Feminismo y Movimiento de Liberación Kurdo
El movimiento de liberación de las mujeres kurdas es sin duda el más potente en la región. Pero ¿cuál es la relación de sus bases teóricas con el feminismo socialista, radical o anarquista de origen occidental? ¿Cuáles son los enfoques originales del feminismo kurdo y por qué el teórico feminista más leído es… un hombre?
“Desafiar la Modernidad Capitalista II” – Hamburgo, Alemania – 4 abril 2015
Ponente: Dilar Dirik
Este año, la Marcha Mundial de las Mujeres partió de la frontera entre Kurdistán Norte y Oeste, la línea artificial que divide las ciudades gemelas de Qamislo y Nusaybin. El comité tomó la decisión de rendir un homenaje a la resistencia de las YPJ (Unidades de Protección de la Mujer) en Kobane contra el Estado Islámico. Éste, entre otros muchos ejemplos, muestra el repentino interés de las feministas a nivel mundial por el movimiento de las mujeres kurdas.
Es decir, en este importante momento en el que las mujeres kurdas han contribuido a una rearticulación de la liberación de la mujer al negarse a cumplir las premisas de un orden global patriarcal, capitalista y organizado alrededor del estado-nación, rompiendo el tabú de la militancia de las mujeres, reivindicando la autodefensa legítima, disociando el monopolio del poder del Estado y luchando contra una fuerza brutal, no a favor de ninguna fuerza imperialista sino para crear una liberación en sus propios términos, una liberación del Estado y de las organizaciones fascistas, pero también de su propia comunidad, ¿qué pueden aprender los movimientos feministas de las mujeres kurdas?
Por supuesto que no existe un único feminismo, hay distintas tendencias que en ocasiones difieren mucho unas de otras. La especificidad de la experiencia de las mujeres kurdas, que han adquirido conciencia de la interrelación de distintas formas de opresión por su experiencia directa y vivida, unida a la crítica del colonialismo expuesta por el movimiento de liberación kurdo, quizá empuja a que se aproximen sobre todo a los movimientos de feministas anarquistas y postcoloniales.
Sin embargo, aunque reivindican el feminismo como una parte importante de la sociedad histórica, y su legado como patrimonio, las discusiones dentro del movimiento de mujeres kurdas hoy tratan de investigar los límites del feminismo y cómo ir más allá. Esto no significa que rechacen el feminismo, sino que ambos conceptos se ven como complementarios. Ir más allá significa sistematizar una alternativa al sistema dominante a través de una crítica sistemática y radical y la comunalización de la lucha, especialmente politizando a las bases y transformando, o matando simbólicamente al macho, además de cuestionar el orden en su totalidad.
Abdullah Öcallan señala explícitamente que el patriarcado, junto con el capitalismo y el Estado, son el origen de la opresión, la dominación y el poder, y los conecta de forma muy clara: “Todas las ideologías del poder y el Estado tienen sus raíces en actitudes y comportamientos sexistas. Sin la esclavitud de las mujeres ningún otro tipo de esclavitud podría existir o desarrollarse. El capitalismo y el estado-nación marcan al hombre más institucionalizado y dominante. Para decirlo con toda claridad: el capitalismo y el estado-nación son el monopolio del macho déspota y explotador”[1].
La mirada del movimiento de liberación kurdo sobre la liberación de las mujeres es de una naturaleza comunalista explícita. En lugar de rechazar a los hombres o deconstruir los roles de género hasta el infinito, trata las condiciones que están detrás de los conceptos actuales del ser mujer como un fenómeno sociológico y trata de redefinir esos conceptos formulando un nuevo contrato social. Critica el análisis que hace el feminismo dominante del sexismo, pues mira exclusivamente en términos de género, así como su incapacidad de generar un cambio social más amplio al limitar la lucha al marco del orden preexistente. Una de las mayores tragedias del feminismo es haber caído en la trampa del liberalismo. Bajo la bandera de la liberación, el individualismo extremo y el consumismo se propagan como emancipación y empoderamiento, planteando obstáculos muy evidentes para la acción colectiva. Por supuesto que las libertades individuales son fundamentales para la democracia, pero la incapacidad de movilizarse desde abajo requiere una autocrítica urgente del feminismo.
