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Grito internacional para denunciar los 25 años de cárcel en aislamiento del líder kurdo Abdullah Öcalan

Foto: Alex Jarnold

Directa.cat – Gemma Parera – 22 abril 2024 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

Estrasburgo, donde se encuentra la sede del Consejo de Europa, ha sido uno de los escenarios de la protesta para reclamar la liberación del dirigente del Partido de los Trabajadores de Kurdistán en los últimos días y señalar la responsabilidad de las instituciones europeas.

«Cuando él sea libre de participar en un proceso político para resolver la cuestión kurda y seguir desarrollando sus ideas, el resultado podrá ser más libertad y paz para todas nosotras«. Es la idea básica de la campaña internacional “Libertad para Öcalan, solución política para la cuestión kurda”, que defiende la estrecha vinculación entre el destino del pueblo kurdo y el de Abdullah Öcalan, dirigente del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), encarcelado desde hace 25 años en la isla-prisión turca de Imrali.

En los últimos meses, la campaña se ha hecho presente en 75 ciudades. Estrasburgo (Francia) ha sido uno de los puntos, en los que en los últimos días, se han hecho visibles las protestas. Es la ciudad en la que se ubica la sede del Consejo de Europa, de la que forman parte los jefes de estado o de gobierno de los países de la Unión Europea y encargado de definir sus prioridades políticas. Esta institución ha sido señalada por la campaña como una responsable de las condiciones de encarcelamiento en las que el Estado turco mantiene al líder kurdo.

«Europa reprocha a Turquía falta de protección de los derechos humanos, pero no le aplica sanciones porque tiene una relación comercial y política privilegiada», crítica Paula Martin, miembro de IACTA.

“Uno de los aspectos que Europa reprocha en Turquía es la falta de protección de los derechos humanos y en este sentido se señala la situación de Selahattin Demirtas –líder del Partido Democrático de los Pueblos, HDP–, y de Abdullah Öcalan”, explica la miembro de IACTA Paula Martin, que ha formado parte de una delegación de observadoras de derechos humanos que recientemente ha estado en Turquía. Sin embargo, «más allá de recomendaciones, no se han aplicado sanciones porque Turquía tiene una relación comercial y política privilegiada con Europa y Rusia», critica.

No es la primera vez que esta denuncia se hace visible en las puertas del Consejo de Europa. En 2012, hubo una sentada permanente cada semana y también se han realizado desde entonces numerosas manifestaciones. “Como jóvenes, pedimos la libertad de Öcalan porque representa un marco de defensa de nuestras identidades; su resistencia y la del pueblo kurdo se oponen a un modelo que desde hace un siglo situó a esta zona de Oriente Medio como estratégica para el sostenimiento y reproducción del sistema capitalista y genocida”, explica Alex, activista internacionalista implicado en la campaña por la liberación del líder kurdo.

La relevancia de Öcalan proviene de su papel como líder político del movimiento de liberación de Kurdistán y dirigente del PKK, creado en 1973 en el marco de un contexto de asimilación cultural, condiciones sociales y económicas empobrecidas y represión para la población kurda.

En 1999, Öcalan fue detenido cuando se dirigía de la embajada griega en Kenia al aeropuerto de Nairobi. Para el movimiento de liberación kurdo fue resultado de un “complot internacional”.

En 1998, Turquía amenazó a Siria porque acogía al líder kurdo, donde desde hacía tiempo había encontrado refugio para continuar con su trabajo político, diplomático y de liderazgo del movimiento de liberación. Así, Öcalan viajó a Rusia y a Europa para abrir nuevas negociaciones, pero fue expulsado por presiones políticas lideradas por EEUU. Es en ese momento que desde la Sudáfrica de Nelson Mandela se le ofrece refugio.

Durante el camino, se detuvo en Kenia, y el 15 de febrero de 1999 fue detenido cuando se dirigía de la embajada griega en Kenia al aeropuerto de Nairobi. Su detención fue considerada por el movimiento de liberación kurdo como el resultado de un “complot internacional” que involucró a los servicios de inteligencia y seguridad de varios países, incluyendo la CIA, el MI5 y el Mossad.

La isla-prisión de Imrali: un régimen de aislamiento total

La cárcel de Imrali está ubicada en una isla del mar de Marmara, un territorio militarizado que se utiliza como prisión. Öcalan, condenado por Turquía primero a pena de muerte y después, al abolirse la pena capital en este país, a cadena perpetua, fue su único interno durante diez años. Actualmente, están recluidos en régimen de aislamiento otros cinco prisioneros políticos kurdos: Hamili Yildirim, Ömer Hayri Konar, Veysi Aktas, Nasrullah Kuran y Çetin Arkas.

El pasado diciembre, una delegación de defensoras de derechos humanos de varios países europeos acudió a Turquía invitada por varios colectivos de mujeres kurdas. Entre las integrantes se encontraban miembros de la cooperativa catalana de abogadas IACTA y una investigadora del Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos de la Universidad de Barcelona (OSPDH). Según el informe que elaboraron en febrero de 2024, el régimen de aislamiento se aplica “de forma sistemática” a los presos y presas políticas kurdas tanto en Imrali como en otras prisiones turcas e implica el aislamiento de la persona durante 23 horas al día “durante largos períodos que se extienden a lo largo de años o incluso décadas”.

