[Elecciones en Turquía 2023] La política de la sangre: acudir a las urnas con aviones de combate
Gercek News – Ali Duran Topuz – 29 noviembre 2022 – Traducido por Rojava Azadi Madrid
La ineficaz estrategia de la oposición para contrarrestar a Erdogan prepara el terreno para perder las elecciones.
Habla el presidente Erdogan:
«No podemos ignorar las extensiones de esta organización en nuestro parlamento…«
Para ello, creo que las elecciones de 2023 son muy, muy importantes. Quienes están detrás de los asesinos de mujeres y niños que empaparon de sangre nuestro país son cómplices de crimen contra la humanidad. ¿Cómo explicarán el reciente atentado terrorista en la calle Istiklal? ¿Tienen algo que decir al respecto la principal oposición y sus vástagos? No tienen nada que decir. No dejemos en el suelo la sangre de nuestro niño mártir de tres años, pero tampoco la olvidemos en las urnas».
¿Qué está diciendo [Erdogan] con esto?: golpeo por medio del poder militar-policial-judicial, y si no votáis, «habremos ganado» y ya está. ¿Quién es este «nosotros»?: el bloque Erdogan-Bahceli-Soylu-Perincek. De hecho, dice lo que la oposición debería decir mucho más claramente de lo que lo hace, dice abiertamente que el objetivo de la guerra son las urnas. Esta es la política de convertir la sangre en votos. Esta es la política de la sangre.
Utilizar la infancia en relación al martirio
Esto no es nada nuevo. Erdogan había dado un discurso similar en Maraş antes de las elecciones de 2018, completado con motivos sangrientos, bandera, terrorismo, etc. Durante ese discurso, tuvo lugar una puesta en escena teatral: una niña pequeña, vestida de soldado y con una bandera en el bolsillo, fue llevada al escenario junto a Erdogan. Erdogan señaló a la niña, que lloraba asustada, y dijo: «Tiene la bandera en el bolsillo, con la que se cubrirá cuando se convierta en mártir». El eslogan popular de aquellos días era «Líder, condúcenos a Afrin».
La política básica del nuevo régimen, acelerada por la oportunidad que le brindó la intentona golpista, sigue siendo la misma desde entonces: hacer de la guerra el principal instrumento político y militarizar la sociedad con discursos religiosos y racistas.
La necesidad de una dictadura
El objetivo de militarizar la sociedad y hacer de la guerra y el conflicto el principal instrumento no se debe, por supuesto, sólo a la cuestión kurda. Esta militarización es una necesidad natural de una política de ampliación y profundización de la pobreza económica: por mucho que aumente la pobreza, no debe quedar nadie que pueda hacer ruido. El aparato militar-policial de la violencia respira en la nuca de toda demanda de derechos, de toda lucha por los derechos. El trato dado a las mujeres el 25 de noviembre fue uno de sus resultados directos. La verdad detrás de los discursos adornados con terror, enemistad, religión, nación, etc. es que los intereses en el saqueo de la economía sólo pueden mantenerse estableciendo una dictadura.
En resumen, el panorama de cara a las elecciones no es muy diferente del que había antes de las elecciones de 2018. Entonces, la forma de luchar contra este Gobierno parecía clara: o todos se meten la bandera en el bolsillo y se unen a las consignas de Afrin, o elaboran políticas contra ello. Si parece un pato y camina como un pato, es un pato; así era entonces y así es ahora.
Ir a las urnas con aviones de combate
Aunque aparentemente no lo sea:
Desde hace más de un año está claro que la estrategia del Gobierno para las elecciones de 2023 es una repetición de lo que ocurrió en el periodo previo a las elecciones de 2018. Y la razón es obvia: mantener lejos de la oposición al HDP, que se ha convertido en el partido crítico de las elecciones porque la economía no aporta un buen desarrollo que atraiga votos, y así captar los votos kurdos -que se han convertido en el grupo elector clave-, si no puede tenerlos de su lado. El objetivo, por tanto, es crear una atmósfera en la que la política quede casi abolida por la seguridad; es decir, política o guerra, lo que se lleva a cabo desde el verano de 2015. En otras palabras, mantener la guerra como única forma de política.
