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Un relato para la conspiración del 9 de octubre

Di’li gelecek Zaman – Ahmet Halûk Ünal – 9 octubre 2023 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

En junio de 2021, cuando el querido Ertuğrul Kürkçü1Ertuğrul Kürkçü – Wikipedia, la enciclopedia libreme dijo que una editorial londinense buscaba un escritor para encargarle un relato sobre la conspiración de 1999, por supuesto me entusiasmé. Porque todo artista acepta tales ocasiones como un reto. Cuando la editora del proyecto, la querida Orsola Casagrande, aceptó, presenté un borrador un mes después. Al editor y a mi editora les gustó mucho y firmamos el contrato, y la antología se publicó en inglés. Creo que fue una obra muy valiosa. Dos años más tarde, decidí redactar la versión turca del relato, ya que el contrato con mi editor se limitaba a los derechos en inglés y duraba dos años.

A. Haluk Unal

DIARIO DE SORAMIN2Soramin significa «pelirroja» en kurdo. Es un apodo utilizado por las familias de las chicas pecosas y pelirrojas, a las que los británicos llaman ‘ginger’. Llevar un diario es una costumbre muy importante de los guerrilleros de Kurdistán. Podemos decir que se ha convertido en un género literario. Pero debido a la guerra, estos diarios no pueden compartirse con el público por el momento.

Con mi más profundo respeto y amor a Nurê

6 de octubre de 1998

«Un gato blanco salió del agua. Tenía un ojo verde y el otro azul y una carpa de río en la boca. 

Se acercó al zorro, que esperaba un poco lejos, y le puso el pez a los pies. Entonces, uno en un extremo y el otro en el contrario, empezaron a comer».

«Te estás burlando de mí, un gato no se mete en el agua»; le miré a los ojos y lo dije un poco más alto para que sus amigos pudieran oírlo. Fue como yo quería, y todos nos miraron desde sus asientos. 

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Tolhildan; miró a sus amigos y dijo: «Soramin no cree en la solidaridad entre el zorro y el gato. Me está cuestionando.»

Todos se rieron. 

Çiyager: «Puedo dar fe de lo que ha contado, Soramin; los vimos juntos en el valle, cuando pasábamos junto al río. Yo también me quedé muy sorprendido. Luego, nuestro bibliotecario Ferhat me contó que el gato Van es la única especie que caza peces. En invierno, los zorros los alimentan robando gansos y pollos de los gallineros. ¿No es una solidaridad maravillosa?»

– ¿Cómo podría verlos?

– No hace falta que vayas muy lejos, ¿no te has dado cuenta aún de que algunos de estos son zorros y otros gatos, hija mía?», se rió mi madre. 

– Nos da comida así para que no rondemos el gallinero – soltó con una carcajada Tolhildan. Todos se rieron con la boca llena. 

Solían venir al pueblo muy a menudo, los conocíamos a todos.

Luego, durante años, desde que llegué a esta aldea, los amigos no vinieron a visitarme.

Ayer llegó mi hermano y me dijo que venía un invitado.

«Hijos de la montaña», «Haveli çiya saiçuli«.

¿Qué clase de gente será? 

Las chicas estamos muy emocionadas.

Mi hermana mayor, mi hermano, mi madre y mi padre están tranquilos. 

Llegaron cuando oscureció. 

Nos pusimos en fila en la puerta. 

Nos dieron la mano uno a uno y entraron. 

En nuestra tierra, hombres y mujeres se sientan separados, pero curiosamente, mi padre no lo hacía en presencia de guerrilleros, y las mujeres también entraron en la sala.

Mi padre solía decir: «Cuando se trata del PKK, se trata de moralidad». Por esa razón, no hacía distinción entre harén y cortesía.

Pero él era una cosa cuando estaban y otra cuando no estaban.

Mi padre estaba en contra del comunismo. Lo rechazaba. Pero leía mucho. Solía leer a Bediuzzaman. Decía que tenías que cuestionar lo que leías.

«Apo -decía- no es irreligioso ni impío. ¿Ha dicho alguna vez que no exista Dios? Este es un punto de vista personal. Tú también estás perdiendo tus derechos».

El guerrillero que convirtió al padre dictador en una persona tan buena… cómo no iba yo a quererlo. 

Mamá se había estado preparando durante dos días. Había cocinado todo un banquete.

Estaban sentados en los cojines del suelo de la sala de estar. Llevaban consigo sus rifles.

Cuando mi padre lo invitó a la mesa, uno de ellos dijo: «Primero comerán los niños, luego nosotros». A pesar de toda la insistencia de mi padre y mi madre, no vinieron a la mesa.

Leyla, Ceylan y yo disfrutamos de los maravillosos platos que solo veíamos algunas veces durante las vacaciones. Cuando nos saciamos y nos levantamos, ellos empezaron a comer.

