Erdoğan burla las esperanzas de paz eligiendo el camino de la autocracia y la guerra

Medya News – Sarah Glynn – 22 marzo 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
Turquía ha abierto un camino hacia la paz, pero ha elegido seguir una ruta muy diferente. El gobierno se niega a realizar los cambios necesarios para que el PKK haga efectivo el llamamiento de Öcalan a disolverse. Esta intransigencia destructiva se ve agravada por la continua violencia militar en Siria, y ahora por un asalto existencial a los restos de la democracia turca mediante la detención del principal rival político de Erdoğan. La paz y la democracia están entrelazadas, y ambas están siendo asfixiadas.
No hace mucho, yo -como muchos otros- describí a Turquía en una encrucijada. El presidente Erdoğan ha dejado claro qué dirección ha elegido, y no es la dirección de la paz y la democracia. Envalentonado por un clima político internacional en el que los políticos no se avergüenzan de tratar el mundo como un partida de Risk y ya no sienten la necesidad de ocultar sus ansias de poder, y en el que la falta de sinceridad en los acuerdos políticos se ha normalizado, Erdogan se ha comprometido con una vía de violencia militar y autoritarismo político.
Turquía comenzó la semana [pasada] bombardeando un pueblo a las afueras de Kobanê, matando a una familia de diez miembros, entre ellos ocho niños. El miércoles, el Estado turco ya había detenido al que se considera el mayor rival de Erdoğan por la presidencia, Ekrem İmamoğlu, alcalde de Estambul.
El compromiso de Erdoğan con el camino de la violencia no solo se desprende claramente de sus acciones, también es evidente en lo que no ha hecho. El Gobierno turco no ha hecho nada que pueda convencer a la población de que la reciente apertura de nuevas conversaciones con Abdullah Öcalan constituye un avance sincero hacia la paz.
Más adelante, analizaré la acción -potencialmente crucial- contra Imamoğlu y su Partido Republicano del Pueblo (CHP), y la reacción masiva que ha provocado. Pero antes, quiero centrarme en lo que ha ocurrido con las esperanzas y preocupaciones suscitadas por el llamamiento de Abdullah Öcalan, el 27 de febrero, para que la lucha armada del PKK fuera sustituida por un enfoque centrado en la paz y la democracia.
La paz necesita algo más que palabras
La cuestión kurda sigue siendo clave para el futuro de Turquía y está íntimamente ligada a cuestiones de democracia; sin embargo, el enfoque del gobierno a esta cuestión parece contradictorio y confuso.
Puede que estemos siendo testigos de los efectos externos de los desacuerdos internos del gobierno sobre a dónde podrían conducir estas conversaciones, o puede que esta apertura siempre estuviera prevista como una especie de distracción y trampa, una forma de atar en corto al Movimiento por la Libertad de Kurdistán y de culparles de no completar un proceso de paz, al tiempo que se aseguraba de que no era posible completarlo.
El PKK lleva décadas dispuesto a entablar negociaciones de paz serias, y parecía que el gobierno turco había reconocido que esto también redundaría en su beneficio.
Militarmente, la situación actual ha llegado a un punto muerto. Murat Karayılan, del Consejo Ejecutivo del PKK, declaró el lunes a Sterk tv:
«Ha habido una guerra durante 41 años y las partes no han sido capaces de destruirse mutuamente. Ni nosotros hemos podido sacar a las fuerzas del Estado de Kurdistán, ni ellos han podido liquidarnos como organización y arrebatarnos nuestras posiciones. En otras palabras, el resultado es un punto muerto, y deben aceptarlo».
Al gobierno turco no le gusta recibir a sus soldados en bolsas de cadáveres con poco que mostrar por su pérdida, y su interminable guerra está drenando la economía del país. También tienen motivos para desconfiar de que la cambiante dinámica de poder en la región esté generando un nuevo apoyo a los kurdos como bastión contra los grupos islamistas. También pueden entender que los kurdos, cansados de la guerra, si tuvieran la oportunidad, elegirían la paz en lugar de un futuro incierto a merced de los juegos de poder regionales. Además, Erdoğan ha ido perdiendo popularidad y necesita hacer algo que le devuelva el apoyo.
Sin embargo, el gobierno también parece creer que puede lograr la «paz» manteniendo la violencia y la opresión. No muestra signos de considerar ningún cambio que permita que los combatientes se conviertan en civiles, o que el pueblo de Turquía (de cualquier origen) pueda perseguir sus derechos y objetivos a través de medios democráticos. Öcalan pedía paz y democracia. La democracia en Turquía está siendo muy atacada y, hasta ahora, la única paz que se ofrece al PKK es la paz de la tumba.
