Sobre el caos y la dominación
Situación política actual

Kurdistan-Report – Nilüfer Koç, portavoz de política exterior del Congreso Nacional de Kurdistán (KNK) – Noviembre 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
Una región fragmentada durante décadas por múltiples intereses de poder intenta reorganizarse. Mientras los terroristas se convierten en políticos en la escena internacional, se reordenan los intereses y el rearme domina el mundo, alguien encuentra el valor de deponer las armas para hablar de paz y democracia. La delgada línea entre la escalada y la esperanza: una oportunidad para la paz y la democracia en Oriente Próximo y Oriente Medio.
Del caos a la transformación
El llamado «Proyecto del Gran Oriente Medio» nos acompaña desde hace ya 35 años. Con este proyecto, los Estados de la modernidad capitalista, liderados por los Estados Unidos, planean una reorganización integral de las estructuras de Oriente Próximo y Medio en línea con sus propios intereses. Desde hace 35 años, la región se encuentra sumida en el caos. Por lo tanto, no se trata de una fase pasajera de inestabilidad política. Este caos es sistemático. Porque mediante la generación de caos y el derrocamiento de Estados, se ha mantenido y se sigue manteniendo deliberadamente la inestabilidad.
En comparación con la estrategia seguida durante la primera guerra imperialista de reparto, hoy se trata de consolidar un sistema de control duradero. Las fronteras no desempeñan un papel decisivo en este sentido. Se trata de un sistema de dominio basado en las funciones y posiciones de socios y adversarios. En pocas palabras: en lugar de cambiar los mapas, se crean nuevas estructuras políticas que no se basan en la soberanía, sino en aparatos que no están gobernados por los pueblos, sino controlados por ejércitos delegados. Tanto las sociedades de la región como los Estados centralistas, que hasta ahora tenían poder de decisión propio, se consideran un obstáculo para esta reorganización. El ejemplo de Siria nos muestra muy claramente cómo será el proceso de transformación.
En la región de Oriente Próximo se está produciendo un cambio trascendental. Los antiguos acuerdos y sistemas, creados principalmente por Gran Bretaña y Francia tras la desintegración del Imperio Otomano, están perdiendo hoy su eficacia. Se trata de acuerdos anteriores y posteriores a la Primera Guerra Mundial. Los tratados de Sykes-Picot (1916), el «acuerdo de paz» de Lausana y otros pactos similares han demostrado que el orden actual, resultado de los últimos 102 años, ha fracasado. Estos tratados dividieron Oriente Próximo según los intereses occidentales, siguiendo el principio de «divide y vencerás». Se crearon bloques nacionalistas que se convirtieron en fieles seguidores de estas potencias. Como consecuencia, Oriente Próximo se convirtió en una región fragmentada en la que las guerras sangrientas y los genocidios políticos se han convertido en algo habitual.
En su último libro (quinto volumen del «Manifiesto por una civilización democrática»), Öcalan habla del acuerdo Sykes-Picot, que, en su opinión, ya no tiene ningún efecto porque los kurdos lo han dejado sin sentido con su resistencia. Sorprendentemente, el embajador de Estados Unidos en Turquía y enviado especial para Siria, Tom Barrack, también se pronunció al respecto el 25 de mayo en la plataforma X con las siguientes palabras: «Hace un siglo, Occidente impuso mapas, mandatos, fronteras trazadas a lápiz y dominación extranjera. Sykes-Picot dividió Siria y toda la región por motivos imperialistas, no para traer la paz. Este error ha costado generaciones. No lo repetiremos». Evidentemente, habrá un nuevo acuerdo que sustituirá al de Sykes-Picot. Por lo tanto, las luchas en la región girarán en torno a un nuevo sistema de explotación colonial. Su aspecto dependerá de muchos factores.
Mientras tanto, el nacionalismo baazista se desmoronó en Siria e Irak. El panarabismo inspirado en el modelo del expresidente egipcio Gamal Abdel Nasser también había desaparecido hacía tiempo. En su lugar surgieron grupos religiosos cada vez más fuertes, como ISIS, Al-Nusra, Al-Qaeda y Hayat Tahrir al-Sham (HTS), basados en la ideología de los Hermanos Musulmanes. Especialmente debido al auge de HTS en Siria, Estados Unidos está intentando integrar a los yihadistas en el sistema político, de forma similar a como lo hizo anteriormente con los talibanes. Así es como el líder de HTS, Ahmed al-Sharaa, aparece hoy en día vestido con traje y corbata y es recibido como un estadista en las alfombras rojas.
