Conociendo a los «Koçer», tribus kurdas nómadas
A lo largo de la historia, siempre encontramos entre la población kurda a tribus y clanes que viven como nómadas, adaptandose así a las necesidades de su principal sustento económico: Los rebaños de ovejas. La palabra kurda que usan para definir ese estilo de vida es koçer, y aunque es una forma de vida que va desapareciendo a pasos agigantados, todavía podemos encontrar pequeños núcleos de población errante en algunos lugares montañosos. En la provincia de Batman, cerca de Hassan keif, tuvimos la suerte de poder ir a conocer algunas de las personas que todavía mantenían esa tradicional forma de vida, ya que un amigo de la ciudad de Batman les conocía por haberles visitado anteriormente.
Llegamos a su campamento en una tarde lluviosa, pocas horas antes que anochezca. Los perros, acostumbrados a ladrar para manejar los rebaños, dan la alerta para indicar que se acercan intrusos. Dos jóvenes koçer se acercan para ver quién somos, nuestro compañero habla con ellos y pronto estamos subiendo la colina en dirección a las tiendas y lonas que forman su improvisado poblado. No vemos demasiadas ovejas, aunque luego nos contaran que eso se debe a que la mayoria de ellas estan todavía en las montañas, y que la poca gente se encuentra ahora en el poblado es solo una avanzadilla de todo su grupo, que se han anticipado para adecuar las tiendas y el terreno para pasar pasar el invierno que se acerca. Nos llevan a la que parece ser la tienda principal, bastante amplia y con la mitad del suelo cubierto con alfombras. Parece que las niñas y los niños de toda la tribu se encuentra allí, y vienen a darnos la bienvenida dispuestos a ser retratados por nuestras cámaras. Luego nos contaran que están muy acostumbrados a las visitas de fotógrafos y curiosos que vienen a documentar los ultimos reductos de esa cultura que, siglos atrás, fue mayoritaria entre la población kurda.
Nos cuentan que son del clan Qîroyî y que, aunque la mayoria viven como nómadas, tienen familiares que se han establecido en ciudades, sobretodo en Sirt. La vida nómada és dura y la mayoria de la gente jóven desearia establecerse en una casa en alguna ciudad, pero la gente más mayor desea mantener su vida como koçer. Nos cuentan que en los años de hierro y plomo, especialmente durante la guerra que se desató tras el golpe de estado de Kenan Evere en 1980, muchos de los koçer de la zona tuvieron que irse a las ciudades por su seguridad, ya que las montañas fueron el principal campo de batalla entre el ejercito turco y las guerrillas del PKK. La mayoria de esas familias siguieron trabajando en profesiones relacionadas con animales, ya que es lo que habían hecho toda la vida. Esta conexión con las ciudades son un importante vinculo, ya que les facilita el comercio, la conexión con más gente y a menudo, cuando alguien es muy mayor y no puede mantener la vida nómada, necesita de la estabilidad que proporciona una vivienda fija, aunque algunas personas prefieren aguantar hasta el fin de sus dias para morir en las montañas.
Entre los koçers existe la tradición de no contar las ovejas que tienen, ya que creen que trae mala suerte, pero prácticamente conocen a todas y cada una de ellas por su nombre y que cuando falta alguna se dan cuenta pronto. Cuando preguntamos cuantas tienen nos responden que entre 400 y 500, y que se organizan entre los 6 grupos familiares que son (de entre 7 y 15 personas) para cuidarlas de forma conjunta. Vemos que también los niños son una responsabilidad compartida, ya que a menudo están juntos con algunos adultos (habitualmente mujeres) a su cargo. El territorio que recorren con sus rebaños de ovejas ronda los 500 km cuadrados, ya que en verano suben a las cimas de las montñas para buscar los mejores pastos mientras que en invierno bajan a las laderas para refugiarse del frio. Nos cuentan que suelen viajar los 3 meses de primavera, asentarse en las altas montañas en verano, volver a la vida nómada en otoño y permanecer los 3 meses de invierno en el poblado en que nos encontramos, ya que las tiendas más grandes permanecen fijas donde están, y las preparan cada año para volver a recibir el invierno. Para cargar con aquellas cosas que necesitan en su día a día van acompañados por burros de carga en sus viajes, ya que los coches no serian capaces de moverse a través de las montañas que recorren.
Su principal sustento económico son las ovejas, de las que obtienen lana y leche con la que hacen queso que maceran en sacos de piel de oveja. Con la lana a menudo tejen su propia ropa, aunque igual que el queso también suelen venderlo en las ciudades. Nos cuentan que tambien venden algunas ovejas macho al final del otoño, y que el precio suele rondar las 800 liras turcas (unos 250€). Cuidar de las ovejas es una tarea que requiere atención constante, y que para llevarlas a pastar les obliga a levantarse a las 4 o 5 de la mañana para a menudo andar durante todo el dia por las montañas, y que terminan conociendose la zona que recorren como la palma de su mano.
Cuando les preguntamos si tienen contacto con las guerrillas que hay en las montañas, nos dicen que como en todas las familias kurdas, tienen familiares que han decidido unirse a los grupos de autodefensa. Nos cuentan también que la policia nunca viene a molestarles, pero que en la región en la que se encuentran a menudo hay presencia de militares turcos. Normalemente no les molestan, pero en los meses de verano, cuando se desplazan a la provincia de hakkari, han presenciado como helicopteros militares abren fuego contra todo lo que se mueve en las montañas. Nos cuentan que hace 4 años, el tio de uno de los jóvenes con quién hablamos, fue disparado por el ejército turco y que mintieron para justificar su asesinato diciendo que era guerrillero del PKK.
Les preguntamos también por su tradición cultural, y nos contaron que tienen muchas historias que se transmiten de generación en generación, pero que no sulen contarlas a los extrangeros. Nos contaron que un joven de la tribu habló con la casa de la cultura kurda local para recoger esas leyendas por escrito y evitar que se pierdan, pero que el jefe de la tribu rehusó la oferta porque no quería contar las historias a forasteros. Prefieren mantener sus historias como tradición oral sin preocuparse que puedan caer en el olvido, no muestran demasiado interés que su forma de vida sobreviva, y no tienen miedo a reconocer que puede que en el futuro desaparezca. La vida nómada te mantiene más cerca de la naturaleza, donde todo tiene sus ciclos y las cosas nacen y mueren, y probablemente eso les da una prespectiva más efímera a la hora de entender el mundo. El invierno se acerca y pronto llegaran los rebaños para resguardarse del frio un año más, a esperar que renazca la primavera para volver a los verdes prados que llenan las montañas de Kurdistán.
Artículo: Rok
Fotografías: Sara A.
(Delegación de Rojava Azadî en Bakur)