Día Global de Solidaridad con HASANKEIF. [Proyección del documental "Fecha para la muerte del agua". Madrid, 27 abril, 19:00 h.]
¡Detengamos la destrucción de Hasankeyf y Sûr!
Hasankeyf y Sûr son dos enclaves históricos, habitados por el ser humano de manera continuada durante miles de años, junto al río Tigris en la Alta Mesopotamia. Desde hace años, ambos emplazamientos se enfrentan a una destrucción sistemática por parte del gobierno turco dirigido por el Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Sin embargo, los dos lugares también se han convertido en símbolo de resistencia contra la destrucción ecológica y social por grandes proyectos de inversión, así como por la guerra impuesta al pueblo por el Estado turco.
Hasankeyf ha estado habitado durante 12.000 años y se presenta circundado por el valle del Tigris, que ha experimentado hasta ahora una destrucción limitada, resultando un espectáculo único de historia, cultura y naturaleza. En términos de patrimonio, excede en muchos aspectos a Éfeso, Troya y Capadocia. Cumple con 9 de los 10 criterios para ser nombrado Patrimonio de la Humanidad, sin embargo la UNESCO no ha realizado esfuerzo alguno contra la presa de Ilisu, que afectaría gravemente las marismas de Mesopotamia en el sur de Irak, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2016.
Si se completa el proyecto Ilisu, una de las presas más controvertidas del mundo, destruiría los medios de subsistencia de hasta 80.000 personas en Kurdistán del Norte. Durante 20 años se han sucedido las protestas de personas afectadas y activistas que han logrado detener el proyecto varias veces. Pero en cada ocasión, el gobierno del AKP ha cambiado la ley o generado nueva financiación para continuar con el proyecto porque considera que la presa es una herramienta estratégica para sus objetivos económico-políticos. Con una fuerte presencia militar, la construcción de la presa continúa y se impone una gran catástrofe para millones de personas. Compañías internacionales están involucradas en la construcción (en particular Andritz de Austria) o en la reubicación de algunos de los 300 monumentos existentes (ver la petición contra Dutch Bresser en www.hasankeyfgirisimi.net). Ésta última empresa es utilizada por el gobierno turco en su propaganda de pretendido salvamento de Hasankeyf.
Sûr es la antigua ciudad de Amed (Diyarbakir), habitada ininterrumpidamente desde hace 7.000 años. Sûr es una ciudad muy politizada y desde 2007 se organiza en estructuras de base asamblearia con el objetivo de implementar una democracia radical con un acento especial en la liberación de las mujeres. Cuando en 2015 el gobierno turco comenzó su guerra unilateral contra la población kurda, Sûr y otras ciudades fueron atacadas brutalmente, cometiéndose en ellas crímenes contra la humanidad. La mayor parte de la destrucción de Sûr -que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2015- se ha perpetrado tras el final oficial de los enfrentamientos armados el 10 de marzo de 2016. Desde entonces, se han demolido las casas de 25.000 desplazados. Lo mismo ha sucedido con las viviendas de 175.000 personas en otras ciudades de la región como Cizre, Nisebîn (Nusaybin) y Şirnex (Şirnak), donde al menos 400 civiles han sido asesinados directamente por las fuerzas estatales. Estos delitos han sido documentados por el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en un informe del 10 de marzo de 2017.
La destrucción en curso de Hasankeyf y Sur se puede comparar absolutamente con la destrucción del Templo de Buda en Afganistán por parte de los «talibanes» y de Palmyra en Siria por parte del «Estado Islámico». Si un Estado destruye intencionadamente un patrimonio cultural y natural único e incomparable -como es el caso de Turquía-, otros Estados y organizaciones internacionales como la ONU no deberían quedar en silencio. Particularmente cuestionada es la UE, que, entre otros, se centra en la continuación del acuerdo sobre refugiados con el gobierno turco y, por lo tanto, subordina los derechos humanos a otros intereses. Pero este enfoque puede ser cuestionado si las personas y las organizaciones civiles con conciencia ética aumentan la presión pública. Pedimos que muestre su solidaridad con las personas que en Turquía y Kurdistán luchan contra la destrucción de Hasankeyf y Sûr. La defensa de estos dos enclaves sigue siendo posible y puede aportar esperanza frente a una mayor destrucción cultural, social y ecológica, así como fortalecer la perspectiva de paz. El AKP no es tan fuerte como parece.