Por qué no debemos alejarnos de los kurdos
Los kurdos del norte de Siria han sufrido inmensamente a lo largo de la historia. Nativos de la región, ellos nunca ha asumido ningún nivel significativo de autonomía o gobierno propio. Durante la existencia de la República Siria Árabe, han portado el no deseado estatus del grupo más marginado, de acuerdo a los Derechos Internacionales de las Minorías, y han sido sujeto de horribles niveles de detenciones arbitrarias, tortura autorizada por el estado y apropiación ilegal de bienes privados.
Esto fue peor tras la subida del panarabismo durante el régimen de Hafez al-Assad. Una declaración de Chatham House detalla la severidad de la situación; la lengua kurda está prohibida en público, y su uso, así como la música y las publicaciones kurdas, son todas estrictamente ilegales. Sin embargo, pocas cosas han cambiado incluso después de que Assad heredara el trono en el 2000, en gran detrimento de la minoría kurda.
Esto hace que el reciente resurgimiento de los kurdos dentro del contexto de la misma Siria que ha reprimido cualquier expresión de la identidad kurda sea tan increíble. La región autónoma de Rojava empezó a existir en 2013 cuando las milicias kurdas regionales la formaron después de que el ejército sirio árabe evacuara rápidamente amplias franjas del territorio en la cara de bandas errantes de terroristas islamistas así como grandes organizaciones como FSA, JaN e ISIS. Las milicias kurdas se fusionaron en una única estructura de tipo estatal en torno al Partido de la Unión Democrática (PYD) y tomaron las infraestructuras gubernamentales y militares que se dejaron atrás cuando los Assadistas se retiraron.
Rojava tuvo poco tiempo para regocijarse en su independencia nominal de Siria, ya que fue inmediatamente atacada de todas las direcciones. Los ataques de los grupos terroristas dentro de Siria continuaron, y las personas de Rojava encontraron su determinación probada en la larga y sangrienta Batalla de Kobanî. La improbable victoria fue conseguida por el ala militar del gobierno de Rojava, las YPG, y fue a costa de las vidas de muchos civiles que fueron quitadas con coches bombas y bombardeos de las fuerzas de ISIS. A pesar de las pérdidas, la derrota de ISIS subrayó la determinación de los kurdos de Rojava ante el mundo y enseñó que no renunciarían a su tan deseada independencia fácilmente.
Desde entonces, parece sin embargo que la situación solo ha empeorado. A pesar del hecho de que Salih Muslim, co-líder del PYD, ha declarado repetidamente que el gobierno de Rojava no buscará la independencia de Siria, y buscará por el contrario el mantenimiento de su estatus como una región autónoma similar al Kurdistán iraquí, el gobierno sirio ha cortado efectivamente lazos con la región y se niega a concederle ayuda militar, económica y cualquier otra forma de ayuda sustancial. Esto es a pesar de las repetidas proposiciones de los musulmanes al gobierno sirio y las declaraciones de apoyo contra los grupos islamistas que libran una guerra terrorista contra ambas entidades.
Desde su frontera norte con Turquía, Rojava está bajo un ataque constante. El gobierno turco ha declarado su completa negativa a aceptar cualquier tipo de ente autónomo kurdo dentro de Siria, independiente o no, y ha realizado regulares bombardeos contra blancos civiles para debilitar la determinación de las personas kurdas. Estos ataques se intensificaron a principios de este año, antes de la fuerza oficial de invasión, la cual entró en el Kurdistán sirio en agosto.
Por consiguiente, el principiante gobierno regional de Rojava se encontró a sí mismo luchando en una guerra en tres frentes; contra ISIS, contra Turquía, y en ocasiones incluso contra el gobierno sirio. A pesar de los repetidos intentos de una paz significativa, este estado de abiertas hostilidades ha visto pocos cambios en los últimos años. A pesar de que EE.UU se ha comprometido con esporádicos lanzamientos en paracaídas para ayudar a Rojava en los últimos dos años, su ayuda (y sus promesas de ayuda) han sido evasivas e indecisas. Rusia, por otro lado, ha demostrado ser un aliado mucho más eficaz, permitiendo a las YPG llamar a bombardear localizaciones precisas, dándoles una muy necesaria superioridad aérea en la lucha contra ISIS y otros grupos terroristas.
