Mensaje de Öcalan a la Conferencia Internacional «Paz y Sociedad Democrática» (Estambul, 6-7/12/2025)

6 diciembre 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
RECUPEREMOS EL SOCIALISMO A TRAVÉS DE LA PAZ Y LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA
Estimados pensadores, queridos compañeros, apreciados delegados y todas las personas que siguen creyendo que el socialismo aún es posible:
Me dirijo a ustedes hoy desde la isla de İmralı, en condiciones de aislamiento desde hace 26 años, en un momento en el que se ha reanudado un nuevo diálogo con el Estado sobre la cuestión kurda en busca de la paz y una sociedad democrática. Dirigirme a ustedes, en la Conferencia Internacional sobre la Paz y la Sociedad Democrática, en el camino hacia la reconstrucción del socialismo, es a la vez significativo e importante.
Como kurdos, a lo largo de 52 años de lucha del PKK, hemos completado nuestra lucha por la existencia y la dignidad, y ahora entramos en un período en el que se puede reconstruir una república democrática y una sociedad democrática.
El PKK ha cumplido su misión histórica al garantizar la existencia nacional del pueblo kurdo, al tiempo que ha puesto de manifiesto las limitaciones del socialismo de Estado nación. El socialismo del siglo XX surgió como una intervención revolucionaria negativa, pero no logró presentar una alternativa duradera. A pesar de los enormes sacrificios, esta lucha se ha convertido en un legado enriquecido por la crítica tanto teórica como práctica. Para honrar y hacer propio este legado de manera adecuada, es necesario transformar el socialismo de un mero recuerdo a una fuerza social viva que late en el corazón del pueblo. La tradición socialista en la historia debe entenderse como un legado destinado a construir tanto la paz como una sociedad democrática, y el camino a seguir reside en cumplir con las responsabilidades internacionalistas, tanto en la teoría como en la práctica.
Aunque los socialistas utópicos y los marxistas han ofrecido críticas exhaustivas del sistema hegemónico capitalista desde el siglo XIX, no lograron desarrollar una línea decisiva con resultados concretos. El capitalismo actual ya no es solo una crisis, sino que se ha convertido en una enfermedad que amenaza la supervivencia misma de la humanidad. El monopolio de la violencia en forma de Estado nación desempeña un papel determinante en este colapso.
Así como el capitalismo no puede explicarse únicamente por motivos económicos, los fracasos de los movimientos socialistas no pueden explicarse solo por la represión capitalista. Los errores históricos y contemporáneos también han sido decisivos.
Mis críticas al marxismo deben entenderse correctamente. No culpo a Marx; en su época, la historia no se entendía tan bien como hoy en día, no existía la crisis ecológica y el capitalismo seguía en auge. Aun así, Marx fue un pensador de profunda autocrítica y coraje intelectual. Percibió la importancia de la liberación de la mujer, pero la abordó de forma superficial, creyendo que una vez superada la explotación económica, la opresión de género se disolvería naturalmente. Su intento de interpretar la historia social exclusivamente a través de la clase, y su análisis insuficiente del Estado y el Estado nación, tuvieron graves consecuencias.
Al tiempo que formulo estas críticas, quiero subrayar mi profundo respeto por los esfuerzos de Marx y no tengo ninguna duda de su sinceridad, y señalar que distingo entre el marxismo y el propio Marx. Cuando criticamos el marxismo y el socialismo real existente en ciertas cuestiones fundamentales, lo que sentimos, como socialistas, es el espíritu de autocrítica desde dentro.
Las fuerzas antisistémicas deben revisar el materialismo histórico de una manera que se ajuste a la realidad de sociedad humana. Es esencial comprender que el capitalismo no «descendió de los cielos» en el siglo XVI, sino que sus raíces se remontan a los 10 000-12 000 años de evolución de la civilización que comenzó en la Mesopotamia inferior. Yacimientos arqueológicos como Göbeklitepe y Karahantepe arrojan luz sobre este origen histórico. Por esta razón, me parece más acertado definir el sistema de civilización existente como un «sistema de asesinato social basado en castas». Los hallazgos arqueológicos y antropológicos muestran que las castas de cazadores masculinos, mediante el desarrollo de técnicas de caza, sometieron y esclavizaron a las comunidades clánicas centradas en las mujeres. Esto marca la ruptura más profunda de la historia de la humanidad, de hecho, una gran contrarrevolución que dio forma a todos los desarrollos posteriores de la civilización.
Entender el capitalismo desde esta perspectiva histórica tan amplia nos permite hacer un análisis mucho más revelador. Este sistema no solo agrava las contradicciones sociales internas, sino que también pone en peligro la extinción de la especie humana al producir armas químicas y nucleares que pueden destruir el planeta, contaminar el medio ambiente y saquear las riquezas naturales tanto en la superficie como bajo tierra. Una de las tareas esenciales de la internacional es ofrecer a la humanidad un nuevo análisis del capitalismo basado en esta grave realidad.