El término feminista “interseccionalidad” pone de relieve que las formas de opresión están interrelacionadas y que el feminismo precisa de un enfoque holístico para abordarlas. Sin embargo, a menudo los movimientos feministas que se embarcan en estos debates no logran modificar las vidas de millones de mujeres afectadas, generando así otra discusión vacía más sobre radicalismo, inaccesible para la mayoría. ¿Cuán radical o interseccional puede ser una lucha que no logra expandirse?
Estas actitudes, de acuerdo con el movimiento de mujeres kurdas, están frecuentemente relacionadas con la adscripción a la ciencia positivista y la relación entre el conocimiento y el poder que ha desdibujado los vínculos explícitos entre formas de dominación, eliminando así la creencia en un mundo distinto al retratar el sistema global como el orden natural de las cosas. Pero el hecho de que las mujeres kurdas hayan vencido ahora una versión concentrada del sistema global en Kobane demuestra que hay alternativas posibles y que esta alternativa debe estar centrada en la liberación de las mujeres. Debido a sus condiciones sociopolíticas y económicas, el movimiento de mujeres kurdas fue capaz de convertirse en un movimiento de masas al llegar a una serie de conclusiones no solo a través de debates teóricos, sino de experiencias reales vividas, de la práctica, que no solo han creado una conciencia política directa, sino también un sentido, un apego hacia la búsqueda de soluciones de forma colectiva.
Por ello, animadas por la propuesta de Öcalan de desarrollar un método científico que desafíe el entendimiento hegemónico de las ciencias, especialmente de las ciencias sociales (un método que no categorice simplemente el fenómeno entorno a los humanos y divida la áreas de la vida creando miríadas de ramas científicas, sino que busque resolver en la práctica los problemas sociales, una “sociología de la libertad” centrada en las voces y experiencias de los oprimidos), el movimiento de mujeres ha desarrollado debates teóricos y propuso el concepto de “jineoloji”. Cuestiones como “¿Cómo releer o reescribir la historia de las mujeres? ¿Cómo se adquiere el conocimiento? ¿Qué métodos podemos usar en una búsqueda liberadora por la verdad, cuando la ciencia actual y la producción del conocimiento sirven para mantener el estatus quo?” surgen en los intensos debates. La deconstrucción del patriarcado y de otras formas de subyugación, dominación y violencia está acompañada por discusiones sobre la construcción de alternativas basadas en valores liberadores y soluciones a cuestiones relacionadas con la libertad.
Aunque se define como la ciencia de las mujeres, o la búsqueda de las mujeres del conocimiento mismo, otra objeción que plantea la jineoloji al feminismo es que frecuentemente se ha ocupado de analizar cuestiones sociales únicamente a través de las lentes del género. Es cierto que deconstruir los roles de género y el patriarcado ha contribuido a nuestra comprensión del sexismo y de otras formas de violencia y opresión, pero no siempre han sabido proponer qué tipo de alternativa se puede crear en su lugar. Siendo realistas, si conceptos como hombre y mujer, por muy socialmente construidos que sean, parece que van a durar todavía un tiempo, ¿no deberíamos quizá plantear nuevos términos de existencia y dotarlos de una base liberadora? Si es posible reimaginar conceptos de identidad como el de nación, disociándolo de sus implicaciones étnicas e intentando generar una unidad basada en principios, es decir, una unidad de pensamiento, formada de sujetos políticos y no objetos al servicio del Estado (que es la idea que se defiende en la multicultural Rojava, la “nación democrática” como articula Öcalan), ¿podemos crear también una nueva identidad de mujer libre basada en la autonomía y la libertad, para conformar un nuevo sentido de comunidad sin jerarquías ni dominación? La jineoloji no se piensa a sí misma como una nueva proveedora de respuestas, sino como una metodología para explorar tales cuestiones.
