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A los admiradores “de izquierdas” de la Siria de Assad

PULSE, 24/12/2016

Por Farouk Mardam-Bey

farouk

Como ciudadano sirio que siempre se ha identificado políticamente con la izquierda, me siento especialmente consternado ante esos hombres y mujeres que se autodenominan de izquierdas -y que, por tanto, se les supone solidarios con la lucha por la justicia en todo el mundo- y que aun así apoyan abiertamente al régimen de los Assad, padre e hijo, quienes son absolutamente responsables del desastre en Siria.

Tras cuatro meses de intenso bombardeo por parte de la aviación rusa, el ejército de Bashar Al-Assad, junto con las milicias chiitas procedentes de todas partes y movilizadas por los mullahs iraníes, han terminado ahora por “liberar” la parte oriental de Alepo. ¿Liberarla de quién? De sus propios habitantes. Más de 250.000 habitantes han sido forzados a abandonar su propia ciudad para escapar de las masacres, como tuvieron que hacerlo los ciudadanos de Zabadani y Daraya antes que ellos, y tendrán que hacerlo muchos más sirios si la “limpieza” social y sectaria sistemática continúa en su país, a cubierto por una campaña de desinformación masiva de los medios.

Que, en la propia Siria, residentes pudientes de Alepo, pertenecientes a todas las sectas religiosas, se congratulen de haberse deshecho de la “escoria” -en referencia a las clases pobres del populoso barrio oriental de Alepo- no resulta sorprendente en absoluto. Estamos acostumbrados a ello: la arrogancia de las clases dominantes es universal.

Que los mullahs chiitas, anclados en otra era, celebren el evento como una gran victoria de los verdaderos creyentes sobre los herejes omeyas, o que proclamen que Alepo fue chiita en el pasado y vuelve a serlo de nuevo, también puede entenderse si uno está familiarizado con su doctrina, tan delirante como aquélla de sus oponentes sunnitas.

Finalmente, que los políticos o líderes de opinión occidentales de extrema derecha reafirmen, en voz bien alta, su apoyo a Assad es también bastante natural. Tales personas sólo sienten resquemor contra árabes y musulmanes, y creen, ahora como siempre, que estas “tribus” deben ser dirigidas con vara larga.

Pero, ¿cómo podría uno evitar estallar indignado cuando lee declaraciones de apoyo al régimen de los Assad, padre e hijo, procedentes de hombres y mujeres que se declaran de izquierdas, y que deberían por tanto simpatizar con la lucha por la justicia en todas partes? ¿Cómo evitar desesperarse cuando les escucha elogiar la independencia, el secularismo y el carácter progresivo, e incluso el “socialismo”, de un clan sin ley que se hizo con el poder con un golpe militar hace más de cuarenta y cinco años y cuyo único interés es mantenerse en el poder para siempre? “Siempre Assad”, “Assad o nadie”, “Assad o quemaremos el país”, corean los partidarios de Assad. Y sus seguidores “de izquierdas” asienten con aprobación bajo el pretexto de que no hay otra opción: es él o el ISIS.

Y, aun así, los sirios que se levantaron en 2011 fueron los primeros en condenar enérgicamente a los grupos yihadistas de toda clase y condición, y en particular al ISIS, que habían infectado su levantamiento popular tras haber sido forzado a la militarización. Completamente ajenos a las demandas de libertad y dignidad del levantamiento popular, estos grupos yihadistas centraron sus ataques principalmente contra las fuerzas vitales de la oposición, tanto civiles como militares, y aplicaron mano dura sobre la población de las áreas que lograron controlar. Al actuar así, respaldaron la propaganda de Assad tanto dentro de Siria como internacionalmente, permitiéndole presentarse con un defensor de las minorías religiosas.

Los mismos sirios que se levantaron en 2011 han expresado muy frecuentemente su desconfianza respecto a aquéllos que han pretendido, y continúan pretendiendo, representarlos, y que han demostrado ser increíblemente incompetentes. A la espera de una intervención militar de occidente que obviamente la administración Obama nunca se planteó, subordinados a éste o aquel país vecino (Arabia Saudí, Qatar o Turquía), divididos entre ellos e inexistentes sobre el terreno, estos autoproclamados representantes fueron incapaces de dirigirse al mundo con un discurso político coherente.

