¿Sueñas alguna vez con un mundo diferente?
Nûçe Ciwan – Şiyar Gabar – 22/10/2020 – Traducido por Rojava Azadî Madrid
¿Sueñas alguna vez con un mundo diferente, un mundo con colores más sinceros? ¿Te preguntas alguna vez qué sentirías al salir del sistema y al expulsar el sistema de tu interior?
Cuando era pequeña siempre quise explorar el planeta, conocer cada centímetro. Me preguntaba cómo sonarían los diferentes idiomas, qué ropa usarían otras personas, cómo serían sus casas y demás… Según crecemos, todos vemos el mundo con ojos más grandes. Soñamos e imaginamos.
Luego, llegamos a cierta edad en la que vimos una cara fea de este mundo y todo se detuvo. Nuestro mundo interior perdió sus cálidos amarillos y ricos verdes. El sentimiento de soledad comenzó a instalarse y a pudrir todo sentimiento de vida. Nunca entendimos del todo lo que pasó e incluso en los días en los que no teníamos fuerzas para sentarnos derechas, sabíamos que algo estaba mal. Limamos algunos de nuestros rasgos y exageramos algunas de nuestras características para integrarnos por fin. Pero, hagamos lo que hagamos, nunca nos adaptaremos porque nadie lo hace nunca del todo.
¿Es la familia, la religión, la sociedad, el sistema, la escuela, el estado, el novio? La cruda realidad del sistema en el que vivimos son el capitalismo y el patriarcado, un sistema brutal e implacable en el que nunca estuvimos destinadas a encajar. Es difícil de comprender cuando nos vemos solo a nosotras mismas, pero si diéramos un paso atrás para ver el panorama general, veríamos que todo el mundo sufre por lo mismo.
Sin embargo, esta es precisamente la razón por la que deberíamos soñar sueños aún más ambiciosos de un mundo mejor. No podemos dejar que el sistema nos arrebate la confianza y la esperanza de que se hagan realidad algún día las ideas y utopías que tenemos en la cabeza. Si de algo podemos estar seguras es de que ha habido personas que dieron pasos importantes y lograron hacer realidad sus sueños. Es elección nuestra.
¿Qué clase de vida deseamos vivir? Antes de plantearnos una pregunta de tanto peso, debemos hacer un repaso de nuestra propia vida. Por ejemplo, ¿es normal o es casualidad que las mujeres estemos sexualizadas en cada foto o vídeo que vemos, al margen de que ellas creyeran que se tomaron la foto por voluntad propia? ¿Es normal o aceptable que las mujeres sean fotografiadas desnudas incluso para artículos tan básicos como son los calendarios?
A lo largo de la historia, vemos que muchas mujeres se han dado cuenta de que las cosas que creemos desear son en realidad cosas que se desean de nosotras. Hemos sido adiestradas para pensar que deseamos cosas que sirven al propósito de Dios. Ser conscientes de hasta qué punto estamos siendo controladas se vuelve aterrador, pero el problema solo puede resolverse si tomamos nuestras vidas en nuestras propias manos, pase lo que pase.
Aunque la sociedad nunca cree que la mujer tiene la fuerza o la voluntad de tomar un arma y luchar o tiene suficiente cerebro para involucrarse en política para desarrollar la capacidad de organizar o de hablar frente a una multitud, la historia no escrita ha demostrado que está equivocada. Las mujeres han participado en inolvidables guerras de resistencia contra poderes que esclavizaban y reprimían. El papel de la mujer siempre fue especial en las diferentes luchas porque las convirtió en las más revolucionarias de la historia.
Union de Femmes
La Comuna de París representa una de esas luchas. Como sabemos, la Comuna de París solo existió durante 72 días (desde el 18 de marzo hasta el 28 de mayo de 1871). Duró poco, se podría decir, pero durante aquellos 72 días, la voluntad y el levantamiento de las mujeres ocuparon el centro del mundo.
En la Comuna, las mujeres no tenían derecho a votar ni a participar en el combate contra los enemigos fascistas. Aunque la participación de las mujeres en la política de la Comuna autónoma era alta, los hombres las excluían. Por lo tanto, las mujeres decidieron organizarse de forma autónoma. Marguerite Tinayre creó las primeras comunas. André Léo, Sophie Poirier, Anna Jaclard, Beatrix Excoffoen y la famosa Louise Michel (comandante de la Comuna de Montmartre) fueron mujeres que trabajaron y lucharon por aquella revolución. Crearon la Union de Femmes (Unión/Sindicato de Mujeres) porque se veían a sí mismas como mujeres con obligaciones y responsabilidades serias.