Cuando los hombres se pusieron a recoger la mesa, mi padre se sintió muy incómodo. Cuando preguntó: «¿Puede ser posible algo así?», la respuesta fue: «¿No es posible? Sería muy bonito que lo fuera». Él se mostró apenado.

Todo esto era obra de Apo. Me alegro mucho de que mi padre saliera derrotado.

Me siento muy feliz y segura cuando llega el buen tiempo.

En el pueblo donde nací, los soldados solían venir de noche.

Nos reunían a todos en la plaza del pueblo, desnudaban a los hombres y luego los golpeaban.

También desnudaron a las mujeres varias veces. No quiero ni recordarlo.

Lo que es ser humillada, oprimida, insultada, maldecida, todo eso lo aprendí de los soldados.

Incluso ponían a sus perros nombres como «Kıro, Kurdo» y siempre los llamaban cuando nos reunían en la plaza del pueblo. Lo que les parecía más divertido era que sus perros atacaran a los hombres desnudos.

Cuando vivíamos en el pueblo, la última vez que vinieron, quemaron todas nuestras casas.

Me escapé y me escondí detrás de una casa.

Un soldado apoyó un extremo de un tablón que había cogido del pajar contra un montículo y el otro extremo contra el cierre de la puerta de Rojin.

Rojin, su madre, su padre y sus hermanos estaban dentro.

Gritos, ahogos, toses… Yo temblaba de miedo.

El soldado se alejó para quemar otra casa.

Aun así, no pude contenerme, se estaban quemando vivos. El soldado oyó mi voz, se volvió, nuestros ojos se encontraron. Vino corriendo, levantó la culata, se paró con los ojos llenos de miedo y odio, pero por alguna razón no golpeó. Huyó.

A duras penas conseguí sacar la tabla del hueco. Me desmayé. El padre de Rojin me llevó a la plaza.

Mi hermana lloraba: «No sólo nos han quemado a nosotros, también a todos los pueblos de alrededor». No me gusta nada llorar.

Por la mañana, todo el pueblo recogió lo que pudo salvar del fuego y se dispersó en distintas direcciones. Algunos emigraron a ciudades, algunos a otros pueblos, otros a diferentes aldeas como hicimos nosotros.

8 de octubre de 1998

Mi nombre es Sakine, pero todo el mundo me llama Soramin. Es el nombre de una mujer muy importante de los hijos de la montaña. Como es pelirroja como yo, me pusieron su nombre. Si preguntas, mucha gente no me conoce como Sakine, me conocen como Soramin.

El caserío al que llegamos está en la ladera de una montaña, junto a un extenso bosque.

Mis cuñados, mis hermanos, mis tíos, somos nueve familias. Dos casas están vacías, pues mis tíos abuelos se fueron a la ciudad. 

Ninguno de nosotros ha podido superar el horror de esa noche. 

Mi hermana menor seguía llorando, diciendo que habían quemado más de tres mil aldeas esa noche. Tres mil; es un número que aún no he asimilado. Ya lo he dicho, no me gusta llorar. 

A menudo me escapo y sueño en el bosque, junto al arroyo. El bosque es mi paraíso. Compartimos el bosque con innumerables criaturas.

Osos, lobos, zorros, halcones, cabras montesas, palomas, gorriones.

Pinos y robles. Plantas y árboles cuyos nombres aún no conozco.

Incluso hay caballos en el bosque.

Estoy enamorada de los caballos…

Las familias pobres dejan sus caballos desperdigados durante el invierno. Sólo los fuertes y resistentes logran sobrevivir. En primavera, reúnen a los supervivientes y los atan en sus graneros.

Viajan en manadas, no puedes acercarte a ellos ni montar sobre sus lomos.

Por supuesto que lo he intentado muchas veces. Vuelvo a casa cubierta de moretones. Además de eso, encima me regañan.

Si supieran, en realidad soy el caballo del año.

Nunca fui a la escuela. No hay escuela en la aldea donde vivimos. Como solo hay nueve hogares, la escuela no se puede abrir. Hay un internado regional en el distrito. Envían a los hombres. Las chicas no pueden ir.

Bueno, gracias a mi hermano aprendí a leer y escribir. Incluso llevo un diario ahora.

Mi hermano dice que soy muy buena escribiendo.

Recientemente, leyó lo que escribí en mi diario y dijo: «Quizás algún día te conviertas en escritora y podamos asistir a una firma de libros».

Cuando se publican libros, los autores realizan sesiones de autógrafos y los lectores van a que les firmen el libro adquirido.

Esta noche soñé que me convertía en escritora. Todo el pueblo hacía cola con mi libro en la mano para que lo firmara.

Mi tío, que no me cae bien, se acercó a la mesa y gritó: «No leáis, no creáis lo que escribe, una chica no puede ser escritora…»

Me desperté empapada en sudor.