Sin embargo, cualquier apoyo dado por Rusia – en otras palabras, cualquier apoyo sustancial – ha sido constantemente minado por Occidente a cada paso. El anterior secretario británico de exteriores Philip Hammond declaró a principios de este año que estaba “afectado” por los informes de ayuda rusa a las fuerzas kurdas en el norte de Siria, justo antes los ingleses se habían unido a los americanos pidiendo a los rusos que “se fueran de Siria”. Pero no aportaron ninguna alternativa, condenando eficazmente a Rojava a las extinción a manos de Turquía e ISIS.
La actuación de los Estados Unidos ha sido particularmente perturbadora. Tras el intento separatista de Kosovo en los balcanes, EE.UU mandó a sus fuerzas aéreas para que dejaran caer una increíble montaña de bombas en Serbia para garantizar la independencia del nuevo estado. El asegurar los derechos humanos de las personas de Kosovo y el prevenir el genocidio fueron algunas razones que se usaron para legitimar esta campaña. Ante esto, las acciones americanas en Siria son difíciles de racionalizar. Han sido contradictorios no solo con sus anteriores decisiones a la hora de afrontar circunstancias similares, sino también con la idea de América como una nación que busca el controlar el orden internacional, evitar el genocidio y los crímenes contra la humanidad y asegurar la paz en el mundo.
Los Estados Unidos e Inglaterra han elegido su visión de Rojava y de los propios kurdos no como cualquier otra nación o cultura merecedora de unas libertades básicas, derechos humanos y con derecho a unos estándares mínimos de dignidad, sino como peones en una especie de retorcido Gran Juego que aún se sigue jugando por los políticos de Washington contra la Rusia de Putin. Como peones, los kurdos serán usados cuando se les necesites y desechados cuando se vuelvan un inconveniente. Y dada la muda respuesta de EE.UU a la invasión turca de Rojava el pasado mes, parece ser que el caso de los “inconvenientes” es cada vez mayor.
Cada vez más, las voces de los políticos occidentales que piensan en tanques y los llamados “analistas políticos” parecen estar aumentando. La condena de las instituciones de Rojava por los occidentales, que perciben a Rojava como un estándar imposible es incluso más duro. Critican a la región autónoma por no ser completamente democrática, a pesar del hecho de que está involucrado en una guerra con oponentes genocidas cuyo propósito es no sólo la destrucción de las estructura administrativa sino también de los kurdos en conjunto. Demandan al gobierno que cese su política de reclutamiento, ignorando el conflicto existencialista que está librando las YPG, y todo esto sin ofrecer absolutamente ningún tipo de alternativa.
Por supuesto, algunas de las críticas al gobierno de Rojava y las fuerzas armadas son legítimas. Hay algunas evidencias para pensar que el reclutamiento de menores de 18 ha ocurrido en ocasiones, a pesar de que la práctica es totalmente ilegal en la ley de Rojava. Hay también motivos para criticar la estructura estatal del gobierno y el dominio total del PYD a expensas de otros partidos.
Pero estas críticas se están excediendo en sus conclusiones. Sugieren que ya que existen problemas así, Occidente debería abandonar a los kurdos sirios frente a los lobos.
Hacer eso sería desastroso. No sólo fortalecería al Estado Islámico y la posición del gobierno totalitarista de Assad, sino también a una Turquía cada vez más islamista y autocrática. Esto representaría una grave traición a las promesas de apoyo hechas a los kurdos, y por consiguiente EE.UU sufrirá un grave golpe en su prestigio internacional. Pero más importante, constituiría una traición a los principios que tenemos en tanta estima; aquellos sobre los derechos humanos universales, el derecho internacional, y el principio de autodeterminación tal y como se describe en la carta estatutaria de la ONU.
Abandonar a los kurdos no nos aportaría nada y fortalecería a nuestro enemigos. Debemos apoyarlos contra nuestros enemigos en común como la única roca de estabilidad en el turbulento Oriente Medio.
Fuente: KurdishQuestion
Autoría: Will TG Miller
Fecha de publicación: 7 de septiembre de 2016
Traducido por Rojava Azadî.