No pretende perpetuar un concepto esencialista del ser mujer, una nueva asignación de un rol social con poco margen de movimiento, sino que en sus investigaciones de la historia y de cómo se ha escrito, intenta aprender de las rupturas de la mitología y la religión, comprender las formas comunales de organización en la era neolítica, investigar las relaciones entre los medios de producción y la organización social, y del auge del patriarcado con el surgimiento de la acumulación de riqueza y la propiedad.
Y, sin embargo, al criticar la fijación del feminismo con el género, el movimiento de mujeres kurdas también reconoce la necesidad urgente de prestar atención a opresiones concretas. Al contrario que otros líderes de movimientos, Öcalan enfatiza la necesidad de una lucha feminista autónoma y consciente. De hecho, el elemento central de la estructura organizativa de este movimiento es la autoorganización autónoma de grupos y comunidades para potenciar la democracia radical.
Actualmente, el movimiento divide el poder de forma igualitaria entre un hombre y una mujer, desde las presidencias de los partidos a los consejos de barrio, a través del principio de la co-presidencia. Más allá de otorgar el mismo poder de decisión a mujeres y hombres, el concepto de co-presidencia tiene como objetivo descentralizar el poder, prevenir el monopolio y promover la búsqueda de consensos. Esto demuestra una vez más la asociación de la liberación con la toma de decisiones de forma comunal. El movimiento de mujeres está organizado de manera autónoma, tanto a nivel social, político como militar. Mientras que estos principios organizativos tratan de garantizar la representación de las mujeres, la movilización política y social masiva aumenta la conciencia de la sociedad, pues una revolución debe darse primero en la conciencia.
En todos los campos, incluidas las fuerzas de seguridad internas (asayish) y las YPJ/YPG, la igualdad de género es una parte central en la educación y la formación.
Resulta interesante que, aunque la liberación de las mujeres siempre ha formado parte de la ideología del PKK, la organización autónoma de las mujeres surgió de manera simultánea al giro político que ya no buscaba un estado-nación sino una movilización democrática y de base. A medida que se fue identificando la relación entre distintos tipos de opresión, según se fueron exponiendo las premisas opresivas y los mecanismos del sistema estadista, se buscaron soluciones alternativas, que resultaron en la articulación de la liberación de la mujer como principio inamovible. En lugar de aspirar a encontrar la justicia proporcionada por el Estado, como los derechos legales, que constituyen una preocupación importante del feminismo dominante, el movimiento de mujeres kurdas llegó a la conclusión de que el camino hacia la liberación requiere de una crítica fundamental al sistema. En lugar de cargar el peso sobre las mujeres, la liberación de las mujeres se convierte en una cuestión de responsabilidad para toda la sociedad, pues se convierte en una medida de la ética y libertad de la sociedad en cuestión. Para que una lucha de liberación tenga realmente relevancia, la liberación de las mujeres debe ser un objetivo, pero también un método activo de todo el proceso de liberación. De hecho, esperar cualquier cambio significativo de los propios mecanismos que perpetúan una cultura de la violación y de violencia contra las mujeres, como es el Estado, sería como recurrir al liberalismo con pretensiones feministas y democráticas.