Creo que la vida debería ser como cuando llegan los hevals.

Cuando llegan, termina “para, calla, siéntate, cúbrete la cabeza, levanta los pies, estás fuera de tí”; y comienza «Soramin, ¿qué te parece? Voy a buscar agua a la cocina, ¿tú también quieres?».

Constantemente cuentan lo que Serok Apo dice sobre las mujeres.

Quiero mucho a Apo, no tengo otro apoyo que él frente a mi padre.

Nursuz arruinó incluso mis sueños. Estaba dando un mal ejemplo a sus hijas.

10 de octubre de 1998

En nuestro país, tienes que cubrirte cuando cumples 12 años. Ahora, incluso en la aldea, no te permiten pasear con el pelo descubierto y jugar con los chicos.

Nunca podría acostumbrarme a esos velos.

Mi madre lleva días rogando y suplicando con un chador negro en la mano; ella lo cede, mi hermana mayor lo recoge.

Me obligarán a ponérmelo. De ninguna manera voy a andar por ahí con ese tapado raro.

¿Se ata el ala de un pájaro?

Es un pecado si no lo hago.

Dios quiere todas las cosas que no me gustan.

A este paso, parece que no sólo estaré en desacuerdo con mi padre y mi hermana mayor, sino también con Dios.

En mi casa, tengo las discusiones más fuertes con mi padre y recibo palizas de mi hermana.

Mi padre no vacila; mi hermana dice que no fui creada por Dios.

Día a día, mi padre y yo nos distanciamos.

Nada de lo que me impone tiene sentido. Los insultos y las palizas no me matarán, pero esos velos, andar con ellos…

He empezado a entender todo esto, pero lo que nunca he podido comprender es que mi padre sea una persona cuando está con los hevals, y otra completamente distinta cuando no están.

Cada vez que mi padre y yo discutimos, yo enumero una cosa tras otra que he oído a los hevals, y él empieza a jurar como un soldado y me echa de su presencia.

Aunque mis hermanas menores piensan como yo, tienen miedo de la violencia de mi padre y de mi hermana, así que no hablan. Mi hermano mayor no está en casa, así que tampoco puede protegerme.

Una vez le expliqué la situación y le pedí ayuda. Mi hermano me dio una palmadita en la cabeza y me dijo: «Tienes razón, pero no puedo ayudarte». Tengo que superar este problema yo sola.

Me molesta, pero tengo una deuda de gratitud con mi hermano.

Debo mi aprendizaje de lectura y escritura a los libros que me regalaba en secreto cada vez que venía a casa.

Mi hermano mayor solía tomarse unas cortas vacaciones y me enseñaba a leer y escribir.

Los libros que traía eran libros de lectura y escritura en turco. Cuando alcancé cierto nivel, me regaló un libro llamado ‘La gaviota’ y dos libros de cuentos llamados ‘Pececito negro’. Los he leído muchas veces, casi los he memorizado.

Te los relataré alguna vez, heval Günlük.

Mi hermano solía decirme que leer y escribir libros en kurdo estaba prohibido, y hasta que ganamos nuestra libertad, todos los libros que podíamos encontrar estaban en turco; «el conocimiento es el conocimiento; turco, kurdo no importa».

Cuando recuperemos nuestra libertad y establezcamos el Kurdistán, construiremos las mayores bibliotecas kurdas del mundo.

No mueras, no mueras, llegará la primavera, crecerá el trébol.

Creo que Apo no se da cuenta de esto; si lo hiciera, encontraría una solución.

He aprendido a llevar un diario con Tolhildan. Llevar un diario es muy común entre los guerrilleros. Mejora mucho la alfabetización, y puedes contar tus sentimientos más íntimos como a un amigo cercano y guardar tus secretos.

Los hevals han recopilado los diarios de los caídos en una biblioteca. Me pregunto si algún día podré ver esa biblioteca.

12 de octubre de 1998

Hoy he descubierto que en los caseríos vecinos había caballos atados a establos, que no estaban abandonados. Convencí a mis primos, fuimos en secreto y robamos los caballos.

Adoro a los caballos. Los caballos son rebeldes.

¿Los animales tienen emociones? En mi opinión, sí. Reconocen el amor.

No huyen de mí. No vienen para ser dominados. Monto a pelo, sin silla.

Cuando galopas en tu caballo, sientes el viento. Lo sujetas por su melena.

Tienes que volverte uno con el caballo. Te sientes cansada y sudorosa.

Siempre he estado enamorada de los caballos. Mi mayor sueño sigue siendo tener un caballo.

Caminamos hasta la noche, luego dejamos los caballos donde los cogimos y regresamos a casa.

Hay un revuelo agitado en casa.

Los «hijos de la montaña» vuelven. Me siento volar de alegría.

Todos se reunieron a la mesa, mi madre y mis hermanas la prepararon; como en una mesa de boda, primero comimos nosotras y luego lo hicieron ellos.

Como todos los kurdos, tenemos dos antenas en nuestra casa, una sintonizada en turco y la otra en nuestras transmisiones.

Esta vez la situación es diferente por alguna razón; no hay bromas, ni charlar de recuerdos, ni leer sus diarios.

Han venido a ver la televisión. ¿No están de buen humor?

Por las conversaciones en la televisión, he entendido que el tema que les preocupa es Apo.

De repente hubo una explosión lejos de la casa.

Inmediatamente, mi hermana apagó las luces.

Tolhildan me empujó detrás del sofá.

Tomaron sus armas y se dirigieron a las ventanas. Algunos de ellos también salieron. Las explosiones se hicieron distantes y luego cesaron.

Los que estaban afuera regresaron.

– Bastardos; están lanzando bombas al azar a izquierda y derecha. Creo que deberíamos volver, por si acaso. Haji, permítenos -gruñó. A mi padre lo llaman ‘peregrino’.

Mi padre dijo «Por supuesto» y se levantó para despedirse.

Jiyan me abrazó y besó. Tolhildan me acarició la cabeza.

-¿Qué pasa con Apo? He visto su imagen.

-Te lo diré la próxima vez que vengamos; no te preocupes, no le pasará nada.

Desaparecieron en la oscuridad de la noche.

Mis hermanas están profundamente dormidas, ya amanece, yo todavía no consigo dormir.

Si le pasa algo a Apo, ¿cómo me las arreglaré con mi padre?

20 de octubre de 1998

Finalmente le dijeron a mi padre: «Tu hija secuestra nuestros caballos todos los días».

Cuando llegó a casa respiraba con dificultad. No me ha quedado ningún insulto por escuchar.

Se volvió hacia mi hermana y mi madre y les dijo: «Si la veo salir de casa, os lo haré saber, seréis responsable de ello», gritó.

Fui a mi habitación; estaba muy enojada.

Entró mi hermana, siseando entre dientes como una serpiente: “Ahora, por respeto a mi padre, no te voy a pegar delante de él; pero me verás mañana.» Cerró la puerta de golpe y se fue.

Mi madre vino como siempre, me acarició el pelo y me abrazó para calmarme. Sabía que ella nunca estuvo de acuerdo con mi padre, pero que estaba indefensa a causa de su miedo. Estaba siendo aplastada entre nosotros.

Por la noche, miraban la televisión en silencio durante horas.

Mi hermana mayor volvió a actuar como una cerda y me cerró la puerta de la habitación. Ciérrala todo lo que quieras, puedo escucharlo cuando acerco la oreja, cerda.

En los canales kurdos dicen que Apo se vio obligado a abandonar Siria debido a la amenaza de guerra de Turquía y se fue a Grecia.

Heval diario, ¿por qué los turcos odian a Apo? Tengo que preguntarle a Jiyan sobre 1esto. Ella sabe.

22 de octubre de 1998

He estado encarcelada en mi habitación durante dos días.

No he podido salir. Los sonidos de mis amigos tocando se oyen en mi habitación. Es como si quisieran anunciármelo en privado.

No sé cuántos días más podré aguantar así.

Debo encontrar una solución.

Vamos, dime, ¿qué crees que debo hacer?

24 de octubre de 1998

Ni siquiera me dejan ver la tele. Es una pesadilla.

Recordé algo que oí a los hijos de la montaña.

Los amigos en las mazmorras resistían ayunando hasta morir. Me pregunto si funcionaría en casa.

No hay que comer nada, sólo puedes beber agua. Me gusta mucho comer, ¿podré pasar hambre durante días?

Me pregunto qué diría Apo.

Apo tiene problemas mayores que yo estos días.

Le pregunté a mi hermana menor, Ceylan. Estados Unidos ha obligado a Apo a irse de Siria, lejos de la tierra donde estaba seguro. No quieren que establezcamos Kurdistán. Que Apo se quedara en Siria era malo para ellos.

Así que se fue a Grecia, en quien confiaba mucho. Pero la nieve cayó sobre las montañas en las que confiaba.

Por supuesto que nevó. ¿Por qué te vas a un país extranjero cuando puedes ir a las montañas?

25 de octubre de 1998

Me decidí.

Se lo dije a mi madre cuando me trajo el desayuno por la mañana.

– Estoy en ayuno de muerte; no comeré.

Supongo que al principio no se lo tomó en serio. Debió pensar que era una de mis locuras.

Pero cuando volvió horas después y vio que no había tocado la comida, se dio cuenta de que iba en serio.