Cuando el PKK respondió rápida y positivamente al llamamiento de Öcalan para que se disolviera, dejó claro que para ello se necesitarían garantías legales y constitucionales, y que primero tendrían que celebrar un congreso en el que pudieran hablar directamente con Öcalan. El PKK pidió un alto el fuego, y hubo un reconocimiento general de que la pelota estaba ahora en el tejado del gobierno. Pero el Estado turco no hizo más que intensificar sus ataques contra el PKK.
El 13 de marzo, Cemil Bayik, copresidente de la Unión de Comunidades de Kurdistán, organismo que agrupa al PKK, recordó a los telespectadores en Sterk TV:
«Todo el mundo sabe que no es posible que el congreso se reúna en estas condiciones y que es peligroso. Si se dan las condiciones, el congreso se reunirá y tomará esas decisiones. El movimiento ya lo ha declarado abiertamente».
La única respuesta de Devlet Bahçeli, que ha encabezado el nuevo compromiso con Öcalan, fue insistir en que el congreso se celebrara inmediatamente y sin condiciones. (Bahçeli es líder del Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), de extrema derecha, y principal aliado de Erdoğan).
En su entrevista del lunes en Sterk TV, Karayılan explicó que la situación no es tan sencilla como a Bahçeli le gusta sugerir. Hay muchos combatientes del PKK que aún no están convencidos de la necesidad de deponer las armas, y la única persona que podrá convencerlos es Öcalan, que «debe tener la oportunidad de participar activamente en este proceso», de «ser libre», y de «actuar libremente». Karayılan concluyó la entrevista señalando que el PKK está dispuesto a la paz, pero, si el Estado no lo acepta, también está dispuesto a la guerra.
El martes, el ministro de Justicia de Turquía declaró que no había ninguna posibilidad de que Öcalan obtuviera la libertad condicional. Afirmó que el derecho a ser considerado para la libertad condicional, conocido como el Derecho a la Esperanza, no es un concepto en la legislación de Turquía. Esto no es jurídicamente correcto, ya que el Convenio Europeo de Derechos Humanos, suscrito por Turquía, prevalece sobre la legislación estatal.
El miércoles, Duran Kalkan, también del Comité Ejecutivo del PKK, subrayó la falta de acción significativa del gobierno en una entrevista con Medya Haber, añadiendo acusaciones específicas de engaño gubernamental.
«La información que recibimos fue que habría cambios en las condiciones en İmralı en la semana siguiente a la llamada del Líder Apo. Se tomarían medidas para asegurar que el Líder Apo pudiera vivir y trabajar libremente. Han pasado veinte días, ¡y nadie en İmralı tiene información!».
Destacando la centralidad de Öcalan para cualquier paz futura, Kalkan declaró: «Ni una sola persona con un arma en la mano depondrá su arma a menos que vea la libertad física del líder Apo».
La respuesta de Bahçeli fue proponer una fecha y un lugar para el congreso del PKK, pero sin ninguna indicación de cómo podría llevarse a cabo.
Newroz
En la misma declaración escrita, Bahçeli dio la bienvenida a Newroz -o Nevruz- (claramente deskurdizado), que describió como «un símbolo de nuestra existencia nacional, nuestra identidad nacional y nuestra unidad nacional profundamente arraigada», y también intentó presentar al CHP como los nuevos enemigos del Estado, que estaban creando el «caos», «perturbando una Turquía libre de terror, fomentando los disturbios [y] provocando la salida de las tropas a las calles». El intento de cortar los vínculos kurdos con Newroz se hace eco de las prácticas estatales de la década de 1990 y se vio reforzado por la propuesta de Erdoğan, al día siguiente, de que el festival fuera declarado fiesta nacional de la «primavera y la hermandad».
Las multitudinarias -y muy kurdas- celebraciones de Newroz de este año se han visto libres del acoso y las detenciones habituales, a pesar de centrarse en el liderazgo y la libertad de Öcalan. Öcalan y el PKK han convertido esta tradicional fiesta de primavera en un poderoso foco de resistencia kurda, pero parece que este año el gobierno turco ha decidido que la mejor manera de contrarrestar el simbolismo de esa resistencia era no interponerse, como si dijera olvidaos de todas las pruebas de vuestros ojos y de la historia, no necesitáis la política kurda, estáis a salvo con nosotros. (Del mismo modo, las autoridades iraníes parecen haber decidido también, en la mayoría de los casos, que reprimir las celebraciones de Newroz no era políticamente conveniente, y los kurdos de Irán crearon algunas celebraciones multitudinarias, con ropas kurdas y muchas mujeres con el pelo descubierto).