En un acto público celebrado en mayo, el antiguo embajador estadounidense en Siria declaró: «En 2023, una organización no gubernamental británica me invitó a ayudar a sacar a este hombre [Ahmed al-Sharaa] del mundo del terrorismo e integrarlo en la política convencional».
Son sobre todo los kurdos quienes tienen un grave problema con estas bandas. Las mujeres kurdas, en particular, les han plantado cara y han dejado claro que en Kurdistán (Rojava y Bashur) para ellas se aplica el lema «¡No pasarán!».
Una amplia reorganización
Especialmente interesante es la «modernización» de la política en el mundo árabe con el ascenso del príncipe Mohammed bin Salman en 2016 en Arabia Saudí. Con su «Visión Saudí 2030», el Estado árabe del Golfo ha anunciado su propia línea estratégica. Hoy en día, intervienen de forma más abierta y agresiva en Siria, Yemen, Bahrein y otros países. En segundo plano, animaron a los reinos árabes más pequeños a firmar los Acuerdos de Abraham en 2020.
La «modernización» de Arabia Saudí también es de interés para la política kurda, ya que el papel del «islam moderado», que en 2002 se atribuía a Erdogan y al AKP, recae ahora en Arabia Saudí. Solo por los lugares sagrados de La Meca y Medina, el país es el centro religioso del mundo islámico.
Además de sus ya de por sí grandes riquezas en petrodólares, Arabia Saudí y los demás Estados del Golfo participan hoy en día en proyectos globales que pueden reforzar aún más su posición. Un ejemplo es el Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC), acordado en la cumbre del G20 celebrada en la India en 2023. El corredor IMEC comenzará en Bombay y atravesará los Emiratos Árabes Unidos hasta Arabia Saudí, Jordania e Israel, desde donde cruzará el Mediterráneo hasta Chipre y, finalmente, Grecia y el resto de Europa. Este corredor promete agilizar las transacciones comerciales en un 40% y reducir los costes de transporte en un 30%.
Turquía está excluida del IMEC. Esto convierte a Chipre, en particular, en un importante centro neurálgico para el comercio y la energía en el Mediterráneo. Por ello, el Gobierno chipriota habla cada vez más abiertamente de la «liberación» del norte de Chipre, ocupado por Turquía desde 1974. Tarde o temprano, Ankara tendrá que abordar esta cuestión. Chipre está adquiriendo así una importancia geoestratégica y geopolítica cada vez mayor. Cabe destacar que Uzbekistán, Kazajistán y Turkmenistán, Estados que Erdoğan siempre ha denominado «Estados hermanos turcos», han abierto embajadas en la parte griega de Chipre. Además, en una cumbre de la UE celebrada el 4 de abril, declararon que se adherían a las resoluciones 541 y 550 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En estas resoluciones se condena a la «República Turca del Norte de Chipre», reconocida únicamente por Turquía, y se insta a la comunidad internacional a no reconocerla.
El ascenso de Israel
Tras la guerra del 7 de octubre, el mapa político de Oriente Próximo ha vuelto a cambiar. Aunque las fronteras siguen siendo las mismas sobre el papel, se han establecido nuevas relaciones de poder y nuevos roles. Un avance importante es que Israel ha ampliado sus pretensiones estratégicas con la guerra de Gaza. Además de los Altos del Golán, Israel controla ahora también las reservas de agua dulce de las montañas de Hermón, en Siria.
Con los Acuerdos de Abraham, firmados en 2020, Israel, junto con Estados Unidos, ha conseguido el apoyo de varios Estados del Golfo y, con ello, de la mayoría de los países árabes. Por eso, muchos de estos Estados se han mostrado muy cautelosos a la hora de pronunciarse sobre la guerra de Gaza.
Además del aspecto político, también aporta ventajas económicas, ya que ambas partes desean ampliar conjuntamente su poder económico. Otro motivo que las une es su oposición común a Irán y Turquía, que durante los últimos 35 años han reivindicado su propia hegemonía en la región.