No puedo describir la sorpresa de mi madre. Suplicó durante horas. Lloró, suplicó y suplicó. Cuando se dio cuenta de que no iba a funcionar, se fue dando un portazo.

Luego vinieron mis hermanas menores, que también suplicaron mucho. Les dije que no podía soportar que me encarcelaran y que estaba decidida a continuar el ayuno hasta la muerte si no levantaban la sentencia. Se marcharon impotentes.

Mi hermana mayor fue la última en venir; me pegó mucho. Intentó meterme comida en la boca a la fuerza.

Al final también se rindió.

Por la noche, mi madre preparó mi comida favorita.

Me pregunto si se puede hacer una pausa en la huelga de hambre y luego continuar.

Pero, ¿y si mi madre cocinara mis platos favoritos todos los días?

He renunciado a tomarme un descanso.

Por fin se lo han dicho a mi padre. Oigo su voz enfadada desde el sofá; creo que esta vez me va a pegar él mismo. Estoy esperando…

Mientras tanto, me muero de hambre.

Por la noche pongo la oreja en la puerta y trato de escuchar, así me olvido del hambre un rato. Pero no pasa nada alegre.

Apo viaja de un país a otro.

Los que se lo prometieron no cumplen sus promesas.

Jiyan dijo que romper una promesa es traición. Una promesa es honor.

27 de octubre de 1998

Empecé a sentirme mareada y con náuseas otra vez.

El rascar y retumbar de mi estómago debía de oírse desde el salón.

No es fácil ser una hija de la montaña.

Pero no puedo rendirme. Si me rindo una vez, ¿quién sabe lo que pasará?

De repente se abrió la puerta y mi madre entró en la habitación. Me miró largo rato, dejó la puerta abierta y se fue.

Al principio no lo entendí. ¿Qué significaba eso?

Como la puerta estaba abierta, salí de la habitación.

Estoy muy débil. Mi cuerpo es como gelatina.

Miré a mi alrededor, nadie estaba interesado, así que salí de la casa.

Aspiré el aire frío muchas veces.

No recuerdo el resto. Me desmayé allí.

Cuando volví en mí, estaba tumbada en la cama, mi madre estaba sentada junta a mi lecho llorando. Mis hermanas estaban sentadas en el suelo al otro lado de la cama, observándome en silencio con una sonrisa. Cuando abrí los ojos, las dos corrieron a abrazarme.

Me dieron en una bandeja la nata y el suero de leche que había en mi mesilla de noche.

Leyla me susurró al oído «has ganado» mientras me entregaba la bandeja.

¿El pan ácimo era así de delicioso?

Después de comer hasta hartarme, me levanté de la cama y pregunté cómo estaba Apo.

Se miraron y Leyla dijo: «Está bien».

Bajo la mirada silenciosa de todos, salí de casa saboreando mi victoria.

Caminé hasta donde jugaban los niños, pero no me apetecía mezclarme con ellos.

Me parecían demasiado niños.

1 de noviembre de 1998

Primero limpiamos la nieve. Luego, papá me mandó a pastorear las ovejas.

Es una de esas tareas que no gustan a nadie. Está prohibido para mis hermanas porque son novias. Lo hacen cuando mis hermanos están en casa. Cuando están en la escuela, me toca a mí.

A mí, en cambio, me encanta.

Cojo el caballo de mi tío y el gran trineo y voy a la cueva donde apilamos las pacas de heno en otoño y las cargo en el trineo.

Con mi hermano encontramos esta cueva, donde vivía un oso. Hay muchas cuevas en los alrededores, pero esta era la mejor para nosotros.

El oso podría hacer de otras cuevas su hogar.

Lo sacamos sin hacerle daño.

Revocamos el suelo de la cueva con barro de paja.

Ahora teníamos una bodega donde almacenar el heno para el invierno y dejar provisiones para la guerrilla.

Los fardos son pesados, es muy difícil cargarlos en el trineo. Pero no me canso de montar.

Dentro de la cueva, compruebo el lugar donde dejamos las provisiones para los guerrilleros. Si se han llevado las provisiones, es necesario reponerlas.

Primero tiro del trineo con el caballo y vuelvo al establo; saco las ovejas del establo y las reúno alrededor de los fardos. Luego, cojo el trineo y empiezo a pasear en él con los chicos.

Al verme, vienen también las hijas de mi tío. Decenas de niños gritan y se deslizan.

Por supuesto, como no me quedo al lado de las ovejas, a veces van a beber agua al arroyo un poco más lejos sin darme cuenta. Sin embargo, tengo que estar a su lado y llevarlas al arroyo cuando están saciadas.

Mi padre me rompería los huesos si un lobo se llevara una de ellas.

Pero, afortunadamente, Turko nunca se separa del rebaño. Y cuando siente el peligro, empieza a ladrar. Es un lebrel negro como el carbón.

