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Los actuales ataques de Turquía a la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria

Women Defend Rojava – 3 diciembre 2022

Este artículo se basa en la contribución de Iida Käyhkö en la rueda de prensa y sesión de preguntas y respuestas con Newroz Ahmed (SDF) sobre los ataques de Turquía en NESyria.

Para entender el silencio de los Estados occidentales ante los últimos ataques del Estado turco contra Rojava, es crucial observar el contexto geopolítico y destacar el impacto de la aceptación global de la agenda de seguridad del Estado turco.

La posición del Estado turco se ha visto reforzada por los cambios geopolíticos que se han producido tras la invasión rusa de Ucrania. Los planes de expansión de la OTAN hacia Finlandia y Suecia, y la necesidad de mostrar un frente unido, han dado a Turquía la oportunidad de imponer su propia agenda.

El Estado turco quiere que el mundo esté de acuerdo con su propaganda, es decir, con la propaganda que tacha al Movimiento de Liberación Kurdo de terrorista. Aunque Turquía es la segunda potencia militar de la OTAN, afirma que la Administración Autónoma de Rojava representa una amenaza existencial. No existe ninguna prueba o precedente que apoye esta afirmación. De hecho, el Estado turco se ha aliado continuamente con grupos terroristas yihadistas y fascistas en sus intentos de desestabilizar la región. Fue el Estado turco el que apoyó los ataques de ISIS en Rojava. Es el Estado turco el que actualmente está atacando las Unidades de Defensa del campamento de Al-Hol para intentar provocar un resurgimiento de ISIS. Aceptar la afirmación del Estado turco de que está luchando contra el terrorismo no sólo es una farsa, sino que es peligroso.

Tenemos que ser completamente claros al respecto: son la agresión y la violencia continuas perpetradas por el Estado turco las que causan inseguridad e inestabilidad en toda la región. Turquía utiliza el discurso de la guerra contra el terrorismo para impulsar la idea de que la seguridad en la región sólo puede lograrse mediante la aniquilación total de los movimientos políticos kurdos.

Seamos también claros: durante muchas décadas, Turquía ha sido apoyada por la OTAN, tanto militar como políticamente, en sus ataques contra Kurdistán. El mundo se ha mantenido al margen mientras Turquía ha masacrado a los kurdos, ha encarcelado a decenas de miles de personas por actos leves de disidencia política y ha llevado a cabo ataques ilegales y sangrientos en todo el Kurdistán. Los aliados de la OTAN han seguido vendiendo armas a Turquía y han manifestado su acuerdo con las presuntas preocupaciones de seguridad de Turquía, al tiempo que decían defender la libertad y la democracia.

Como si esto no fuera suficientemente grave, los aliados de Turquía en la OTAN y otros Estados occidentales atacan a los kurdos y a sus aliados fuera de Kurdistán, en nombre de Turquía. El Estado turco ha presionado sistemáticamente a los Estados occidentales para que criminalicen al Movimiento de Liberación Kurdo y utilicen la legislación antiterrorista para atacar a las organizaciones kurdas. Los Estados de la OTAN que siguen ayudando a Turquía en sus ataques contra el Movimiento de Liberación Kurdo también criminalizan a quienes, dentro de sus propias fronteras, intentan influir o criticar esta política exterior. Esta represión política tiene un efecto enorme y perjudicial sobre la organización de la solidaridad y la creación de un frente popular eficaz para resistir el genocidio y la guerra en Kurdistán.

Las comunidades kurdas, así como los activistas solidarios, se enfrentan a registros, detenciones, encarcelamientos y deportaciones por su participación en la actividad política, la organización comunitaria y la presión diplomática. Todo ello se produce al amparo de la legislación antiterrorista, que otorga a los Estados poderes excepcionalmente amplios y brutales. El Movimiento de Liberación Kurdo llama a estas tácticas “guerra especial”, porque son una extensión crucial de la guerra en Kurdistán. Sin esta criminalización, los Estados occidentales tendrían que enfrentarse a retos mucho mayores por su complicidad en los ataques del Estado turco.

Durante la última década, la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria ha ofrecido al mundo la oportunidad de ver cómo puede ser la democracia de base, fundamentada en la liberación de las mujeres. Nos ha mostrado la posibilidad de crear una alternativa radical al sistema dominante de desigualdad, conflicto y patriarcado. Para las mujeres de todo el mundo, Rojava es un ejemplo de lo que la acción antipatriarcal organizada puede lograr: desde la creación de espacios de libertad y organización colectiva en las comunidades, hasta la derrota del ISIS en los campos de batalla, pasando por la inspiración y el apoyo a las mujeres de todo Kurdistán y del mundo para defenderse de la opresión. Podemos ver este impacto en las protestas y levantamientos que continúan en todo Irán y Rojhilat tras la muerte de Jina Mahsa Amini, donde las mujeres han adoptado el lema ‘Jin, jiyan, azadî’, que tiene sus raíces en el Movimiento de Liberación Kurdo.

Es necesario que los Estados occidentales rechacen los discursos de seguridad de Turquía y encuentren soluciones políticas que respeten los avances democráticos que se han producido en Rojava. Los que vivimos en Occidente debemos resistirnos a la criminalización y unirnos al llamamiento para defender Kurdistán. Este es el único camino hacia una paz duradera.

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