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40.000 muertos: disección de la «gran mentira» de Turquía contra la guerrilla de Kurdistán

Un miembro armado de las fuerzas de seguridad turcas [recuadro superior] persigue y dispara contra civiles kurdos el 21 de marzo de 1992, durante una masacre en la que murieron 57 kurdos que celebraban Newroz en Cizîr (Cizre). Al día siguiente, cuando los periodistas que llevaban banderas blancas intentaron informar de lo ocurrido, los militares turcos abrieron fuego contra ellos y mataron al periodista İzzet Keser. Estas muertes son un ejemplo de las muchas víctimas que se suman y se atribuyen falsamente al PKK.

The Kurdish Center for Studies – Dr. Thoreau Redcrow – 17 abril 2024 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

Con ocupaciones militares opresivas, las acusaciones del Estado sirven como confesiones.

Desde 1984, la guerrilla kurda del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) libra una guerra de resistencia asimétrica contra el ejército turco. En consecuencia, cualquiera que haya leído o visto alguna vez los medios de comunicación estatales turcos (que en este momento es la única prensa a la que se permite operar libremente en el país) se ha topado sin duda con la línea, a menudo repetida, que afirma que el PKK es «responsable» de la muerte de 40.000 personas. Variaciones de esta frase aparecen al final de todos los informes de noticias relacionados con el PKK en Turquía, ya sean gritos aduladores del Daily Sabah o Yeni Şafak, desinformación que se hace pasar por comunicados de prensa de la Agencia Anadolu, o segmentos de vídeo de producción astuta de TRT World. Como resultado, la repetición robótica de «PKK» y «40.000 muertos» comienza a parecerse a un mantra de meditación, donde los taquígrafos del Palacio Presidencial de Ankara parecen estar tratando de convencerse de su exactitud más que de cualquier otra cosa.

Pero como el adoctrinamiento es como una droga, en la que necesitas una dosis cada vez más fuerte para obtener el mismo subidón embriagador, los medios de comunicación turcos a menudo añaden otros elementos incendiarios a sus frases obligatorias sobre el PKK, como «campaña de terror», «organización terrorista», y sugieren que la mayoría de esos 40.000 muertos eran «mujeres, niños y bebés». Sin embargo, cuando se investiga la realidad que hay detrás de esa cifra, como de dónde procede, a quién se refiere y quién es el culpable, uno se da cuenta de que la verdad se ha dado la vuelta. En ese momento, queda claro que la cifra de «40.000» muertos atribuida al PKK -de la que a menudo se hacen eco inexplicablemente las fuentes de noticias occidentales más reputadas- es una falsedad deliberadamente elaborada, una estadística manipulada y convertida en arma con el fin de justificar los continuos asesinatos en masa de kurdos por parte del Estado turco. Pero, para colmo de males, luego se acusa a las víctimas de cometer homicidio en relación con sus propias muertes.

La paz requiere primero la verdad

Antes incluso de que existiera el PKK, el célebre poeta kurdo Cigerxwîn (1903-1984) explicó la posición histórica de los kurdos en su obra de 1973 «¿Quién soy yo?», donde se recogen los versos:

«No tengo sed de sangre, no. Adoro la paz.
Nobles fueron mis antepasados, sinceros son mis líderes.
No pedimos la guerra sino que exigimos la igualdad,
pero nuestros enemigos son los que traicionan y mienten.
Busco la amistad y ofrezco mis manos a todas las naciones amigas.
Larga vida a Kurdistán; ¡muerte al opresor!»

Ese deseo de paz quedó patente varias décadas después en las declaraciones de la comandante Dilan, que se unió a la guerrilla tras la muerte de su hermano a manos de las fuerzas de seguridad turcas y declaró a la prensa en 2015: «No me gusta llevar o usar un arma, pero ¿creen que como mujer en Oriente Medio podría sobrevivir sin una, en estas circunstancias? Es una necesidad, no algo que me guste».

Tres guerrilleras kurdas del PKK en los Montes Zagros del Kurdistán. La prensa turca y occidental suelen ignorar el hecho de que el 40% del PKK son mujeres y a menudo no muestran sus fotos, bajo la creencia de que eso las haría más simpáticas y más difíciles de etiquetar como «terroristas.» Desde 2015, el 25% de todos los PKK asesinados por Turquía han sido mujeres.

