El hombre que hablaba al oído a Öcalan II
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En Kobane, los kurdos sirios no sólo defendían una posición estratégica en Oriente Medio, sino también una idea utópica de gobierno. Y la ponen en práctica. Es el Confederalismo democrático. Y Öcalan no está presente allí en absoluto.
Hablan de ello como de un espacio donde las decisiones se toman a nivel de barrio, donde el género y la inclusión étnica son obligatorios y lo son por ley, y donde los instrumentos de trueque serán más importantes que una moneda «nacional».
Como ya he mencionado en un artículo anterior, esta utopía política en proceso no ha caído del cielo, y podría sorprender a más de uno. Los líderes del movimiento kurdo han desarrollado su filosofía directriz a partir de un viaje conjunto con las ideas de Murray Bookchin, que fusionan marxismo e ideales libertarios, en una visión de un mundo en el que las asambleas populares suplantan a la burocracia estatal y donde la ecología y la lucha contra el patriarcado ocupan su lugar.
Bookchin, quien se describía a sí mismo como socialista libertario, falleció el 30 de julio de 2006. Su muerte fue llorada en las regiones kurdas. Y hoy, los kurdos sirios (a instancias de Abdullah Öcalan, aún en prisión) han construido una sociedad que es la antítesis del Estado Islámico, su peor «enemigo». Este sustrato político, muy presente en las YPG e YPJ, tiene algo que ver con la tenacidad de estos combatientes que, no obstante, podrían ser considerados «mal organizados» si se miran con los ojos de una jerarquía militar tradicional.
Ellos son los que están en la vanguardia contra Daesh, sin duda con el apoyo de la coalición, pero con geometría variable, oscilando a merced de la geopolítica internacional. Hasta el momento, ninguna entidad gubernamental apoya la entidad de Rojava, por la utopía política que promueve y que se transforma en realidad de vida comunal, a pesar de la guerra en curso.
El territorio en el que 1,5 millones de kurdos sirios se lanzan a iniciar esta experiencia social, facilitada por el debilitamiento, en 2011, de las fuerzas represivas de Bashar el-Assad, comprende Kobani y otros dos pequeños «cantones». La experiencia se amplía, y la reciente victoria en Manbij contra Daesh, lograda al precio de un baño de sangre por parte de los combatientes kurdos y aliados (de las FDS, Fuerzas Democráticas Sirias), fortalece el proceso actual.
La estrecha relación entre los kurdos sirios y la figura tutelar de Öcalan, líder histórico del PKK, siempre calificado internacionalmente como «terrorista», no hace sino enfurecer a Turquía, el más importante aliado actual de Estados Unidos en la región. El «confederalismo democrático» se opone radicalmente al nacionalismo turco también y crea, de hecho, disensiones con la mayoría política actual de los kurdos iraquíes, ellos mismos favoritos de Washington, a pesar de que su líder Barzani afirma estar de acuerdo con la visión política del confederalismo democrático (defendiendo, contradictoriamente, la idea de un Estado-nación kurdo). Defender verbalmente la idea de confederalismo democrático y, al mismo tiempo, disfrutar de sus reconquistas militares sobre Daesh para implantarse en los territorios repoblados de poblaciones no kurdas en la historia del siglo pasado, incluyendo la expropiación, es típico de la construcción deseada de un estado-nación kurdo, que sólo podrá ser causa de conflictos a medio plazo.
La cada vez mayor autonomía de Rojava, desde el triunfo de Kobane, y la reticencia de los kurdos sirios a lanzar una ofensiva total contra Assad (lo que les crearía un enemigo adicional con el que contender), también ha alterado las relaciones en la región con los rebeldes nacionalistas árabes sirios, cortejados por los Estados Unidos durante años para enfrentarse a Bashar. El proyecto político de Barzani en Irak no está hecho para hacer rebajar la tensión.
Después de la intervención rusa en Siria, que culmina con las masacres de Alepo, con Bashar posicionado militarmente de nuevo; tras la intervención turca, a partir de Jarablus, ayudada por grupos yihadistas, en parte originados en los rebeldes árabe-sirios mencionados antes; con la perspectiva de una ayuda masiva de la “coalición anti Daesh» para una ofensiva en Irak contra Mosul, Rojava nunca se había encontrado entre tantos fuegos cruzados y, por tanto, objeto de todas las solicitudes, en el plano militar.