No sabes cuánto nos gusta.

Lo más peligroso es la niebla. Aquí hay niebla a menudo.

A los lobos y a los zorros les encanta cazar en la niebla. Si las ovejas van solas al arroyo y entra la niebla, no hay nada que hacer, no se ve ni el final de tu nariz.

2 de noviembre

Compañero «heval» diario: anuncio mi nueva decisión.

He decidido enseñar a leer y escribir a los hijos de mis parientes.

Deben leer los libros que yo leo. Deben ser capaces de hablar en contra de su padre. Deben sentir curiosidad por el final del río, como el Pececito Negro.

Pero, ¿cómo puedo hacerlo? No hay lápices, libros, gomas de borrar, cuadernos, nada.

Si pido dinero a los aldeanos, no me lo darán.

¿Y cómo puedo llevar a las niñas? ¿Especialmente a las hijas de mi tío pequeño? Sé que el cerdo no me dejará ir, pero encontraré la manera.

He decidido pedir ayuda a mis hermanos.

Vendrán a casa el fin de semana.

Finalmente supe de Apo, está en Rusia. Fue allí desde Grecia. Vi Grecia y Rusia por primera vez en la televisión. Son como países de cuento de hadas.

Los nuestros muestran caras serias. Está viajando por el mundo, ¿por qué son infelices?

1 de enero de 1999

Mi hermano trajo un montón de lápices con el abecedario, papel, cuadernos, gomas de borrar y tizas como regalo de cumpleaños. Todos sus amigos formaron una comuna y recaudaron dinero. Fue un regalo de todos ellos.

El 1 de enero no era sólo mi cumpleaños, era como si todos los niños de la aldea hubieran nacido el 1 de enero.

Mi hermano dijo «El cumpleaños de todos los kurdos es el 1 de enero».

Todos se rieron; yo no entendí nada.

2 de enero de 1999

Hay demasiadas niñas en el pueblo.

Mi plan empezó poco a poco a romper el velo en el pueblo.

Yo había dado ejemplo. Para evitar quemar todos los puentes, las familias aflojaron nuestra soga.

Enseñar turco se había convertido en un objetivo muy importante para mí.

Algunos de mis tíos de la aldea habían emigrado en los años 90, hartos de la represión estatal. Decidí utilizar una de sus casas vacías como edificio escolar.

Pintamos de negro con óleo la parte trasera de un viejo armario e hicimos una pizarra. Hicimos pupitres con cajas de fruta. Todos trajimos cojines de casa.

Cuando los aldeanos se enteraron, se rieron. No se lo tomaron en serio.

Dejé todas las tareas domésticas y me dediqué a la escuela.

En mi escuela está prohibido hablar kurdo.

Hablarán turco para aprender.

Cada alumno trae un montón de leña de casa. Así nos mantenemos calientes.

Los aldeanos vienen y miran, ven que enseño a leer y escribir. Están encantados.

Piensan que aprender a leer y escribir no es nada malo.

Los niños me llaman maestra.

A veces mandaban a los niños a pastorear, yo iba a buscarlos, y su padre venía y se peleaba conmigo.

Mis hermanos del distrito organizaron una campaña de libros y el Estado se enteró.

Una chica había montado una escuela en la aldea y enseñaba turco. Estaban muy contentos.

Le dijeron a mi padre: «Vendremos pronto, haremos donaciones. Les apoyaremos».

3 de enero

Todas las chicas vienen al completo.

Incluso mi tío, que creía que me odiaba, envió a su hija.

Voy a enseñarle turco.

No sabe que si sus hijas aprenden a leer y escribir y empiezan a leer libros, ya no se creerán ninguna de las chorradas que cuenta.

Así es como me vengaré.

7 de enero

Las clases van muy bien. Las niñas tienen muchas ganas de aprender.

Cuando termina la clase de turco, les hablo de Conatan, la gaviota, y del pececito negro.

Ahora vemos la tele todas las noches sin hacer ruido.

Apo viaja por países de los que nunca he oído hablar.

Los nuestros son cada día más infelices.

Han vuelto a bombardear el campo al azar.

16 de enero de 1999

Los hijos de la montaña han dejado de venir. Se han retirado a sus cuarteles de invierno. No volverán hasta la primavera.

En casa ya no escuchan más que las noticias de la televisión. Ni música, ni programas de entretenimiento, nada.

Mi hermana está siempre bordando. Bordan encajes y escuchan las noticias todo el día.

La nieve se acumula hasta alcanzar tamaño humano. Hay que limpiar la carretera todos los días para ir de casa en casa.

Afortunadamente, siempre tengo el trabajo de dar de comer a las ovejas, así que puedo escaparme del trabajo de encaje e ir en trineo.

Apo viaja de un país a otro.

¿Ninguno quiere a Apo?