El movimiento de mujeres produce de forma independiente teorías y críticas sofisticadas, pero resulta llamativo que un líder de un movimiento de Oriente Medio sitúe la liberación de la mujer como una medida fundamental de la libertad. Esto ha llevado a muchas feministas a criticar que el movimiento de mujeres kurdas gire alrededor de un hombre que ocupa una posición de liderazgo. Pero si analizamos el problema de la libertad de las mujeres más allá de una visión estrecha dentro de un marco de género, y lo tratamos como una cuestión de la libertad de la sociedad entera, profundamente ligada a las relaciones de poder y jerarquía que se llevan reproduciendo siglos; o si rearticulamos nuestra comprensión de la liberación fuera de los parámetros del sistema dominante, de sus hipótesis y comportamientos patriarcales, y buscamos una alternativa radical; si dejamos de ver la liberación de las mujeres como un efecto colateral de una posible revolución o liberación general que quizá nunca llegue, y en su lugar reconocemos que la lucha radical por la libertad de las mujeres y su autoorganización autónoma debe ser el método central y el mecanismo del proceso hacia una libertad aquí y ahora; si vinculamos la crítica radical de los propios métodos que usamos para dar sentido al mundo con el proceso de diseñar una vida más justa, es decir, si ampliamos la mirada y sistematizamos entonces nuestra lucha de liberación, y reconocemos que el camino hacia la libertad requiere autorreflexión y la interiorización de los valores democráticos de liberación, quizá no sería tan sorprendente después de todo que una de las feministas más destacadas sea, de hecho, un hombre. Más que preocuparnos por el sexo o género de Öcalan, deberíamos tratar de comprender qué significa que un hombre de una sociedad extremadamente feudal y patriarcal tome esa postura acerca de la esclavitud de las mujeres.
Aquéllos que se pregunten si el movimiento de mujeres kurdas es “de hecho feminista o no” deben comprender el radicalismo que se desprende de los dedos de mujeres mayores que hacen el símbolo de la victoria en Rojava a día de hoy, vestidas con ropa colorida y tatuajes tradicionales en la cara. El hecho de que estas mujeres participen en programas de televisión, consejos populares, la economía, que hayan aprendido ahora a leer y escribir en su propio idioma, que, una vez por semana una mujer de 70 años recite cuentos populares tradicionales en la recientemente establecida Academia de Ciencias Sociales de Mesopotamia, para contrastar cómo los poderes hegemónicos escriben la historia y la ciencia positivista, es un acto radical de desafío al régimen monista actual, pues en lugar de colocar a la persona arriba, rechaza los parámetros del sistema entero y lo construye bajo sus propios estándares. Y esta revolución es el legado de décadas de lucha de las mujeres en el PKK y de la filosofía de Öcalan.
Las mujeres que están luchando en Kobane se han convertido en una inspiración para las mujeres en todo el mundo, porque se han organizado social y militarmente analizando las similitudes entre la violencia del Estado liberal, las atrocidades del ISIS y los asesinatos de honor en sus propias comunidades. En este sentido, si queremos desafiar el orden sistémico global, patriarcal, militarista, del estado-nación, neocolonial y capitalista, deberíamos preguntarnos qué clase de feminismos acepta este sistema y cuáles no. Un “feminismo” imperialista puede justificar las guerras en Oriente Medio para “salvar a las mujeres del barbarismo”, mientras que las mismas fuerzas que alimentan este llamado “barbarismo”, con sus políticas exteriores o comercio de armas, clasifican a las mujeres que se defienden por sí mismas como terroristas. El sistema dominante considera que uno de los movimientos de mujeres más potentes y empoderadores es una amenaza para su statu quo. Por ello, es evidente que el movimiento de liberación kurdo no supone una amenaza al orden internacional porque plantee la posibilidad de un nuevo Estado, sino por su alternativa radical al mismo, por plantear una vida alternativa explícitamente centrada en abolir 5.000 años de esclavitud mental y física sistemática.
Dilar Dirik nació en 1991 en Antakya. Se licenció en Historia y Ciencias Políticas con una especialidad en Filosofía y escribió su tesis de Máster en Estudios Internacionales sobre aspectos de la liberación de las mujeres en la ideología y la organización del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en 2012. En estos momentos, está realizando su doctorado en el departamento de Sociología de la Universidad de Cambridge. Su tesis doctoral trata de comparar el sistema del estado-nación con el paradigma del confederalismo democrático desde la perspectiva de la liberación de las mujeres, a través de una mirada comparativa de distintas líneas políticas en todo Kurdistán y haciendo un seguimiento muy atento de la revolución de Rojava.
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