Su organización política y social, a pesar del aislamiento, el bloqueo turco, la escasez… le permite mantenerse y seguir siendo tierra de acogida. Las alianzas, que se reproducen en el seno de las FDS, también se ramifican dentro de la sociedad civil, por medio y de acuerdo con el proyecto político y la utopía que hace avanzar y pensar en el futuro, a pesar de la guerra, en toda la región.
Sin embargo, la amenaza es grande, y Rojava es objeto de chantajes de todo tipo, por el armamento, el apoyo logístico militar y los cambios en la gestión geopolítica de las potencias regionales e internacionales. Es menospreciada constantemente, y las campañas de los medios de comunicación se suceden en Turquía, donde Rojava produce miedo por el contagio que podría suponer en todo el Kurdistán turco, bajo el fuego y el control de las fuerzas represivas del Estado turco, desde hace más de un año.
Así pues, miremos al lugar que ha llevado a cabo un reencuentro político y filosófico en la historia de las últimas décadas del movimiento kurdo.
La correspondencia entre un marxista leninista que realiza una amarga evaluación del pasado, y un activista y filósofo libertario, largamente olvidado por el triunfo de la ideología neoliberal…
En algún lugar, con el encuentro intelectual de dos hombres, con la reflexión y la energía de los movimientos políticos kurdos, de la guerrilla, y el papel principal desempeñado por las mujeres, la idea de confederalismo democrático avanza su camino, tortuoso y lleno de dificultades.
Y lo que se revela es el atraso político de los movimientos europeos «progresistas», que aún tienen que comprender e integrar esta lección. La izquierda europea, cuya ala comunista ha evolucionado de manera muy diferente después del final de la guerra fría, ha encontrado su salvación política en la «revalorización del Estado-nación, de la República» y ha cambiado la hoz y el martillo por su inserción junto a las viejas corrientes socialdemócratas, o más bien se han fundido con ellas, mientras que estas mismas corrientes se daban al neoliberalismo, alrededor del «proyecto europeo». El período de reconstrucción tras la segunda guerra mundial ha obligados a la izquierda a “arremangarse”, la ha llevado de vuelta al redil de las Naciones Unidas, incluida su gestión, en las colas «de los frentes populares de amplia geometría. Y, sin embargo, la historia de Turquía, es una lección para despejar el tríptico sacrosanto Pueblo-Estado-Nación, causa de todas las masacres regionales en Oriente Medio, durante y después de la desintegración del bloque otomano por un lado y de los imperialismos coloniales establecidos por otro.
Las izquierdas europeas, lanzadas a la 2ª Guerra Mundial y la guerra fría, han dado la espalda a la reflexión política, congelado el marxismo en el dogma y divorciado la ideología de la práctica social, y tampoco han integrado a los pensadores e intelectuales que hacían una crítica constructiva y positiva. Bookchin, y no es ni mucho menos el único, llevó a cabo este trabajo de Sísifo. Y ahora se ha traducido en una experiencia política y social en el Kurdistán sirio.
Entonces, tal vez sea el momento de que el inmovilismo ideológico de los partidos de izquierda, acompañado sin embargo del peor de los oportunismos, y a veces del tránsito preparado, como en Grecia, al lado neoliberal, se fisure ante lo que le viene de Oriente Medio. Algo menos de visiones «nacionales» también ayudarían al avance de los movimientos de emancipación y no ondear tanto la enseña nacional, en competición con los peores identitarismos…
No tendría objeto expresar una solidaridad de fachada con el movimiento kurdo, sobre la moda de la compasión, si se acompaña con la asfixia del pensamiento político que propone, o peor aún, su adulteración. Y, por encima de todo, el enfoque en Francia, por ejemplo, buscando réditos electorales, queriendo recuperar una etiqueta de «internacionalismo izquierdista» para halagar a un electorado y una diáspora kurda… sería un abandono en lugar de un verdadero avance.
La mejor manera de apoyar al movimiento kurdo es escuchar, leer, interesarse, apoyar lo que aporta a la política: una utopía post marxista y, sin embargo, tan real en Rojava, en una puesta en marcha difícil y ahora en peligro.