Pero ni la intrusión yihadista ni las limitaciones de los autoproclamados representantes de la revolución siria, ni ningún otro argumento utilizado para justificar lo injustificable, pueden invalidar dos hechos fundamentales: que los sirios tenían un millar de razones para la revuelta, y que lo hicieron con excepcional coraje, bajo condiciones de casi universal indiferencia, enfrentándose al terror sin límites del clan dirigente, a las ambiciones imperialistas de Irán y, desde septiembre de 2015, a una intervención rusa con la aquiescencia de Estados Unidos que ha matado ya a varios miles de civiles.

¿Es esta “Siria de Assad” -en la que Rusia e Irán actúan como quieren, juntos o por separado, y cuyo futuro depende ahora exclusivamente de sus acuerdos o desacuerdos- independiente y antiimperialista? Dejemos que los admiradores “de izquierdas” del régimen de Assad lean el inadmisible tratado firmado el 26 de agosto de 2015, asegurando a Rusia exorbitantes privilegios así como completa y permanente inmunidad respecto a todos los daños causados por su fuerza aérea.

¿Cómo puede nadie describir seriamente como “secular” un régimen que, desde sus inicios y a fin de perpetuarse indefinidamente, ha tratado de emponzoñar las relaciones entre las comunidades religiosas, mantenido rehenes de sus políticas a alawis y cristianos, presidido sobre la contaminación de la sociedad siria con la forma más obscurantista de salafismo, y que ha manipulado a todo tipo de yihadistas, y no sólo en Siria?

¿Cómo de “progresivo” resulta promover el tipo más salvaje de capitalismo, empobreciendo y marginando a millones de ciudadanos que apenas logran sobrevivir en los suburbios de las principales ciudades? Estos empobrecidos sirios fueron el componente social principal de la revolución, y se convirtieron en el objetivo principal de la artillería pesada del régimen, de sus cañones y sus armas químicas. “Matadlos a todos” demandaba la Shabiha (los matones de Assad) desde el inicio de la revuelta, ¡y así la nueva burguesía “progresista” podría caer de forma segura sobre la riqueza de la nación y apilar billones de dólares en paraísos fiscales!

Si lo anterior no es suficiente, también se puede recordar a los seguidores “de izquierdas” de Assad los crímenes contra la humanidad perpetrados con completa impunidad por el padre de Bashar, Hafez, durante sus treinta años de mandato autocrático. Dos localizaciones los resumen: la ciudad de Hama, donde más de 20.000 personas, posiblemente 30.000, fueron masacrados en 1982, y la prisión de Palmira, el equivalente a un campo de exterminio, donde los carceleros solían jactarse de convertir a los hombres que torturaban en insectos. Es esta misma impunidad la que algunos del ala izquierda quieren extender a Bashar Al-Assad, el principal culpable de un desastre continuo con más de diez millones de desplazados, cientos de miles de muertos, decenas de miles de prisioneros enfrentados a la tortura y a ejecuciones sumarias en las prisiones.

Hasta que los ejecutores no sean vencidos y castigados, el martirio sin fin de Siria corre el riesgo de ensombrecer muchos otros en el mundo, un mundo del que Siria habrá desaparecido.

Sobre Farouk Mardam-Bey

Farouk Mardam-Bey es un historiador sirio, autor y editor que ha vivido exiliado en Francia desde 1965. Fue Director de Árabe en la biblioteca del Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales de Paris (1972-1986), editor y posteriormente director de una revista francesa sobre estudios palestinos (1981-2008) y consultor del Instituto del Mundo Árabe (1989-2008). Desde 1995 ha sido director de las series Sindbad, parte de la casa editorial Actes Sud, cuyo objetivo es la traducción de trabajos árabes al francés. Entre sus libros editados o de los que es coautor se incluyen el volumen doble Itinerarios de Paris a Jerusalén: Francia y el conflicto árabe-israelí (1992-1993), Ser árabe (2007) y Nuestra Francia (2011). También ha editado y publicado varios textos históricos, políticos, literarios y bibliográficos y traducido al francés los trabajos del poeta palestino Mahmoud Darwish.

Fuente: Original en francés Mediapart Traducido al inglés en pulsemedia

Fecha de publicación: 24/12/2016

Autoría: Farouk Mardam-Bey

Traducido por Rojava Azadî

Un comentario en «A los admiradores “de izquierdas” de la Siria de Assad»

  • Y qué iban a hacer: dejar Alepo en manos de los islamo-fascistas? Comparto la idea crítica general de que el Baaz no es precisamente paragón de la izquierda revolucionaria y sólo un mal menor en este conflicto tan terrible pero el islamo-fascismo es indudablemente muchísimo peor. Y por desgracia en lo concreto debemos a menudo elegir entre el mal menor (Assad) y el mal mayor (islamo-fascismo).

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