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Estados Unidos muestra su verdadera cara en la elección de Turquía frente a los Kurdos

Presentamos aquí la traducción de un artículo de Joris Leverink publicado en telesur

En la elección de sus aliados en la batalla contra la EI (Estado Islámico), los EE.UU. están demostrando que la derrota de los yihadistas podría no ser su mayor prioridad.

Al hacer la guerra, seleccionar a los aliados adecuados es una tarea delicada. Desbes hacer concesiones, sin ceder demasiado. Tienes que confiar en alguien, sin llegar a ser demasiado dependiente. Es necesario mantenerse firme, y ser flexible al mismo tiempo. Los que son aliados durante la guerra pueden convertirse en enemigos acérrimos una vez declarada la victoria, y tu peor enemigo podría tornarse en tu mejor compañero después de la contienda.

Ningún país en el mundo lo sabe mejor que los Estados Unidos, que no ha pasado por una década sin hacer la guerra desde su fundación en 1776 – de hecho, los EE.UU. han estado en guerra durante unos impactantes 222 de sus 239 años de existencia.

La última guerra de los Estados Unidos contra los militantes fascistas del llamado Estado Islámico (EI) se diferencia muy poco de las que la precedieron: no tienen a nadie salvo a ellos mismos para acusar como responsables por la escalada del conflicto, la excusa es la auto-defensa, el método es la violencia extrema y el objetivo es la democracia – o lo que sea que pueda ser etiquetado como tal. Una guerra es el caldo de cultivo para la siguiente y siempre que el último y ficticio objetivo de conseguir la paz y la estabilidad se mantenga, colgando en frente de la multitud como una zanahoria en un palo, nunca habrá realmente una razón para abandonar las armas.

¿Luchando contra el EI, o no?

Recientemente, los EE.UU. escogieron un nuevo aliado en la lucha contra el EI. Su negativa a poner ninguna bota en el terreno – si bien no es que esto fuera a resolver nada – significa que están constantemente en busca de otros grupos que estén dispuestos a limpiar el desorden en el terreno, mientras que se comprometen a lanzar bombas desde una altura segura sobre supuestas posiciones enemigas.

La posibilidad de elegir entre dos posibles aliados era una pregunta difícil, ya que era básicamente un juego de suma cero. El mutuo odio y la desconfianza entre los dos aliados hacían que la elección de uno sobre el otro significara casi seguro conducir a un deterioro de las relaciones con el contrario.

Un aliado ya había demostrado su valía en el campo de batalla, añadiendo a su nombre una cadena de sonadas victorias sobre el Estado Islámico tras varias operaciones exitosas en los últimos meses. Este aliado no eran mercenarios, soldados de élite o radicales de ningún tipo. Por el contrario, eran los habitantes de la región, luchando para proteger sus tierras, sus pueblos y sus familias. No sólo luchaban contra el EI, pero al mismo tiempo también por valores tan importantes como la verdadera democracia, la igualdad de género y la sostenibilidad ecológica.

El otro aliado tenía una agenda totalmente diferente. En los últimos años no había mostrado casi ningún interés en la lucha contra el EI. De hecho, el EI era libre para lavar el cerebro y reclutar jóvenes dentro de su territorio; combatientes heridos del EI eran bien recibidos y tratados de forma gratuita en sus hospitales públicos; y, a miles y miles de aspirantes a yihadista se les había permitido cruzar sus fronteras hacia el territorio del EI. Toneladas de armas y municiones también cruzaron sus fronteras, camiones llenos de material de construcción y de bienes de consumo suficientes para mantener las tiendas locales de Raqqa bien surtidas. Hallazgos recientes también revelaron que había sido el primer destinatario del negocio del contrabando de crudo, suministrando con ello a los yihadistas con millones de dólares diarios para continuar su campaña de terror.

Los primeros son las milicias kurdas, las denominadas Fuerzas de Defensa de los Pueblos y de la Mujer (YPG y YPJ). Son el brazo armado del PYD, un partido kurdo sirio con estrechos vínculos con el PKK. La otra parte es la República de Turquía, el hogar de aproximadamente 17 millones de kurdos y cuyo gobierno percibe a lasYPG y a las YPJ como una mayor amenaza para su seguridad nacional que el EI.

