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Cuerpos en revuelta: La resistencia cotidiana de las mujeres iraníes a la opresión del Estado

Foto de portada: Cuando las protestas se trasladaron al metro en enero de 2023, estaciones como esta de Teherán -Battle en inglés- se convirtieron en focos de resistencia, donde se gritaban consignas y se vivían momentos de gran tensión. Algunos días, las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos en el interior de los vagones para reprimir las protestas. ©Ehsan Amiri Siavashani

Turning Point – Gaia Guatri y Shekufe Ranjbar – 26 marzo 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

Una suave brisa traía el aroma de flores frescas cuando Simin*, una empresaria de 38 años que vive en la capital, se asomó a la luz de la mañana, con la mente rebosante de pensamientos para un nuevo comienzo. «Nuevos planes para este año, tal vez un nuevo producto, va a ser un año maravilloso», soñaba despierta sonriendo apenas. Reconfortada por toda esta energía positiva, aspiró el aroma de las flores que había recogido de camino a casa la noche anterior. El último día de vacaciones, Simin sabía que mañana debía volver a su pequeña tienda de jabones de hierbas. De pie junto a la ventana, contempló la calle Gorgan, un céntrico barrio de Teherán, donde vivía con su madre, Zina. Respirando hondo, Simin absorbió la animación de la calle, los vendedores colocando sus puestos, los niños persiguiéndose unos a otros y el lejano zumbido del tráfico. Antes de salir, encendió la televisión y dejó que las noticias de la mañana sonaran de fondo. Lo que oyó la sobresaltó.

«En respuesta a la demanda ciudadana y con el fin de garantizar la seguridad y comodidad de las mujeres, a partir de hoy, la Policía pondrá en marcha la ‘Campaña Noor’ en las plazas y pasajes de la ciudad. En virtud de esta iniciativa, se impedirá circular a las mujeres vestidas con ropa inadecuada y que no respeten el hiyab islámico.»

Era un sábado fresco, de los que prometen renovación. Apenas habían pasado dos semanas desde el final de las fiestas de Año Nuevo en Irán, y Teherán se despertaba a la primavera. La fecha: 13 de abril de 2024.

Simin ya había oído rumores de que algo así podía ocurrir, habladurías que nadie quería creer; pero ahora, al escuchar esta noticia en voz alta y de forma oficial, se le hizo un nudo en el estómago por la inquietud.

«¿Será una guerra contra nuestros cuerpos?», se preguntaba, sabiendo que cada nuevo decreto era otro intento de vigilar la existencia de las mujeres.

Simin no era la única preocupada. Ese día, millones de otras mujeres salieron de sus casas, llevando en su rostro los mismos temores tácitos de otra iniciativa opresiva. Esta vez, se llamaba irónicamente «Campaña Noor» –noor significa luz y bienestar en lengua persa-. En un par de días, las redes sociales rebosaban de horrendas imágenes de agentes de policía arrastrando a mujeres a furgones patrulla; escenas que recordaban las circunstancias que condujeron a la polémica muerte, bajo custodia policial, de una joven a causa del hiyab en 2022.

El 13 de septiembre de ese año, la kurda Mahsa Jina Amini, de 22 años, que estaba de viaje en Teherán con su familia, fue abordada por la policía de la moralidad a la salida de una estación de metro y posteriormente detenida por lo que las autoridades describieron como llevar un hiyab «inapropiado». Esta acusación es vagamente definida y aplicada arbitrariamente por la policía para detener y encarcelar a mujeres por no cumplir las estrictas normas del país sobre el hiyab. Mahsa Jina cayó sospechosamente en coma el día de la detención y fue hospitalizada inmediatamente después. Murió bajo custodia tres días después en el hospital Kasra de Teherán. Las autoridades afirmaron que había sufrido un infarto, pero testigos presenciales, informes filtrados e investigaciones internacionales sugirieron claramente que había sucumbido a las lesiones físicas sufridas en la violenta detención.

La Policía de la Moralidad, o Gasht-e Ershad, es conocida por detener por la fuerza a mujeres en la calle. Esta unidad, compuesta a menudo por agentes femeninas, se encarga de vigilar y hacer cumplir la ley del hiyab obligatorio en los espacios públicos de Irán. La trágica muerte de Mahsa Jina bajo custodia policial provocó un levantamiento antigubernamental sin precedentes en todo Irán. El 17 de septiembre de 2022, un grupo de dolientes en el funeral de Mahsa Jina en la ciudad kurda de Saqqez se quitaron los pañuelos en protesta contra el hiyab obligatorio y corearon «Mujer, vida, libertad», un lema de la resistencia originalmente kurdo. La frase fue adoptada inmediatamente por los manifestantes iraníes de todo el país como lema de protesta.  El levantamiento nacional obtuvo el apoyo de políticos, activistas y feministas de todo el mundo.