Además del rentable corredor IMEC, Israel también habla del corredor David. Este abriría una ruta comercial y energética desde Israel, pasando por Siria, a lo largo del Éufrates, hasta el Kurdistán meridional. Israel justifica tanto el corredor David como el control de los Altos del Golán con el argumento del derecho a la autodefensa. Sin embargo, Turquía se opone a ello y reclama Siria como antigua provincia del Imperio otomano.
Turquía en un dilema
Sin embargo, el Estado turco considera que el mayor peligro es que los kurdos puedan alcanzar la autonomía en el caos actual provocado por la descentralización de Siria. Los servicios secretos turcos participaron activamente en los ataques contra los drusos en Suwaida. Turquía sigue teniendo influencia sobre los miembros de las facciones de HTS y, por lo tanto, puede presionar a Al-Sharaa. Por temor a las reacciones de sus propias filas, Al-Sharaa no puede exponer abiertamente su política hacia Israel, ya que muchos de sus confidentes siguen al servicio de otros Estados, entre ellos Turquía.
Aunque el Estado turco está actualmente en contacto con Öcalan e, indirectamente, con el movimiento kurdo, su postura con respecto a los kurdos en la cuestión siria es clara. Por eso, algunos círculos políticos kurdos califican al ministro de Asuntos Exteriores turco como «ministro en la sombra» del Gobierno de transición de Al-Sharaa.

Además, el Estado turco teme que se produzca un acercamiento entre los kurdos, Israel, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia u otros países occidentales. Esta fue probablemente otra razón importante por la que el político turco Devlet Bahçeli (presidente del Partido del Movimiento Nacionalista) invitó públicamente a Öcalan a hablar en el Parlamento turco el 22 de octubre del año pasado, como si saliera de la nada. Los representantes del Estado turco lo admiten directa o indirectamente en público, siguiendo el lema: «Antes de que los demás utilicen la carta kurda, lo hacemos nosotros». Puede que esta sea la idea turca, pero nunca se habría podido llegar a un diálogo si Öcalan y su movimiento no lo hubieran aceptado. De todos modos, en los últimos 13 años, el Estado turco había vinculado su diplomacia con Estados Unidos a la realidad kurda en el norte y el este de Siria. El lema de la diplomacia turca hacia los Estados que hablaban con los kurdos siempre fue: «Te daré todo si no hablas con los kurdos». Atatürk ya actuó de manera similar.
Irán en una encrucijada
El nacionalismo iraní, que se basa en gran medida en la religión estatal chiíta, tampoco tiene muchas posibilidades de sobrevivir en su forma actual. Muchas personas, especialmente las mujeres, quieren liberarse de esta carga. En particular, los kurdos, y entre ellos las mujeres kurdas, que han sido objeto de los ataques más duros, se encuentran en el centro de esta resistencia. Las principales víctimas de estos regímenes, que ocultan sus luchas de poder tras la religión, son siempre las personas, y especialmente las mujeres.
La guerra del 7 de octubre entre Hamás e Israel trajo consigo más cambios políticos en la región. Esta vez, Irán se vio directamente afectado. Desde 1979, Teherán ha intentado ampliar su hegemonía en Oriente Medio con la ayuda de fuerzas delegadas y guerras por el poder, por ejemplo, contra Estados árabes suníes como Arabia Saudí a través de la guerra en Yemen o en el Líbano. Debido a su proximidad religiosa e ideológica, Irán también apoyó al régimen alauita del Baaz en Siria y respaldó a Damasco a todos los niveles desde el levantamiento de 2011. Además, Teherán sigue controlando las fuerzas militares en Irak, lo que convierte al país en un foco de crisis agudo, con consecuencias directas para los kurdos, ya que las zonas controladas por la PUK limitan con Rojhilat (la parte de Kurdistán ocupada por Irán).
En julio de este año se produjo una guerra de 12 días entre Irán e Israel. Todo apunta a que las tensiones seguirán aumentando, aunque en un primer momento solo se pretenda aislar aún más a Irán. En este sentido, desempeña un papel importante el acuerdo sobre el corredor de Zangezur, firmado el 8 de agosto en la Casa Blanca por Armenia y Azerbaiyán. Oficialmente se presentó como un tratado de paz, pero en realidad tiene como objetivo aislar y debilitar geoestratégicamente a Irán en el Cáucaso Meridional.
