¿La revolución será con o sin Estado?
UNA LECTURA ANARQUISTA DE ÖCALAN – I / IV

Para Öcalan, quien declaró que «el Estado es uno de los inventos más peligrosos de la historia de la humanidad; es la forma cristalizada del monopolio del poder», la idea de una «democracia sin Estado» ocupa un lugar central en su transformación ideológica.
BIANET – Ercan Jan Aktaş – 7 y 11 agosto 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
«El Estado es autoritario por naturaleza; una vez que existe, la libertad se vuelve imposible». — Mijaíl Bakunin, «Dios y el Estado».
Arraigada en una tradición intelectual opuesta al Estado y profundamente crítica con la jerarquía y la autoridad, la teoría anarquista ha desarrollado históricamente alternativas radicales a las estructuras de poder centralizadas y los aparatos de coacción[1]. Dentro de este linaje teórico, los conceptos de «nación democrática» y «confederalismo democrático» desarrollados por Abdullah Öcalan en los últimos años se discuten cada vez más en la literatura anarquista[2]. Las críticas de Öcalan al Estado, al poder, a la jerarquía y a la relación entre el ser humano y la naturaleza han adquirido nuevas dimensiones, especialmente bajo la influencia intelectual de Murray Bookchin[3]. El presente artículo tiene como objetivo explorar las intersecciones entre el pensamiento de Öcalan y la teoría anarquista, así como las formas en que su enfoque se desvía para trazar un camino original.
En el pensamiento revolucionario del siglo XIX, los debates entre los contemporáneos Mijaíl Bakunin (1814-1876) y Karl Marx (1818-1883) ponen de relieve los puntos históricos de divergencia entre las tradiciones anarquista y marxista[4]. Si bien ambos pensadores situaban la lucha contra la explotación capitalista en el centro de su pensamiento, divergían significativamente en cuanto al método y el objetivo final. Marx sostenía que un Estado obrero, liderado por el proletariado, era una necesidad histórica para la transición a una sociedad sin clases[5]. Bakunin, por su parte, consideraba que todas las formas de Estado, ya fueran burguesas o proletarias, reproducían estructuras de autoridad y dominación[6]. Rechazaba el centralismo y el vanguardismo partidista, y advertía de que incluso una dictadura «temporal» del proletariado daría lugar inevitablemente a una nueva clase dominante.
Una de las principales críticas de Bakunin a Marx se dirigía a su determinismo histórico y a su visión del socialismo autoritario[7]. El materialismo histórico de Marx presentaba un modelo lineal de evolución social inevitable basado en el desarrollo de las fuerzas productivas, mientras que Bakunin defendía una concepción más flexible y autónoma de la revolución, centrada en la libertad y la voluntad humanas. Para él, la revolución no debía construirse a través de una autoridad central, sino mediante la participación directa del pueblo, a través de asambleas locales y estructuras colectivas[8]. En este sentido, Bakunin argumentaba que el proceso revolucionario propuesto por Marx estaba abierto al autoritarismo y, en última instancia, socavaría la esencia de la revolución socialista. Estos debates no solo marcaron una ruptura ideológica entre los dos pensadores, sino que también simbolizaron una oposición radical en cuanto a los fundamentos estratégicos y éticos de los movimientos revolucionarios modernos.
Marx «ganó», Bakunin «perdió»
El conflicto entre Marx y Bakunin dentro de la Primera Internacional (1864-1876) culminó con la expulsión de Bakunin —junto con la corriente anarquista que representaba— en el Congreso de La Haya de 1872[9]. Este conflicto ideológico y estratégico marcó profundamente el destino de los movimientos revolucionarios. El punto álgido del enfrentamiento se produjo cuando Marx propuso trasladar la sede de la Internacional de Londres a Nueva York, una medida interpretada como un intento de consolidar el liderazgo centralizado. En ese mismo congreso, Bakunin y su estrecho colaborador James Guillaume fueron expulsados por «indisciplina organizativa» y «conspirar para formar una organización secreta»[10].
La línea de Marx sentó las bases para la Segunda Internacional y, más tarde, para el leninismo y el socialismo de estilo soviético. La visión de Bakunin, por otro lado, siguió viva a través de los movimientos anarquistas, autonomistas y de acción directa[11]. Tras 1872, la Primera Internacional se dividió efectivamente, y los anarquistas organizaron su propio congreso «antiautoritario» en St. Imier[12].