Pero el coste de la resistencia fue caro… Según el observatorio independiente Iran Human Rights, en septiembre de 2023, al menos 551 manifestantes, entre ellos 68 menores, murieron a manos de las fuerzas de seguridad mientras estaban en la calle. En 2022 y 2023, el régimen ejecutó a ocho personas relacionadas con las protestas a escala nacional. Desde entonces, un número indeterminado de disidentes permanecen en prisión por apoyar las protestas. Según un informe de Human Rights Watch, en septiembre de 2024, al menos 25 defensoras de los derechos humanos relacionadas con el movimiento Mujer, Vida, Libertad estaban entre rejas, y muchas más se enfrentaban a una detención inminente tras la celebración de vistas en tribunales y apelaciones.

Contra el borrado histórico

Desde los albores de la revolución islámica de 1979 en Irán hasta los actuales campos de batalla digitales, las mujeres iraníes llevan décadas resistiendo. El 8 de marzo de 1979, miles de mujeres salieron a las calles de Teherán para condenar las medidas cada vez más restrictivas del gobierno provisional contra las mujeres, en particular la introducción del hiyab obligatorio, que se había producido unos días antes. Las protestas duraron seis días y fueron respondidas con violencia por los partidarios del régimen.

Protestas por el Día Internacional de la Mujer en Teherán, marzo de 1979. Teherán Mosavvar

Desde entonces, la resistencia ha adoptado distintas formas, pero nunca ha remitido. En los últimos años, las mujeres iraníes se han resistido cada vez más a las leyes represivas impuestas por la ideología islámica, luchando por sus derechos y libertades fundamentales. Sobre todo, la «Ley del Hijab y la Castidad». Introducida por primera vez en 2022 en respuesta a las protestas nacionales contra el hiyab desencadenadas por la muerte de Mahsa Jina Amini, la ley criminalizaba el desafío al hiyab, imponiendo severas penas como la confiscación del vehículo y fuertes multas a las infractoras. Tras una serie de idas y venidas jurídicas y acalorados debates, finalmente fue aprobada en septiembre de 2024 y enviada al gobierno para su aplicación, para gran consternación de la sociedad civil. Finalmente, ante la inmensa resistencia nacional y la presión internacional, el Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán intervino y suspendió la ley ese mismo mes, lo que supuso una importante victoria para la desobediencia civil de las mujeres en Irán. Sin embargo, sería ingenuo considerar que estas decisiones suponen un cambio de rumbo en la política general iraní sobre el hiyab. El hiyab obligatorio sigue siendo ley y se aplica rigurosamente, sobre todo en las ciudades más pequeñas.

Medidas como la ley sobre el hiyab y la castidad han provocado un aumento de las detenciones de mujeres. La ley también ha ampliado la vigilancia estatal, con el uso de cámaras de control de tráfico para identificar a las mujeres que aparecen en público sin hiyab.

Más allá de la aplicación de la ley, el gobierno ha tratado de desacreditar y estigmatizar a las disidentes tachándolas de mentalmente inestables y presentando la resistencia como un signo de desviación y no como una reivindicación de derechos fundamentales. Estas tácticas reflejan los desesperados intentos del régimen por sofocar el movimiento de las mujeres y mantener el control sobre sus cuerpos.

«Tener el pañuelo al alcance de la mano te hace estar menos expuesta, porque si [la Policía de la Moralidad] se te acerca, puedes colocártelo y evitar que te cojan. Debes asegurarte en la medida de lo posible de que no te detengan; para seguir luchando necesitas estar a salvo», afirma Missagh a Turning Point Magazine. Hablando de sus amigas de otras dos ciudades, Isfahán y Mashhad, insiste en que hagan lo mismo, habiendo evitado ella misma ser detenida: «Esto te permite ir sin hiyab pero sintiéndote menos en peligro».

