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La solución de la autonomía democrática y su aplicación

El texto es un extracto de «Nación Democrática», de Abdullah Öcalan

Komun Academy – Abdullah Öcalan – 10 mayo 2020 – Traducido por Rojava Azadi Madrid

La lucha del PKK hasta ahora tenía como objetivo esencial hacer visible la cuestión kurda. La negación de la realidad kurda durante la época de su formación puso naturalmente en el orden del día la cuestión de la existencia. Así, el PKK trató al principio de demostrar la existencia de la cuestión, mediante argumentos ideológicos. La continuación de esta negación por parte de la izquierda a través de métodos más refinados puso en el orden del día la organización sobre la base de identidades y acciones distintas.

El estado-nación turco -que insistió en las tradicionales políticas de negación y aniquilación- se negó a considerar la posibilidad de una solución política durante este periodo. Por el contrario, optó por contrarrestar las iniciativas del PKK con una campaña de terror fascista que condujo al golpe del 12 de septiembre. La declaración del PKK de una guerra popular revolucionaria surgió como la única opción viable. En estas condiciones, el PKK iba a marchitarse, como los demás grupos de la izquierda democrática de Turquía, o a decidirse por la resistencia. El factor decisivo para que la cuestión kurda dejara de ser una cuestión de identidad ideológica y se convirtiera en una cuestión de guerra es la insistencia del Estado en mantener las políticas de negación y aniquilación previamente encubiertas mediante el terror abierto del 12 de septiembre. Sería más realista analizar la ofensiva del 15 de agosto de 1984 dentro de este marco. Este movimiento está mucho más cerca del objetivo de demostrar la existencia del pueblo kurdo y proteger su existencia que de ser un movimiento de liberación. Hay que señalar que, en este sentido, ha alcanzado un éxito importante.

El PKK, al tiempo que demostraba la existencia kurda sin lugar a dudas, seguía arraigado en el estatismo-nación. El período de autocrítica que siguió reveló la esencia antisocialista y antidemocrática del estatismo-nación. La rápida disolución del socialismo real en la década de 1990 contribuyó a una comprensión más profunda de los factores subyacentes a la depresión. La disolución del socialismo real fue causada por la problemática del poder y del Estado-nación socialista real. Para ser más precisos, la crisis del socialismo fue el resultado de una comprensión inadecuada del problema del poder y del Estado. Cuando las contradicciones del Estado y el poder, expuestas con tanta crudeza por la cuestión kurda, confluyeron con la crisis global más amplia del socialismo real, se hizo inevitable un análisis exhaustivo de la cuestión del Estado y el poder.

Para ello, en una parte importante de mi defensa, trato de analizar el Estado y el poder a lo largo de la historia de la civilización. Me concentré en presentar la transformación de los fenómenos del estado y el poder en el contexto de la modernidad capitalista, la civilización hegemónica actual. En concreto, argumenté que la transformación del poder en el Estado-nación era la base del capitalismo. Esta era una tesis importante. Intenté demostrar que si el poder no se organizaba a través del modelo de Estado-nación, el capitalismo no podría haberse convertido en el nuevo sistema hegemónico. El Estado-nación fue la herramienta fundamental que hizo posible la hegemonía capitalista. Por lo tanto, traté de demostrar que el socialismo, como anticapitalismo, presentándose como lo que yo llamo «sociedad-histórica», no podía establecerse como basado en el mismo modelo de Estado, es decir, como un verdadero Estado-nación socialista. Intenté demostrar que la idea de que el socialismo, tal y como lo propusieron Marx y Engels, sólo podía construirse a través de estados-nación centrales era, de hecho, un defecto fundamental del socialismo científico. Continué presentando la tesis de que el socialismo no podía construirse a través del Estado, especialmente del estado-nación, y que la insistencia en ello sólo podía dar lugar a las versiones más degeneradas del capitalismo, como se ha experimentado en muchos casos, pero especialmente en el socialismo realmente existente de Rusia y China. Como precursor necesario de esta tesis, analicé el sistema de civilización central a lo largo de la historia, el concepto de poder, y la estructura del estado y el poder de la modernidad capitalista, que es la estructura predominante y única en nuestra época. Mi principal conclusión fue que los socialistas no podían tener un principio de estado-nación. Más bien, la solución a la cuestión nacional debería basarse en el principio de la nación democrática. La expresión práctica de esto, como trataré de mostrar, es la experiencia de la KCK – la Unión de Comunidades Democráticas del Kurdistán.