Cabe destacar que el acuerdo recibió el nombre de «Acuerdo Trump sobre rutas para la paz y la prosperidad internacionales (TRIPP)», lo que supuso una mejora de la imagen política de Donald Trump a pesar del escándalo de Epstein. Con el TRIPP, Estados Unidos estrecha sus lazos tanto con Armenia como con Azerbaiyán. Esto significa que Irán seguirá aislado de sus países vecinos, mientras que, al mismo tiempo, se reduce la influencia de Rusia en el Cáucaso Meridional. De este modo, Estados Unidos ha matado, como se suele decir, «varios pájaros de un tiro».
Parte de esta nueva ruta de tránsito atraviesa territorios kurdos en Turquía, lo que convierte a Ankara en un importante beneficiario. El corredor Zangezur crea una línea de conexión entre Turquía, Azerbaiyán y Asia Central y compite directamente con la ruta norte-sur entre Rusia e Irán. Políticamente, la participación de Turquía significa que Ankara se ve reforzada en la lucha de poder que mantiene con Teherán desde hace siglos. En este contexto, el proyecto de paz de Öcalan también podría ser beneficioso para Ankara, ya que una parte importante de la ruta atraviesa las regiones kurdas de Îdir (Iğdır) y Qers (Kars).

Además de los problemas de política exterior, Irán también sufre graves crisis internas. Tras la guerra de 12 días con Israel, numerosos opositores, la mayoría de ellos kurdos, fueron ejecutados bajo la acusación de espionaje. La violencia contra los kurdos, los baluchis y las mujeres continúa sin cesar. Económicamente, el país está al borde de la ruina porque el régimen invierte enormes recursos en el militarismo y la defensa de su dominio. No hay indicios de paz interna. Es cuestionable si unas relaciones más estrechas con China y Rusia pueden contrarrestar el peso de Estados Unidos e Israel. Rusia está muy comprometida con la guerra en Ucrania y China sigue una política exterior muy cautelosa. Aunque la incorporación de Irán a los países BRICS tiene un significado simbólico, no está claro si China o Rusia estarían realmente dispuestas a asumir un alto riesgo por Teherán. Irán tendría que hacer primero las paces con sus propios ciudadanos, lo que requeriría un cambio de régimen y un proceso democrático auténtico. Aunque existe cierto intercambio con los opositores a través de intermediarios, hasta ahora el régimen no ha dado señales de querer llegar a un compromiso pacífico. Por lo tanto, es posible que se produzca una nueva escalada en cualquier momento, lo que afectaría directamente a los kurdos del noroeste del país.
La política kurda en Irán se basa en el principio de Öcalan: los Estados deben garantizar los derechos fundamentales de sus ciudadanos y ciudadanas y asegurarles libertades para la autoorganización democrática. En este contexto, se ha preguntado repetidamente al mayor movimiento kurdo de Irán, el Partido por una Vida Libre en Kurdistán (PJAK), cuál es su postura al respecto. En cuanto al nuevo diálogo entre Öcalan y el Estado turco, el PJAK declaró que, aunque acogía con satisfacción este proceso, no había tomado ninguna decisión de deponer las armas o disolverse, como ha hecho el PKK. La razón: en Irán no existe hasta la fecha ninguna base para una solución política. El PJAK también se pronunció claramente sobre la guerra entre Irán e Israel: «Esta no es nuestra guerra ni la guerra de nuestro pueblo; no estamos de ningún lado».
Turquía ante un parto difícil
A pesar de su pertenencia a la OTAN y al Consejo de Europa, las cosas tampoco han ido bien para Turquía en los últimos años. Los cambios políticos que se produjeron en toda la región a raíz de la Primavera Árabe a partir de 2010 pillaron «por sorpresa» a Ankara. A partir de 2011, el régimen sirio del Baaz quedó aislado internacionalmente, y en esta situación floreció la llamada «primavera kurda». Cuando la banda terrorista de Estado Islámico fue derrotada por los kurdos, se desarrolló primero en Rojava y más tarde en todo el norte y este de Siria un auténtico oasis de democracia.
A pesar de contar con numerosos aliados yihadistas, el ejército turco solo pudo penetrar de forma limitada en el norte de Siria, es decir, en la región kurda de Rojava, ya que consideraba que los logros kurdos suponían una amenaza para sus intereses.
