La Revolución de Rojava I
Publicamos un artículo traducido por un compañero de Rojava Azadi, publicado originalmente en Regeneración Libertaria:
Con este artículo doy comienzo a mi labor en este proyecto de comunicación social que es Regeneración Libertaria. Se trata de una traducción del artículo escrito por Meredith Tax y publicado originalmente en la página web de la revista Dissent: The Revolution in Rojava. Este artículo es un buen resumen de la situación revolucionaria actual en Rojava, así como de sus fundamentos, raíces y antecedentes, con lo cual se trata de una lectura totalmente recomendable para aquelles interesades en informarse sobre este acontecimiento social y que aún no tienen mucho conocimiento sobre el mismo.
Lo dividiré en tres partes para facilitar su lectura, pues es un texto ciertamente extenso.
Sin más, ahí va:
Desde el pasado agosto, cuando supe por primera vez de la lucha contra el ISIS en Kobane, me he estado preguntando por qué tan pocas personas en los Estados Unidos están hablando sobre los cantones de Rojava. Une pensaría que sería una gran noticia que existiese un área liberada en Oriente Medio liderada por socialistas-feministas de la hostia, donde el pueblo toma las decisiones a través de consejos locales y las mujeres ostentan el 40 por ciento de las posiciones de liderazgo en todos los niveles. Une pensaría que sería incluso una noticia más grande que sus milicias fueran lo suficientemente fuertes para derrotar al ISIS. Une pensaría que los análisis de lo que hizo posible esta victoria estarían por toda la prensa de izquierdas.
Pero muches en la izquierda de EE. UU. tienen que oír aún la historia de los cantones de Rojava –Afrin, Cizîre y Kobani– en el norte de Siria, o Kurdistán oeste. Rojava –la palabra kurda para «Occidente»– está compuesta por tres enclaves izquierdistas, constituyendo un área ligeramente inferior al estado de Connecticut, en un territorio dominado por el ISIS. A mediados de 2012, las fuerzas de Assad se retiraron masivamente de la zona, y la batalla fue dejada a las milicias kurdas: las YPG (Unidades de Protección del Pueblo) y las YPJ (Unidades de Defensa de Mujeres), las milicias autónomas de mujeres. Estas milicias no son las mismas que les peshmerga iraquíes, a pesar de que la prensa norteamericana use dicho nombre para ambos.
Las YPG y las YPJ, durante la mayor parte de los últimos tres años, han estado centradas en derrotar a los yihadistas, incluso aunque continúan combatiendo con el régimen de Assad (particularmente en y alrededor de la ciudad de Hasakah). El 27 de enero de 2015, lograron una enorme victoria cuando vencieron al ISIS en Kobane. Desde entonces han retomado las estratégicas ciudades de Tel Hamis y Tel Tamr (en los límites del cantón de Cizîre), pero, desde finales de abril, se están preparando para un ataque renovado del ISIS en la zona.
Mientras que la oposición siria está comprensiblemente resentida con que las YPG y las YPJ retiraran la mayor parte de su energía de la guerra con Assad, les izquierdistas de todo el mundo deben estar observando los extraordinarios esfuerzos que están siendo realizados por les kurdes siries y sus aliades para construir un área liberada donde pueden desarrollar sus ideas sobre socialismo, democracia, mujeres y ecología en práctica.
Elles han estado trabajando en estas ideas desde 2003, cuando el PYD (Partido de la Unión Democrática) fue fundado por miembros sirios del ilegalizado partido kurdo de Turquía, el PKK. Para enero de 2014, habían establecido un sistema de gobierno de abajo-arriba en cada cantón, con las decisiones políticas tomadas por consejos locales y con los servicios sociales y las cuestiones legales administradas por estructuras locales de la sociedad civil bajo el paraguas del TEV-DEM (Movimiento por la Sociedad Democrática). El TEV-DEM incluye a personas de todos los grupos étnicos en los cantones, que están representadas por más de un partido político, pero la mayoría de su liderazgo ideológico viene de parte del PYD.