Aunque el movimiento Mujer, Vida, Libertad ha sido sin duda un punto de inflexión en esta lucha, las mujeres iraníes continúan luchando hoy en día. Fuera de los focos internacionales, estas mujeres convierten valientemente sus propios cuerpos en poderosos símbolos de rebeldía. Su resistencia no consiste solo en rechazar el hiyab obligatorio o reclamar derechos civiles, es una declaración de independencia, dignidad y el irreversible sabor de la libertad. El cuerpo femenino, sometido durante mucho tiempo al control del Estado y la sociedad, se ha convertido en un campo de batalla y un arma, una fuerza que ningún decreto o medida de represión puede contener por completo. Cuando ya no hay nada que perder, queda todo por lo que luchar.

Amigas hablando en una calle de Isfahán, Irán, septiembre de 2024. ©Turning Point

Taraneh Kouhestani, psicoanalista clínica especializada en trauma e identidad en Teherán, reflexiona sobre la intersección entre el cuerpo y la imagen de una misma. Postula que históricamente las mujeres fueron censuradas en primer lugar a través de sus cuerpos. A lo largo de los siglos, esta censura se ha traducido en la negación de la presencia de las mujeres en la historia. Según ella, la identidad se define inextricablemente por y a través del cuerpo: «¡El cuerpo es la morada primordial de la identidad! ¿Quién soy yo sin un cuerpo? Un objeto incorpóreo no puede reivindicar la identidad», afirma Taraneh a Turning Point Magazine. Según ella, la lucha por las libertades corporales es un esfuerzo por recuperar la identidad y un estatus histórico perdido.

«La lucha por el cuerpo es un intento colectivo contra el borrado histórico de la agencia femenina. Las mujeres iraníes están reclamando esta subjetividad y, para ello, ¡primero tienen que recuperar sus cuerpos!».

En respuesta a este creciente desafío corporal, el Estado ha intensificado el uso de la violencia física contra las mujeres y sigue introduciendo nuevas restricciones sobre sus cuerpos y derechos.

Cuerpos solidarios: Estrategias compartidas para reclamar espacios públicos

Un rasgo definitorio de esta lucha es la solidaridad corporal, que se refiere al acto compartido de utilizar el cuerpo como desafío físico y herramienta de resistencia. Estas prácticas pueden consistir en desnudarse públicamente, protestar o simplemente participar en actividades como bailar y cantar en público, prohibidas ambas a las mujeres por el régimen islámico.

Y recordemos que sería subestimarlas grandemente el atribuir estas prácticas solidarias únicamente a los últimos años. Maryam*, ahora profesora jubilada de 70 años, recuerda cómo desafió los estrictos códigos de vestimenta impuestos a las mujeres en los años 80. Siendo una joven maestra de la pequeña ciudad de Bandar Abbas, en el sur del país, en lugar de conformarse con el chador negro -que sigue siendo la forma de hiyab deseada por el gobierno debido a que cubre todo el cuerpo- o los colores sancionados oficialmente, decidió coserse un manteau azul y llevarlo a la escuela. El manteau es una túnica larga y holgada que se complementa con pantalones.

«Poco después de la revolución empezaron los problemas. Se emitió una directiva que ordenaba a las maestras llevar el chador o, si se negaban, limitar su vestimenta a mantos holgados solo en negro, marrón, azul marino o gris. Pensé: «Si tengo que llevar una túnica holgada, que así sea, pero yo misma elegiré su color».

Al poco tiempo, otras profesoras de la escuela de Maryam siguieron su innovadora idea y empezaron a experimentar con diferentes colores y modelos para sus manteaus. Aunque las autoridades las reprendieron repetidamente, Maryam y sus colegas se negaron a dar marcha atrás. Su silencioso desafío dentro de los límites del hiyab obligatorio se extendió a otras profesoras de otros colegios. Ante su infatigable perseverancia, las autoridades acabaron por suavizar los rígidos principios del código de vestimenta. En cuestión de años, las profesoras lucían más variedad de colores y estilos sin recibir represalias de las altas autoridades.

Desde los primeros días de la revolución islámica de 1979, las tácticas represivas de las autoridades iraníes no solo han puesto de manifiesto la intensificación de la presión sobre las mujeres, sino que también han revelado el arraigado temor del gobierno a las profundas transformaciones sociales que las mujeres iraníes estaban empezando a lograr.

Cuarenta años después, pequeños actos de rebeldía como los que hicieron Maryam y sus compañeras se han extendido a otras esferas de la sociedad y se practican de forma más amplia y pronunciada.