El Gobierno de Ankara se apoyó durante mucho tiempo en las fuerzas islamistas de la región para asegurar su influencia y llevar a cabo una política expansionista. Sin embargo, con el debilitamiento de Hamás, Hezbolá y el Estado Islámico, Turquía pierde instrumentos importantes para esta estrategia. El concepto de «islam moderado» también resultó ser un fracaso: Ankara no pudo desempeñar este papel y apenas ganó peso entre los Estados árabes. Esto impidió a Turquía extender su influencia más allá de sus propias fronteras a todo Oriente Próximo. Aunque intentó utilizar el poder del islam político para sus propios fines, al final Turquía no solo perdió su supremacía regional, sino también su importancia como pilar central de la OTAN en la región.
Las propuestas de Öcalan para resolver la cuestión kurda se basan en su profundo conocimiento de los cien años de historia del Estado turco. Mientras este lucha por mantener su statu quo, sus socios globales ya están diseñando un nuevo modelo político para la región. El papel que Turquía desempeñará en él aún está por determinar. El proceso es caótico y está lleno de incertidumbres.
Perspectivas de futuro gracias al llamamiento de Öcalan
Sin embargo, precisamente en este caos, Öcalan ve una oportunidad para la democracia y, con ello, para la paz. Él y su movimiento confían en que, al menos, sea posible dar algunos pasos políticos mínimos. El Gobierno del AKP, que lleva 24 años en el poder, se ha visto debilitado por la corrupción, el nepotismo y la mala gestión, y ya no puede gobernar el país de forma eficaz. Además, la situación geopolítica de Turquía ya no se puede vender como antes.
Desde el 27 de febrero, cuando Öcalan publicó su histórico llamamiento a la «paz y la sociedad democrática», la parte kurda ha dado nuevos pasos concretos para resolver políticamente la cuestión kurda en Turquía, sin solución desde hace siglos. Las propuestas de Öcalan y la acción coordinada del movimiento kurdo no pueden entenderse como mera política cotidiana. Deben considerarse en el contexto de los profundos cambios que se están produciendo en toda la región. Son especialmente significativas medidas como la disolución del PKK, tras 47 años de existencia, el fin de la lucha armada, que comenzó el 15 de agosto de 1984, y la quema pública de armas el 11 de julio de 2025. Estas decisiones son hitos históricos que tienen por objeto iniciar el diálogo con el Estado turco.
Con la solución política de la cuestión kurda, uno de los temas centrales de la región, Öcalan quiere impulsar un cambio democrático en aquellos Estados que hasta ahora solo han considerado a los kurdos como un problema de seguridad. Considera que los actuales cambios regionales son una oportunidad para la democracia. En su opinión, Turquía e Irán, en particular, se enfrentan a una decisión clara: o se adaptan a los desarrollos previstos a nivel mundial, es decir, al neoliberalismo, o se convertirán ellos mismos en blanco de las críticas. Esto exige a ambos Estados que se sometan al control político, económico y militar de las potencias superiores. Pero, sobre todo, el sistema oligárquico de ambos Estados supone un problema para el neoliberalismo.
Consciente del carácter autoritario de estos Estados, Öcalan se esfuerza por abrir el camino hacia una transición democrática mediante numerosas medidas y propuestas de compromiso. Se pone en el lugar de estos Estados y, por lo tanto, conoce tanto sus debilidades como sus fortalezas. En varias ocasiones ha dicho textualmente: «Quienes se han enfrentado en la guerra se conocen mejor. Y quienes se conocen pueden también hacer las paces».
Además de muchos factores de política exterior, hay un acontecimiento especialmente importante: la negación de los kurdos, que quedó establecida en el Tratado de Lausana de 1923, ha sido superada gracias a la lucha de décadas del PKK. Tras 47 años de resistencia, ningún Estado —ni Turquía, ni Irak, ni Siria, ni Irán— puede negar la existencia de los kurdos. Hoy en día, los kurdos son visibles tanto a nivel regional como internacional. La cuestión de la existencia está resuelta; ahora se trata de la libertad de los kurdos como ciudadanos con los mismos derechos en Turquía, Irán y Siria.