Esto abre dos caminos para la oposición: rechazar radicalmente la idea de la guerra y adoptar una política diferente, o ceder ante el chantaje de la guerra y esperar a que el Gobierno tropiece de alguna manera en algún momento.
Esta expectativa sólo se cumplió una vez, en las elecciones locales. Aunque los bloques gobernante y de la oposición se equilibraron en torno al 40% cada uno, la oposición pudo imponerse en las elecciones locales, especialmente en las grandes ciudades, gracias a la decisión del HDP y de los votantes kurdos de votar contra el gobierno. Sin embargo, esta experiencia no llevó a la oposición a desarrollar políticas que hicieran menos eficaces las políticas de guerra del gobierno. Esta falta de coraje por parte de la oposición no podría conducir a otra cosa que a la escalada bélica del gobierno como su principal inversión de campaña de cara a las elecciones.
El gobierno pretende dos cosas con el lanzamiento de los aviones de guerra y, como en el discurso de presentación, lo dice abiertamente: el objetivo principal es crear una narrativa de victoria sobre la cuestión kurda y reunir al electorado en torno a ella. Aunque esto fracase, es decir, aunque no surja ninguna narrativa de victoria, ya que la postura de la oposición sobre las políticas basadas en la guerra no puede ir más allá de las opciones del silencio en el peor de los casos y de la aprobación de las acciones del gobierno en el mejor, el objetivo principal es debilitar la inclinación del electorado kurdo hacia la oposición.
La fobia de la oposición a las resoluciones
Esta falta de valor para oponerse a la fórmula actual explica también la indisimulada ansiedad de la oposición ante la posibilidad de un «proceso de resolución»: para el gobierno (especialmente un gobierno presidido por alguien como Erdogan, cuya flexibilidad de maniobra no conoce límites), la posibilidad de volver al «proceso de resolución» no es en absoluto escasa, mientras que para la oposición (especialmente una oposición que incluye a un partido como el Partido Bueno, que ve poca diferencia entre estar en contra del gobierno y ser su socio), la idea de tal proceso puede, en el mejor de los casos, causar ansiedad. Dicho más claramente, no sólo el Gobierno es kurdofóbico, sino también la oposición.
En los últimos 15 o 20 días, hemos visto todas las dimensiones de esta estrategia en forma de cortometraje conciso:
La visita de la delegación del AKP al HDP en el Parlamento y la puesta a disposición de un jet privado para que Selahattin Demirtas pudiera visitar a su padre enfermo han sembrado el pánico en el bloque de la oposición por el «proceso de resolución». Aksener, la líder del segundo partido de la oposición, demostró que siempre ayudaría más al plan del gobierno en el ataque directo al HDP, y mucho menos presentando una alternativa a la posible propuesta de solución del gobierno. Después, el atentado de la avenida Istiklal, a pesar de todas las nubes de sospecha que lo rodeaban, permitió al gobierno hacer sonar los tambores de guerra y sin más demora despegaron los aviones de combate.
Concluyamos refiriéndonos a Hans Magnus Enzensberger, fallecido en este día: en su poema de denuncia del ataque estadounidense a Cuba (el desembarco de Bahía de Cochinos), este poeta alemán antibelicista cita a un general en una conferencia de prensa: «Se preparan las imágenes. La guerra es la parte fácil».
La guerra es la parte fácil, «tú prepara los votos», dice el presidente. Como la oposición no ha elegido el camino difícil, que es oponerse a la guerra, en este momento tienen que ponerse a esperar y rezar para que el gobierno no consiga la victoria narrativa que pretende con los aviones de guerra que lanza, para que la economía se deteriore poco a poco, para que los kurdos se traguen todos los discursos rimbombantes sobre la reconciliación, la hermandad, el ser inseparables, etc., y para que ellos y otros votantes acudan a votarles. La política de «vótanos; si no, mueres» frente a la política de pedir votos matando, es la mejor manera de perder, no de ganar. Es lamentable.