[25 Noviembre] Entrevista con la organización ‘Sara’, del norte y este de Siria
Hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. RIC entrevistó a Arzo Tammo, coordinadora del Centro Sara de Qamishlo. Sara es una organización creada específicamente para hacer frente a la violencia contra las mujeres, como la lucha contra el secuestro y el matrimonio de menores.
«Tenemos que cuestionar las tradiciones y normas culturales imperantes que perpetúan la violencia contra las mujeres y hacen que parezca inevitable. Afirmamos que la violencia nunca será el destino de las mujeres. Hay que oponerse a ella y erradicarla».
La violencia contra las mujeres y las niñas sigue siendo una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas y generalizadas en el mundo, según la ONU. En todo el mundo, casi una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física y/o sexual por parte de su pareja, de violencia sexual fuera de la pareja, o de ambas, al menos una vez en su vida.
Sara se constituyó en 2013 y sus miembros iniciales eran en su mayoría profesoras de la enseñanza pública. Eligieron el nombre «Sara» porque era un nombre de mujer común entre las comunidades cristiana, árabe y kurda de la región. La elección de un nombre de uso común también sirvió para ocultar sus actividades, que podrían ser objeto de una reacción violenta por parte de la sociedad. Al elegir el logotipo, Tammo explica: «Observamos que un número significativo de mujeres que solicitaban nuestra ayuda presentaban signos visibles de maltrato físico infligido por sus maridos. Decidimos utilizar el gesto de la mano que representa ‘STOP’, en rojo para simbolizar la sangre, porque lo empleaban otras muchas organizaciones que defienden los derechos de las mujeres y se solidarizan con ellas contra la violencia.»
Tammo cuenta a RIC que Sara empezó como una organización de voluntarias, y la mayoría de sus miembros siguen trabajando de forma voluntaria. Su primer centro se abrió en Qamishlo, seguido de centros en Kobane en 2016 y en Afrin en 2015, antes de la ocupación turca de la región. Desde entonces, Sara ha ampliado su alcance, incluyendo campañas en los campos de desplazados internos de todo el norte y este de Siria (NES).
El papel de Sara en el sistema judicial de NES
Cuando la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria (DAANES) aprobó la Ley de la Mujer en 2014, Sara se sintió gratificada. La Ley de la Mujer incluye principios como la prohibición de los llamados crímenes de honor, la prevención de la poligamia y la prohibición de la violencia contra las mujeres en general. La Ley de la Familia es la iteración actual de la consagración legislativa de los derechos de la mujer por parte de la DAANES. Tammo explica que uno de los artículos de esta ley que más ayuda a Sara es el que permite que un representante de las organizaciones de mujeres esté presente en los juicios relacionados con la violencia contra las mujeres.
Sara acompaña a las mujeres a los tribunales para asegurarse de que su caso se verá conforme al Derecho de Familia. A veces actúan como abogadas defensoras de mujeres que no pueden permitirse una. «Afirmamos que nuestro objetivo es abogar por la víctima y defender los principios de la justicia», dice Tammo. Incluso si una mujer ya tiene abogada, las representantes de Sara pueden estar presentes en el juicio para asegurarse de que se imparte justicia como es debido. Tammo explica que, en muchos casos, las dos familias implicadas en una disputa llegan a una reconciliación tras hacer un pago económico a la familia de la víctima. A cambio, la familia agraviada retirará su demanda y aceptará la justificación del asesinato como una cuestión de honor. «Sin embargo, en estos casos, nos negamos a aceptar esta justificación», afirma Tammo, «sosteniendo que es imperativo rechazar la noción de ‘honor’ como defensa para asesinar a mujeres».
Tras la aprobación de la Ley de la Mujer, Sara emprendió una campaña para darla a conocer, sabiendo que podía resultar difícil de asimilar para la sociedad. Difundieron información sobre la legislación mediante conferencias, reuniones y debates. Una de las campañas que lanzaron se titulaba «Las mujeres son vida, no mates la vida».
Dificultades y acogida
Cuando se puso en marcha la Ley de la Mujer, hubo una lectura pública de la misma en una plaza de la ciudad. Cuando las miembros de Sara asistieron, escucharon quejas de los hombres de la multitud. Había muchas dudas sobre cómo se llevaría a cabo la ley. Yo dije: «Si ni siquiera quieren escuchar esto, ¿cómo vamos a aplicarlo? Pero decidimos luchar, confiando en que el tiempo traerá resultados. Tenemos que desafiar las tradiciones y normas culturales imperantes que perpetúan la violencia contra las mujeres y hacen que parezca inevitable. Afirmamos que la violencia nunca será el destino de las mujeres. Hay que oponerse a ella y erradicarla».
El trabajo no es fácil y las situaciones de las mujeres que acuden a Sara pueden ser bastante pesadas. Tammo cuenta haber sufrido insomnio por algunos de los casos que ha oído de mujeres asesinadas por sus maridos. «No entiendo por qué tiene que morir alguien, aunque haya pruebas de engaño. ¿Por qué las dos partes no pueden simplemente romper y dejarse? ¿Por qué hay que quitarle la vida a alguien?». Ella dice: «Los hombres no tienen derecho bajo ninguna circunstancia a matar a sus esposas. Está mal y es injusto, también para los niños que se quedan sin padre o madre».
El trabajo de Sara no está exento de oposición. Tammo comparte que a veces sufren acoso por parte de los hombres:
«Algunos hombres se han enfadado con nuestro trabajo, pues perciben que trabajamos contra sus tradiciones, su cultura o su sistema jurídico tribal, que les permite matar impunemente en nombre del ‘honor’. Por eso, a veces nos preocupamos. Pero estas amenazas no quebrantan nuestra voluntad. A pesar de las dificultades, los retos y los temores, asumimos este trabajo sobre nuestros hombros. Asumimos el riesgo por el bien de las mujeres y su libertad».
