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La candidatura a la OTAN reaviva la disputa de Suecia con Turquía por los kurdos

Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía

POLITICO – Charlie Duxbury – 24 mayo 2022 – Traducido por Rojava Azadi Madrid

La exigencia de Turquía de que Suecia y Finlandia extraditen a 33 personas parece que va a retrasar mucho las candidaturas de Estocolmo y Helsinki a la OTAN.

ESTOCOLMO – Cuando el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan insiste en que hay «terroristas sentados en los parlamentos de ciertos países» para justificar su objeción a la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN, la legisladora sueca de la oposición Amineh Kakabaveh no duda de a quién se refiere.

«Por supuesto que Erdoğan se refería a mí», ha dicho la diputada independiente de la oposición a POLITICO. «Para Erdoğan, todo partidario y todo defensor de los kurdos es un terrorista».

Defensora de los derechos de los kurdos desde hace tiempo, ha presionado al gobierno sueco para que aumente su cooperación con el PYD, filial política del grupo de milicias kurdas YPG del territorio autónomo del norte de Siria, que se ha enfrentado a las fuerzas turcas. El pasado otoño, retuvo su importantísimo respaldo a la candidatura de la líder socialdemócrata Magdalena Andersson a primera ministra de Suecia hasta que se asegurara un compromiso de apoyo.

Este movimiento no pasó desapercibido en Ankara. La semana pasada, funcionarios turcos dijeron que el acuerdo de Kakabaveh era emblemático de una política exterior sueca que desde hace tiempo apoya a los grupos kurdos que Ankara considera terroristas.

Turquía dijo que, debido a esas políticas, bloquearía la decisión más importante de Andersson desde que se convirtió en líder de Suecia: llevar a su país a la OTAN junto con la vecina Finlandia tras la invasión rusa de Ucrania. Como uno de los 30 miembros actuales de la OTAN, Turquía puede vetar la adhesión de nuevos miembros. Las adhesiones de Suecia y Finlandia están ahora en suspenso.

Junto con el aparente etiquetado de Kakabaveh como terrorista por parte de Erdoğan, en comentarios de los que luego intentó retractarse, el embajador de Turquía en Suecia, Hakkı Emre Yunt, dijo el viernes que Kakabaveh debería ser extraditada a Turquía.

«Ciertos diputados… trabajan contra Turquía en el parlamento todo el tiempo. Presionan al gobierno sueco para que adopte una postura negativa hacia Turquía», dijo Yunt.

Para la OTAN, el enfrentamiento entre Turquía y Suecia, y en menor medida Finlandia, a la que Ankara también acusa de apoyar a terroristas, es un espectáculo secundario no deseado en un momento en que Rusia está atacando Ucrania, un país limítrofe con los miembros de la OTAN. Diplomáticos y expertos regionales consideran que Turquía probablemente está utilizando a Suecia como palanca en una campaña política más amplia en la que Erdoğan quiere jugar con su base interna y obtener concesiones internacionales, sobre todo presionando a Estados Unidos para que desbloquee una importante compra de aviones de combate.

Esta estrategia está retrasando el calendario. Suecia y Finlandia esperaban una rápida adhesión a la alianza, lo que les permitiría recurrir a la política de defensa mutua de la OTAN y añadir una nueva profundidad a las defensas del noreste de la alianza.

Las esperanzas de esta vía rápida se están desvaneciendo. El domingo, el ministro de Asuntos Exteriores de Finlandia, Pekka Haavisto, dijo que podría llevar «varias semanas» alcanzar un acuerdo con Turquía.

Viejas heridas

El choque también corre el riesgo de reabrir viejas heridas entre Turquía y otros miembros de la alianza, algunos de los cuales se han enfrentado a Ankara en circunstancias similares a las que ahora enfrentan Suecia y Finlandia. En 2009, Erdoğan trató de bloquear el nombramiento del ex primer ministro danés Anders Fogh Rasmussen como secretario general de la OTAN y, una década más tarde, Turquía también puso en tela de juicio un plan para trasladar tropas a los Estados miembros orientales de la OTAN.

En ambos casos, Turquía exigió que los países de la OTAN apoyaran su línea dura respecto a los grupos kurdos.

Para Ankara, el YPG y el PYD son indistinguibles del PKK, un grupo militante que ha llevado a cabo una campaña violenta contra el Estado turco desde principios de la década de 1980 y que está clasificado por Turquía, la UE y Estados Unidos como organización terrorista.

A diferencia de Turquía, la UE y Estados Unidos no consideran terroristas al PYD ni al YPG, cuyos combatientes fueron fundamentales en la derrota del grupo militante islamista ISIS en Siria en 2019.

