La Administración autónoma debe hacer equilibrios en Deir ez-Zor
Medya News – Matt Broomfield – 8 septiembre 2023 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
La AANES debe aprovechar la crisis actual para explorar nuevas formas de incorporar las voces de los actores tribales sin perder de vista su visión progresista ni comprometer la seguridad regional, como han conseguido con mayor éxito en ciudades árabes como Manbij o Raqqa.
La crisis de la ciudad siria de Deir ez-Zor es más compleja de lo que las partes en conflicto quieren hacer creer. Los partidarios del gobierno sirio y de la ocupación turca en Siria han intentado presentar el levantamiento de esta semana, en última instancia local pero no por ello menos explosivo, que ha dejado más de 100 muertos, como la expresión del descontento final de las «tribus árabes» locales con la gobernanza de la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES) dirigida por kurdos y su ala militar en las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF).
Cualquier generalización sobre las «tribus árabes» y lo que «quieren» es burda y poco útil. Las principales federaciones tribales cuentan con millones de miembros y los principales agentes del poder tribal son lo bastante hábiles como para mantener ramas leales tanto a la AANES como a las autoridades centrales sirias, manteniendo vínculos pragmáticos con ambas. En realidad, si los cientos de miles de árabes que viven bajo el control de la AANES en Deir ez-Zor rechazaran realmente el gobierno de la AANES, la región se volvería rápidamente ingobernable. Por el contrario, algunas tribus locales siguen aliadas a las SDF, y los árabes de otras zonas del noreste permanecen leales a la AANES. En el último levantamiento, muchos árabes y kurdos lucharon y murieron como aliados, codo con codo. Estas realidades no deben pasarse por alto.
Por otra parte, el lenguaje eufemístico de las fuentes prokurdas que enmarcan la reciente operación como un simple ataque contra «ISIS y los traficantes de drogas» tampoco capta las complejidades del compromiso de las SDF en la región, y los agravios a largo plazo sobre la forma en que la fuerza dirigida por los kurdos ha tratado de mantener la seguridad en la región tras la derrota territorial de ISIS en 2019 allí, en su último bastión. En anteriores protestas en Deir ez-Zor se han mezclado reivindicaciones legítimas de una mayor representación árabe en la gobernanza local con llamamientos a la liberación inmediata de los miembros de ISIS detenidos, lo que da fe del complejo desafío al que se enfrenta la AANES en la región.
En el comunicado en el que anunciaban inicialmente la operación, las SDF señalaban que su objetivo principal era «perseguir a los criminales responsables de perpetrar injusticias contra la población local». Este añadido apunta tácitamente al desencadenante a corto plazo de los disturbios, a saber, la destitución del hombre fuerte local, contrabandista y pragmático traficante Abu Khawla, un hombre famoso (aunque ni mucho menos el único) por sus tratos tanto con ISIS como con los kurdos en el transcurso del conflicto sirio. Nombrado jefe del consejo militar regional de las SDF, la prominente posición de Abu Khawla como emir de la tribu Bakir le permitió eludir las acusaciones de corrupción y nepotismo tribal, hasta que finalmente las SDF lo detuvieron la semana pasada.
El hecho de que Abu Khawla haya podido seguir siendo el interlocutor clave de las SDF en Deir ez-Zor durante tanto tiempo no es un hecho desagradable que deba ocultarse bajo la alfombra mediante la retórica antiterrorista, sino que pone de manifiesto la magnitud del desafío al que se enfrenta la región. Porque, como atestigua el último brote de violencia protagonizado por las fuerzas tribales leales a Khawla, no hay respuestas fáciles.
La reputación de Abu Khawla no era ningún secreto. Pero, ¿cómo debían proceder las SDF? ¿Retirar a Abu Khawla y arriesgarse a un mayor resurgimiento de ISIS? ¿Promover a otro líder tribal y avivar aún más las tensiones regionales? ¿Devolver totalmente la responsabilidad de la toma de decisiones a la región, en línea con el programa nominal de gobierno democrático directo de la AANES, o retirarse totalmente del interior árabe, en línea con los deseos de los nacionalistas kurdos contrarios a la AANES, y dejar a las mujeres locales y a la población civil en riesgo de sufrir más violencia y explotación? ¿Afirmar un mayor control central sobre la región, y arriesgarse a provocar aún más a los actores tribales regionales, como se ha visto en los recientes disturbios?
Existe una tensión permanente entre la visión progresista de una gobernanza descentralizada, dirigida por mujeres y de democracia directa que promueve la AANES, y las realidades de la administración de una región agitada, empobrecida, conservadora y asolada por la guerra. El pie de la AANES se ha tambaleado al caminar por esta cuerda floja, y debe tener cuidado de no resbalar.
No obstante, la AANES tiene el mérito de haber permanecido en la región y de seguir buscando la opinión de los agentes tribales. A pesar de las frustraciones locales, está claro que una gran mayoría de la población local prefiere de buen grado la AANES al regreso del brutal régimen sirio o a un resurgimiento de ISIS. Esta realidad queda atestiguada por el hecho de que ISIS se centra en atacar a civiles árabes, líderes tribales y militares que trabajan con la AANES, mientras que el régimen sirio no pierde ocasión de intentar sembrar la enemistad entre kurdos y árabes. En cierto modo, los opositores de la región reconocen así que temen el programa de cooperación intercomunitaria de la AANES y la alternativa que presenta.
Salvo la tribu Bakir de Abu Khawla, todos los demás actores tribales locales relevantes reafirmaron su apoyo a la AANES o declararon su neutralidad tras su detención. Queda espacio para trabajar, construir y establecer nuevos modos de cooperación en Deir ez-Zor. La AANES debe aprovechar la crisis actual para explorar nuevas formas de incorporar las voces de los actores tribales sin perder de vista su visión progresista ni comprometer la seguridad regional, como han conseguido con mayor éxito en ciudades árabes como Manbij o Raqqa.
Existen agravios legítimos en Deir ez-Zor, donde el desarrollo y la reconstrucción han sido constantes pero lentos tras la derrota de ISIS, y la crisis humanitaria y de seguridad sigue siendo grave. Pero sigue siendo la Administración Autónoma multiétnica dirigida por los kurdos la que tiene más posibilidades de sacar adelante la región como elemento único de un sistema federal sirio que preserve el carácter particular de la región, incluida su antipatía a largo plazo hacia la gobernanza centralizada.