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Imperativo político común para una perspectiva revolucionaria

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El mito de que el capitalismo promete prosperidad para todos tiene aún fuerza, a pesar de todas las realidades. Para superarlo necesitamos tener la visión de un mundo diferente, una sociedad diferente y una economía diferente. ¿Cuál es el papel de la autonomía, la autosuficiencia y la igualdad?

 
“Desafiar la Modernidad Capitalista II” – Hamburgo, Alemania – 4 abril 2015
Ponente: Penny Vounisiou

Video Penny Vounisiou

 
Vivimos en un estado donde la búsqueda de prosperidad y crecimiento viene dictada por las reglas del mercado y el capital, por un enfoque egocéntrico de la supervivencia y de una vida privada absoluta. Así pues, este crecimiento sólo se valora desde el punto de vista financiero, ignorando el reflejo que tiene sobre la sociedad y nuestra vida cotidiana.
El capitalismo está arraigado en la mentalidad y en la percepción de la gente, a través de la definición de nuestras necesidades y de nuestras demandas consumidoras, a través de nuestro estatus en un grupo social y nuestra contribución al mismo.
Siguiendo este razonamiento, es posible alcanzar un consenso social en la implementación de políticas, ya que no entra en conflicto con el pensamiento dominante que el capitalismo necesita para su supervivencia y proliferación.
¿Por qué es así?
La mayoría no tiene intención de quedar privada de sus privilegios personales ni de las percepciones egocéntricas que solía tener previamente a una crisis económica.
Tampoco tiene intención de evaluar y procesar la política general y su contribución al establecimiento del capitalismo. Es por eso que la mayoría entrega felizmente su destino a los políticos profesionales, esperando ser salvados mediante negociaciones, acuerdos y conciliaciones, sin tomar parte en ningún proceso de toma de decisiones; a veces ni siquiera sabe que tienen lugar (como es el caso de acuerdos comerciales, por ejemplo). La mayoría sólo espera para juzgar su resultado, según lo exponen los medios de comunicación, aunque experimentan su impacto en su vida cotidiana.
La escala del proceso de toma de decisiones, tal como es actualmente, resulta difícil de abordar y comprender. Favorece la retirada de las personas de la participación y la demanda, porque se contradice con la creencia de que, incluso cuando una persona no está de acuerdo, puede hacer algo por ello. En este caso, el «enemigo» queda muy alto, si no invisible.
Los bloqueos creados por el sistema, a través de su procedimiento reproductivo, hacen distinta la zona de prosperidad, que se corresponde con una parte cada vez más pequeña de la población, mientras, en contraste, excluye al resto incluso de la provisión de los medios básicos para vivir.
En este estado de incertidumbre, hay algunos que imaginan más allá del capitalismo.
Esta cuestión es fundamental y requiere de estas etapas que conducirían al cambio sociopolítico que pretendemos. No debemos limitarnos a una vaga denuncia del sistema político actual, sino extenderla a la delineación (ilustración) de un mundo diferente, una sociedad diferente y una economía diferente, que debe fundarse en el presente. Esta narración no necesita ser reinventada, sino que existe tanto en el pasado como en el presente. Lo que es absolutamente necesario es lanzarla de manera exhaustiva como un proyecto planificado que pueda invadir la escena política central y reclame el contrapoder, que es nada menos que dar forma a nuestra propia política de acuerdo con nuestras necesidades reales.
Creemos que en ningún caso estamos en un punto de partida. La lucha social y su ímpetu en los últimos años, así como sus características, nos permiten ser optimistas (a pesar de su retiro temporal). El alcance y ​​la variedad de todo este movimiento en la base de la sociedad es cuantificable.
¿Qué es realmente importante en todo esto?
A través de las luchas sociales realizadas, se ha buscado el significado olvidado de “lo común”, así como los principios que lo enmarcan.
A medida que se derrumbaba el estado social, han ido surgiendo estructuras, movimientos e iniciativas autónomas durante estos años, en los que la gestión de “lo común” ha comenzado a ponerse sobre la mesa de conversaciones, basándose en otros principios teóricos que los dictados por el mercado. Estos bienes comunes podrían ser (la producción primaria, la salud pública, la cultura, la educación, la energía, etc.), sectores que han sido atacados por el sistema.
Y aquí está la cuestión central, y el reto para todos nosotros.
¿Cómo pueden estas «alternativas» convertirse en competitivas frente al capitalismo y no complementarias a él?
¿Cómo puede producirse esta progresión, desde su surgimiento hasta su dominación en la sociedad, como la forma predominante de organización?
Todas estas iniciativas, que existen hoy en día y que consisten en estructuras de autogestión, necesitan ir más allá de los límites de su función y su autosuficiencia. Todas estas fuerzas de la sociedad que tienen estructuras horizontales, solidaridad y lucha disidente en su núcleo, deben transformarse en una red y no en un partido político y esbozar una visión futura en toda la sociedad que se oponga a la democracia burguesa y al capitalismo, con un objetivo tridimensional: Autonomía, Autosuficiencia, Igualdad.
Este tríptico no es elegido por casualidad.
Somos un grupo de personas, con presencia en las luchas sociales del pasado y del presente, y una acción política basada en premisas anarquistas y antiautoritarias, dispuestas a superar las rigideces crónicas y debilidades de esta área. Y, durante todo este año, estamos trabajando en la creación de una red horizontal de todas estas estructuras, colectivos y grupos del campo político y social que están tratando de poner en marcha proyectos relativos a autonomía, autosuficiencia e igualdad. Una red que sería la base de su cooperación, con el objetivo no sólo de cubrir las fallas del sistema como mecanismo complementario, sino de constituir un nuevo proyecto político y social que transformará la sociedad de ser un receptor pasivo a ser un regulador activo de su vida y prosperidad.
Un proyecto que incluirá la gestión de lo común, la igualdad de acceso a las prestaciones sociales, la implementación de ideas a través de la creatividad y no la inercia que este sistema provoca, independientemente del partido político en el poder. Así que estamos hablando de un modelo de administración diferente, descrito como confederalismo libertario, tratando de ver cómo podríamos empezar a construirlo en el actual contexto político en Grecia.
Este modelo se basa en la descentralización total del poder/del gobierno. Las decisiones relacionadas con casi todos los aspectos de nuestra vida se toman actualmente sin nosotros, lejos de nosotros, por lo que nuestra capacidad para influir en ellas es prácticamente inexistente. En consecuencia, si queremos cambiar el desarrollo de los acontecimientos, el objetivo no puede ser otro que recuperar la capacidad de decidir sobre los asuntos que nos afectan y controlar su realización/puesta en marcha. En este contexto, una sociedad autónoma no puede ser más que descentralizada, a fin de lograr la participación colectiva en el proceso de toma de decisiones y la cobertura de sus necesidades reales. Para procurar esta capacidad, la toma de decisiones debe retornar a estos subconjuntos, como comunidades, barrios (en ciudades), hasta el nivel de región. Sólo es aplicable en tal escala de autonomía y democracia directa. Sólo los residentes de una zona, conscientes de los problemas locales, de las características especiales (por ejemplo, las particularidades del paisaje, los valores culturales, etc.) y, en consecuencia, las necesidades especiales de tal zona, pueden tomar las decisiones que les conciernen y planificar su gestión adecuada.
Hoy en día se nos ha privado de esta capacidad, y el gobierno local no es más que una herramienta para la implementación y aplicación de las decisiones del estado y de los grupos con intereses especiales (grupos que controlan partes de la economía), convirtiéndonos así en esclavos.
Algunos ejemplos de ello:

  • la destrucción de armas químicas sirias en el mar Mediterráneo,
  • la constitución de la unión energética europea,
  • la instalación de la gran empresa canadiense Eldorado, de proyectos de minería de oro, en el norte de Grecia, etc.

Podríamos reemplazar las decisiones centrales por las de asambleas populares y de los consejos de sus representantes a nivel de comunidad-municipio-país-región, para que volvamos a ser dueños de nuestra tierra.
Las instituciones, directamente vinculadas a los valores, son generalmente términos y mecanismos aceptables que regulan todas las funciones de la sociedad. Una sociedad autónoma no tiene otra opción que revisar y renunciar (parcial o totalmente) a aquellas instituciones que coartan su capacidad de autonomía, sobre todo cuando estas instituciones son exactamente las cadenas que la mantienen cautiva.
(No hablamos de la eliminación y ausencia de instituciones, sino del establecimiento de procedimientos y mecanismos que regulen las relaciones y funciones de una sociedad autónoma y sirvan a todo el pueblo y no a los pocos poderosos).
La adquisición de tal potencial está determinada por una condición fundamental, la de la autosuficiencia. No se puede obtener autonomía sin haber buscado y alcanzado la autosuficiencia.
El principio básico del capitalismo es crear sistemas de confianza en todos los ámbitos; algo que, como he dicho, afecta por tanto al gobierno de un área.

  • Nuestra alimentación está dominada por corporaciones multinacionales que controlan casi todo el proceso de producción, transporte y distribución. Desde semillas, fertilizantes y plaguicidas, a su calidad y provisión; todo está en manos de quienes su único objetivo es el beneficio a nuestra costa, con total desprecio de cualquier otra consecuencia.
  • La vivienda está en manos de grupos bancarios internacionales que no tienen escrúpulos morales en echarnos a la calle.
  • La energía, el agua y los recursos naturales en general, de los que somos tan dependientes, ya se encuentran o están en proceso de ser controlados por grupos transnacionales.

Estos son sólo algunos ejemplos de nuestras dependencias más básicas, así como de nuestros bienes comunes básicos. Por lo tanto, es nuestro deber, para con nosotros mismos, pero especialmente para con las generaciones futuras, resistir y revertir esta situación, que nos amenaza con una completa sumisión y destrucción ambiental. Nuevamente hay algunas condiciones para lograrlo. Vamos a enumerar aquéllas que consideramos más esenciales.
Lo más importante es redefinir nuestras necesidades en todos los aspectos de nuestra vida y aclarar lo que significa «alto nivel de vida», algo que no coincide con lo que el consumismo ha impuesto como necesidades.
Teniendo esto en mente, podemos trabajar en otro modelo de producción agrícola, ganadería y pesca. La industrialización de los alimentos, los monocultivos intensivos, los fertilizantes químicos, los pesticidas, las industrias agropecuarias y de carnicería, la pesca a escala industrial, deben ser reemplazados por métodos tradicionales y bien equilibrados, con respeto al medio ambiente y la biodiversidad, salvaguardando una prosperidad sostenible para todos y no los grandes beneficios para las empresas.
A partir de aquí podemos trabajar y apoyar estructuras de economía solidaria, basadas en otros principios éticos, que garanticen mejores condiciones de trabajo y en las que el objetivo de la producción sea cubrir las necesidades de la sociedad.
Eso es algo que hemos olvidado hoy en día, encontrándonos alienados de los lugares de producción, siendo el único contacto con ellos a través de los estantes del supermercado. Esto ha reducido nuestra conciencia sobre la calidad de los bienes y las condiciones en que se han producido (condiciones de trabajo, consecuencias ambientales, etc.).
Energía
La producción de energía es el campo que ha afectado al planeta como ningún otro. Las guerras, los desastres ambientales y sociales son el resultado del aumento de la demanda y, en general, del modo de vida moderno. Especialmente en un estado de crisis económica, los grandes proyectos industriales en este campo se promueven como garantía de crecimiento de la economía de un país, o algunos de ellos como «verdes», respetuosos con el medio ambiente.
La extracción de hidrocarburos, el “fracking”, los parques eólicos a escala industrial (colosos energéticos / el sistema siempre ha gestionado la energía, no como un bien público, sino como una mercancía, con miras a su privatización, al igual que el agua), etc.
Es esencial aplicar los métodos y tecnologías adecuados para reducir drásticamente el consumo de energía y cambiar la forma en que lo gestionamos. Necesitamos adaptar un modelo descentralizado dentro del marco de la autoproducción que no entre en conflicto con otras actividades productivas y sociales, sino que se sitúe bajo una planificación espacial adecuada e inclusiva y con unos límites establecidos.
Las técnicas científicas, los conocimientos y las herramientas adquiridas a partir de una tecnología en constante evolución, son financiados por el sistema capitalista con la intención de poder reproducirse y fortalecerse. Pero el conocimiento por sí solo no tiene sentido. Cambia en función de su utilidad, de a quién beneficia y quien comparte todo ese conocimiento. En consecuencia, las técnicas que se utilizan de manera extensiva en todos los campos (energía, producción, medicina, etc.) y están patentadas por grandes empresas, podrían funcionar a nuestro favor si tomamos el control sobre la ciencia y transformamos la investigación para que pase de ser un servidor del capital a convertirse en investigación social.
Sin embargo, bajo ninguna circunstancia, una región autónoma debe quedar aislada e independiente, una vez se ha asegurado un paraíso de autonomía para sí misma. Las relaciones con otras regiones deben basarse en la solidaridad y la tolerancia mutuas, con el fin de cubrir ciertas necesidades, compartir la gestión de cuestiones o recursos comunes, pero también para defenderse frente a las amenazas internas y externas.
Esta necesidad debería quedar cubierta por la federación de regiones autónomas, en la que todas las regiones participarían de forma equitativa, que sustituirá al parlamento y donde no se tomarían decisiones sin la aprobación previa de las comunidades locales.
La participación activa e igualitaria de todos en la toma de decisiones constituye el elemento básico para una defensa a ultranza de los bienes comunes cuando se vean amenazados; ya que, a través de este proceso, se consideran propiedad de todos. Así, cada nodo local (región) se puede transformar en una zona de defensa fuerte, y todos ellos, en una red, podrían componer un frente político potente ante el modelo neoliberal que predomina.

En conclusión

La perspectiva revolucionaria es algo que todos queremos que emerja pronto. Sin embargo, las diferentes interpretaciones del término indican claramente las diferentes prácticas a seguir.
Algunos lo entienden como una coyuntura histórica que, repentinamente, pondría en funcionamiento nuestros proyectos y las verdaderas prácticas revolucionarias, de forma que están dispuestos a esperar indefinidamente ese momento.
Otros entienden la perspectiva revolucionaria más como un proceso, una lucha lenta pero constante, que acercará ese momento. Creemos que las prácticas cotidianas pueden contribuir a la creación de la coyuntura histórica que dé lugar al cambio, sin cuestionar, sin embargo, la importancia de los conflictos sociales directos.
El tríptico fue elegido como nuestro principal proyecto, para servir como punta de lanza de este proceso. Por supuesto, la necesidad de su realización y difusión no se debe al colapso del estado de bienestar ni a la crisis económica. Las estructuras que queremos establecer y apoyar no están tratando de sustituir a las del estado del bienestar. Son estructuras que operan en la actualidad, basadas en nuestro conjunto de valores, códigos ideológicos y políticos. Nuestros proyectos no son un caso que esté constantemente apuntando hacia un futuro prometedor, sino un modo de vida y un esfuerzo continuo para su difusión y consolidación.
Por otra parte, la búsqueda continua de Autonomía, Autosuficiencia e Igualdad, no sólo por medio de las luchas políticas, sino también apoyándolas -conformándolas estructuralmente hoy en día- implicará una educación, necesaria para derrocar el actual establishment social, político y económico. Sería esa educación la que todos adquirirían para poder oponerse a las estructuras sociales opresivas del Estado.
Al mismo tiempo, éste es un ingrediente necesario para lograr una inversión completa. Sólo si las estructuras políticas y sociales de base se vuelven funcionales en la actualidad, serán capaces de consolidarse, más tarde, en una reforma político-social.
Por último, debe entenderse que nuestros proyectos no pueden realizarse plenamente dentro de la organización del sistema capitalista, ya que son absolutamente antagónicos. No puede haber islas de libertad; no sólo porque el propio sistema tratará de eliminarlas, ya que lo desautorizan, sino que también habría siempre una correlación con lo que negase la coherencia de nuestras estructuras, en cuanto a su propio contenido. Para superarla, debemos defender activamente nuestros proyectos, mientras tratamos de desmantelar las relaciones, las redes y la organización impuesta que el capitalismo provoca en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana.
 
Penny Vounisiou trabaja como conservadora de antigüedades y obras de arte. Es miembro activo del grupo «Plataforma de Autonomía, Autonomía e Igualdad» y del movimiento cretense contra los recursos energéticos renovables industriales. También participa en un nuevo grupo que trabaja en la lucha contra la privatización de las posesiones sociales.

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