En cuanto a las «mentiras» sobre las que escribió Cigerxwîn, cabe señalar que en realidad es el PKK y su líder encarcelado Abdullah Öcalan quienes han pedido una comisión de la verdad, mientras que la supuesta democracia y aliada de Estados Unidos en la OTAN, Turquía, se ha negado a tal petición. En su defensa, el temor de Turquía está justificado, ya que la formación de una comisión de la verdad revelaría públicamente el vasto aparato de muerte de Ankara, que se ha desplegado contra el pueblo kurdo. Cualquier comisión de la verdad desenterraría todas las formas en que el ejército turco, la policía secreta y los escuadrones de la muerte asesinaron a miles de kurdos y quemaron más de 4.000 aldeas kurdas a lo largo de la década de 1990. Del mismo modo, de repente, la violencia del PKK (incluidos los excesos que ha admitido y por los que ha expresado su arrepentimiento) se situaría en su contexto real y empezaría a parecer más bien defensa propia o actos desesperados de supervivencia contra un enemigo depravado sin límites para su crueldad.

Esta es la razón por la que la prensa turca siempre empieza o termina cualquier artículo con el ficticio «total de muertos del PKK», que se utiliza como calificativo para dar al lector la impresión de que cualquier crimen de guerra por parte de Turquía que se mencione debe considerarse justificado. Sin embargo, la ofuscación no es simplemente una cuestión interna en Turquía, ni un fenómeno reciente, ya que la prensa internacional occidental ha incumplido sistemáticamente sus obligaciones desde al menos la década de 1990. Harold Pinter, de Pen International, describió la situación en 1999, al observar que:

«Cada vez que el nombre de Öcalan aparece en la prensa británica va acompañado de la cifra ‘30.000 muertos en los últimos 14 años’. Se da a entender que Öcalan ha provocado esas muertes. El PKK ciertamente ha matado, y también ha cometido atrocidades, pero la abrumadora mayoría de estas 30.000 muertes, por no mencionar las mutilaciones y violaciones generalizadas, son responsabilidad del ejército turco.»

Con respecto a la cifra a menudo citada de «30.000 muertos» en 1999 -una cifra que una década más tarde la prensa solía citar como 40.000- «no se menciona el hecho de que la mayoría de los muertos eran kurdos», ni tampoco el hecho de que el asesino en la gran mayoría de esos casos fue Turquía, no el PKK1[1] Yildiz, K. (2005). The Kurds in Turkey: EU Accession and Human Rights. p. 10. Aunque la propaganda antikurda es de esperar dentro de Turquía, resulta sumamente peculiar ver cómo los periódicos occidentales abren o cierran repetidamente sus artículos con alguna variación de la frase: «La organización terrorista PKK lleva librando una guerra contra Turquía desde 1984, en un conflicto que ha matado a 40.000 personas», sin ninguna explicación de quién es exactamente el culpable de la gran mayoría de esas muertes. Obviamente, el lector medio se queda con la impresión implícita de que los «terroristas» deben haber sido los que mataron a la mayoría de esas 40.000 personas y no Turquía. Sin embargo, en relación con la cifra anterior de 30.000, por ejemplo, el Estado turco admitió cómo había obtenido esa cifra y a quién se refería exactamente cuando la utilizó.

El nacimiento de una cifra flexible

Según el coronel del Estado Mayor turco Bülent Dağsali, de los 30.000 muertos en 1999, sólo 5.238 eran militares considerados muertos por el PKK, cifra que Turquía desglosó como: 3.256 soldados rasos, 243 oficiales, 221 suboficiales, 1.115 guardias de pueblo y 157 policías2[2] Mater, N. (2005). Voices from the Front: Turkish Soldiers on the War with Kurdish Guerrillas. p. 309. Si bien es cierto que Turquía ha sido acusada de infravalorar drásticamente sus propias bajas y exagerar las de la guerrilla kurda, incluso utilizando sus propias cifras para argumentar, sólo un total de alrededor de 1/6, ó 5.000 personas de las 30.000, fueron consideradas militares turcos víctimas del PKK. Del mismo modo, en 2005, el presidente turco Süleyman Demirel afirmó que, entre 1984 y 1999, las fuerzas turcas habían matado a 23.938 miembros del PKK, en comparación con su estimación de 5.555 miembros de las fuerzas de seguridad turcas3[3] Mater, N. (2005). Voices from the Front: Turkish Soldiers on the War with Kurdish Guerrillas. p. 309. De nuevo, basándose en las propias afirmaciones de Turquía -sean ciertas o no-, el Estado turco fue responsable de casi 5 de cada 6 víctimas mortales.