Ella incita a la acción, a recuperar la palabra utopía, para hacer tabla rasa…
Un precepto libertario fundamental:
Todo ser humano es competente para gestionar los asuntos de la sociedad, y más particularmente de la comunidad de la que es miembro. Ninguna política tiene legitimidad democrática si no ha sido propuesta, discutida y decidida directamente por el pueblo, y no por cualesquiera representantes o sustitutos. Es solamente la administración de estas directivas políticas la que puede ser confiada a consejos, comisiones o colectivos de individuos cualificados, eventualmente elegidos, quienes ejecutarían el mandato popular bajo control público, y rindiendo cuenta a las asambleas que toman las decisiones…
Murray Bookchin
Una sociedad a rehacer
Edition Ecosociété 1993, p. 255-256
Extractos traducidos de «Akbar Shahid Ahmed»
Bookchin murió en Burlington en 2006 y creció hablando ruso. Sus padres eran judíos de Rusia, militantes del movimiento contra el zar. «Aprendí inglés en las calles de una ciudad multiétnica, Nueva York,» decía Bookchin.
Bookchin era un joven comunista, pero supo desde el principio que no iba a seguir la línea del partido. Dejó la Liga de Jóvenes Comunistas en su adolescencia, porque temía que sus colegas «cooperaran» con la burguesía. Bookchin se mantuvo involucrado con el Partido Comunista de los Estados Unidos hasta el final de la Guerra Civil española, sobre la que más tarde dijo que habría participado personalmente si hubiera tenido la edad. Se graduó en la escuela secundaria, y adoptó los puntos de vista de León Trotsky sobre la revolución rusa. Encuentra al mismo tiempo un trabajo como «fundidor» en Nueva Jersey.
Después de 10 años como sindicalista, Bookchin abandona el marxismo ortodoxo tras la Segunda Guerra Mundial. «La guerra que terminó sin revolución«, la llamó en una entrevista en 2001. Bookchin comenzó a «reconsiderarlo todo», cuando vio a los trabajadores de la industria de la automoción «cambiar de clase» demasiado pasivamente por su gusto y el lugar de «trabajo» desplazarse rápidamente en los Estados Unidos de posguerra.
Bookchin comenzó a soñar con un futuro en el que las máquinas podrían reemplazar el esfuerzo humano y los individuos libres desarrollarse como desearan. Pero también creía que, además de los problemas sociales, otro aún mayor («la lucha entre el poder de las empresas y los mejores intereses de la humanidad») se originaría en los residuos vertidos en el mundo natural. «El concepto de progreso, una vez considerado como la fe en la evolución de una mayor cooperación humana, se identifica ahora con el aumento de la competencia y el crecimiento económico es irresponsable», argumentaba Bookchin.
Así, se erigió pionero de la “idea de ecología social», que aboga por el uso de la innovación humana para servir a las personas y el planeta, en lugar de al capital.
En opinión de Bookchin, «la utopía ya no es sólo un sueño a cámara lenta, sino algo que podría suceder», según su biógrafa y compañera de toda la vida, Janet Biehl.
Bookchin se propone remodelar un mundo capitalista mediante la creación de sistemas de asambleas populares a nivel micro. Tal estructura política consistiría, según él, en la unión de lo mejor de dos tradiciones intelectuales. «Tenemos que ir más allá del economicismo de Marx y más allá del individualismo, a veces latente, a veces explícito, del anarquismo.»
La estructura política de Bookchin preveía el establecimiento de un comunalismo o una «comuna de comunas» que tenía poco que ver con el estado-nación.
Esto es quizá lo que lo hace tan atractivo para los kurdos sirios – un pueblo que nunca ha tenido su propio «país».
A diferencia de los kurdos iraquíes (los socios de occidente desde 1991, que son escépticos frente al PKK y que se conforman de momento con una región autónoma dentro del Estado-nación de Irak), los kurdos sirios y turcos toman sus referencias ideológicas de Öcalan.
Así, cuando ha expresado que las aspiraciones kurdas, antiguas, por lograr unas estructuras que les garantizasen una autonomía política quedarían mejor cumplidas si los kurdos adoptaran la filosofía de un bigotudo ruso-americano, judío del Bronx de Nueva York, lo han escuchado.
Öcalan fue un verdadero «creyente» marxista-leninista. Pero en 1999, cuando Estados Unidos y Siria ayudaron a Turquía a capturarlo, él ha expuesto al mismo tiempo sus dudas acerca de la viabilidad de la idea comunista ortodoxa. El PKK había abandonado el objetivo de establecer un Estado-nación kurdo en 1995. En el momento del secuestro de Ocalan, el movimiento kurdo ya había tratado de identificar los próximos pasos del proceso político.