El Kurdistán, en cierto modo, ya se ha convertido en el foco de la revolución y la contrarrevolución del siglo XXI. Es el eslabón más débil de la modernidad capitalista. Los problemas nacionales y sociales del pueblo del Kurdistán se han agravado tanto que no pueden ocultarse mediante recetas liberales o la demagogia de los derechos individuales o culturales. En lo que respecta a la cuestión kurda, el estatismo-nación -que condujo a diferentes prácticas, incluido el genocidio cultural- ya no es un solucionador de problemas, sino que ha sido durante mucho tiempo la fuente del problema, tanto para el opresor como para el oprimido. El estatismo-nación está en disolución y se ha convertido incluso en un problema para la modernidad capitalista. Una evolución nacional democrática más flexible será la punta de lanza de los avances de nuestra época. La modernidad democrática significa la expresión teórica y los pasos prácticos de estos avances. La KCK, como expresión concreta de las transformaciones nacionales democráticas en el Kurdistán, arroja luz sobre el camino de la solución de la modernidad democrática en Oriente Medio.

La solución de la autonomía democrática puede aplicarse de dos maneras:

La primera se basa en la búsqueda de un compromiso con los estados-nación. Encuentra su expresión concreta en una solución constitucional democrática. Respeta el patrimonio histórico-social de los pueblos y las culturas. Considera la libertad de expresión y organización de estos patrimonios como uno de los derechos constitucionales irrevocables y fundamentales. La autonomía democrática es el principio fundamental de estos derechos. Las principales condiciones de este acuerdo son que el estado-nación soberano renuncie a toda política de negación y aniquilación, y que la nación oprimida abandone la idea de formar su propio estado-nación. Es difícil que un proyecto de autonomía democrática se lleve a cabo sin que ambas naciones renuncien a las tendencias estatistas en este sentido. Los países de la UE necesitaron más de 300 años de experiencia en materia de estados-nación antes de poder aceptar la autonomía democrática como la mejor solución para resolver los problemas regionales, nacionales y de minorías de los estados-nación

También en la solución de la cuestión kurda, el camino que tiene sentido y es coherente es el que no se basa en el separatismo y la violencia y que acepta la autonomía democrática. Todos los demás caminos conducirán a un aplazamiento de los problemas, y por tanto a una profundización del estancamiento, o a un conflicto violento y a la separación. La historia de los problemas nacionales está plagada de ejemplos de este tipo. La relativa paz, riqueza y prosperidad de los países de la Unión Europea -sede de los conflictos nacionales- en los últimos 60 años se logró gracias a su aceptación de la autonomía democrática y a su capacidad para encontrar soluciones flexibles y creativas a los problemas regionales, nacionales y de las minorías. Lo contrario ha ocurrido con la República de Turquía. El estado-nación que se quiso llevar a cabo mediante la negación y la aniquilación de los kurdos ha llevado a la república al borde de la desintegración, de los grandes problemas, de las continuas crisis, de los golpes militares a los que se recurre cada diez años y de un régimen de guerra especial que se lleva a cabo junto con Gladio. Sólo cuando el estado-nación turco abandone estas políticas y acepte la autonomía democrática de todas las culturas (incluidas la turca y la turcomana), y específicamente la autonomía democrática de la entidad cultural kurda, logrará una paz y prosperidad duraderas como república normal, legal, secular y democrática.

La segunda vía para una solución de autonomía democrática -que no depende de la búsqueda de un compromiso con los estados-nación- es la aplicación de su propio proyecto de forma unilateral. En sentido amplio, reconoce el derecho del pueblo kurdo a convertirse en una nación democrática mediante la aplicación de la autonomía democrática. Ni que decir tiene que en este caso se intensificarán los conflictos con aquellos Estados-nación soberanos que no acepten esta implementación unilateral de convertirse en una nación democrática. Si esto ocurre, los kurdos no tendrán más remedio que adoptar una posición de movilización y guerra a gran escala para proteger su existencia y vivir libremente contra los ataques individuales o conjuntos de los estados-nación (Irán, Siria y Turquía). No se detendrán para convertirse en una nación democrática con todas sus dimensiones y para desarrollar y realizar sus aspiraciones con sus propios esfuerzos hasta llegar a un compromiso o lograr la independencia en medio de la guerra.

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