Aunque el PKK discute estas cifras y dice que las bajas turcas son mucho más altas y las suyas mucho más bajas, eso no cambia mucho mi punto de vista general, que es que cuando se menciona al PKK, siempre se da la impresión de que ellos mismos son los responsables de matar a los 40.000 y no de ser las víctimas del 75-80% de ese recuento de bajas. Por desgracia, es sólo otro ejemplo de cómo la realidad está sesgada a propósito para ocultar lo que realmente está ocurriendo. En aras de la precisión, la frase mencionada anteriormente también podría decir algo parecido a «El PKK ha estado luchando en una guerra de guerrillas contra la ocupación turca desde 1984, en un conflicto en el que el Estado turco reclama la responsabilidad del 83% de las muertes registradas».

Otra cuestión que pone en tela de juicio la exactitud de la cifra de 40.000 es la diferencia en el número total de muertos de la guerrilla del PKK entre el Parlamento turco y la Gendarmería (policía rural). Por ejemplo, en 1997, tras dos invasiones a gran escala en el sur de Kurdistán (norte de Irak), el Parlamento informó de que habían muerto 3.419 guerrilleros del PKK, mientras que la Gendarmería dijo que habían sido 8.234. Debo mencionar una salvedad importante en relación con las supuestas bajas de la guerrilla del PKK: en 1995, Human Rights Watch informó de que era práctica habitual que los soldados turcos mataran a civiles kurdos y fotografiaran sus cadáveres con armas que portaban específicamente para escenificar los hechos, de modo que los civiles asesinados pudieran ser exhibidos ante la prensa como «terroristas» del PKK. Por tanto, ni siquiera es posible determinar hasta qué punto era fiable su definición de «PKK». En situaciones en las que Turquía no podía escenificar sus «victorias», es posible que simplemente se las inventara, ya que durante algunas operaciones a gran escala afirmaban proporciones irreales de guerrilleros muertos por cada soldado que perdían. En respuesta a las cifras infladas que Ankara comunica sobre los muertos del PKK, en enero de 2016, un activista de derechos humanos de Amed dijo a Crisis Group: «Nuestras ciudades de la región estarían inundadas de cadáveres y celebraríamos constantemente funerales si la cifra que el Estado anuncia de miembros del PKK abatidos fuera correcta.»

Por qué mentir requiere buena memoria

No obstante, en lo que respecta a la cifra acumulada de todos los muertos, la investigación del académico Noah Arjomand sobre la cuestión destaca cómo la propia cifra ha dado saltos a lo largo de los años. Por ejemplo, en 1997, el primer ministro turco Süleyman Demirel afirmó que habían muerto 37.000 personas; en 2005, el entonces primer ministro Tayyip Erdoğan dijo que el PKK había matado a 40.000; en 2008, el jefe del Estado Mayor dijo que eran 44.042; mientras que en 2013, un informe de una comisión parlamentaria estimó la cifra de muertos en 35.576. Un vistazo básico a esas cifras muestra que, de alguna manera, de 1997 a 2013, tras dieciséis años de conflicto armado, el número total de muertos disminuyó mágicamente en 1.424 personas. Una hazaña solo superada por el «milagro» de que en los cinco años que van de 2008 a 2013, 8.466 personas resucitaran aparentemente de entre los muertos.

Como sostiene Michael Rubin, del American Enterprise Institute:

«Sin embargo, los responsables políticos deberían tomarse la cifra de 40.000 con cautela por dos razones: en primer lugar, incluye a todas las víctimas de la insurgencia del PKK, incluidos los aldeanos y otros civiles asesinados por el ejército turco. En segundo lugar, un estudio de los periódicos que se remontan al comienzo de la insurgencia sugiere que los turcos elaboraron la cifra a partir de la nada».