Para Öcalan, quien declaró que «el Estado es uno de los inventos más peligrosos de la historia de la humanidad; es la forma cristalizada del monopolio del poder»[13], la idea de una «democracia sin Estado» ocupa un lugar central en su transformación ideológica. Esta idea puede interpretarse como una reedición del conflicto ideológico entre Marx y Bakunin, esta vez en Rojava[14]. En La Haya, Marx defendió la dictadura del proletariado y el papel central del partido durante la transición revolucionaria; Bakunin, por el contrario, propuso una transformación social basada en las asambleas populares, la organización de base y las estructuras descentralizadas.
La crítica radical de Öcalan al Estado, junto con su propuesta de una estructura política horizontal y pluralista basada en la participación directa, retoma y revitaliza este debate histórico. Especialmente después de 2012, las estructuras de autogobierno desarrolladas en Rojava —comunas, asambleas, consejos de mujeres y unidades de defensa popular— pueden considerarse una realización concreta y contemporánea de la visión de Bakunin de una organización social sin Estado.
Aunque Öcalan no hace referencia directa a Bakunin, su paradigma resucita el camino que Bakunin imaginó, en oposición a las estructuras estatales colonial-modernistas de Oriente Medio. Al explorar las posibilidades de una política más allá del Estado, Öcalan ofrece tanto un nuevo marco teórico como una base práctica. La experiencia de Rojava representa un esfuerzo por construir una alternativa al socialismo centralizado y autoritario a través de la autoorganización popular. De este modo, lo que durante mucho tiempo se había considerado el legado derrotado de Bakunin renace en una de las regiones más volátiles del mundo, en un tejido social compuesto por comunidades multiétnicas, multilingües y multiconfesionales. El paradigma de Öcalan puede entenderse, por tanto, como el resurgimiento de la corriente anarquista suprimida en La Haya, ahora en desafío a las formaciones estatales coloniales de Oriente Medio[15]. (EJA/VK)
NOTAS:
1 – Peter Marshall, Demanding the Impossible: A History of Anarchism, HarperCollins, 1992.
2 – Thomas Jeffrey Miley, “Abdullah Öcalan and the Post-Statist Political Imagination”, Globalizations, 2022.
3 – Abdullah Öcalan, Manifiesto por una Civilización Democrática, Volumen 1, Editorial Descontrol, 2016.
4 – George Woodcock, Anarchism: A History of Libertarian Ideas and Movements, Penguin, 1986.
5 – Karl Marx, La Guerra Civil en Francia, 1871.
6 – Mihail Bakunin, Estatismo y Anarquía, 1873.
7 – Paul McLaughlin, Mikhail Bakunin: The Philosophical Basis of His Anarchism, Algora, 2002.
8 – Daniel Guérin, El anarquismo. Ediciones Utopía Libertaria, Buenos Aires, 1970.
9 – Wolfgang Eckhardt, The First Socialist Schism: Bakunin vs. Marx in the International Workingmen’s Association, PM Press, 2016.
10 – Robert Graham, We Do Not Fear Anarchy – We Invoke It, AK Press, 2015.
11 – David Graeber, Fragmentos de Antropología Anarquista, Virus Editorial, 2011.
12 – René Berthier, Bakunin et Marx: Alliances et Ruptures, Éditions du Monde libertaire, 2009.
13 – Abdullah Öcalan, Civilisations System I: State, Aram Publications, 2001.
14 – Dilar Dirik, The Kurdish Women’s Movement: History, Theory, Practice, Pluto Press, 2022. ↩
15 – Joost Jongerden, “Rethinking Politics and Democracy in the Middle East: The Kurdish Case in Syria”, Ethnicities, 2019
EL AUTOR:
Ercan Jan Aktaş es científico social, escritor y activista. Su trabajo se centra en la paz social, la violencia, el militarismo, el género y la objeción de conciencia.
Colabora con Yeni Özgür Politika, Yeni Yaşam y bianet con artículos, entrevistas e informes en profundidad sobre política actual, cuestiones migratorias, paz social y género. Continúa su labor en el ámbito académico, periodístico y activista como refugiado político en Francia.