ActividadesPublicaciones

La Ecología Social y el mundo no occidental

maxresdefault_live

¿Cómo funciona la ecología social y el municipalismo libertario de Murray Bookchin? ¿Y cómo la «ideología de la libertad de las mujeres» de Öcalan y el  confederalismo democrático se relacionan con los intentos de implementarlos? ¿Qué problemas enfrenta y lucha por superar el movimiento político concreto y cómo contribuye esto al desarrollo de la teoría?

 
“Desafiar la Modernidad Capitalista II” – Hamburgo, Alemania – 4 abril 2015
Ponente: Federico Venturini

Video Federico Venturini

Murray Bookchin fue el fundador de la ecología social, una perspectiva filosófica cuyo proyecto político se denomina municipalismo libertario o comunalismo. Recientemente se ha producido un renacimiento del interés en este proyecto, debido a su influencia en la organización sociopolítica de Rojava, una región autogestionada kurda en el estado sirio. Esto no debe resultar una sorpresa, porque las obras de Bookchin influyeron a Abdullah Öcalan durante más de una década, un líder kurdo clave, que ha desarrollado un proyecto político llamado Confederalismo Democrático. Todos debemos dar la bienvenida a este renovado interés por la ecología social y aprender de la lección de la experiencia en Rojava.
Los análisis de Bookchin siempre se han centrado más en las experiencias norteamericanas o europeas y, así, el municipalismo libertario se basa en estas tradiciones. Por otra parte, Bookchin, que escribía en un escenario de guerra fría, desconfiaba de los límites de los movimientos nacionales que luchaban por su independencia.
El objetivo de este trabajo es desarrollar y ampliar el análisis de Bookchin, incluyendo experiencias y tradiciones de diferentes culturas y movimientos, y sus interrelaciones a escala global. En primer lugar, explora la perspectiva de la ecología social en contextos no occidentales. En segundo lugar, introduce nuevas herramientas para tratar las relaciones internacionales basándose en la teoría del sistema mundial. En tercer lugar, sugiere que las nuevas experiencias procedentes de regiones no occidentales pueden fortalecer la comprensión y las prácticas de la ecología social.
1.
Por un lado, la caída de la Unión Soviética y el cambio de la República Popular China al capitalismo sin restricciones han mostrado los límites y las fallas de los proyectos marxistas autoritarios. Por otro lado, la dramática crisis financiera mundial de 2008 y la crisis ambiental han mostrado también los límites del actual sistema dominante. Sin embargo, la izquierda (con las pocas excepciones, particularmente en los países latinoamericanos) parece incapaz de expresar nuevas alternativas y proyectos creíbles para las economías neoliberales y la democracia burguesa. Es crucial que los movimientos anticapitalistas lleguen a las personas y a sociedades enteras con soluciones alternativas que ofrezcan no sólo estrategias para derrocar el sistema actual, sino que busquen posibles soluciones sobre cómo estructurar una sociedad social, equitativa y ecológica en el futuro. Recientemente, Harvey (2012) ha afirmado que «la propuesta de Bookchin es, con mucho, la propuesta radical más sofisticada para tratar la creación y el uso colectivo de los bienes comunes a través de una variedad de escalas, y merece la pena ser elaborada como parte de la agenda radical anticapitalista»(85). En mi opinión, el poder de la ecología social va más allá de una propuesta para gestionar los bienes comunes. Permeada por el naturalismo dialéctico, desafía claramente el sistema capitalista actual y todas las formas de opresión, incluyendo el racismo, el etnocentrismo y el patriarcado. Además, la ecología social ofrece una visión reconstructiva y revolucionaria para una sociedad ecológica post-escasez. La ecología social considera las actuales luchas sociales que surgen tanto en contextos urbanos como rurales, al mismo tiempo que abordan cuestiones básicas de la naturaleza, la ciencia y la tecnología que surgen en estos contextos. Es más, la ecología social sugiere cómo construir una nueva sociedad, promoviendo estrategias pre-figurativas de organización política que incluyan grupos afines, la formación de movimientos sociales directamente democráticos, así como proyectos educativos y políticos que incluyan el comunalismo o el municipio libertario. Por otra parte, la ecología social proporciona una ética de complementariedad que se sitúa en el fundamento de las luchas para promover la liberación de sexo / género, horizontalismo, igualitarismo, ayuda mutua, autodeterminación y descentralización. Este es el poder de la ecología social: ofrece una teoría coherente que, al tiempo que hace una crítica de las crisis sociales y ecológicas actuales, proporciona una visión reconstructiva, así como las herramientas para lograr una sociedad libre y ecológica.
Esta potente teoría, que ha estado influyendo en los movimientos ecológicos europeos y americanos durante décadas, tiene, sin embargo, una aplicación limitada en contextos no occidentales, como el propio Bookchin reconoció: «Conozco mejor este país [EE. UU.] de lo que conozco otras partes del mundo» (Biehl 1998, 151). A pesar de algunas críticas ardientes que acusan a esta postura de «desconectada de las realidades de la sociedad global contemporánea, y basada en una problemática teórica altamente eurocéntrica […] sin referencias a lugares como Calcuta, Pekín, Yakarta, Río de Janeiro o Nairobi, o cualquiera de las grandes megalópolis del Tercer Mundo»(Clark, 2013: 17), el enfoque de Bookchin es totalmente comprensible y no podemos culparlo por ello. Sin embargo, creo que ahora es nuestro deber desarrollar y ampliar su análisis, incluyendo el análisis de movimientos individuales, y sus interrelaciones a escala global.
2.
Como he destacado en las secciones anteriores, en su análisis, Bookchin y otros ecólogos sociales permanecieron y permanecen, desafortunadamente, concentrados en experiencias y puntos de vista europeos o estadounidenses, negándose a una apertura a escala global, la cual es reconocida actualmente como la escala real de lucha. Si queremos desarrollar una explicación significativa de estas luchas, es necesario un punto de vista mundial, así como una superación de una mentalidad centrada en Occidente.