Según Janet Biehl, que formó parte de una delegación académica al cantón de Cizîrê en diciembre de 2014, la comuna de distrito es el bloque de construcción de la estructura al completo. Cada comuna está compuesta por 300 miembros y dos copresidentes electes, un hombre y una mujer. 18 comunas constituyen un distrito, y les copresidentes de todos ellos se encuentran en el Consejo de Distrito del Pueblo, que también está formado por miembros elegidos directamente. Los Consejos de Distrito del Pueblo deciden en materias de administración y economía como la recogida de la basura, la distribución del aceite de calefacción, la propiedad de la tierra y las empresas cooperativas. Mientras que todas las comunas y los consejos están al menos compuestos por un 40% de mujeres, el PYD –en su determinación de revolucionar las relaciones tradicionales de género– también ha creado cuerpos paralelos autónomos de mujeres en cada nivel. Estos determinan la política en materias que conciernen particularmente a las mujeres, como los matrimonios forzosos, los crímenes de honor, la poligamia, la violencia sexual y la discriminación. Desde que la violencia doméstica es un problema continuo, también han construido un sistema de albergues-refugios. Si tiene lugar un conflicto en un asunto concerniente a las mujeres, los consejos de mujeres tienen potestad para sobrepasar y anular a los consejos mixtos.
En resumen, la Revolución de Rojava está cumpliendo los sueños de la Primavera Árabe –y algo más. Si sus ideas pueden sostenerse y prevalecer contra el ISIS, el nacionalismo kurdo y los estados hostiles que rodean a los cantones, Rojava afectará a las posibilidades disponibles para la región entera. Entonces, ¿por qué no está consiguiendo más apoyo internacional?
En octubre, David Graeber escribió un artículo de opinión en The Guardian comparando la lucha de Rojava contra el ISIS con la Guerra Civil Española y se preguntaba por qué la izquierda internacional estaba mostrando tan poca solidaridad en esta ocasión. La respuesta residía en parte en cómo uno define la solidaridad internacional –que en estos días usualmente parece estar limitada a oponerse a cualquier cosa que los Estados Unidos haga. En diciembre de 2014, un panel del In These Times sobre qué hacer respecto a Kobane encuadró la cuestión en términos puramente de una intervención militar de los EE. UU. Richard Falk respondió:
La difícil situación de les kurdes en Kobane y su coraje resistiendo al ISIS plantean un escenario trágico que pone en tela de juicio la especie de antiintervencionismo que siento que está justificado en general, particularmente en Oriente Medio. Pero para superar la presunción contra la intervención militar, especialmente desde el aire, uno precisa de una evidencia muy potente… La intervención del ISIS de hecho no parece diseñada para lidiar con el problema. Más bien parece una proyección del poder de los EE. UU. en la región.
Falk inmediatamente orienta la cuestión hacia los motivos de los EE. UU. más que hacia si Kobane necesita ayuda o si la ha pedido, y qué otros tipos de ayuda, además de los bombardeos, pueden prestarse.
Para Graeber, esta manera de encasillar el problema es tristemente unilateral; la crítica antiimperialista es insuficiente sin la solidaridad. Él visitó Rojava como parte de la delegación académica y, a la vuelta, la describió como “una revolución genuina”:
Pero de un modo que es exactamente el problema. Las principales potencias se han encomendado a sí mismas a una ideología que dice que las revoluciones reales no pueden nunca más tener lugar. Mientras tanto, muches en la izquierda, incluso en la izquierda radical, parecen haber adoptado tácitamente una política que asume lo mismo, incluso aunque elles todavía producen unos superficiales ruidos revolucionarios. Aceptan una especie de marco «antiimperialista» puritano que asume que los jugadores importantes son los gobiernos y les capitalistas, y que ése es el único juego que importa.
¿Cuál es el problema aquí? ¿Somos en Estados Unidos demasiado cínicxs o deprimides como para creer que cualquier cosa nueva puede pasar? ¿Estamos preparades para reconocer ideas revolucionarias cuando vienen de Grecia, España o Latinoamérica, pero no de Oriente Medio? ¿Somos tan sexistas que no podemos asumir la idea de una revolución feminista seriamente? ¿O el problema es simplemente ignorancia? Si es así, conocer la historia puede servir de ayuda. Empecemos con les yazidíes.
Hasta aquí la primera parte de La Revolución en Rojava. En la segunda parte se tratará el heroico rescate del pueblo yazidí en Sinjar en agosto del 2014; las relaciones con el régimen filotalibán de Turquía y el Kurdistán iraquí, y el feminismo en el Movimiento de Liberación Kurdo, así como la historia y características del PKK, el Partido de les Trabajadores de Kurdistán.
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