Hemos luchado por nuestra democracia. Ahora Turquía quiere destruirla
Fuente: The New York Times
Autor: Nujin Derik
Fecha: 29/01/2018
Traducido por Rojava Azadi
Combatientes apoyados por Turquía en Azaz, Siria, la semana pasada. Ozan Kose/Agencia France Presse – Getty Images
AFRIN, Siria – Durante más de una semana, mi casa en el noroeste de Siria ha estado bajo un asalto a escala total por el ejército turco y miles de yihadistas islámicos apoyados por Turquía.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha estado amenazando con esta invasión desde hace mucho tiempo. El ejército turco ha estado disparando a nuestros pueblos con morteros y artillería desde hace muchos meses.
Yo y mis compañeras de las Unidades de Protección del Pueblo y de las Mujeres, a menudo conocidas como YPG e YPJ, hemos luchado muy duro durante años para mantener alejado al Estado Islámico fuera de esta región autónoma de Siria conocida como Rojava. Hemos sufrido las descargas de Turquía y evitado devolver los disparos, incluso habiendo heridos civiles, para no proporcionar un pretexto para esta invasión.
Pero el Sr. Erdogan, no obstante, ha lanzado sus ataques aéreos, tanques y tropas sobre esta zona que una vez fue una relativa isla de paz en este país destrozado por la guerra.
Una esperaría que la comunidad internacional, y especialmente los Estados Unidos, que estaba más que contento de asociarse con nosotros en la lucha contra el Estado Islámico, se opondría firmemente a este ataque no provocado ejecutado en nombre del odio racial -el Sr. Erdogan ha expresado su intención de acometer una limpieza étnica de la población kurda de Afrin, o, como él dice, entregar la región a sus “verdaderos dueños”-, pero en lugar de ello, ha sido acogido ampliamente con silencio y, por tanto, condonado tácitamente.
Manifestación en Amuda, Siria, este mes contra la invación turca. Delil Souleiman/Agence France Presse – Getty Images
¿Es que a la administración Trump no le preocupa ahora otra cosa que sus propios intereses tácticos inmediatos? Mensajes titubeantes o llamadas a la “cautela” no serán suficientes. Además de realizar una presión real sobre su aliado turco, los EE.UU. deben presionar para crear una zona de exclusión aérea sobre Afrin y el resto de Rojava. Los líderes de Gran Bretaña, Francia y resto de países deben también asumir una posición moral y exigir el fin de esta carnicería.
El ejército turco ha estado entrenando a los delincuentes islamistas más extremos que ha podido encontrar en el llamado Ejército Libre Sirio, que forma parte de su asalto, incluyendo miembros de los batallones fascistas de la muerte Lobos Grises y afiliados de Al Qaeda, pertrechados con armamento de alta tecnología comprada a los EE.UU., Gran Bretaña y Alemania. Están siendo enviados a nuestro país apoyados por aviones F-16, tanques Leopard fabricados en Alemania y soldados regulares turcos.
Aun así, Erdogan nos llama terroristas, asegurando que nosotros y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, con quien ha luchado en Turquía, somos idénticos. La hipocresía de esta justificación transparente para su invasión es asombrosa. Nuestras fuerzas han dirigido la lucha contra el verdadero terror representado por el Estado Islámico, incluso cuando Turquía les proporcionaba su apoyo y su petróleo se vendía en Turquía.
Ahora, la propia Turquía se alía con yihadistas y los apoya con armamento de la OTAN para atacarnos. ¿Está realmente el mundo dispuesto a creer que somos terroristas porque compartimos los objetivos de democracia, ecología y liberación de la mujer que defiende el movimiento kurdo de liberación?
Admitimos con orgullo que apoyamos estas ideas, como lo hacen los miembros del movimiento kurdo en Turquía y en todas partes. Pero nuestras fuerzas se han focalizado en la lucha contra el Estado Islámico, una lucha en la que preferiríamos haber tenido en Turquía a un aliado, no un enemigo.
¿Creen ahora los poderes occidentales que un compromiso tan fuerte con los mismos ideales de democracia que ellos profesan es terrorismo? El Sr. Erdogan, por otra parte, es un enemigo de las mujeres, a quienes les ha clasificado como “medias personas”, y la visión de sus subordinados fundamentalistas es aún peor.
Pero, al igual que las mujeres combatientes fueron primordiales en la defensa de Kobane y la liberación de Raqqa, donde el máximo objetivo era liberar a las mujeres yazidies de los yihadistas que las habían tomado como esclavas, igualmente resistiremos a los invasores aquí en Afrin.
Hay mucho que ganar con esta lucha. Hasta la invasión turca, habíamos podido mantener Afrin como un puerto para todos los que huían del terror de la guerra civil y hemos trabajado para desarrollar muestras propias instituciones democráticas.
Aunque pobres y sin ayuda exterior desde hace tiempo, hemos compartido lo que teníamos con los refugiados, hasta el punto de que la población de la región ha aumentado enormemente.
Siguiendo nuestra filosofía de confederalismo democrático, hemos establecido consejos locales en los que todos pueden participar en las decisiones que afectan a los barrios y comunidades. Convocamos elecciones supervisadas de manera independiente y nos aseguramos de que las mujeres y todos los grupos étnicos estén ampliamente representados en el gobierno. Nuestro sistema democrático es cada vez más opuesto al de Turquía, donde el presidente Erdogan aplasta a los disidentes y centraliza cada día más su poder.
Hemos perdido a miles de nuestros hermanos y hermanas en la guerra contra el Estado Islámico, y si esta invasión continúa, sólo será cuestión de tiempo que los yihadistas que restan vuelvan a tomar el control de lugares que hemos liberado.
Y las propias fuerzas turcas, aliadas como son de estos grupos extremistas, suponen una seria amenaza para nuestras comunidades yazidis y cristianas armenias y asirias. Los aviones de Turquía están matando niños y civiles y destruyendo nuestros pueblos. Y los que habían alcanzado un refugio aquí huyen sin tener puerto al que dirigirse.
Llamamos a los poderes occidentales a actuar según sus principios. ¿Por qué no condenáis este flagrante asalto sin provocación sobre los mismos hombres y mujeres que se mantuvieron hombro con hombro con vosotros contra la oscuridad del Estado Islámico? Ahora, un mal diferente, el de la cada día menos democrática Turquía del Sr. Erdogan, busca destruir nuestra naciente democracia. Y esta vez, clama actuar en vuestro nombre.
Nujin Derik es Comandante de las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) en Afrin, Siria.