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Mujeres de Kurdistán: la lucha tenaz contra el patriarcado

Grup de Dones de la Marxa Mundial València – 29 octubre 2024

ENTREVISTA A Rojin Mukriyan

La académica kurda Rojin Mukriyan reflexiona sobre el movimiento «Jin, Jiyan, Azadi», nacido en Irán al calor de las protestas masivas por el asesinato de Jina Mahsa Amini en septiembre de 2022.

Entrevista de Leandro Albani 25-10-2024 Jacobin

Mujeres kurdas iraníes con pancartas del movimiento «Jin, Jiyan, Azadi» («Mujer, Vida, Libertad»).

Cuando el 16 de septiembre de 2022, la joven kurda Jina Mahsa Amini falleció en un hospital de Teherán luego de ser detenida y torturada por la policía moral iraní, el régimen de los ayatolas no calculó la respuesta a esa muerte. Amini, de 22 años, fue apresada tres días antes de su fallecimiento en la capital del país por llevar mal puesto el hiyab que le cubría la cabeza. La primera reacción a lo sucedido explotó como pólvora seca en todo Irán: miles de personas salieron a las calles a repudiar el asesinato a Amini y en rechazo a las leyes que restringen las libertades y los derechos de las mujeres.

Irán es un país multiétnico y con diferentes religiones que conviven desde hace siglo. En el caso del Kurdistán iraní (Rohjilat, ubicado en el noroeste del país), el territorio está habitado por entre ocho y diez millones de kurdas y kurdos. En esa tierra olvidada y negada por el régimen iraní, nacieron las primeras protestas que desencadenaron lo que se conoció como movimiento «Jin, Jiyan, Azadi» («Vida, Mujer, Libertad»), una consigna que desde hace décadas levanta el movimiento de mujeres de Kurdistán que abraza el paradigma del confederalismo democrático, propuesto por Abdullah Öcalan, el líder kurdo y fundador del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), encarcelado en la isla-prisión de Imrali, en Turquía, desde 1999.

En esta entrevista, Rojin Mukriyan, investigadora kurda que en la actualidad es candidata a Doctorado en el Departamento de Gobierno y Política de la Universidad Cork, de Irlanda, analiza en profundidad el impacto que tiene en Irán un movimiento de mujeres que demanda mayores libertades. La académica también alerta que el Estado iraní redobló sus mecanismos de represión contra las mujeres. Mukriyan, que publica sus investigaciones en las plataformas del Observatorio de Justicia Mesopotamia y del Centro de Estudios Kurdos, asegura que la mayoría de las mujeres en el país busca, por todos los medios, «cambios fundamentales en todos los aspectos de la vida».

Rojin Mukriyan

LA: ¿Qué significa la revolución «Jin, Jiyan, Azadi» para Rohjilat e Irán?

RM: Irán es un país plural en cuanto a nacionalidades, cultura, idiomas, religiones y actitudes políticas. Teniendo esto en cuenta, no creo que haya una respuesta única y unificada a esta pregunta. Diferentes grupos e individuos perciben el movimiento revolucionario «Jin, Jiyan, Azadi» de diferentes maneras, por lo que connota diversos significados para diferentes grupos e individuos. Incluso Rojhilat en sí es una comunidad política plural, por lo que una reivindicación unánime para todo Rojhilat tampoco sería suficiente. Sin embargo, en base a los videos y datos disponibles, y a nuestro conocimiento histórico del pueblo kurdo en Rojhilat, puedo decir que el movimiento revolucionario «Jin, Jiyan, Azadî» tiene una base interseccional y descolonial, con importantes dimensiones transnacionales. Busca liberar la vida del poder colonial del Estado-nación capitalista heteropatriarcal. Desde esta perspectiva, se puede decir que es un movimiento libertario destinado a superar las formas jerárquicas de dominación y colonización. Este movimiento revolucionario liderado por mujeres puso la cuestión de las mujeres en el centro de su pensamiento, unió a diferentes movimientos e introdujo un enfoque interseccional. Esta perspectiva puede generar solidaridad transnacional entre diferentes grupos y nacionalidades, en particular entre las comunidades no persas dentro de la entidad política de Irán. Si bien tal vez sólo una minoría de la población persa comparte estas opiniones con el pueblo kurdo sobre el significado del movimiento «Jin, Jiyan, Azadî», todavía tiene el potencial de impactar significativamente al pueblo de Irán.