En un resumen de las diversas cifras dadas por la prensa, Rubin muestra cómo el número ha pasado de 4.500 en agosto de 1992 (Toronto Star), a 15.000 en abril de 1995 (Associated Press), y a 17.500 en agosto de 1995 (Irish Times). Luego, en 1998, el número saltó repentinamente a 38.000 a partir de una declaración del oficial militar turco Erol Ozkasmak en una exposición militar en la que afirmaba: «El PKK está llegando al final del camino». El hecho de que veintiséis años después, el PKK sea posiblemente más grande y fuerte que nunca, te dice la mayor parte de lo que necesitas saber sobre la credibilidad del Sr. Ozkasmak. Pero estoy divagando…

Sin embargo, una vez puesta en circulación esa cifra de 38.000, Agence France-Presse la repitió en un artículo de abril de 1998, lo que permitió que cobrara vida propia. Curiosamente, el mismo artículo citaba también a Aydin Arslan, gobernador de las zonas kurdas ocupadas en Turquía, contradiciendo esa cifra al afirmar que 9.100 personas habían sido asesinadas entre 1984 y 1998. Sin embargo, sólo un mes después, la agencia de noticias alemana Deutsche Presse-Agentur citaba «cifras oficiales», afirmando que el total era ya de 40.000 muertos. Pero, una vez más, ni siquiera una cifra total responde a quiénes son los muertos o por qué bando fueron asesinados… La razón por la que ese importante detalle quedó fuera de la ecuación es porque la mayoría de las víctimas fueron asesinadas por Turquía.

Más recientemente, la investigación realizada por Crisis Group muestra que desde 2015 hasta marzo de 2024, los totales de muertos disponibles en fuentes abiertas ascendieron a 4.612 del PKK, 1.479 de las fuerzas de seguridad del Estado turco, 622 civiles y 226 de afiliación desconocida, para un total de 6.939 personas. Sin embargo, a pesar de que las fuerzas del Estado turco representan menos de una cuarta parte del total y son responsables, según su propia admisión, de matar a la mayoría de ese total, Turquía atribuye todo el recuento de casi 7.000 muertos al PKK. Aunque, curiosamente, no han actualizado su mítica cifra de «40.000» de antes de 2015 a «47.000» ahora en 2024, lo que demuestra aún más lo absurdo de utilizar esta cifra, que es exactamente la razón por la que los académicos y los medios de comunicación no deben limitarse a regurgitar ciegamente las cifras publicadas por Turquía, dejando -metafóricamente hablando- que el asesino en serie asigne la culpa de su propio recuento de muertos. De nuevo, eso sería lo apropiado, teniendo en cuenta un informe de 1992 de Human Rights Watch que señala que:

«En lugar de intentar capturar, interrogar e inculpar a personas sospechosas de actividades ilegales, las fuerzas de seguridad turcas mataron a sospechosos en redadas domiciliarias, actuando así como investigador, juez, jurado y verdugo».

Capturas de pantalla de un vídeo ampliamente difundido en 2016 en el que se ve a un grupo de soldados turcos ejecutando a dos guerrilleras del PKK capturadas. Ambas mujeres, desarmadas, reciben múltiples disparos, una en la nuca mientras está arrodillada y la otra tras intentar saltar por el acantilado.

«Matábamos kurdos por diversión. Hicimos volar por los aires a una niña porque no quiso decirnos dónde estaban los combatientes del PKK. También vimos a una chica de catorce años pastoreando ovejas, mi comandante nos ordenó que le disparáramos, nos negamos. Cogió una pistola y la mató. Cuando me voy a dormir, todavía oigo el grito de la niña kurda a la que hicimos volar por los aires. Nos suplicaba en kurdo. No la entendíamos».

  • Sirac Kilic, ex soldado turco que sirvió en 1994

Desde la década de 1970, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado a Turquía por miles de abusos contra los derechos humanos del pueblo kurdo. Las sentencias están relacionadas con ejecuciones sistemáticas de civiles kurdos, reclutamientos forzosos, torturas, violaciones, desplazamientos forzosos, miles de pueblos destruidos, detenciones arbitrarias y periodistas kurdos asesinados o desaparecidos. En cuanto al Estado turco, un componente crucial para mantener esta sociopatología colectiva es la noción específica -aunque poderosamente intoxicante- de que el ejército turco se limita a matar «terroristas», que deben ser destruidos por el «terror» que infligen a la población. Sin embargo, dado que el PKK generalmente llevaba a cabo su lucha armada intentando evitar víctimas civiles contra aquellos de los que intentaban ganarse el apoyo, el Estado turco a menudo llevaba a cabo él mismo atrocidades masivas, de las que luego culpaba falsamente al PKK para justificar su designación de «terrorista». Como explica Paul White en su obra «The PKK: Coming Down from the Mountains«:

«El propio Estado turco ha alegado sistemáticamente que el PKK durante esas dos décadas [80-90] fue culpable de perpetrar atrocidades generalizadas contra civiles, incluida la liquidación de pueblos enteros. Como ha demostrado el presente autor, varios de estos actos fueron perpetrados en realidad por las fuerzas especiales turcas. Un caso bien conocido es el de la masacre del 12 de julio de 1993, en la que al menos veintiséis aldeanos (entre ellos catorce niños) fueron asesinados en la aldea de Giyadîn (Diyadin), en la provincia de Van.»4[4] White, P. (2015). The PKK: Coming Down from the Mountains. p. 42

Ese mismo año, las fuerzas especiales turcas también quemaron vivos a Mehmet Ogut, su esposa embarazada y sus siete hijos (de edades comprendidas entre los 3 y los 13 años) en su casa familiar, cerca de Mûş. Tras el asesinato masivo, el Estado culpó al PKK y se negó a investigar el caso durante diecisiete años, hasta que la presión pública le obligó a hacerlo en 2014, con el resultado de la condena de trece de los autores. El comportamiento de Turquía fue similar un año después, durante lo que se conoció como la masacre de Kuşkonar y Koçağılı. En este crimen de guerra cometido el 26 de marzo de 1994, los F-16 y helicópteros turcos bombardearon dos pueblos kurdos y asesinaron a 38 civiles. Inicialmente, Turquía culpó al PKK y difundió en la prensa fotografías de los niños muertos. Sin embargo, una vez revelada la verdad, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a Turquía a pagar 2,3 millones de euros a las familias de las víctimas.

El citado profesor White señala además cómo «la rígida censura de los acontecimientos en Kurdistán y la actitud complaciente de la mayor parte de la prensa turca facilitaron que el Estado turco retratara al PKK como terroristas violentos sin sentido»5[5] White, P. (2015). The PKK: Coming Down from the Mountains. p. 43 Asimismo, el experto en seguridad Gareth H. Jenkins, del Instituto de Política de Seguridad y Desarrollo, explica cómo la afirmación de los kurdos de que el Gobierno turco estaba «reclutando sicarios mafiosos, dirigiendo escuadrones de la muerte y liberando a terroristas convictos para que llevaran a cabo ejecuciones extrajudiciales, parecía ahora una realidad irrefutable»6[6] Eccarius-Kelly, V. (2010). The Militant Kurds: A Dual Strategy for Freedom. p. 147. «Por su parte, el académico Serdar Kaya cita las actividades del notorio escuadrón de la muerte turco JİTEM (Unidad de Inteligencia y Lucha Antiterrorista de la Gendarmería) como «presunto responsable de miles de ejecuciones extrajudiciales y asesinatos de simpatizantes y partidarios del PKK»7[7] White, P. (2015). The PKK: Coming Down from the Mountains. p. 110.

Como hace falta un gran recuento de cadáveres de civiles si vas a acusar continuamente a un grupo de «terrorismo» para justificar tu ocupación, el Estado turco decidió que, a falta de que el PKK les diera uno, no sólo crearía el suyo propio, sino que, en un acto extremo de audacia, culparía al PKK de los simpatizantes kurdos que asesinaba continuamente. Un miembro de la Asociación de Derechos Humanos de Amed describió esta práctica a mediados de la década de 1990, recordando cómo:

«Aproximadamente el 98% de las personas asesinadas por personas no identificadas han cumplido penas de prisión [por resistencia kurda] o se pensaba que eran partidarios del PKK. No creemos que el PKK tenga motivos para matarlos. Aquí hay un «Hezbolá», no como el del Líbano, sino establecido por el Estado. Podemos mostrarte algunos de los asesinos que pasean por la calle en Diyarbakir (Amed) cuando deberían estar en la cárcel. Hace sólo cuatro días mataron a un contable amigo mío a sólo setenta metros de una comisaría.»8[8] Rugman, J. & Hutchings, R. (1996). Ataturk’s Children: Turkey and the Kurds. p. 89

Como demuestran los siguientes comentarios, sí que había gente cometiendo actos terroríficos en las zonas kurdas ocupadas, como comandos turcos masacrando a aldeanos, sicarios del JİTEM operando con listas de asesinatos y la antiguerrilla islamista Hizbulkontra matando abiertamente a partidarios del PKK con la bendición de Ankara, pero de alguna manera todos estos totales de muertes se sumaban a la siempre flexible cifra de «40.000» y se achacaban a la resistencia kurda.

