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En Turquía, la lucha por la democracia no ha terminado

Partidarios del Partido de la Izquierda Verde durante un acto de la campaña electoral en Estambul, Turquía, el sábado 13 de mayo de 2023. (Erhan Demirtas/Bloomberg vía Getty Images)

Jacobin – Devris Çimen – 15 mayo 2023 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

Las elecciones de Turquía del domingo han llevado al titular Recep Tayyip Erdoğan al umbral de otro mandato. Pero ahora se enfrenta a una segunda vuelta, en la que las fuerzas kurdas y prodemocráticas aún pueden infligir una derrota histórica al autoritario presidente.

La gente de todo el mundo se ha despertado hoy con la noticia de que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, está a punto de pasar otros cinco años fortaleciendo su control sobre el poder. En la votación en primera ronda del domingo, Erdoğan obtuvo un apoyo del 49,5 por ciento, mientras que su rival Kemal Kılıçdaroğlu recibió el 44,9 por ciento. Se ha anunciado una segunda vuelta de las elecciones para el 28 de mayo.

La sombría situación nos recuerda las débiles normas democráticas de Turquía y el alcance de los sentimientos nacionalistas, racistas y de extrema derecha. El rayo de esperanza proviene del acosado Partido Democrático de los Pueblos (HDP), cuya lucha inquebrantable por los valores democráticos progresistas ha vuelto a mostrar su resistencia.

El HDP y su asociado, el Partido de la Izquierda Verde, se unieron al proceso electoral en condiciones extremadamente hostiles, con un régimen autocrático que controlaba todas las instituciones estatales y la prensa. Estas dificultades quedaron bien ilustradas por una declaración conjunta de los observadores electorales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y el Consejo de Europa. Dijeron que aunque las elecciones del 14 de mayo estaban «bien organizadas» y en su mayor parte pacíficas, los votantes se vieron limitados en sus opciones políticas por la criminalización y el encarcelamiento de los miembros del HDP.

La declaración también señaló las barreras impuestas por Erdogan, que restringieron masivamente a la oposición. La OSCE declaró: “Las preocupaciones desde largo tiempo sobre el respeto de las libertades fundamentales de reunión, asociación y expresión, así como la independencia del poder judicial, todas claves para un proceso democrático, quedaron sin abordar en el período electoral”.

El gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan, que controla todas las instituciones estatales, utilizó estrategias calculadas para excluir al HDP en particular de la carrera electoral. Como resultado del proceso en curso destinado a prohibir el partido, el HDP no se postuló por derecho propio sino que tuvo que participar a través de la Izquierda Verde. Hizo esto para superar el riesgo inminente de cierre a través de un caso judicial motivado políticamente, un destino que ya ha caído sobre ocho de sus predecesores.

La organización del partido del HDP ya estaba debilitada por la represión sistemática, que ha continuado ininterrumpidamente desde 2016, con más de quince mil líderes y miembros del partido arrestados. Ahora mismo este partido tiene más de cuatro mil militantes languideciendo en la cárcel. En cuanto al Partido de la Izquierda Verde , fue admitido al proceso electoral muy tarde, solo una vez que ya se había anunciado la fecha de las elecciones. Todo esto es parte de los sofisticados esfuerzos de Erdogan para negarnos una participación justa en el proceso político.

Como estructura política a la que se le negaron prácticamente todos los recursos, el Partido de la Izquierda Verde entró a participar en las elecciones en términos desiguales. Los votantes de izquierda podían elegir entre dos opciones: el Partido de la Izquierda Verde o el Partido de los Trabajadores de Turquía (TIP), aliado de la Alianza por el Trabajo y la Libertad. Aun así, los resultados muestran que el HDP y el bloque que lo rodea mantienen la posición que habían conquistado en la contienda de 2018.

El HDP, a través de la Izquierda Verde, ha vuelto a mantener su posición como la tercera fuerza principal, tanto en el Asamblea como en la sociedad. Millones de ciudadanos en Turquía han depositado su confianza en nosotros para continuar la lucha contra la autocracia y la opresión y exigir una solución democrática y pacífica a los problemas de Turquía. Ese es el trabajo que ahora debe llevarse adelante.

Ofensiva Sistemática

Si las condiciones políticas en Turquía fueran libres y justas, el HDP habría participado con el apoyo de más de cuatro mil funcionarios encarcelados, excopresidentes, diputados, coalcaldes y miembros. No habrían sido excluidos de los medios de comunicación en Turquía y habrían podido difundir sus ideas a la sociedad en igualdad de condiciones. Esto podría haber producido un resultado bastante diferente y, de hecho, un escenario de pesadilla para Erdoğan.

Las propias elecciones presidenciales se llevaron a cabo en condiciones extraordinarias. El candidato de la oposición Kılıçdaroğlu, del Partido Popular Republicano (CHP), que fue excluido de todos los medios y plataformas estatales, recibió el apoyo del HDP y su bloque. Con esta ayuda, Kılıçdaroğlu al menos ha logrado forzar una segunda vuelta contra Erdoğan. En este sentido, el mito de la invencibilidad del presidente realmente ha sufrido un duro golpe. De hecho, estos son sus peores resultados en unas elecciones.

Ahora, podemos esperar que, a pesar de las medidas para la manipulación de los votantes mediante la retórica nacionalista y religiosa, en la segunda vuelta el pueblo turco no reelija a un hombre que ha hecho tanto daño a su país. Si efectivamente regresa a la presidencia, el pueblo se estará castigando aún más y garantizando un futuro aún menos democrático.

Turquía ha experimentado todo tipo de gobierno en sus cien años de historia: todo, desde el kemalismo secular-nacionalista de la principal oposición CHP hasta el islamismo, los golpes, la dictadura militar y, finalmente, el tipo particular de autoritarismo cada vez más islamista y nacionalista de Erdogan. Lo único que no se ha intentado es una democracia consistente.

Ahora y en los próximos años, Turquía debe superar sus miedos y atreverse a ser democrática. Las fuentes de inspiración más importantes a este respecto son el HDP y el Partido de la Izquierda Verde, y el enfoque político más amplio del movimiento de libertad kurdo. A pesar de la lucha por el poder entre el bloque nacionalista-islamista de Erdoğan y el nacionalista-laico opuesto a él, seguimos siendo la fuerza más importante que lucha por la democracia y una verdadera alternativa en Turquía. Esto significa una alternativa en la que las mujeres, los diferentes pueblos y grupos religiosos, y todos los ciudadanos puedan convivir en paz. Hablando de estos valores, según los resultados preliminares, hay treinta y una mujeres entre los sesenta y tres diputados de la izquierda verde elegidos para la Asamblea.

Si el autoritario, nacionalista y patriarcal Erdoğan no hubiera pasado la última década liquidando sistemáticamente a la oposición progresista, la situación sería muy diferente hoy. Pero el resultado final se decidirá en la segunda ronda del 28 de mayo. Nada está terminado todavía.


Devriş Çimen es representante europea del Partido Democrático de los Pueblos (HDP).

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