Solas o en grupo, las mujeres se quitan ahora el hiyab obligatorio en los espacios públicos. Cada vez son más las que se niegan a llevar pañuelos como antes, y algunas simplemente se prueban nuevos tipos de ropa -como faldas y pantalones cortos- creando poderosos momentos de desobediencia civil. Al hacer de su presencia poco vistosa y poco tradicional en público una práctica cotidiana, las mujeres han convertido la desobediencia en un ritual de resistencia contra las leyes restrictivas de la vestimenta. Mediante tácticas ingeniosas, han ideado métodos para que este audaz paso -aparecer en público sin hiyab a pesar de la amenaza constante de vigilancia, detención o acoso- sea menos arriesgado.

Evento artístico al aire libre en el barrio de Khajeh Ata, Bandar Abbas, Irán, febrero de 2024. ©Turning Point

«Ponte el pañuelo alrededor del cuello… si ves que se acercan, póntelo rápidamente sobre la cabeza, así es más seguro», sugiere Zina, la madre de Simin, a su hija cada vez que sale de casa. Zina conoce bien el peligro. Como ama de casa que permanece en casa gran parte del día, ha sido testigo en repetidas ocasiones desde la ventana de su cocina de cómo este sencillo truco ayuda a las mujeres a esquivar a la policía. En realidad, la estrategia del pañuelo suelto la practican muchas mujeres. Por eso, en la mayoría de las fotos tomadas en las calles iraníes se ve a mujeres que se mueven sin hiyab pero con el pañuelo al cuello.

Zina no está sola en sus preocupaciones. La generación más joven de Irán, como Missagh, una estudiante de fotografía de 19 años de Teherán, comparte las mismas preocupaciones.

Otro grupo de mujeres se atreve a no llevar pañuelo en absoluto. Ni siquiera lo llevan suelto: «¡No llevo el pañuelo, ni siquiera alrededor del cuello! Estoy harta y prefiero arriesgarme a que me detengan antes que llevar el pañuelo ni siquiera alrededor del cuello», dice Shila*, contable de 39 años en la capital, Teherán. Shila publica fotos sin hiyab en sus redes sociales. Cree que la actitud social hacia el hiyab ha cambiado drásticamente en pocos años y que incluso las autoridades no tienen otra opción que afrontar y aceptar estas normas en rápida evolución.

Más allá de quitarse el velo, las mujeres iraníes han esgrimido la moda como arma contra los rígidos mandatos del Estado. «Sé que [los funcionarios] siguen exigiendo que lleves una túnica cuando vas a la universidad o a organizaciones estatales, pero en la vida cotidiana está totalmente descartada. Llevo blusas de manga larga y faldas largas, nada de manteau ni de chador», subraya Negin, una artista de 35 años de Yazd, ciudad históricamente religiosa y conservadora del centro de Irán. Aunque el chador ha sido tradicionalmente el atuendo dominante entre las mujeres de Yazd, Negin explica que ha experimentado grandes cambios en los últimos años. Aunque las mayores se aferran a él, las generaciones más jóvenes desafían abiertamente el hiyab, una dura contradicción que a veces provoca enfrentamientos verbales entre mujeres mayores y jóvenes en los espacios públicos.

Las redes sociales como herramienta política

Las redes sociales se han convertido en una herramienta vital para amplificar la resistencia. Al compartir vídeos y fotos de sí mismas quitándose el hiyab o protestando, las mujeres han transformado los actos individuales de rebeldía en un movimiento colectivo y han normalizado las prácticas de aparecer públicamente sin hiyab.

Simin promociona sus jabones de hierbas en Instagram y tiene una tienda online. A pesar de la estricta vigilancia policial de las redes sociales, Simin publica historias y vídeos sin hiyab, presumiendo de su larga melena negra.

Muchas influencers famosas reciben amenazas si no llevan hiyab o de que se bloqueen sus cuentas. Una vez que se lo ordenan, tienen que obedecer; Simin, sin embargo, ha esquivado con éxito la vigilancia, al menos hasta ahora.

«Es porque no tengo demasiados seguidores. Si en el futuro tengo más, podría recibir avisos como mis otras colegas. A una amiga mía que imparte talleres de repostería le advirtieron que no publicara sin hiyab, lo que ella aceptó de forma un tanto fortuita llevando una gorra, es decir, ¡no cubriéndose totalmente el pelo pero al mismo tiempo sin hiyab!».