El enemigo de mi enemigo es mi enemigo

Mientras que depender de 222 años de experiencia en hacer la guerra llevaría a asumir que lo anterior no supondría un gran enigma para los líderes militares estadounidenses. Y de hecho no lo hizo. Mientras que los combatientes de las YPG y de las YPJ estaban arriesgando sus vidas luchando en un combate frente a frente con los militantes del EI, los EE.UU. y Turquía anunciaban triunfalmente un acuerdo que permitiría a los aviones de guerra de los Estados Unidos despegar desde bases aéreas turcas a cambio de que los EE.UU. Apoyaran la creación de una «zona de seguridad» en el norte de Siria, que no sólo estaría fuera del alcance del EI, sino también de las fuerzas kurdas.

Turquía finalmente decidió iniciar la lucha contra el EI después de que un ataque suicida con bomba se cobrara la vida de 33 jóvenes activistas en la ciudad fronteriza turca de Suruc. Turquía, cautelosa con las cada vez más estrechas relaciones entre los EE.UU. y las YPG y las YPJ en Siria y al mismo tiempo preocupada por que su tratamiento amistoso del EI podría eventualmente volverse en su contra, decidió que era el momento adecuado para declarar la guerra a la terroristas.

Sin embargo, en un movimiento que sorprendió a amigos y enemigos por igual, después de un intento a medias de atacar posiciones del EI en Siria, los turcos se lanzaron rápidamente a una guerra sin cuartel contra el PKK, tanto en Turquía como en el norte de Irak. Dinamitando el precario proceso de paz que supuestamente iba a poner fin a 35 años de guerra civil. Los aviones turcos llevaron a cabo miles de incursiones, llevando al país de nuevo alcaos tan característico de los años noventa, cuando la guerra civil estaba en auge.

El PKK es reconocido internacionalmente como una organización terrorista, y como tal, sus ataques – en muchos casos simples venganzas por actos similares de violencia cometidos por el Estado turco en contra de sus ciudadanos kurdos – son por definición ilegítimos. Tanto los EE.UU. y la OTAN reconocieron oficialmente el derecho de Turquía de «defenderse» contra las «agresiónes PKK». Lo que queda fuera de la ecuación aquí, sin embargo, es que Turquía difícilmente podría hacer un favor más grande al EI que al atacar a los guerrilleros kurdos que han demostrado ser los adversarios más formidables frente al Estado Islámico.

Fue el PKK el que contraatacó al EI en Shengal, rescatando a decenas de miles de Yazidies, cuando incluso cuando los peshmergas, armados y apoyados por EE.UU. había abandonado el campo de batalla con el rabo entre las piernas. Los aguerridos combatientes del PKK se han integrado en las filas de las YPG y de lasYPJ, y sin ellos tales victorias como las de Kobane, Tel Abyad y, más recientemente, Hassaka, nunca hubieran tenido lugar.

La guerra sobre la paz

Si los EE.UU. fueran en serio en su propósito de luchar contra el EI, no sólo habrían dado apoyo total- tanto en hechos como en palabras – a las YPG y las YPJ y a su organización hermana, el PKK, sino que también se habrían enfrentado a Turquía ante las numerosas evidencias que había estado apoyando al EI, demandando que se abrieran las fronteras con las regiones kurdas de Siria, solicitando que la campaña de bombardeos contra posiciones del PKK y la campaña de terror contra los civiles kurdos cesara de inmediato, y lo más importante, sacando al PKK de la lista de organizaciones terroristas.

Por desgracia, las acciones de los Estados Unidos han demostrado que no está interesado en tal cosa.

En lugar de derrotar al EI, su objetivo es la preservación y expansión de su influencia en la región. Para ello, Turquía es un socio mucho más valioso las YPG y las YPJ o que el PKK. La acciones dicen más que las palabras, y en la elección de sus aliados los EE.UU. han demostrado claramente donde están sus prioridades: el poder sobre la democracia, la influencia sobre la honestidad y la guerra sobre paz.

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