LA: ¿La lucha de las mujeres en Rohjilat e Irán sigue vigente hoy en día?

RM: Aunque las calles de Irán ya no están llenas de manifestantes, creo que la gente, en particular las mujeres, siguen resistiendo y luchando de distintas maneras. El régimen iraní ha intensificado sus medidas y políticas contra el hiyab, introduciendo nuevos proyectos de ley y normativas que someten a las mujeres a largas penas de prisión, sanciones económicas y restricciones laborales y educativas. Sin embargo, las mujeres de todo Irán están desafiando el hiyab obligatorio y se niegan a cumplir estas leyes. Irán sigue castigando y aterrorizando a las mujeres, pero ellas están decididas a seguir luchando. Por ejemplo, cuatro mujeres en Irán están actualmente acusadas de baghi (rebelión armada), que conlleva la pena de muerte. Entre ellas se encuentra Pakhshan Azizi, una trabajadora social kurda, que fue condenada a muerte. Sharifeh Mohammadi también fue condenada a muerte por su afiliación a un sindicato. Werisheh Moradi, miembro de la Sociedad de Mujeres Libres del Kurdistán Oriental (KJAR, por sus siglas originales), y Nasim Gholami también están acusadas de baghi. A pesar de estas graves acusaciones, las mujeres en prisión continúan organizando campañas como «Los martes de no a las ejecuciones», que ya lleva treinta y cinco semanas en marcha. A través de sus cartas desde la prisión, estas mujeres mantienen vivo el espíritu del movimiento revolucionario, reafirmando su determinación y dedicación. Pakhshan Azizi, por ejemplo, ofrece una perspectiva teórica para el movimiento, argumentando que, dado que se trata de un esfuerzo de base destinado a generar cambios fundamentales en todos los aspectos de la vida, se trata de un proceso a largo plazo. Werisheh Moradi escribió recientemente dos cartas desde la prisión de Evin, apoyando aún más la idea de que «Jin, Jiyan, Azadî» representa el pensamiento revolucionario. Por lo tanto, creo que, como muchos han argumentado, este movimiento marca un punto de inflexión irreversible en la historia de la República Islámica de Irán, y las mujeres continuarán su lucha contra el Estado-nación capitalista heteropatriarcal hasta que prevalezcan.

Mujeres iraníes protestando con la imagen de Mahsa Amini

LA: En general, ¿cuál es la respuesta del régimen iraní a las protestas sociales de las mujeres?

RM: El régimen islámico de Irán no hizo concesiones desde las protestas sociales lideradas por mujeres que comenzaron en septiembre de 2022. En cambio, intensificó sus castigos sistemáticos y sus medidas discriminatorias contra las mujeres, tanto en la práctica como a través de los marcos legales. Durante los primeros meses de las protestas, según la Misión Internacional Independiente de Investigación sobre la República Islámica de Irán de las Naciones Unidas, en el primer año de este movimiento, más de 60.000 personas fueron detenidas, con una edad media de 15 años. Además, 551 personas fueron asesinadas, incluidas 59 mujeres y 68 niños. Más de 6000 estudiantes mujeres también fueron envenenadas, aunque el gobierno nunca admitió la responsabilidad en estos incidentes.

El régimen intensificó sus medidas violentas preexistentes contra las mujeres. La vigilancia del hiyab se reforzó mediante el aumento del uso de cámaras de reconocimiento facial y drones. Estas tecnologías se utilizan para supervisar y hacer cumplir las leyes del hiyab obligatorio. El régimen busca controlar y subyugar a las mujeres, ya sea mediante el encarcelamiento o mediante sus leyes y prácticas antifemeninas. Sigue aumentando sus medidas represivas estructurales y sistemáticas. El 13 de abril de 2024, el comandante de las fuerzas policiales de Teherán anunció el plan «Noor» (noor significa «luz» en persa), que tiene como objetivo enfrentar a quienes violan las normas sociales al aparecer sin hiyab en público. Además, el proyecto de ley «hiyab y castidad», aprobado recientemente por el Consejo de Guardianes de Irán, penaliza todavía más a las mujeres que no cumplen con las normas obligatorias del hiyab.

LA: En Irán, ¿existe la posibilidad de que, a través de la lucha de las mujeres, se logren cambios y reformas en el régimen que gobierna desde 1979?

RM: En este punto es crucial tener en cuenta dos factores importantes. En primer lugar, la Constitución iraní, estructurada en torno a la doctrina Ithna Ashari (chiita duodecimana), puede describirse como un estado perpetuo de excepción, que crea una forma excepcional de soberanía. La Constitución otorga poderes extraordinarios al Líder Supremo y el concepto de Vilayat-e-Faqih (tutela del jurista islámico). En virtud de este sistema, las leyes están sujetas a la interpretación del Vilayat-e-Faqih, que tiene plena autoridad para interpretar, desarrollar, aplicar e incluso suspender la ley. La Constitución está redactada de una manera que impide reformas significativas, especialmente en lo que respecta a la condición de las mujeres y las nacionalidades no persas. Es un sistema profundamente arraigado en la idea de que el hiyab es uno de los pilares centrales de la existencia del régimen.

En segundo lugar, muchas de las mujeres que participan en la lucha no buscan reformas dentro del régimen. Uno de los lemas clave de las protestas —«Reformistas, línea dura, el juego ha terminado»— resume este sentimiento. En cambio, exigen cambios fundamentales en todos los aspectos de la vida. La lucha liderada por las mujeres en Irán inició un cambio social gradual y de abajo hacia arriba, que tiene el potencial de transformar las relaciones de poder a largo plazo.

LA: En los últimos años, el movimiento de mujeres kurdas se hizo conocido en todo el mundo. En el caso particular de Medio Oriente, ¿qué impacto tiene su lucha y también su propuesta política?

RM: El lema «Jin, Jiyan, Azadî» es central para el Movimiento de Liberación de Mujeres Kurdas (MLMK). Bajo este lema, el MLMK promueve una idea revolucionaria como alternativa al actual Estado-nación capitalista heteropatriarcal. La interseccionalidad y la descolonialidad han dado forma, desde hace mucho tiempo, a la resistencia y la lucha del MLMK. A través de sus esfuerzos diarios, las mujeres kurdas han adoptado las ideas de Abdullah Öcalan, que se han formulado en el concepto del confederalismo democrático.

Las mujeres kurdas se han convertido en fuerzas principales en la implementación de este sistema de gobierno progresista y democrático. El confederalismo democrático ofrece una alternativa a los sistemas jerárquicos de arriba hacia abajo que reproducen la dominación y la colonización. Es un marco no estatista y no monopolista. En lugar de centralizar el poder o perseguir políticas cargadas de poder, promueve una política ética que busca la inclusión y la coexistencia pacífica. El confederalismo democrático tiene sus raíces en la democracia directa, la emancipación de género y la ecología. Mediante el establecimiento de organizaciones autónomas y mecanismos de autodefensa, las mujeres kurdas no sólo resisten al patriarcado dentro del movimiento, la sociedad kurda y el Estado, sino que también garantizan la continuidad de este sistema. Al crear espacios independientes para mujeres, trabajan para evitar que las fuerzas de dominación, colonización y explotación se reproduzcan. Al implementar un sistema de copresidencia y una cuota de género del 50%, se esfuerzan por eliminar el patriarcado interno y transformar el significado de «poder sobre» a «poder para». Se han convertido en una fuerza crucial en la democratización del conocimiento, la gobernanza y la vida. Creo que el MLMK ofrece una solución que puede abordar muchas de las crisis que enfrentamos a nivel mundial.

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