La creación de la Unión de Mujeres fue una reacción a sus camaradas, hermanos, maridos o padres que no las aceptaban en la lucha. Al principio, a las mujeres no se les proporcionaron armas. Ellas protestaron. Todas las mujeres habían mostrado una posición clara y radical, en ocasiones incluso más radical que la de sus compañeros. Vieron su propio poder y dejaron claro que ellas también eran capaces de sacrificarse por la lucha. Mientras muchos hombres se rindieron, las mujeres mantuvieron su lealtad a la causa al frente de su mundo. Habían entendido que la rendición significaba traición.
Una mujer dijo que si su marido huía y se rendía en combate, ella tendría que matarlo. Aquella declaración clara y radical fue muestra de su compromiso. Pero las mujeres de la Comuna tenían que luchar contra la ideología del hombre tanto dentro de la comuna como fuera, en el campo de batalla.
Autosacrificio
Esta actitud de las mujeres se observa en muchas luchas en las que las mujeres han participado en defensa de su tierra y su libertad. En la Revolución Francesa (1789), Olympe de Gouges escribió panfletos en los que declaraba los derechos de la mujer. Hubo mujeres como Anne-Josèphe Théroigne de Méricourt (1785) y Pauline León (1792) que lucharon por el derecho de la mujer a la autodefensa y a tomar las armas.
Mary Wollstonecraft (en 1892) también luchó por estos derechos en Gran Bretaña, como muchas sufragistas. Marion Wallace Dunlop fue la primera mujer en hacer una huelga de hambre en prisión (en 1909) mucho antes de Bobby Sands del IRA. Ella también era sufragista.
Las sufragistas estaban organizadas. Su organización estaba formada por 500.000 mujeres (el mayor movimiento femenino de Gran Bretaña) que realizaban acciones de sabotaje y autoescarificación.
En Afganistán, tenemos a Meena Keshwar Kamal (1956-1987). Con solo 21 años se convirtió en la fundadora de la organización de mujeres más radical del país, RAWA (1977), pero fue asesinada por el Estado a los 31 años para liquidar la organización.
En Palestina, a Dalal Mughrabi, que en 1975, luchó como comandante contra las fuerzas sirias. Es la primera mujer de la organización Fatah en luchar en el puesto de comandante, cuando en realidad la organización quería que desempeñara labores diplomáticas de la PLO. Dalal, no obstante, insistió en participar en la lucha armada.
Tras su adiestramiento militar, se fue a luchar a las montañas de El Líbano. En el 78, cayó mártir mientras tomaba parte en una acción para liberar a sus camaradas de la prisión. Hasta el día de hoy, el estado de Israel oculta su cadáver y el de sus camaradas, para que sean olvidados. Hasta ese punto fue importante esta mujer.
En las montañas de Xakurke, Kurdistán, en 1992, tenemos a Gülnaz Karataş, cuyo nombre en clave era Berîtan, luchó contra las fuerzas Peshmerga de la YNK (Unión Patriótica del Kurdistán). Cuando los soldados la rodearon, prefirió arrojarse desde el acantilado en el que se encontraba que caer en manos del enemigo.
Berîtan tuvo clara su decisión. Creó una línea de principios y normas, enseñó que si hay una vida, esta debe ser libre y que si una vida no es libre no debe existir. No solo se arrojó desde el acantilado, sino que destruyó su arma antes de hacerlo. Berîtan se convirtió en un símbolo y estableció una línea clara para el Movimiento de Liberación de la Mujer Kurda. Su actitud fue la de una gran comandante y creó las bases del ejército femenino del movimiento (YJA-Star).
Si tomamos como ejemplo a estas mujeres luchadoras, podemos llegar a desarrollar personalidades mucho más fuertes y tener más confianza en nosotras mismas. Porque nosotras, como mujeres, estamos bajo la presión asfixiante de la violencia sexual y los ataques verbales y psicológicos. Vivimos con el temor de que un día seamos violadas o asesinadas por nuestros padres, maridos, novios, etc., a los que podríamos humillar y despreciar. O a ser consideradas estúpidas e inútiles, a ser tratadas de manera desigual y a ser discriminados por nuestro género. A algunas mujeres las pueden casar a una edad temprana o vender como un objeto.
No tenemos otra opción que continuar la lucha iniciada por las mujeres que nos precedieron y finalizar su lucha. Debemos abandonar a la mujer clásica y llorona que llevamos dentro, que no cree en sí misma ni en el mundo.
Nuestro objetivo tiene que ser luchar como Berîtan y Louise. Somos mucho más que nuestra ropa. No somos incapaces, estúpidas ni débiles. Rechacemos ser un objeto, que nos digan qué vestir, qué comer, qué pensar, qué decir, adónde ir o con quién hablar. Reconozcamos el poder que tenemos, lo importantes que somos y lo valiosas que somos para este mundo. Saboreemos la verdadera libertad.