Entrevista con Birsen Kars (Ekmek ve Adalet Magazine, diciembre de 2002)
Anti-imperialist struggle committee – 14 febrero 2022 – Traducido por Rojava Azadi madrid
«La belleza tiene que ver con quien te mira. Es un subproducto de la mirada, ya que la mirada es producto de una idea. Las ideas de uno conforman su mirada y su mirada desarrolla su comprensión de la belleza. Siempre seré bella para los que son como yo, y seguiré siendo bella para siempre. Seré bella para mis propios ojos, ya que sé por qué actué de determinada manera y afronto las consecuencias.
El fascismo intentó destruirnos junto con nuestras ideas. Nos quemaron vivas. Nuestras compañeras nos salvaron, es su sacrificio el que nos mantuvo vivas. Nos prometimos a nosotras mismas «daremos nuestras vidas», y yo di algunas partes de mi cuerpo. Todo se desarrolla según la naturaleza de la guerra. Me adaptaré a las condiciones de la guerra para poder salir victoriosa de esta batalla. Esta es la única realidad para mí» – Birsen Kars
Ofrecemos una traducción de la única entrevista conocida (por nosotros) de la revolucionaria Birsen Kars, que murió el 6 de febrero de 2022 en Alemania. Birsen Kars fue una de los muchas prisioneras atacadas por el Estado turco durante la infame operación militar irónicamente llamada «Retorno a la Vida» el 19 de diciembre de 2000. Esta fue la mayor operación militarizada contra reclusos en el mundo en aquella época, y la mayor movilización militar después de la invasión de Chipre por parte de las fuerzas armadas turcas. Fueron asesinados 28 presxs, todos ellos políticxs.
Vamos a proporcionar una visión general de los acontecimientos, pero si seas saber más sobre los detalles relacionados con la masacre del 19 de diciembre, te proporcionamos un enlace a la traducción (inglesa) de «19 de diciembre de 2000. Masacre en las cárceles de Turquía, demanda de Bayrampasa» por la rama de Estambul de la Asociación de Abogados Contemporáneos, proporcionada por nuestros amigos de la revista New Solution.
A lo largo de los años 90, el Estado turco quiso convertir las prisiones regulares en un sistema de alta seguridad. Las prisiones regulares contenían dormitorios con 50 o más presos. En 1991, el parlamento turco promulgó la Ley Antiterrorista, que exige instituciones penales especiales con un sistema de celdas para una o tres personas y que los presos condenados no puedan comunicarse con otros reclusos. Este cambio no se produjo hasta 1996. En este año se abrió una prisión de alta seguridad en la ciudad de Eskişehir, pero no llegó a entrar en funcionamiento cuando 12 presos revolucionarios murieron en ayuno de muerte para oponerse a lo que llaman «celdas ataúd».
Eso no impidió que el Estado y los imperialistas que lo apoyan buscaran nuevos avances para su objetivo final de subordinar la voluntad revolucionaria y subyugar la lucha del pueblo. Después de todo, las prisiones de alta seguridad fueron inventadas en el «occidente democrático» para romper especialmente el espíritu de la persona encarcelada con el confinamiento solitario. La UE quiso avanzar en esta democracia exportando la arquitectura de las prisiones de alta seguridad y financiándolas en Turquía. Como resultado, se construyeron nuevas prisiones de alta seguridad y el nuevo gobierno del Partido de la Izquierda Democrática quiso trasladar allí a todos los presos políticos. El Primer Ministro Bülent Ecevit y el Ministro de Justicia Hikmet Sami Türk hablaban incluso de «liberar a los terroristas de su propio terror».
Contra esta preparación de un nuevo ataque, 816 presos iniciaron una huelga de hambre del 26 de octubre al 19 de noviembre de 2000. Su demanda era detener sus planes de traslado a prisiones de alta seguridad. Esta resistencia -llamada con razón Gran Resistencia- continuó después de la operación militar hasta 2007, durante la cual en total 122 revolucionarios murieron en ayuno de muerte. La resistencia terminó con la aceptación del Decreto 45/1, que incluía múltiples disposiciones. Una de ellas era la autorización para que 10 presos pasaran juntos 10 horas a la semana.