Reconozco el poder de la ecología social como herramienta de cambio social, pero también como instrumento para entender las crisis socio-ambientales actuales y para identificar las áreas clave en las que intervenir proponiendo alternativas válidas. Los conceptos claves de la ecología social como la comunidad, la ciudadanía, la expansión urbana, el uso de los recursos y la tecnología, las relaciones con las instituciones, el papel de los urbanistas, etc., pueden ser fundamentales para comprender las características globales del capitalismo. Reconozco que podemos revitalizar estos aspectos introduciendo nuevos puntos de vista: tratar las experiencias de la semiperiferia puede ayudar a desarrollar una visión de la ecología social más orgánica que, hasta ahora, se ha basado principalmente en el análisis de las ciudades desde el núcleo.
Además, es necesario un análisis más articulado de las experiencias de los países de la periferia y de la semiperiferia, especialmente considerando las formas de opresión del neocolonialismo (Njrumah, 1965):
«La esencia del neocolonialismo es que el Estado que está sujeto a él es, en teoría, independiente y tiene todos los atributos externos de la soberanía internacional. En realidad, su sistema económico y, por lo tanto, su política, está dirigidos desde fuera». (Ix)
En un mundo globalizado, estas relaciones de dependencia entre naciones se mantienen con diferentes métodos, entre los cuales la ocupación militar sigue siendo una posibilidad, pero con menor probabilidad de utilización. La nueva forma principal de controlar una nación extranjera es a través del poder económico / monetario:
«El resultado del neocolonialismo es que el capital extranjero se utiliza para la explotación más que para el desarrollo de las partes menos desarrolladas del mundo. La inversión bajo el neocolonialismo aumenta, en lugar de disminuir, la brecha entre los países ricos y pobres del mundo «(x).
El objetivo principal de esta nueva relación de poder indirecta es la continuidad y el fortalecimiento del control de las fuentes de materias primas y la producción de bienes manufacturados.
Resulta evidente cómo estas fuerzas actúan a escala global y es fundamental explicarlas, a pesar de la decisión de Bookchin de concentrar su trabajo en la revolución principalmente en Europa y América del Norte, porque las revoluciones modernas en otras partes del mundo «tienden a estar profundamente orientadas hacia sí mismas y su impacto ideológico en el mundo ha sido muy limitado» (Bookchin 1996: 17) y «sus ideologías se prolongaron sobre todo como ecos de la revolución europea más antigua» (Bookchin 1996: 18). Las luchas coloniales u otras formas de lucha en los países no claves se ven severamente minimizadas, mientras que en realidad demuestran una vitalidad especial en la lucha contra las diversas formas de dominación. Por ejemplo, el académico brasileño Cavalcanti (2010) señala que «desde nuestro punto de vista, la principal crítica a Bookchin podría ser la poca atención que dedicó a los problemas de la ecología social en los países del Tercer Mundo» (15). En este contexto, es relevante la posición de Ramnath (2011), que destaca la importancia de descolonizar el conocimiento en las luchas revolucionarias. Para ello, es importante evitar ciertas deficiencias en la división entre países del Primer y el Tercer Mundo, Desarrollados-En proceso de desarrollo, Global Norte-Sur, etc. Términos como Predominante, Semiperiferia y Periferia, introducidos por Wallerstein (1984) en su Teoría del Sistema Mundial, pueden enriquecer la explicación de las complicadas relaciones económico-energéticas entre países. Por otra parte, si la ecología social pretende desafiar todas las formas de dominación, debe abordar la relación entre la periferia y la semiperiferia, considerando al neocolonialismo como una forma de dominación basada en el control indirecto y la dependencia forzada de la economía y la cultura de un país.
3.
El único caso en el que Bookchin ha influído directamente en un movimiento y un proyecto revolucionario fuera de los países predominantes ha sido en el contexto kurdo. En este caso, de hecho, está claro cómo el programa político de Öcalan ha sido moldeado alrededor de los conceptos de confederalismo presentados en el Comunalismo (Akkaya & Jongerden 2012). Existe una línea directa entre las elaboraciones del fundador de la ecología social y Öcalan, construida sobre un intenso intercambio de ideas, cuya historia ha sido descrita y analizada por Biehl (2012).
Esta evidencia necesita, sin embargo, una confirmación más profunda, en un cuerpo literarario que seguramente sufre por el contexto en el que se ha desarrollado: Öcalan está escribiendo desde la cárcel, con el objetivo principal de defender su caso legal y encontrar una solución política para la Cuestión Kurda, con acceso limitado a libros y visitas (Öcalan 2007). Una de las principales preocupaciones es «trazar una solución que […] se ajuste mejor a la situación de Oriente Medio» (Öcalan 2011: 8), y la lucha del PKK es para una revolución general en Turquía, más allá de la mera cuestión kurda (Jongerden & Akkaya 2012).
En cualquier caso, los acontecimientos actuales muestran el poder de esta intervención y de la influencia de la ecológica social. La experiencia de los cantones de Rojava, desde 2013, es un ejemplo vivo de conceptos del confederalismo democrático puesto en práctica, experimentando una gran autonomía en las comunidades, en la economía comunal y en la emancipación de la mujer.
La adaptación de los principios de la ecología social a escala local y a las necesidades locales es la clave crucial para la expansión y difusión de esta idea. Esto puede aprenderse del caso kurdo, así como de la experiencia zapatista, otro ejemplo de gobierno autónomo en la práctica actual, fuera del dominio capitalista (Stanchev 2015).
Aprender de estas experiencias y utilizarlas para reflexionar y potenciar el pensamiento social ecológico nos permitirá mantenerlo como una filosofía dinámica, evitando el peligro de la teorización osificada, como el mismo Bookchin reconoce: «El diálogo utópico en todo su empirismo debe infundir las abstracciones de la teoría social. Mi preocupación no es tanto con los «proyectos» utópicos (que pueden dar rigidez al pensamiento igual que los «planes» gubernamentales más recientes), sino con el propio diálogo como un evento público» (Bookchin 1982: 334).
 
