembre de 2019, mientras que Christian Solidarity Worldwide (CSW) y Alton lo visitaron en diciembre. El campamento se abrió en octubre de 2019 para proporcionar un lugar seguro a los refugiados que huían de los bombardeos y de la invasión del noreste de Siria por parte de Turquía. El campamento se encuentra en una zona desolada y acoge a dos mil quinientas veinte familias, alrededor de 9.894 personas. Las tiendas de campaña y los chamizos improvisados han sustituido a las viviendas destruidas por los aviones turcos. La mayoría de los refugiados de Bardarash proceden de las ciudades sirias de Hassaka, Qamishli, Kobane y Rass Alein.
Salem Farhim Mohammed, residente en Bardarash, es de la ciudad de Tal-Tamr, al noreste de Siria. Tiene 53 años y una familia de cinco miembros. Su abuelo era armenio y huyó de Mardin, un enclave cristiano al sureste de Turquía, cuando comenzó el Genocidio Armenio de 1914. Los kurdos de Tal-Tamr le proporcionaron comida y refugio, y se instaló allí. En octubre de 2019, su nieto y sus bisnietos fueron obligados a abandonar su hogar. «Nos dijeron que éramos infieles», asegura Mohammed. Les confiscaron sus generadores, herramientas y bienes. Tardaron en llegar a Bardarash diez días de arduo viaje. Más tarde, ha sabido que un ataque con mortero mató a uno de sus primos. Dice: «Erdogan se cree Dios. El señor Trump dice que los kurdos ‘no somos ángeles’. No, pero somos seres humanos».
Nadine también pudo viajar a la ciudad de Tal-Tamr y ver por sí misma los estragos que causaron los ataques aéreos turcos en esta región cristiana. Cuando visitó el hospital de Tal-Tamr, médicas y enfermeras lloraron al describir a los civiles a los que atendieron y a los que no pudieron salvar. Nadine también se reunió con cristianos y yazidíes en otras zonas de la AANES quienes le hablaron del ambiente creado por los derechos humanos, la libertad de religión o fe y la igualdad de género. Cristianos kurdos, sirios y armenios, musulmanes árabes y kurdos, yazidíes y otros grupos religiosos conviven pacíficamente y sirven en todos los niveles de la AANES y de las Fuerzas Democráticas Sirias. Aunque la AANES aún tiene problemas que resolver, ha generado unas condiciones sin parangón en el resto de Oriente Medio.
Por desgracia, las condiciones en las zonas invadidas y ocupadas por Turquía no han hecho más que deteriorarse desde la invasión de octubre. Una audiencia de la USCIRF en junio, titulada «Salvaguarda de la libertad religiosa en el noreste de Siria», documentó cómo las fuerzas turcas atacan a los kurdos y a otras minorías étnicas y religiosas, incluidos cristianos y yazidíes, mediante asesinatos, secuestros, violaciones, conversaciones forzadas, provocaciones, detenciones y destrucción de lugares religiosos. También se está forzando un cambio demográfico al trasladar a los desplazados internos de otras partes de Siria a los hogares de los que se han visto obligados a huir. Genocide Watch calificó estas acciones de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Afortunadamente, el presidente Trump decidió mantener un pequeño destacamento en Siria como parte de la coalición internacional para luchar contra el EI y proteger los pozos de petróleo.
El 15 de septiembre, la Comisión Internacional de Investigación Independiente de las Naciones Unidas sobre la República Árabe Siria publicó un informe que documentaba dichos crímenes. La Comisión pidió a Turquía que «respete el derecho internacional y ponga fin a las violaciones cometidas por grupos armados bajo control de Turquía, incluidos asesinatos, secuestros, traslados ilegales, confiscaciones de tierras y propiedades y desalojos forzosos». El presidente del grupo, Paulo Pinheiro, afirmó que «el Ejército Nacional Sirio, respaldado por Turquía, puede haber cometido crímenes de guerra como toma de rehenes, trato cruel, tortura y violación».
En Afrin, según noticias recientes, las fuerzas respaldadas por Turquía están atacando a los cristianos kurdos, en particular a los conversos. Radwan Muhammad, cristiano kurdo, fue detenido por celebrar un funeral cristiano en memoria de su esposa, a pesar de que ambos se convirtieron hacía muchos años. Ha sido acusado de apostasía y actualmente está detenido a la espera de nuevos cargos contra él. La USCIRF y el CSW han instado a Turquía a ponerlo en libertad. La comunidad internacional debe alzar la voz y presionar a Turquía para que intervenga o es probable que se produzcan más detenciones y persecuciones. La represión imperante, solo vista en países autoritarios, ha obligado a los cristianos kurdos a pasar a la clandestinidad.
Llamada a la acción
La libertad de religión o credo es un derecho humano fundamental que los gobiernos deben garantizar a todas las personas sin ninguna discriminación ni limitación. En una región como Oriente Medio, plagada de conflictos y sectarismo, las minorías religiosas son especialmente vulnerables, sobre todo los conversos del Islam, incluidos los cristianos kurdos conversos. La comunidad internacional debe defender estas comunidades, presionar a los gobiernos de Oriente Medio para que den prioridad a la libertad de religión o credo y apoyar a quienes lo hacen. Para preservar este derecho en Siria, la USCIRF ha formulado importantes recomendaciones al gobierno estadounidense, aunque sería beneficioso que el Reino Unido y la comunidad internacional también las tuvieran en cuenta. Por ejemplo, recomendó al gobierno de Estados Unidos que presione a Turquía para que proporcione el calendario de su retirada de Siria.
Ya que los gobiernos occidentales utilizan las sanciones contra Siria para castigar y debilitar el régimen de Assad, Estados unidos y la Unión Europea deben levantar las sanciones en las zonas gobernadas por la AANES, ampliar el compromiso con esta organización y concederle reconocimiento político como gobierno local legítimo. La AANES fue creada para operar bajo un gobierno central en una Siria post-Assad, y debe ser incluida en todas las actividades de acuerdo con la Resolución 2254 de la ONU que exige el alto el fuego y un acuerdo político en el país. Como único gobierno exitoso en Siria que representa a un tercio del país, la AANES merece participar en el estudio de cualquier solución política para Siria. El futuro de la libertad de religión o credo depende muy probablemente de su inclusión.
La historia de los cristianos kurdos y demás minorías religiosas de Oriente Medio es una historia de enorme sufrimiento, pero también de supervivencia y gran resistencia. Por suerte, estamos a tiempo de salvar el noreste de Siria como refugio para estas comunidades, pero solo si la comunidad internacional ofrece su apoyo inmediato.