kurdistanLucha de las Mujeres

Jineolojî, feminismo y LGBT: mujeres argentinas con Kurdistán

El kurdo es un pueblo negado, de más de 40 millones de personas, que desde la conformación de los Estados lucha por su reconocimiento y existencia. Aunque Kurdistán no existe como tal -se trata de un territorio que fue dividido en cuatro partes: Irán, Irak, Siria y Turquía- y sus habitantes viven en un éxodo permanente, desarrollaron en las últimas décadas una cultura rica en mitos, teorías y práctica. Allí, el rol de la mujer es fundamental. Este espacio conquistado por las kurdas es apoyado y estudiado en todo el mundo. En Argentina, el Comité de Mujeres en Solidaridad con Kurdistán tuvo una convocatoria de más de 700 mujeres en el último ENM, celebrado este mes en Chaco.
Cosecha Roja habló con Nathalia Benavides, integrante del Comité de Mujeres en Solidaridad con Kurdistán.
–¿Cuál es el rol de las mujeres en la lucha por la independencia kurda?
–El Movimiento de Mujeres kurdas no pelea por la conformación de un Estado independiente, sino que su lucha gira en torno a los principios del Confederalismo Democrático. Esta propuesta se sustenta en un modelo político social y económico alternativo al capitalismo, con una crítica muy fuerte a la conformación de los Estados-Nación, entendiéndolos como la base del sistema de dominación y opresión de los pueblos. Hay que pensar que Kurdistán no existe como tal, sino que se trata de un territorio que ha sido dividido en cuatro partes. El Confederalismo es antinacionalista, antipositivista -a partir de su crítica a las ciencias modernas-, antifundamentalista y antipatriarcal. A cada “anti” el Movimiento ofrece una propuesta concreta. Y no es sólo una cuestión declamativa. Es una propuesta que incluye la ecología como uno de sus pilares de desarrollo y sostiene también un sistema de co-presidencias en todos los estamentos sociales, políticos y organizativos en los que obligatoriamente una mujer y un hombre ocupan el cargo. Es en este proceso que las mujeres kurdas tienen un rol fundamental. Son las que lo encabezan y esto es producto de 40 años de organización y lucha.
–¿Siempre hubo perspectiva de género en el Movimiento?
–Si bien desde los comienzos del Movimiento existió una base de igualdad y una perspectiva de género, nunca fue tan profunda como ahora. Desde la primera acción militar del Partido (PKK) en 1984, de la que participaron mujeres –lo cual impactó muy fuerte en el  imaginario- la presencia de las mujeres en la lucha fue creciendo. Comenzaron a sentir la necesidad de participar en todos los frentes, incluso tomando las armas. Formaron las Academias de liderazgo y participaron de la guerrilla, aunque en las montañas las mujeres seguían siendo vistas como un peso, lo cual generó también una lucha interna. Se dieron cuenta que no era suficiente estar rodeadas de compañeros que tenían un pensamiento más o menos libertario, sino que era necesario cambiar toda una mentalidad. Porque en definitiva, cada uno de ellos traía un cúmulo de experiencias, de aprendizajes, de costumbres y tradiciones de su sociedad que se repetían aún dentro del Partido y de la guerrilla. Allí comprendieron que los sistemas se construyen primero mentalmente y después las instituciones. Un movimiento que quería transformar a una sociedad primero tenía que lograr una transformación mental.
–¿Hay un feminismo kurdo, tal como entendemos el feminismo en estos lados de Occidente?
–Lo que plantean las compañeras es que en esta lucha, a partir de la organización dentro del Movimiento, fueron feministas sin saberlo. En sus formaciones políticas analizan todas las corrientes del feminismo, pero a lo que primero tuvieron acceso fue a las corrientes que provenían fundamentalmente de Europa. A partir del impulso de la Revolución en Rojava y el trabajo diplomático que apunta a establecer lazos de solidaridad entre los pueblos, conocieron otros feminismos. Por ejemplo, el de Latinoamérica. Lo que sostienen las feministas académicas kurdas es que en el mundo existen muchas luchas por la existencia llevadas adelante por las mujeres. Por nombrar un ejemplo, en Yemen las mujeres están luchando fuertemente contra la mutilación genital femenina. Ante esto, ellas dicen que “el feminismo occidental sólo nombra estas luchas pero ni siquiera les pregunta cómo quieren ser nombradas”. Justamente por eso, son ellas las que quieren elegir la forma de nombrarse. Y eligen hablar de Jineolojî, una palabra compuesta por “jîn” (mujer) y “ologj” (proviene del griego, logos, “discurso, razón”).