Turquía encarceló a Öcalan en 1999 en una isla a 35 millas al sur de Estambul, el mismo territorio en forma de T en el que los militares que habían dado un golpe de estado en 1960 habían ejecutado al primer ministro reemplazado. Reconstruyeron una cárcel tribunal, con el expreso propósito de acoger el juicio de Ocalan. Y después lo dejaron aislado durante años en una celda de 140 pies cuadrados, como único preso. Una base militar se instaló en sus proximidades.
En la cárcel, Öcalan se sumergió en la literatura radical, poscomunista, en busca de un nuevo camino a seguir. Comenzó a devorar a Murray Bookchin. En 2004, Heider y otros defensores de la causa de Öcalan sintieron que era el momento de conectar con Vermont (Bookchin). El establecimiento de un espacio de diálogo era esencial para ellos, porque los conservadores en los círculos kurdos empujaban a todo el movimiento a abandonar por completo el pensamiento de izquierda.
Escribieron a Biehl.
El 11 de abril, cinco días después de recibir la carta de Öcalan, Bookchin respondió con la ayuda de Biehl.
Bookchin hacía tiempo que tenía curiosidad por conocer a los kurdos y había escrito sobre su lucha en sus diarios personales. Le dijo a Ocalan que no conocía todos los aspectos de la lucha del PKK, que se estaba haciendo viejo, que la escritura era una lucha, pero que estaba feliz de entrar en contacto…
«Soy una historia en marcha del siglo XX; a mi manera siempre he tratado de mirar más allá de las ideas que la gente paraliza en dogmas», escribió Bookchin a Öcalan. «Les pido que sean pacientes con un radical de edad.»
Heider pasó los mensajes de Bookchin a los abogados de Öcalan. El líder kurdo encarcelado envió una respuesta en mayo. En la nueva carta, los intermediarios de Öcalan mencionaron que «hablaba de sí mismo como un buen estudiante de vuestras ideas.»
Öcalan transmitió que no estaba de acuerdo con Bookchin en algunos puntos y que la filosofía no occidental también le ayudaba a dar forma a su visión de las cosas. Pero también le dijo a su intermediario que transmitiese a Bookchin que «el movimiento de liberación kurdo estaría determinado a implementar con éxito sus ideas.»
Bookchin respondió el 9 de mayo. «No estoy en condiciones de mantener un diálogo teórico a fondo con el Sr. Öcalan», «…pero los kurdos tienen suerte de tener a Öcalan como líder.»
Öcalan se ha convertido, escribía Biehl más tarde al intermediario, “en un faro para [Bookchin] en sus últimos años.»
En la cárcel, Öcalan se ha puesto rápidamente a escribir las nuevas ideas que ha desarrollado con la lectura de Bookshin.
En 2005, formula una declaración del PKK en la que comunica que la liberación kurda no se logrará mediante el establecimiento de un nuevo Estado-nación de base étnica. El Estado-nación impulsa la opresión. La declaración argumenta que tiene que haber otra manera, menos centralizada para los kurdos, para gobernarse finalmente. Éste fue un acto de acusación sorprendente contra el pasado del socialismo, saliendo de la boca de uno de los más acérrimos marxistas del siglo XX.
El anuncio ha consagrado la idea central de Öcalan, para los kurdos y las otras comunidades que viven en zonas de mayoría kurda, la idea del «Confederalismo democrático».
Las áreas kurdas en el sudeste de Turquía han disfrutado de un período de paz relativa entre el PKK y el Estado central para poner en práctica la filosofía de Öcalan-Bookchin mediante el establecimiento de «asambleas democráticas» de distrito y pueblo. Puesto que las mujeres han sido combatientes activas durante largo tiempo en el PKK y Öcalan ha hecho suyo el discurso de Bookchin para «abolir las jerarquías y romper el patriarcado», estas asambleas han tomado la decisión aún más radical de incluir a las mujeres a todos los niveles, como un requisito no negociable.
Cuando Bookchin murió en 2006, una asamblea del PKK despidió le despidió con una resolución: «Estamos comprometidos a mantener vivo a Bookchin en nuestra lucha.»
Pero ha sido necesario el colapso real de uno de los más centralizados estados-nación en la región (la Siria de Assad) para que la visión anti-estatista de Öcalan se manifieste plenamente.
…
Fuente: Kedistan
Autoría: Daniel Fleury
Fecha de publicación del original: 04/10/2016
Traducido por Rojava Azadî
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