No entiendo por qué no se fue a las montañas y se unió a la guerrilla; la guerrilla le habría protegido.

Cuando dije eso, mi padre volvió a regañarme. Dijo que yo no lo entendería, que yo no sé más que Apo.

20 de enero

Anoche ocurrió algo maravilloso.

Llamaron a la puerta en mitad de la noche. Mi padre fue y abrió la puerta.

Oímos a alguien en la puerta, sacudiéndose la nieve de la ropa y susurrando.

Pronto entró heval Jiyan. Corrí y salté a su cuello.

Dijo que se quedaría con nosotros un tiempo y que, si venían los soldados, le llamáramos tía.

Tengo tanto que contarle…

Hasta que por la mañana, en nuestro dormitorio, se lo conté y me escuchó. En realidad, quería preguntarle muchas cosas sobre Apo, pero las dejé para más tarde. Era mejor que primero se enterara de lo que estuve haciendo mientras ella no estaba.

Le hablé del colegio, de las clases de turco, de las hijas de mi tío que no me gustaban, de la comuna de libros de mis hermanos, de todo.

Luego le dejé leer algunas páginas del diario. Jiyan volvió a mirarme con esa expresión que me encantaba.

25 de enero

Durante todo el día, Jiyan toma notas minuciosamente de lo que se dice sobre Apo en las noticias.

Luego sale por la noche con esos papeles y vuelve al cabo de un rato sin ellos.

Cuando le pregunté, me dijo: «Cuanto menos sepas, mejor para ti».

«No podrás decir eso cuando me convierta en guerrillera», dije y me levanté. Estaba muy enfadada.

Cuando cerré la tapa de la estufa y me di la vuelta, nuestros ojos se encontraron. Ni siquiera mi madre me miraba con tanto amor y admiración. Volvía a mirarme así. Cómo decirlo, no sólo su cara sino también su interior sonreían.

Corrí y me abracé a su cuello y ella me abrazó con fuerza.

Apo estaba en Tayikistán. En una ciudad llamada Bishkek. Gozaba de buena salud.

¿Por qué todo el mundo estaba triste entonces?

Me miró a los ojos en silencio durante un rato. «Tememos por su seguridad», dijo. «El enemigo podría hacerle daño».

No se me ocurrió qué decir.

28 de enero de 1999

Decidí sorprender a Jiyan.

Aprendí a tender una trampa de mi hermano.

Coges la palangana de la lavandería de casa, determinas el lugar donde pondrás la trampa. Atas un hilo a un palo. Le das la vuelta a la palangana y colocas el palo entre la tierra y la palangana. De este modo, un lado de la cubeta queda abierto y el otro en el suelo. Espolvoreas trigo en la boca abierta y en el interior de la pila. Los gorriones empiezan a comer primero el trigo de fuera y luego el de debajo de la pila. Cuando están bien dentro, al tirar de la cuerda, el palo cae y quedan atrapados debajo de la palangana. Puedo atrapar docenas de ellos.

No puedo describir el sabor de la carne de gorrión.

Ya está prohibido cazar otros animales. Está prohibido cazar ciervos, cabras montesas, osos, jabalíes. Nuestra gente ni siquiera mata lobos o zorros. Los ahuyentan. La guerrilla lo prohíbe.

Desplumé todos los gorriones que atrapé, los limpié, los envolví en un paño, fui a casa y los puse delante de Jiyan.

«Los he cogido para ti».

Se quedó muy sorprendida. Se echó a reír.

Anam también soltó un gritito. Leyla y Ceylan también sonreían. Mi hermana mayor, por supuesto, seguía siendo una cerda.

– «¿Cómo has podido matar tantos?», espetó.

– «¿Pero no sabes que está prohibido cazar animales?» Jiyan me cogió la cara con las manos. Seguía riéndose. Supongo que le resultaba difícil enfadarse.

– Lo sé, una noche heval Çiyager nos dió la lista. No oí decir gorrión en ella.

– Qué sabe Çiyager de que hay una cazadora como tú en estas montañas. Le advertiré que añada los gorriones a la lista.

– ¿Quieres decir que no comeréis?, espeté.

– Claro que sí, cariño, fue culpa nuestra. Esta vez se rió.

Me apresuré a ir a la cocina, por la noche hay banquete.

Vuelvo a estar muy contenta. Me tumbo en el regazo de Jiyan y ella me acaricia el pelo. Estamos viendo las noticias de Apo.

Han vuelto a lanzar bombas al azar desde la comisaría.

Apagamos las luces y esperamos a que termine. Jiyan se recostó de nuevo sobre mí, hasta que terminó.

Ayer cayó en una casa de un pueblo vecino; los cabrones masacraron a toda la familia.

Hoy dicen en todas partes que fue la guerrilla.