Referencias:
Akkaya, A. H., & Jongerden, J. (2012). Reassembling the Political: The PKK and the project of Radical Democracy. European Journal of Turkish Studies. Social Sciences on Contemporary Turkey, (14).
Biehl, J. 2012. Bookchin, Öcalan, and the Dialectics of Democracy. New Compass [online]. [Accessed 10.09.2014]. Available from: http://new-compass.net/articles/
bookchin-öcalan-and- dialectics-democracyReferencias
Bookchin, M. 1982. The ecology of Freedom. PaloAlto: Chesterfield.
Cavalcanti, J. M. 2010. Ecologia social e outros ensaios. Rio de Janeiro: Achiamé.
CLARK, J. P. 2013. The Impossible Community: Realizing Communitarian Anarchism. London: Bloomsbury Academic.
Jongerden, J., & Akkaya, A. H. (2012). The Kurdistan Workers Party and a New Left in Turkey: Analysis of the revolutionary movement in Turkey through the PKK’s memorial text on Haki Karer. European Journal of Turkish Studies. Social Sciences on Contemporary Turkey, (14).
Harvey, D. (2012). Rebel cities: from the right to the city to the urban revolution. London: Verso Books.
NJRUMAH, K. 1965. Neo-colonialism: The last stage of imperialism. London: Panaf Books Ltd.
Öcalan, A. (2007). Prison Writings: The Roots of Civilisation. London: Pluto Press.
Öcalan, A. (2011). Democratic confederalism. London: Transmedia Publishing Limited.
Ramnath, M. (2011) Decolonizing Anarchism. Oakland, CA: AK Press.
Stanchev, P. (2015). From Chiapas to Rojava: seas divide us, autonomy binds usROAR Magazine [online]. [Accessed 10.03.2015]. Available from: http://roarmag.org/2015/02/chiapas-rojava-zapatista-kurds/
Wallerstein, I. 1984. The Politics of the World Economy. New York: Cambridge University Press.
 
Federico Venturini es estudiante de doctorado en Geografía en Leeds. Posee un master en Filosofía y otro en Historia y Cultura Europea. Investiga las relaciones entre las ciudades modernas y los movimientos sociales urbanos, utilizando la Ecología Social como marco de investigación. Trabaja con movimientos sociales en Río de Janeiro con una metodología participativa/militante. Es miembro del Instituto Transnacional de Ecología.

Un comentario en «La Ecología Social y el mundo no occidental»

  • Si, importante!
    También en Euskal Herria nos preparamos para un 30 de enero internacionalista!
    (http://barcelona.indymedia.org/newswire/display/532043), a partir del EGA de Eguzki que ya hace años, como Bookchin desde luego, abrió el camino del ecologismo social radical. Única salida para la humanidad, más aún ahora que el ecosistema nos responde con gripes cada vez más preocupantes.
    Pero hablan de viruses, y no de lam dura realidad del debilitamiento progresivo de nuestros cuerpos, debido a todo tipo de contaminaciones precisamente causadas por este sistema delincuente.
    Come se afirma en el EGA, únicamente un ‘desarrollo democrático del ecosistema’ podrá permitir la sobrevivencia del animal humano, que se está volviendo poco a poco hasta autodestructivo!!

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies