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El Kurdistán con Cataluña (I-Bakur) [4 de 5]

Des de Rojava Azadî hemos traducido el texto con las reflexiones de unas personas integrantes del Grupo de Reflexión por la Autonomia (GRA) de Cataluña que viajaron a Kurdistán. El texto es muy largo y lo publicaremos en 5 secciones para facilitar su lectura.

Podéis encontrar el texto completo en catalán en la página del Grup de Reflexió per l’Autonomia

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El movimiento de las mujeres libres

Las personas que escribimos este texto nos sentimos históricamente en deuda con las luchas de las mujeres por su emancipación, que se han librado bajo el nombre de feminismo y sin él. De algunos feminismos, como el negro o el decolonial, hemos aprendido que desde las luchas occidentales a veces invisibilizamos o instrumentalizamos las luchas de tierras lejanas, despreciando otras formas de afrontar los problemas de opresión de género.

Queremos empezar así haciendo una crítica a todas aquellas compañeras que llaman feminista el movimiento de las mujeres kurdas. En palabras de estas mujeres, si se denominan o no feministas es una pregunta que les hacen todas las europeas. Y la respuesta que dan siempre es: nosotras luchábamos por la emancipación de la mujer mucho antes de saber que existía algo que se llamaba feminismo. Por ello, y mientras ellas no digan lo contrario, creemos que hay que respetar esta postura y no ser occidental-centristas. Como entendemos que la forma como se llamen o dejen de hacerlo no tiene ninguna relevancia, sino que lo importante es cómo y en qué están luchando, nos remitimos a esto.

El movimiento kurdo considera que la mujer es el primer sujeto colonizado de la humanidad. Se remiten al estudio de las sociedades neolíticas, el origen de las cuales se encuentra precisamente en la Mesopotamia. Relacionan esta primera opresión con todas las que vinieron después, llegando a la conclusión que para acabar con el capitalismo y las jerarquías, hay revertir la dominación sobre las mujeres que impera en el sistema actual. Por esta indagación histórica han desarrollado una ciencia de las mujeres, que llaman jinología, mediante la cual pretenden mirar tanto el pasado como las ciencias que hoy en día predominan en la academia, desde una mirada de la historia oculta de todas las que no salen a la historia que el sistema nos ha explicado, empezando por las mujeres, superando las visiones positivistas y fragmentarias.

Sin revolución de las mujeres no hay revolución, por un lado, porque implicaría estar dejando media parte de la sociedad fuera y, por otro, porque no estaría revirtiendo el origen fundacional de las estructuras jerárquicas que ahora son hegemónicas.

Las mujeres del KJA con las que hablamos mostraban una visión binaria de la sexualidad, hablando en todo momento en términos de hombres y mujeres, sin visibilizar las otras realidades sexuales que existen. En este sentido, decían que en general las mujeres son más generosas que los hombres, que las guerrillas no mixtas funcionan mejor que las mixtas ya que las mujeres se cuidan mejor entre ellas, son menos orgullosas, más prudentes, etc. Intentamos indagar si se trataba de una cierta visión esencialista, y la respuesta que nos dieron fue que creían que en el cuerpo colectivo de las mujeres se habían transmitido los valores democráticos. El sentido de esta idea es que las mujeres son socializadas en valores como los cuidados y que, para hacer la revolución, hay que poner estos valores en el centro, en la línea de los feminismos que hablan de poner los cuidados en foco de la lucha.

El punto fuerte de la lucha por la emancipación de las mujeres kurdas es, como ya hemos dicho, la estructura paralela no mixta que conforma todas las partes del movimiento, desde comunas y consejos de barrios, hasta cooperativas y academias, pasando por su propio cuerpo armado para la autodefensa. Las mujeres son las encargadas de los consejos de paz y consenso en todos aquellos conflictos donde el género ha sido el factor primordial, tales como casos de violencia de género. Tienen poder para vetar decisiones de los espacios mixtos cuando les afectan particularmente. La filosofía de estas estructuras no mixtas no parte sólo de una voluntad de crear espacios protegidos, sino principalmente de la evidencia de que, para participar en las estructuras generales partiendo de una posición de sujeto oprimido, hay que partir de una organización propia. Esto quiere decir que cada mujer en el movimiento kurdo representa todo el colectivo de mujeres, en el que hacen un trabajo a fondo para deconstruir los roles patriarcales y para indagar qué significa ser mujer, cuál es el papel que han jugado en la historia y que pueden jugar en la actualidad para alcanzar su emancipación.

En las conversaciones que pudimos compartir con estas mujeres, hicieron referencia en diferentes ocasiones de forma crítica a los feminismos occidentales europeos. La mayor parte de la crítica a estos feminismos es conocida por nosotras: no creen en una lucha que busque que la mujer llegue a posiciones hoy ostentadas por hombres; «No queremos ser hombres», en sus palabras, «no queremos ser jefes, grandes empresarias, capitalistas». Opinaban que era un problema que la lucha feminista estuviera separada del resto de luchas y poco conectada con la sociedad y la realidad de la mayoría de mujeres, que no estuviera enmarcada dentro de un proyecto más grande y que sólo se ocupara de asuntos » de mujeres «.

Una parte importante de la práctica que estas mujeres han desarrollado, mediante la crítica y la autocrítica, ha sido acabar con el «macho dominante», no en sentido físico o literal, sino en el sentido de la mentalidad de macho dominante, también la que tienen las mujeres. Este macho dominante ha sido el sujeto sobre el que se ha erigido el sistema actual. Por ello, han estado trabajando codo con codo con sus compañeros para acabar con las dinámicas de opresión que estos tendían a ejercer sobre ellas, también con las dinámicas de sumisión que ellas mostraban en respuesta, dando lugar al desarrollo de unas relaciones de profunda amistad revolucionaria basadas en la ruptura de estas cadenas.

La excepción de las minorías LGTBI

El movimiento kurdo dista mucho de estar en una situación en la que, según nuestros parámetros, haya libertad sexual y afectiva. Este es un tema delicado y muchas cosas que nos cuestan de entender o compartir deben tener en cuenta que hablamos de un contexto muy diferente al nuestro. Hablamos de esto porque es una parte que, desde nuestro punto de vista y con la humildad que podamos, creemos que hay que criticar.

El contexto general, como describía una compañera que escribía a KurdisCat, es que a nivel social la única forma de relación sexo-afectiva que se acepta es la del matrimonio heterosexual. Las relaciones extramatrimoniales son rechazadas por la gente más conservadora, igual que la orientación sexual no heterosexual, rechazada por gran parte de la población. Una experiencia interesante ha sido conocer las compañeras de Keskesor, una organización LGTBI kurda. Oficialmente no pertenece al movimiento, aunque sus miembros son al mismo tiempo miembros de otras organizaciones kurdas y se sienten totalmente parte de él.

A nivel práctico, muchas personas jóvenes son partidarias de los derechos LGTBI, y desde los consejos de barrio las activistas LGTBI reciben todo el apoyo cuando son reprimidas o atacadas. Sin embargo, el movimiento rechaza integrar esta realidad. Las compañeras nos contaban que esto se debe, por una parte, a la homofobia existente en la sociedad kurda, donde el patriarcado aún permanece muy presente y, por otro, a una visión estratégica sobre el asunto: en teoría, la sociedad kurda todavía no está preparada para asumir estas realidades. Cuando han tratado de introducirse en el movimiento o colaborar abiertamente han recibido atentados, y quieren evitar que muchas voces en Oriente Medio se les pongan en contra.

Desde Keskesor están haciendo un trabajo paralelo de intentar introducir en el imaginario revolucionario las visiones de la historia y de la religión musulmana que integran la existencia y defensa de otras sexualidades. Comparten todos los postulados generales sobre los orígenes de las opresiones y la tríada Estado-capitalismo-patriarcado como aquello a destruir. Son, por ello, muy críticos con los movimientos LGTBI que hay en Europa (reían cuando les hablábamos de que en España los matrimonios homosexuales son legales, mostrando una postura contraria a la institución del matrimonio en sí). Intentan hacer encuentros en las montañas con las milicias, lugar donde se forja la vanguardia de la revolución.

Queremos trasladar con estas palabras la inquietud que sentimos por las personas de sexualidades y géneros no normativos en el territorio kurdo, y animamos a las compañeras kurdas a iniciar un diálogo dentro y fuera de la Mesopotamia para resolver como acoger también esta diversidad. Además, queremos poder cuestionar en nuestras tierras si la forma en que estamos trabajando para romper con estas opresiones es la que nos puede conducir realmente a la liberación de las mismas o si, por el contrario, corremos el riesgo de no ir más allá de crear nuevas identidades desconectadas del resto, nuevos productos para consumir, etc.

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