En el curso de la operación se utilizaron 8 batallones y 37 escuadrones de gendarmería, con un total de 8.335 militares. También estuvieron sobre el terreno fuerzas adicionales de la policía antidisturbios, la gendarmería y las fuerzas especiales de la policía. Incluso se emplearon helicópteros militares en algunas prisiones. Se utilizaron más de 20.000 bombas de tipo antidisturbios y algunas de ellas tenían sustancias similares al napalm que quemaban la piel. Hasta ahora, nadie sabe qué sustancias eran realmente.
Durante la operación, Birsen Kars estaba en la prisión de Bayrampaşa de Estambul. Sus 6 compañeros murieron quemados vivos por las fuerzas militares. La piel de Birsen estaba gravemente quemada y además tenía otras heridas. Su imagen, saliendo de la ambulancia con la cara y el pelo quemados, se convirtió en una figura emblemática de una época. Su grito «¡Quemaron vivas a 6 mujeres!» destruyó la absurda e hipócrita narrativa del Estado.
Las lesiones causadas en este incidente y las anteriores torturas recibidas dentro de la prisión afectaron gravemente a su salud a lo largo de los años. Finalmente, se cree que esto contribuyó de manera clara a la formación de un cáncer que la llevó a una muerte prematura. El imperialismo y el fascismo la mataron haciéndola enfermar lentamente. Su muerte no fue tan directa y abrupta como la de sus compañeros, pero tuvo el mismo origen. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, sus autores no pudieron lograr su intención inicial de subordinar y subyugar la voluntad revolucionaria del pueblo.
Esta entrevista apareció por primera vez en el número 39 de «Ekmek ve Adalet» (Pan y Justicia) , publicado en diciembre de 2002. Ekmek ve Adalet fue una revista semanal publicada de marzo de 2002 a mayo de 2005, que cubría muchos temas relacionados con la justicia y la lucha de clases en Turquía, con especial atención a la Gran Resistencia.
Entrevista:
«Tengo a las 6 mujeres que quemaron vivas en mi mente…»
Creemos que todos los que no ignoran la actualidad de Turquía, han oído hablar de ella. Es la primera persona que anunció la masacre del 19 de diciembre con su grito «¡Quemaron vivas a 6 mujeres!» desde la puerta de una ambulancia. Birsen Kars está ahora fuera de la cárcel. El segundo aniversario de la masacre ya está aquí y hablamos con ella sobre la masacre, su inolvidable grito y la imagen frente a la ambulancia.
Tal vez una palabra, una frase, pueda expresar la atrocidad de lo sucedido…
EKMEK VE ADALET(EvA): Tu foto en la puerta de la ambulancia se convirtió en el símbolo del 19 de diciembre y de los que fueron quemados vivos. ¿Puedes describir esa época? ¿Cuál era tu situación, qué pensaste cuando se abrió la puerta de la ambulancia?
BIRSEN KARS(BK): Nos sacaron de los dormitorios en pequeños grupos y luego nos colocaron en un espacio vacío con una cubierta encima. Ya hubo algunas disputas sobre la cuestión de trasladarnos al hospital, y finalmente decidieron llevarme al hospital de Bayrampaşa. Al principio, estaba sola en la ambulancia, pero más tarde trajeron a una amiga, ya que probablemente se habían quedado sin ambulancias. Me preguntaron si podía estar de pie, ya que no había espacio para dos pacientes. La otra prisionera estaba en estado grave, sangraba demasiado a causa de las heridas en el brazo. No sabía a dónde nos llevaban porque sólo tenía una cosa en la cabeza. Pensaba en Gülseren(1), Özlem(2) y las otras mujeres que acababan de ser quemadas vivas. En ese momento, toda mi atención se centraba en este horrendo suceso. Mientras la ambulancia se alejaba de la prisión de Bayrampaşa, nosotras nos alejábamos de nuestras amigas quemadas. Pero no sólo de ellas, también estábamos dejando a nuestros amigos varones heridos y martirizados. Todos mis pensamientos estaban llenos de ellos, mientras nos acercábamos al hospital. Observaba el exterior de la ambulancia mientras pensaba en las mujeres quemadas, en nuestros recuerdos y en todo lo que habíamos compartido a lo largo de los años…
Cuando la ambulancia se detuvo frente al hospital y se abrieron las puertas, no pensé de antemano qué debía decir, o si debía decir algo. Pero cuando vi las cámaras y los periodistas, pensé que debía decir algo para denunciar semejante masacre de personas. En cuestión de segundos pensé en mis recuerdos con mis amigos; se quedaron dentro, quemados vivos y yo sabía sus nombres. Primero pensé en decir sus nombres pero luego decidí no hacerlo ya que tenía la esperanza de que alguno de ellos hubiera sobrevivido y sus madres habrían agonizado al escuchar tal noticia. Pensé en empezar la frase con «Nosotras», pero esto no era explicativo de nuestras 6 compañeras, así que grité «¡Quemaron vivas a 6 mujeres!». Todos estos pensamientos fueron en la fracción de un segundo. Además, estaba segura de que esta masacre no aparecería en los titulares, y los medios de comunicación incluso tratarían de legitimarla. Fue una reacción natural.
Quería que la gente conociera esta masacre. Fue un acontecimiento doloroso, pero mostraba la realidad de nuestro país. 6 mujeres, sin posibilidad de defenderse, estuvieron bajo el fuego de las armas durante una hora y fueron quemadas con gases químicos desconocidos. Este procedimiento nos recuerda una versión modernizada de las cámaras de gas y los hornos crematorios de Hitler. El Estado realizó tales actos horrendos, y esto debe ser conocido. Hicimos uso de nuestro derecho a resistir contra las condiciones de aislamiento. Actué con la confianza de que el pueblo tiene algo que hacer ante semejante atrocidad. Estos eran mis sentimientos en ese momento.
EvA: Ya han pasado dos años desde estos acontecimientos. Cuando cierra los ojos, ¿qué recuerdos y conversaciones le vienen a la mente?
BK: Lo que me viene a la mente es el momento en que comprendí que nos estábamos quemando y le grité a Gülseren. Recuerdo cómo me miró. Me vienen muchos recuerdos, el momento en que los soldados anunciaron que nuestros amigos se quedarían dentro, las bromas de Seyhan(3), su actitud alegre y la de Özlem, abrazándola…
En el momento del ataque, el día estaba amaneciendo y empezamos el día cantando todas juntas la marcha «Gündoğdu». Nos enfrentábamos a unidades de las Fuerzas Especiales con fusiles y lanzacohetes, que nos atacaban continuamente. Estábamos frente a un pequeño dormitorio, resistiendo y cantando consignas. Esta escena nunca deja de estar en mi mente. ¿Qué sentido tenía la masacre? Estaban totalmente militarizados en cada centímetro. Éramos 27 mujeres sin armas, indefensas, despertadas salvajemente de nuestra cama, y sin embargo les desafiábamos con nuestras marchas. En ese momento, me sentí muy fuerte.
Esta escena fue una prueba de la fuerza de nuestras ideas. ¿Por qué iban a molestarse en despertarnos de nuestro sueño con bombas? Podíamos sentir su debilidad frente a nuestras ideas: una patria independiente, una vida libre. Yo siento esta debilidad muy fuertemente. La situación era injusta e ilegítima. Morir no era difícil, en ese momento. Es un gran honor defender estas ideas, ya que son correctas, legítimas y estas ideas son por y para el pueblo. Siento este honor.
La resistencia duró muchas horas. Bajo la lluvia de bombas, pensamos en Mecit(4), que habían martirizado en Ümraniye anteriormente. En sus últimos momentos, fumó su último cigarrillo. Cada una de nosotras revisaba sus bolsillos para encontrar su último cigarrillo. Sólo pudimos encontrar uno, nos recostamos en la litera y empezamos a fumarlo todas juntas, también con Gülser(5) y Özlem… Nunca podré olvidar ese momento.
Estábamos muy cerca de los soldados, de pie justo al lado de la puerta del dormitorio. Nos insultaban. Cuando empezaron a insultar a nuestras madres, Şefinur(6) se enfureció con ellos. Era muy sensible no sólo con su madre sino con todas las madres. Abrazaba a nuestras madres como a la suya…
Justo antes del suceso de la quema, el brazo de una de nuestras amigas sangraba y perdía mucha sangre. Pero no podíamos hacer nada bajo el fuego, aunque su situación empeoraba momento a momento. Con un movimiento repentino, Gülser se levantó contra ellos y gritó a los soldados «¡Si es vuestro deseo, matadnos!».
Cuando nos bajaron a la sala, mis amigas me echaron agua en la cabeza y empecé a recuperar la conciencia. Hamide(7) estaba a mi lado, llorando y cantando el nombre de Gülseren. Gülseren era la esposa de su hermano. Su dolor era indescriptible, corría dentro de la sala con pánico. Ahora estábamos en la zona abierta de la prisión y el dormitorio estaba ardiendo en cenizas. Cuando estábamos dentro, todavía no había fuego. El fuego sólo era visible desde las ventanas, donde los soldados estaban gaseando el interior. Estábamos desoladas mientras mirábamos las llamas, ya que sabíamos que nuestros 6 amigas estaban dentro. Lo compartimos todo y pasamos juntas varios años en la prisión. Y lo más importante, éramos compañeras en nuestro viaje como revolucionarias.
EvA: Ha mencionado lo del gaseado. ¿Gasearon dentro además de las bombas de gas?
BK: Era un gas diferente. Se vertía desde una cosa que estaba dentro de una jaula de hierro enganchada desde el techo. No había ningún tipo de bomba que lanzaran dentro del dormitorio. Tenían un control total de la situación y, cuando empezaron a gasear, se veía un humo gris. En un momento, la temperatura dentro del dormitorio aumentó considerablemente, pero no había llamas. Ardía toda la superficie que tocaba y las personas que estaban en zonas abiertas, donde había más circulación de aire, se veían más afectadas. La combustión se desarrolló muy rápido y no había llamas, cuando mi cuerpo empezó a arder. Las llamas empezaron a desarrollarse cuando salimos del dormitorio a la zona abierta. En resumen, no se trataba de bombas de gas, sino de un gas adicional que quemaba la piel al instante.
Creemos que el dormitorio fue quemado para encubrir el hecho de que fuimos gaseadas con una sustancia inflamable. Sería más difícil encubrir la verdad si no hubiera habido fuego.
Las llamas cubrían a nuestros amigas y nuestros recuerdos se desvanecían. Ya no estarán aquí y no podremos llorar ni reír juntas. Por otro lado, nos rociaban con agua a presión con cañones de agua, a pesar de que el fuego continuaba dentro del dormitorio y no éramos nosotras las que ardíamos. Les gritábamos «¡apunten hacia el dormitorio!». Si hubieran apagado el fuego, podría ser que algunas de ellas hubieran sobrevivido… Al enfriarse el fuego, nuestras esperanzas de que sobrevivieran se desvanecieron. Solíamos bailar halay(8) con fuego en la zona abierta del dormitorio, pero ahora ese fuego eran los cuerpos de nuestras 6 amigas.
Mientras estábamos en el espacio abierto, los soldados disparaban hacia nuestras heridas. Nuestras amigas nos llevaron a un lugar más seguro. El sentido de la solidaridad en ese momento, el fuerte sentimiento de que todo el mundo está tratando de hacer algo a pesar de su sufrimiento fue un gran momento. Mientras tanto, cuando nos trasladábamos de un dormitorio a otro, una piedra golpeó mi cabeza y empecé a sangrar. Me quedé sin palabras por su desesperación. Fueron capaces de lanzar piedras para aliviar su odio, a pesar de que estaban sosteniendo una masacre con armas avanzadas y violencia excesiva. Esto fue un gran símbolo de la condición mental del Estado…
Mientras estábamos de pie en un espacio abierto, los soldados disparaban hacia nuestras heridas. Nuestros amigos nos llevaron a un lugar más seguro. El sentimiento de solidaridad en ese momento, la fuerte sensación de que todo el mundo intenta hacer algo a pesar de su sufrimiento fue un gran momento. Mientras tanto, cuando nos trasladábamos de un dormitorio a otro, una piedra golpeó mi cabeza y empezó a sangrar. Me quedé sin palabras con su desesperación. Fueron capaces de lanzar piedras para aliviar su odio, a pesar de que estaban perpetuando una masacre con armas avanzadas y violencia excesiva. Esto fue un gran símbolo de la condición mental del Estado…
Por supuesto, salir del dormitorio fue una experiencia muy dolorosa en ese momento, porque mientras salíamos, Şefinur y todas las demás se quedaban dentro. No podían sacarnos fácilmente y nos llevaban una por una a la fuerza.
EvA: Hay un proceso judicial en marcha por la masacre. ¿Has sido llamada a declarar en el proceso? ¿Y cuál es tu posición en la acusación? ¿Te acusaron como «sospechosa»?
BK: Presentaron una demanda contra todos los presos desobedientes dentro de la prisión de Bayrampaşa como sospechosos. Presentamos una denuncia penal contra la operación. Las autoridades judiciales iniciaron el proceso judicial demasiado tarde y los verdaderos sospechosos no son juzgados, sino que se juzga a los guardianes regulares de la prisión, que no tienen ninguna relación con la operación. El Estado admitió que se utilizó una unidad de fuerzas especiales para esta operación, pero se está juzgando a víctimas como nosotros y a personas que no tienen ninguna relación con la operación. Se nos acusa de revuelta carcelaria, pero si se examina detenidamente el acta de acusación, es obvio que hay contradicciones en esta afirmación. La operación se planificó el 6 de diciembre, según la acusación. Sin embargo, se nos acusa de una revuelta. No nos rebelamos; al contrario, estábamos en nuestras camas, durmiendo. Nos despertaron con bombas, armas y nos quemaron. Para encubrir semejante acto de atrocidad, el método más fácil es convertir a las víctimas en sospechosas.
EvA: ¿Cómo se vio afectada su vida cotidiana tras la masacre?
BK: Después de la masacre, estuve en el hospital de Cerrahpaşa durante 2 meses y más tarde estuve en el hospital de Bayrampaşa durante otros 3 meses. Tardé 5 meses en volver y reunirme con mis amigas supervivientes. Éramos 4 personas en el hospital de Cerrahpaşa. La mayoría de las veces estaba en la misma habitación con otra amiga. Pasábamos cada hora del día pensando en ellas. Estaban en nuestros sueños y eran un tema común en nuestras conversaciones.
Cuando vuelvo a reunirme con mis amigas, tengo la sensación de que hay más gente a la que abrazar. Gülseren, Gülser, Özlem, Seyhan, Nilüfer(9)… Sin embargo, ya no están aquí. Vivía con esta fuerte emoción, esperando que aparecieran justo delante de la esquina. Şefinur tenía una gran y fuerte risa, mis oídos estaban abiertos para escuchar esta risa de nuevo. A Özlem le gustaba pasear por la zona abierta del dormitorio cuando llovía. Cuando llovía, miraba al exterior como si fuera a verla de nuevo. Durante los dos últimos años, no hubo ni un momento en que nos dejaran. Siempre sentimos su presencia y todavía la sentimos. Todo nos las puede recordar, a cualquier hora del día…
EvA: ¿Queda alguna herida física de la masacre, y qué hay de su bienestar mental?
BK: El 32% de mi cuerpo se quemó. Algunas partes de mis manos, brazos, espalda y cabello se quemaron parcialmente. Mi cara se quemó totalmente. Aunque todavía tengo muchas cirugías por delante, las cicatrices nunca desaparecerán del todo. Si me preguntan por mi bienestar mental, lo que me queda es la fuerte voluntad de terminar esta lucha con victoria. Ellas se sacrificaron para luchar contra el aislamiento, y yo estoy dispuesta a hacer mi parte para acabar con él. Otro punto es explicar lo que les pasó a todas. Fueron quemadas vivas y todo el mundo en este país debería escuchar esto. Quiero que todo el mundo recuerde las fotos de ellas y que quede claro que el precio pagado por la libertad, la independencia y la justicia no se olvidan.
Por supuesto, es muy doloroso recordar estos momentos y verlas morir. Tendré estos momentos grabados en mi cabeza durante toda mi vida. Sin embargo, la otra cara de la moneda es materializar su voluntad y sus sueños.
No nos permitieron enviar ninguna carta al exterior y dejaron claro que no entregarían ninguna carta que explicara la masacre a los periodistas. No he podido responder a las ridículas afirmaciones que han aparecido en los medios de comunicación durante los dos últimos años. Esta es mi responsabilidad hacia las 6 mujeres. Tuve la sensación de que por fin voy a poder cumplir con esta responsabilidad en el transcurso de esta entrevista. Nadie debería olvidar aquel día, en el que fueron quemadas vivas porque su lema era «Nuestro pueblo: os queremos y morimos por vosotros»…