–¿Hay presencia LGBT?
–Ningún aspecto relacionado al Movimiento de Liberación kurdo y a su Movimiento de Mujeres puede ser abordado en términos de homogeneidad. Cuando lxs kurdxs hablan de las categorías de mujer-hombre no lo hacen como categorías biológicas, sino de los géneros como construcciones sociales. La desigualdad a la que se refieren, desigualdad estructural e ideológica en principio, es la que se ha construido sobre ese pensamiento binario de hombre-mujer: no se ha construido sobre otras sexualidades. Analizar la presencia LGBT+ sin tener en cuenta la historicidad de las diferentes luchas es un error. Y en este sentido, tampoco es posible hacerlo sin dar cuenta de las distintas realidades, avances y retrocesos de la comunidad y de toda la sociedad kurda en su conjunto, en las cuatro partes de Kurdistán. Es muy reciente la discusión de esta problemática dentro del Movimiento aunque el avance y la consolidación de la Revolución en Rojava ha precipitado sin duda algunos tiempos. Escuchamos hablar del establecimiento del “Ejército de Insurrección y Liberación Queer” (TQILA) en julio de este año, pero no hay que perder de vista que fue una iniciativa de las IRPGF (Fuerzas Guerrilleras Internacionales Populares y Revolucionarias). Son brigadistas internacionales. Y esto despertó cierto interés mundial, pero no es una discusión saldada hacia el interior del Movimiento. Está en pleno proceso que oscila entre el entusiasmo, el apoyo y la bienvenida por parte algunos sectores de la izquierda y activistas LGBTI+, por un lado, y por otro con la crítica y el escepticismo hacia el discurso liberal occidental que rodea al TQILA.
–¿Cómo se pueden acercar las mujeres sudamericanas a las actividades de apoyo a lucha en Kurdistán?
–En toda América Latina se están formando Comités de Solidaridad -en Brasil, Chile, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Uruguay, Colombia-. En Argentina particularmente hemos conformado, a partir del año pasado, un Comité de Mujeres autónomo al Comité General. Comenzamos en el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario, fue recibido de muy buena manera con el acompañamiento de más de 700 mujeres que participaron de nuestras actividades. Como mujeres latinoamericanas, al igual que las mujeres kurdas, luchamos por revertir una realidad violenta y opresiva, que se genera desde una situación estructural y sistemáticamente desigual. Impulsamos el intercambio recíproco de experiencias y el acercamiento a sus luchas, en la convicción de que este aprendizaje mutuo nos interpela y nos alienta a continuar revisando y construyendo nuestras propias prácticas políticas en el aquí y ahora. Sin perder de vista que nuestro objetivo es la construcción de lazos solidarios entre nuestros pueblos y que en este momento, las compañeras y los compañeros en Kurdistán necesitan de toda nuestra experiencia histórica y organizativa que también es muy rica. Nuestro trabajo consiste en romper fronteras de todo tipo –empezando por las idiomáticas– y en ese camino estamos. Es por eso que invitamos y convocamos desde este espacio a todas las mujeres que deseen sumarse a esta causa.
Para contactar a las mujeres del movimiento ingresar al Facebook (Comité de Mujeres en Solidaridad con Kurdistan – Argentina), mail: comitemujereskurdistan@gmail.com o la web: http://kurdistanamericalatina.org/ 
FUENTE: Matías Máximo/Cosecha Roja

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