Las recomendaciones del Comité de Prevención de la Tortura de la ONU, ante las vulneraciones de los derechos humanos de Öcalan en prisión, han sido ignoradas por el gobierno turco.

Martin, parte de la delegación de observadoras de derechos humanos que ha viajado recientemente a Turquía, sitúa estas políticas en el contexto de un gobierno turco, encabezado por Recep Tayyip Erdogan, del AKP, amenazado por la crisis económica en las zonas rurales y en las grandes ciudades, donde llegan muchas personas migradas internas y de zonas fronterizas y países vecinos en guerra. Afirma que ha multiplicado los ataques a los derechos humanos, sociales y políticos utilizando un «discurso nacionalista y un modelo securitario».

El Comité de Prevención de la Tortura (CPT) de la ONU ha llevado a cabo nueve investigaciones sobre las vulneraciones de los derechos humanos de Öcalan en prisión y en todos los casos las recomendaciones han sido ignoradas por el gobierno turco. En 2019, el CPT visitó la cárcel de Imrali y publicó que las medidas aplicadas “no son legítimas ni ajustadas a la norma, ya que no se puede restringir el derecho de las familias a visitar a sus familiares privados de libertad por unos hechos cometidos por las personas reclusas”.

Pero después de la última visita en 2022 al centro penitenciario, el CPT no publicó el informe, por la falta de autorización del gobierno turco. “La sociedad está exhausta, la represión llega cada vez más lejos; por eso, debemos seguir exigiendo que se publiquen los informes a favor de la liberación de Öcalan, Demirtas y los presos políticos de Bakur [norte de Kurdistán, sureste de Turquía]”, defiende Martin.

En 2003, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que el gobierno turco había violado el derecho a un juicio justo y las comunicaciones con abogadas y familia.

Aunque en 2003 el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos (TEDH) ya dictaminó que el gobierno turco había violado el derecho a un juicio justo y a las comunicaciones con abogadas y familia, Öcalan no ha podido ser visitado por su equipo legal desde del 7 de agosto de 2019 ni por su familia desde marzo de 2020. El último contacto que ha tenido con el mundo exterior fue una llamada con su hermano en marzo de 2021.

La conclusión del informe de las abogadas catalanas es que la estrategia «planificada y generalizada» es recluir a los presos y presas encarceladas por asociación con el movimiento de liberación kurdo en prisiones especialmente diseñadas para el aislamiento a largo plazo. “Consideramos que es una tortura no sólo para las personas presas, sino para la sociedad, porque los encarcelamientos de líderes políticos son un castigo para el entorno; se utilizan como herramienta política”, añade Martin.

Un amplio movimiento por la liberación de Öcalan y de Kurdistán

La liberación de Abdullah Öcalan ha constituido durante el último cuarto de siglo una de las principales reivindicaciones del movimiento de liberación de Kurdistán. Tras el encarcelamiento, se creó la Iniciativa Internacional “Libertad para Öcalan – no pueden oscurecer nuestro sol” (hun ni karin roja me tari bikin), con el objetivo de llegar a una “solución pacífica y democrática de la cuestión kurda”.

Consideran que esta solución se encuentra en los textos que Öcalan ha escrito durante su encarcelamiento, las llamadas “defensas”, en los que propone el paradigma de la Modernidad Democrática: se basa en democracias de base fundamentadas en la igualdad de todas las etnias, religiones y culturas.

En 2015 se recogieron más de diez millones de firmas exigiendo la libertad de Öcalan y su reconocimiento como representante político.

Los pilares fundamentales son la liberación de las mujeres, la ecología y la democracia radical y han inspirado la revolución de Rojava y la creación de la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria, que incluye regiones de mayoría kurda y árabe, además de otras minorías. Ha sido atacada por el régimen turco del AKP, que ha llegado a ocupar parte del territorio y todavía le amenaza continuamente.

“El desarrollo del confederalismo democrático en Oriente Medio es un éxito para la humanidad entera; los escritos de defensa de Öcalan ofrecen a todo el mundo un manifiesto para la libertad de las mujeres, la juventud y las fuerzas democráticas. Vemos cómo en las peores condiciones se puede resistir”, afirma Alex, como joven internacionalista implicado en la campaña. Martin coincide en defender que se trata de una lucha «por la libertad de todos los pueblos y por una humanidad mejor».

“La lucha por la liberación y por los derechos humanos en Kurdistán pide presionar a las instituciones europeas, a las que Turquía necesita como aliadas”, remarca Martín.

En 2015 se llegaron a recoger en Kurdistán, Oriente Próximo y territorios de todo el mundo más de diez millones de firmas exigiendo la libertad de Öcalan y su reconocimiento como representante político, que se presentaron ante el Consejo de Europa.

También varias huelgas de hambre, dentro y fuera de las cárceles turcas, lo han incluido entre sus reivindicaciones. Sin embargo, de momento no se ha producido ningún movimiento por parte del Estado turco. “Una de las únicas formas de ampliar la voz del pueblo kurdo y su lucha por la liberación y por los derechos humanos básicos requiere presionar a las instituciones europeas, a las que Turquía necesita como aliadas”, remarca Martín.

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