Además de aparecer sin hiyab, las mujeres realizan otras actividades «prohibidas», como cantar y bailar. Según el islam, que es el principio rector de la ley en Irán, las mujeres no pueden cantar ni bailar en público. Dado que las autoridades iraníes consideran las redes sociales una forma de espacio público, la prohibición se extiende a las plataformas en línea.

Captura de pantalla del concierto de Parastoo Ahmadi de un vídeo publicado en Internet, 11 de diciembre de 2024.

El 12 de diciembre de 2024, la cantante iraní Parastoo Ahmadi retransmitió en directo un concierto en YouTube que atrajo a millones de espectadores en cuestión de horas. Actuando sin hiyab y en un antiguo caravansar abandonado, llamó al evento «el concierto hipotético» con la esperanza de cantar algún día ante un público real. Parastoo fue detenida junto con dos miembros de su banda y puesta en libertad bajo fianza al cabo de unos días. Desde entonces, las autoridades han intensificado la represión contra las cantantes. En las últimas semanas, varias cantantes han sido detenidas o citadas por las autoridades, y sus cuentas de Instagram han sido cerradas por orden de la Policía Cibernética iraní, que vigila y rastrea las actividades en las redes sociales. Cantantes como Golsa Rahimzamani y Reyhanoo vieron eliminadas sus cuentas de Instagram, mientras que Bita Hajisadeghian fue citada en Isfahan y acusada de «atentar contra la decencia pública». Otras, como Hiwa Seyfzadeh, fueron detenidas en plena actuación. En agosto del año pasado, la cantante callejera Zara Esmaili fue detenida tras hacerse virales unos vídeos en los que cantaba en público. Actualmente se encuentra en paradero desconocido.

A pesar del recrudecimiento de la represión, cantantes menos conocidas y aficionadas siguen publicando sus clips en Internet. Estos esfuerzos populares dificultan aún más el seguimiento y la identificación de las cantantes.

Hermanos y hermanas de armas

Desde el inicio del movimiento Mujer, Vida, Libertad, los hombres han mostrado un apoyo decidido y visible a las mujeres en su lucha. Durante las protestas de 2022, innumerables hombres salieron a la calle para apoyar a las mujeres y luchar por sus derechos ignorados.  Su presencia desafió los estereotipos promovidos por el gobierno iraní y muchos medios de comunicación internacionales, demostrando que la sociedad iraní no es intrínsecamente pro misoginia. La concienciación masculina en apoyo de los derechos de la mujer sigue creciendo, lo que demuestra un cambio en las actitudes sociales.

Esto puede verse tanto en el espacio físico como en el digital. Muchos vídeos que circulan por las redes sociales muestran a hombres que acuden en ayuda de mujeres, rescatándolas de la violencia policial. En plataformas como el Twitter persa, que sirve como espacio clave para el diálogo y el intercambio de perspectivas dentro de la comunidad de habla persa, los hombres han hablado sobre los derechos de las mujeres, animándolas a seguir adelante y haciendo hincapié en que los derechos de las mujeres son inseparables de los derechos de toda la sociedad.

El 6 de marzo de 2025, el cantante iraní Mehdi Yarrahi recibió 74 latigazos como veredicto de la causa penal abierta contra él. Esta medida draconiana desencadenó a su vez una canción de protesta titulada ‘Tu pañuelo’. Compuso el tema en solidaridad con las mujeres y lo publicó en el primer aniversario de la muerte de Mahsa Jina, en 2023. Yarrahi también fue uno de los cantantes masculinos que apoyaron a las mujeres con una canción muy popular titulada Woman’s Anthem (Himno de la mujer), publicada en 2022, al comienzo del levantamiento de Irán. Como escribió la Premio Nobel de la Paz iraní Narges Mohammadi en Instagram, la flagelación fue «una venganza por su apoyo a las mujeres.»

Visitantes de una galería conversan mientras toman un café en el centro de Teherán, Irán, marzo de 2025. ©Turning Point

Muchos de estos hombres se han enfrentado a importantes consecuencias por sus acciones. Por ejemplo, la policía iraní ha cerrado en repetidas ocasiones espacios públicos como restaurantes, cafeterías y galerías por no respetar sus clientas o su personal el hiyab obligatorio. En el frágil clima económico iraní, incluso el cierre temporal de un negocio puede acarrear graves pérdidas económicas a sus propietarios.