Suecia, al igual que varios otros estados europeos, tiene una comunidad kurda bastante grande, estimada en unas 100.000 personas, con miembros políticamente activos que llevan a cabo campañas y protestas regulares contra el Estado turco.

En algunos casos, la naturaleza fluida de las afiliaciones dentro de algunas organizaciones pro-kurdas parece haber dificultado a las autoridades de Suecia y otros países europeos el seguimiento de dónde termina el apoyo a grupos legales como el YPG y dónde comienza el apoyo al terrorista PKK. Por ejemplo, han aparecido banderas del PKK en manifestaciones pro-kurdas más amplias en Estocolmo.

La historia de Suecia con el PKK se remonta a décadas atrás y tiene algunos episodios de gran repercusión. En 1984, Suecia se convirtió en el primer país, después de Turquía, en declarar al PKK organización terrorista, mientras que en 1986 se sospechó de la participación del grupo en el asesinato del primer ministro sueco, Olof Palme, en una línea de investigación muy vigilada que posteriormente se descartó.

Manifestantes kurdos participan en una manifestación con banderas kurdas en Estocolmo, Suecia | Frederik Sandberg/AFP via Getty Images

¿Y ahora qué?

No está claro qué pasará después. Las exigencias de Ankara hasta el domingo por la noche eran que Suecia debía clasificar a las YPG como terroristas y cortar sus vínculos con el grupo.

Turquía también exige la extradición a Turquía de 33 personas de Suecia y Finlandia que, según dice, apoyan el terrorismo. También se presiona a Suecia para que abandone su adhesión al embargo de armas occidental en vigor contra Turquía desde que lanzó un ataque contra las fuerzas del YPG en Siria en 2019.

La presidenta sueca Andersson y el presidente finlandés Sauli Niinistö hablaron con Erdoğan por teléfono el sábado, pero apenas hubo avances, según declaraciones de los tres gobiernos.

İlnur Çevik, asesor de Erdoğan, declaró el domingo a la televisión sueca SVT que las partes sólo habían «acordado, hasta ahora, estar en desacuerdo».

Çevik dijo que «no hay mucho que Turquía pueda hacer» sobre el hecho de que Estados Unidos y otros países de la OTAN no consideren a las YPG como terroristas, pero Ankara cree que al menos ahora puede forzar un cambio en las políticas de Suecia y Finlandia.

«Aquí hay algo que podemos hacer y el pueblo turco nos pide que lo hagamos», dijo Çevik.

Los días y las semanas que se avecinan pondrán a prueba la capacidad negociadora de Suecia y Finlandia. Los expertos afirman que es poco probable que Turquía dé marcha atrás a corto plazo, ya que Erdoğan se enfrenta a unas elecciones el año que viene y parece estar dispuesto a mostrar su influencia internacional.

Pero también se considera muy poco probable que Suecia y Finlandia satisfagan las exigencias turcas en materia de extradiciones a Turquía, dado que Suecia, en particular, lleva mucho tiempo intentando desempeñar un papel de garante internacional de los derechos humanos.

La ministra de Asuntos Exteriores sueca, Ann Linde, ha tachado de «desinformación» cualquier sugerencia de que Estocolmo apoya el terrorismo y ha señalado que Suecia fue el primer país, después de Turquía, en designar al PKK como grupo terrorista. Tras una reunión con un grupo al que se refirió como «kurdos de Irán que viven en Suecia» en 2020, Linde tuiteó que «Suecia defiende los derechos humanos y la democracia, y no sólo a los kurdos. La opresión a la que muchos están sometidos en sus países de origen es inaceptable.»

La recalificación unilateral de las YPG como terroristas por parte de Estocolmo o Finlandia también parece improbable, ya que Suecia condenó anteriormente las incursiones turcas en Siria contra ese grupo.

De hecho, el acuerdo entre los socialdemócratas y la diputada de la oposición Kakabaveh decía que «los combatientes de la libertad que han luchado o simpatizado con el YPG o el PYD deben ser clasificados como terroristas por ciertos actores estatales es inaceptable.»

Por su parte, Kakabaveh ya ha amenazado con retirar su apoyo al gobierno sueco en las próximas votaciones si éste no cumple con los compromisos adquiridos en su acuerdo.

Nacida en una región étnicamente kurda de Irán, luchó en la adolescencia para la milicia peshmerga antes de huir a Suecia. Dijo que Estocolmo debe hacer más para resistir los intentos de Erdoğan de oprimir a los grupos kurdos.

«Turquía no quiere que los kurdos de ningún país tengan sus derechos», dijo.

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