Los kurdos pueden alcanzar este objetivo mediante la lucha política y jurídica. Desde el inicio de la resistencia armada en 1984, se han liberado paso a paso de la política de asimilación colonial. La conciencia nacional, es decir, poder reconocer la propia identidad kurda, se ha convertido hoy en algo normal. En Kurdistán, el acuerdo Sykes-Picot se considera obsoleto desde hace tiempo. Y también el Tratado de Lausana, que dividió Kurdistán y declaró nulos a los kurdos, hoy en día solo lo mencionan unos pocos kurdos. Öcalan no habría podido iniciar este proceso si no hubiera sabido de la fuerza organizada de su movimiento y del pueblo kurdo.
Erdoğan había prometido a su país doblegar a los kurdos. El «plan de exterminio» (en turco: «Çökertme planı», traducción literal: «plan para doblegar») elaborado para tal fin se desarrolló en octubre de 2014 y se puso en práctica a partir de 2015. El resultado fueron diez años de guerra ininterrumpida, devastación, uso de armas químicas, decenas de miles de detenciones, guerra permanente con drones, desplazamientos y confiscación de comunidades kurdas. La lista del terrorismo ejercido por el Estado turco podría continuar durante mucho tiempo. Sin embargo, la conclusión es clara: los kurdos no se doblegaron; siguen en pie hasta hoy.
En medio de este caos, los kurdos han logrado preservar sus valores. Ahora, el reto para la DAANES es llevar estos valores a una Siria basada en la inclusión de todos los pueblos, religiones y mujeres. Hoy en día, Siria se enfrenta claramente a una decisión: democracia o dictadura neoliberal. Aunque los kurdos son considerados un «factor perturbador» en este proceso de transición debido a sus demandas democráticas, como han expresado recientemente Tom Barrack y el ministro de Asuntos Exteriores turco, una cosa está clara: una solución sin democracia no traerá ningún cambio. Siria no debe convertirse en un «segundo Afganistán».
Mientras que Turquía teme que los kurdos de Siria puedan obtener reconocimiento político y jurídico, las potencias mundiales quieren establecer un nuevo sistema de control para la región a través de HTS. Que esto se haga a través de Al-Sharaa o de otra figura es irrelevante. De manera similar, los talibanes también fueron legalizados internacionalmente y poco a poco obtuvieron reconocimiento político.
Lo sorprendente de Öcalan es el rumbo diferente que ha tomado, en contra de la tendencia global: mientras que en todo el mundo aumentan los gastos militares, muchos Estados apuestan cada vez más por el rearme y se arman como locos, Öcalan, por el contrario, ha hecho un llamamiento a la paz y al fin de la lucha armada. Para él, la paz no es una tarea de los Gobiernos, sino de la sociedad democrática, que debe asumir la responsabilidad. Describe el conflicto central de nuestro tiempo como una contradicción entre los Estados que apuestan por el militarismo y los municipios que defienden la convivencia pacífica.
Asigna un papel especial a las mujeres: no solo porque suelen ser las primeras víctimas de la guerra y la violencia, sino también porque históricamente han sido una fuerza decisiva para la creación de la paz. Las mujeres deben organizar y movilizar a las sociedades en favor de la paz. En este contexto, Öcalan subraya que el sujeto principal de la revolución es el movimiento feminista. Mientras que en el marxismo del siglo XX la clase obrera, es decir, el proletariado, era la dinámica esencial de la revolución, en el siglo XXI, según Öcalan, lo es el movimiento feminista.
Öcalan también ha logrado implementar su propuesta de crear una nueva comisión parlamentaria para la paz en el Parlamento turco. Ahora se reúne esta comisión multipartidista, que, por cierto, se llama «Comisión para la Solidaridad Nacional, la Fraternidad y la Democracia». Lo histórico de esto es que, desde los 102 años de existencia de Turquía, el Parlamento turco siempre ha firmado resoluciones sobre genocidios, masacres y la ocupación de territorios extranjeros. Por primera vez, una propuesta de solución proviene de un kurdo, Öcalan, bajo su techo. Sin duda, esta comisión no traerá cambios significativos si no invita a Öcalan al Parlamento, como hizo públicamente Bahçeli el 22 de octubre. Sin embargo, este Parlamento está ahora hablando con los mismos kurdos para cuya asimilación y eliminación había aprobado varias resoluciones, así como para la ocupación de Rojava y los ataques contra Başûr (Kurdistán del Sur).
Otra versión de este artículo en @Infoagitacion: https://telegra.ph/Caos-y-dominaci%C3%B3n-Informe-sobre-Kurdist%C3%A1n-11-06