En línea con el mensaje de Bahçeli, la habilitación de Newroz por parte de Turquía fue también un intento de evitar que los kurdos relacionaran su opresión con la opresión en curso contra el CHP y la democracia turca. Puede que haya ayudado a evitar verter más petróleo en un ambiente político que ya arde de ira antigubernamental, pero no se impedirá que los políticos y activistas kurdos se mantengan firmes junto al CHP en apoyo de la democracia.
La vendetta de Erdoğan contra İmamoğlu
Tras la detención de İmamoğlu, la pregunta que ocupa la mente de muchos es si, al llevar a cabo un ataque descarado contra su principal oponente, Erdoğan ha calculado mal y ha puesto en marcha fuerzas que podrían conducir a su propia caída. İmamoğlu lleva tiempo en el punto de mira de Erdoğan y ya había sido objeto de varias causas judiciales. La amenaza de inhabilitación política, tras ser condenado por calificar de «tontos» a los funcionarios electorales, echó por tierra sus posibilidades de ser elegido candidato presidencial del CHP para las elecciones de 2023. Esta vez, se esperaba -y se sigue esperando- que İmamoğlu sea elegido sin oposición como próximo candidato presidencial de su partido en la votación del domingo: una situación que Erdoğan parece decidido a evitar.
El día anterior a su detención, se revocó el diploma de la Universidad de Estambul de İmamoğlu alegando que su traslado a la universidad en 1990 no era válido. Su abogado argumentó que la junta que tomó la decisión no tenía «más autoridad sobre un diploma que la que tiene la cafetería de la universidad», pero la ausencia de un título lo inhabilitaría para presentarse a la presidencia.
İmamoğlu fue detenido la madrugada del miércoles en una operación policial en la que también se detuvo a más de un centenar de personas. Se le acusa de corrupción y, por separado, de ayudar a la «organización terrorista» PKK. La acusación de «terrorismo» se basa en el acuerdo electoral alcanzado entre el CHP y el partido prokurdo DEM en determinados municipios en las elecciones locales del año pasado.
Después de todo lo que había pasado antes, pocas personas que no sean leales a Erdoğan verán esto como otra cosa que no sea un ataque político, y el CHP lo etiquetó inmediatamente como «un intento de golpe de Estado contra nuestro próximo presidente». Es un ataque masivo a la democracia.
A pesar de los intentos de Erdoğan de presentar al gobierno como amigo de los kurdos, la acusación de terrorismo es también una prueba más del rechazo del gobierno a cualquier forma de política kurda: un acuerdo electoral con un partido político no se instrumentalizaría normalmente como una acusación de terrorismo.
Ayer, el líder del CHP, Özgür Özel, anunció que si su partido no hubiera tomado medidas cautelares, creen que el Estado habría seguido sus ataques directos contra İmamoğlu nombrando a un administrador para tomar el control temporal de todo el partido.
Protestar para salvar la democracia
A pesar de la prohibición de manifestarse durante cuatro días en Estambul, las restricciones a las redes sociales y el cierre de carreteras y metros, la detención de Imamoğlu ha sido recibida con protestas multitudinarias, airadas y cada vez más numerosas. Las multitudes piden la dimisión de Erdoğan.
Inevitablemente, se están haciendo comparaciones con las protestas del Parque Gezi de 2013. Desde entonces, Erdoğan ha consolidado su control sobre el Estado y ha aumentado las fuerzas de opresión; sin embargo, en esta ocasión, el partido político ahora más popular está llamando a los manifestantes a las calles, los enormes problemas económicos han producido una población con poco que perder, y el llamamiento a la protesta, contra una amenaza existencial a lo que queda de la democracia turca, está siendo asumido por muchos grupos diferentes -desde estudiantes universitarios hasta agricultores de la conservadora Konya-. La crisis autoimpuesta por Erdoğan está dañando aún más la economía, y el gobierno ha tenido que gastar miles de millones de dólares para evitar que la lira turca entre en caída libre.
Históricamente, el CHP no ha sido amigo de los kurdos, aunque las relaciones han mejorado recientemente. El Partido Demócrata tampoco tiene motivos para respetar a İmamoğlu personalmente: el alcalde tenía poco tiempo para las preocupaciones kurdas a pesar de beneficiarse de los votos kurdos. Pero lo que está en juego va más allá de la persona y el partido. Quieren evitar que Erdoğan convierta Turquía en una autocracia en toda regla. Con clara referencia a las discusiones en torno al llamamiento de Öcalan, que parecen pertenecer a un universo alternativo, la declaración del Partido DEM describe lo que ha estado ocurriendo como «también un ataque dirigido a romper las esperanzas de paz y democracia del pueblo de Turquía.»
LA AUTORA
Sarah Glynn es escritora, activista y columnista permanente de Medya News: consulta su sitio web y síguela en X o bluesky.