29 de enero

Mis hermanas menores estaban cuchicheando con Jiyan, discutiendo algo acaloradamente.

Cuando me acerqué a ellas, se callaron.

¿De qué podrían estar hablando a mis espaldas?

Como dijo Jiyan, cuanto menos sepa, mejor.

Pero me muero de curiosidad.

Leyla no me soporta, mañana me enteraré por ella.

2 de febrero

Jiyan está de mal humor. Hace unos días que no bromea conmigo.

Apo se ha ido a Kenia. Eso significa que la presencia de Apo en algunos países es menos mala; en otros es muy mala.

De nuevo, no entiendo cómo diferencian…

13 de febrero

Esa noche Jiyan volvió urgentemente con sus amigos.

14 de febrero de 1999

Todos los niños fuimos al bosque a recoger escaramujos.

Cuando volvíamos, una tela negra colgaba del tejado de la casa de mi tío.

Pensé que habría muerto alguien de la aldea.

He vuelto a casa, mis hermanos están aquí. Mi hermano mayor está muy serio. Mi hermano pequeño está llorando.

La televisión estaba encendida, de repente vi a Apo, con las manos vendadas, hombres con pasamontañas a cada lado. Se lo llevaban a Turquía en un avión privado. Miré a mi madre.

-Han capturado a Apo. Lo van a entregar al Estado turco; lo colgarán.

Ese día colgamos telas negras en todas las casas de la aldea.

Por la noche, Leyla y Ceylan desaparecieron. ¿Adónde fueron? Seguro que fue por algo que susurraron con Jiyan el otro día.

Vi llorar a mi padre por primera vez. Mi madre siempre llora.

Mi padre me llamó; mi madre, mi hermana mayor y yo nos reunimos alrededor de la estufa.

Me dijo que mis hermanas mayores se habían ido con mis tíos a Estambul; que encontrarían trabajo y trabajarían en la ciudad. A mis hermanos pequeños les dijo que volvieran a la escuela temprano por la mañana. Los soldados podían llegar en cualquier momento.

Mi hermana mayor se levantó furiosa y entró en la habitación.

Mamá seguía llorando.

Hay algo raro en esto, o bien…

– ¿Se han unido? – le dije a mi padre en un susurro.

No sabes lo enfadado que se puso, me dijo que si volvía a oírme decir algo así, me rompería los huesos.

Estaba muy asustada, nunca le había visto así.

15 de febrero

Mis hermanas siguen desaparecidas.

Mi madre sigue llorando.

Los bombardeos aleatorios continuaron durante toda la noche.

El bosque empezó a arder.

Las luces apagadas, todos en un rincón resguardado, esperamos a que terminara.

Los militares celebraban la captura de Apo y su entrega al Estado.

Todos los canales de televisión emitían una y otra vez imágenes de Apo con las manos y los ojos atados.

No me gusta nada llorar.


El diario de mi hermana Soramin termina el 15 de febrero.

El 16 de febrero la mató una bomba de mortero que cayó cerca de ella mientras conducía las ovejas al arroyo de la aldea.

Era una chica muy, muy especial. Quién sabe lo que habría conseguido si la hubieran dejado.

Toda nuestra escuela vino a su funeral. También vino todo el pueblo.

Yo también me uní después de enterrar a Soramin.

Al marcharme, me llevé el diario de Soramin. Quiero que todos los camaradas lo conozcan. Lo pondré entre los diarios de las guerrilleras mártires.

Quién sabe, quizá un escritor los descubra y haga un cuento, una novela; quizá un director haga una película; son el verdadero tesoro de mi pueblo. Que se cuenten sus historias y sus epopeyas.


EL AUTOR: Ahmet Halûk Ünal es guionista y director. Tras estudiar Economía en la Universidad Hacettepe, trabajó como autor y diseñador de proyectos de 2000 a 2004, y después como gestor y guionista en diversos talleres y universidades. Además de dos largometrajes, formó parte del colectivo de directores que realizó el documental Little Black Fish (Pequeños peces negros) en 2014 sobre la infancia en el Kurdistán turco en la década de 1990. Con la película Jiyan’s Story (Jiyan, historia de una guerrillera), participó en el festival de historia War on Peace en el Teatro Maxim Gorki en 2018.

Puedes visionar estas películas de A. Halûk Ünal en nuestro canal de YouTube, con subtítulos en castellano:

Jiyan: historia de una guerrillera

Pequeños peces negros


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    Soramin significa «pelirroja» en kurdo. Es un apodo utilizado por las familias de las chicas pecosas y pelirrojas, a las que los británicos llaman ‘ginger’. Llevar un diario es una costumbre muy importante de los guerrilleros de Kurdistán. Podemos decir que se ha convertido en un género literario. Pero debido a la guerra, estos diarios no pueden compartirse con el público por el momento.

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