Saed* es uno de ellos. Regentaba una pequeña cafetería en la ciudad meridional de Bandar Abbas. Su cafetería fue cerrada a la fuerza varias veces por no aplicar la ley del hiyab, lo que le ocasionó considerables pérdidas económicas. A pesar de conocer los riesgos, nunca pidió a sus clientas que llevaran el hiyab. Prefirió aceptar las consecuencias de su rebeldía. Pero, ¿por qué estaba dispuesto a correr ese riesgo?

«Esta pequeña libertad es el resultado de la sangre derramada. Por mi parte, no quiero que este movimiento revierta. No creo en el hiyab obligatorio, y creo que si todo el mundo continúa, las autoridades no podrán desafiar a cada persona que se niegue a cumplir con el hiyab en el lugar de trabajo. Hay que perseverar».

Finalmente se vio obligado a cerrar su negocio debido a los repetidos cierres por la ley del hiyab, pero no se arrepiente: «Estoy con todas las mujeres valientes en esta lucha, pagando mi parte de la resistencia», añadió.

Incluso sin su café, Saed sigue en primera línea, marchando junto a las mujeres en las calles, alzando la voz y manteniéndose firme en la lucha por la libertad.

«El futuro es una mujer triunfante»

Casi dos años y medio después del inicio de [la revuelta] Mujer, Vida, Libertad, las imágenes de las calles de irán confirman una verdad innegable: la revuelta de los cuerpos sigue adelante, imparable. Esta lucha no solo se libra en momentos de protesta masiva: se vive a diario, en los más pequeños actos de desafío. Cada cabeza descubierta en las calles, cada mujer que decide no llevar el hiyab a pesar de la amenaza inminente de ser detenida, cada negativa a obedecer es una forma silenciosa pero radical de resistencia. Es una lucha que se desarrolla en los mercados, en las universidades, en los pasillos de los supermercados y en las pantallas de las redes sociales: en cualquier lugar y en todas partes las mujeres iraníes reclaman su derecho a existir en sus propios términos. Esta lucha, sin embargo, se extiende mucho más allá de Irán, desde la resistencia contra los códigos de vestimenta opresivos en Afganistán hasta las calles de Argentina, donde las mujeres luchan por el derecho al aborto, pasando por la lucha contra la violencia de género en México y los levantamientos feministas en Francia y España, los cuerpos de las mujeres siguen siendo un campo de batalla fundamental por la libertad. La negativa a someterse no solo tiene que ver con el hiyab, sino con la autonomía, la dignidad y el poder. Y en todos estos movimientos, una verdad permanece constante: el cambio no se da, se toma. Se forja gracias a la persistencia de quienes se niegan a ser silenciadas, de quienes lo arriesgan todo para hacer valer sus derechos fundamentales. Y ninguna mujer lucha sola. La solidaridad es la base de todos los movimientos que desafían la opresión, ya sean las mujeres iraníes que desafían el control del Estado, las activistas polacas que se movilizan por los derechos reproductivos o las sudanesas que lideran las protestas por la democracia. La libertad de las mujeres en cualquier lugar está ligada a la libertad de las mujeres en todas partes.

Mujer desafiando el hiyab obligatorio, centro de Teherán, Irán, marzo de 2025. ©Turning Point

«Es un río sin retorno, no habrá sumisión, [la muerte de] Jina fue un momento decisivo, seguiremos marchando, las calles son nuestras y reclamaremos más, no tengo ninguna duda de que el futuro de Irán se presenta como una mujer triunfante», afirma Simin mientras se prepara para la nueva temporada en Irán.

Y no está sola. Las mujeres de Irán no esperan a que las dejen ser libres. Ya están viviendo su libertad en actos grandes y pequeños, en actos de rebelión susurrados y en pasos audaces e intrépidos ante la opinión pública. La batalla está lejos de terminar, pero la marea ha cambiado. El futuro de Irán -y del mundo- pertenece a quienes se atreven a luchar por él. Y ese futuro, como demuestran cada día las mujeres de Irán, es una mujer triunfante.


LAS AUTORAS:

Gaia Guatri es una fotoperiodista y documentalista independiente especializada en desigualdad de género, migración y justicia social, con formación en antropología y relaciones internacionales. Realiza reportajes en Europa, China y el Sudeste Asiático. Colabora con medios de comunicación internacionales como The Copenhagen Post, Weave News y Pangyao Magazine para amplificar las voces locales y hacer llegar al público internacional historias centradas en el ser humano.

Shekufe Ranjbar es periodista multimedia e investigadora. Escribe sobre cultura y sociedad. Su investigación se centra en el periodismo en contextos represivos.

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