Debemos examinar la historia de los oprimidos desde la perspectiva de la comuna, que surgió ante todo como una formación de autodefensa. Para ello es necesario considerar las primeras comunidades tribales como los inicios de la comuna y adoptar una perspectiva histórica que se extienda hasta el proletariado actual y todos los grupos oprimidos.
Sobre esta base, afirmamos que la historia no puede reducirse únicamente a la lucha de clases. Si bien la lucha de clases es sin duda parte de ella, es más preciso interpretar la historia como un largo proceso de relación y conflicto entre el desarrollo comunal y el desarrollo anticomunal que se remonta aproximadamente a 30.000 años atrás.
Preveo que esta conferencia, al abordar los análisis teóricos que he presentado aquí, fomentará importantes debates que pueden contribuir al desarrollo de una nueva perspectiva del programa político y la organización. En este proceso, el método fundamental es el materialismo dialéctico. Sin embargo, es necesario superar ciertos excesos de la dialéctica clásica. Debemos ver las contradicciones no como polos opuestos destinados a eliminarse mutuamente, sino como fenómenos sociales que también se sostienen y se configuran entre sí. Porque sin la comuna no habría Estado; sin la burguesía, no habría proletariado. Por lo tanto, la contradicción debe evaluarse no con una lógica de aniquilación, sino a través de una perspectiva histórica transformadora.
Los avances científicos demuestran que el método dialéctico sigue siendo una herramienta eficaz para el análisis social, siempre y cuando no se trate como algo absoluto. Con este marco, es imperativo actualizar la dialéctica comuna-Estado y clase-Estado. El fracaso del socialismo real del siglo XX se debió a la incapacidad de interpretar correctamente esta dialéctica histórica: el socialismo centrado en el Estado se apoderó del Estado, solo para ser derrotado por él. Al vincular el derecho de las naciones a la autodeterminación al Estado-nación, quedó confinado dentro de los límites de la política burguesa. El concepto de «Estado-nación proletario» tampoco produjo más que una reproducción de la mentalidad estatista.
Interpretando correctamente esta realidad, afirmé lo siguiente: el socialismo del Estado nación conduce a la derrota, mientras que el socialismo de la sociedad democrática conduce a la victoria.
Hoy ha llegado el momento de avanzar hacia la emancipación democrática sobre la base del socialismo de la sociedad democrática.
En este camino, avanzo con la convicción de que lograremos la reconstrucción no a través del Estado, sino mediante el paradigma de una república democrática y una nación democrática fundada en los principios de la libertad de las mujeres, la ecología y la sociedad democrática.
Esta conciencia ha renovado nuestro movimiento ideológica y políticamente, ha revitalizado su dinamismo organizativo y ha profundizado sus raíces en la sociedad, lo que le ha permitido desarrollar un programa socialista capaz de responder a las necesidades del siglo.
La relación entre el socialismo democrático y el Estado también se está reconfigurando en el contexto del proceso de paz y resolución. Yo defino mi relación con el Estado como una relación de democratización. El concepto de república democrática exige que el Estado no funcione como un poder divino por encima de la sociedad, sino como una estructura que opera en el marco de un contrato democrático celebrado con la sociedad. Mediante una estrategia de política democrática, es posible lograr el cambio y la transformación del Estado y reconstruir la sociedad sobre bases democráticas.
Basar esta estrategia en la ley constituirá la base duradera de la paz. La ley es un mecanismo que garantiza y equilibra la relación democrática entre el Estado y la sociedad, y sirve como instrumento para prevenir la violencia. Al mismo tiempo, institucionalizará el establecimiento, la legitimidad y la reconstrucción de la república democrática. En relación con esto, uno de los argumentos estratégicos clave que he propuesto es el concepto de integración democrática y su marco jurídico. La ley de integración democrática, en la que las normas jurídicas se reconstruyen en favor de la sociedad a través de normas individuales y universales junto con derechos colectivos, debe basarse en los tres principios fundamentales siguientes:
– Una ley del ciudadano libre
– Una ley de paz y sociedad democrática
– Leyes de libertad
La ley de integración democrática no solo transformará el Estado en uno normativo, sino que también permitirá institucionalizar los logros sociales, permitiendo a la sociedad alcanzar su libertad.
El proceso «Llamamiento a la paz y a una sociedad democrática» que he puesto en marcha es en sí mismo un proceso de diálogo. En una región como Oriente Medio, caracterizada por complejas relaciones entre etnias, religiones y sectas, se puede lograr mucho mediante el diálogo democrático y la negociación. Además, creo que un socialismo significativo no se puede organizar mediante un método revolucionario violento, sino a través de un sistema positivo de construcción y existencia, que toma forma mediante el diálogo democrático. Sin un diálogo democrático amplio y profundo, es difícil creer que se pueda construir el socialismo, o que pueda perdurar aunque se construyera.
Lenin también dijo: «Sin una democracia inclusiva y avanzada, no se puede construir el socialismo». Con estos pensamientos y determinación, les deseo una vez más una conferencia exitosa y les transmito mi eterno saludo y afecto de compañero.
06.12.2025 – Abdullah ÖCALAN – Isla de İmralı