En un número de Foreign Affairs de diciembre de 2000 se abordaba esta cuestión citando al ex embajador francés en Turquía Eric Rouleau, quien afirmaba:

«Según el Ministerio de Justicia, además de las 35.000 personas muertas en campañas militares, 17.500 fueron asesinadas entre 1984, cuando comenzó el conflicto, y 1998. Otras 1.000 personas habrían sido asesinadas en los nueve primeros meses de 1999″. Según la prensa turca, los autores de estos crímenes, ninguno de los cuales ha sido detenido, pertenecen a grupos de mercenarios que trabajan directa o indirectamente para los organismos de seguridad.»

La gran mentira goebbeliana de Turquía

Adolf Hitler acuñó la expresión ‘Gran Mentira’ (große Lüge) en «Mein Kampf» (1925) para referirse a una burda distorsión de la verdad como medio de propaganda política. Su argumento era que la gente se inclinaba a creer mentiras colosales porque le resultaba difícil comprender que alguien distorsionara tan descaradamente la verdad. En relación con esto, el perfil psicológico de Adolf Hitler realizado en 1943 por el psicoanalista estadounidense Walter Charles Langer para la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos, describía el uso que el Führer hacía de la Gran Mentira de la siguiente manera:

«Sus reglas principales eran: nunca permitir que el público se calmara; nunca admitir una falta o un error; nunca conceder que puede haber algo bueno en tu enemigo; nunca dejar espacio para alternativas; nunca aceptar la culpa; concentrarse en un enemigo a la vez y culparle de todo lo que va mal; la gente creerá antes una gran mentira que una pequeña; y si la repites con suficiente frecuencia, la gente tarde o temprano la creerá».

Es difícil leer estas palabras y no imaginar el obsesivo chivo expiatorio del dictador turco Erdoğan de los kurdos y la frecuente culpabilización del PKK de todos los fracasos de su propio gobierno. Y dentro de ese proceso, la Gran Mentira repetitiva es la falsa afirmación de que el PKK es responsable de 40.000 muertes. Además, hay una cita apócrifa a menudo citada atribuida al ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels (aunque no hay constancia de que la dijera nunca), que resume perfectamente la forma en que Turquía despliega su Gran Mentira en relación con el recuento de muertos del PKK. Dice así:

«Si se cuenta una mentira lo suficientemente grande y se sigue repitiendo, la gente acabará por creérsela. La mentira sólo puede mantenerse mientras el Estado pueda proteger al pueblo de las consecuencias políticas, económicas y/o militares de la mentira. Por lo tanto, es de vital importancia que el Estado utilice todos sus poderes para reprimir la disidencia, ya que la verdad es el enemigo mortal de la mentira y, por extensión, la verdad es el mayor enemigo del Estado».

En Turquía, donde los kurdos suelen ser detenidos y condenados a largas penas de prisión por «denigrar la turquedad», lo que suele significar informar con precisión sobre los crímenes que el Estado está cometiendo o ha cometido a lo largo de la historia, esas palabras suenan tan clarividentes como proféticas.

El PKK ha mantenido una campaña terrorista contra Turquía durante más de 35 años, ocasionando la muerte a más de 40.000 personas, incluyendo mujeres, menores y bebés.En más de 40 años de ataques contra Turquía, la organización terrorista PKK ha sido responsable de la muerte de unas 40.000 personas, incluyendo incontables mujeres, menores y bebés inocentes.
Extractos de dos artículos diferentes de medios de comunicación estatales turcos, con varios años de diferencia, que repiten como loros una versión casi idéntica de su Gran Mentira de que el PKK ha matado a 40.000 personas.

Merece la pena mencionar que una de las razones por las que las analogías que implican a la Alemania nazi pueden ser reveladoras e instructivas, es porque representan uno de los pocos acontecimientos históricos en los que la mayoría de la gente puede desplegar claridad moral. Por ejemplo, a la mayoría de la gente le resulta difícil imaginar un concepto como el de «terrorismo» cometido contra los nazis, ya que la mayoría reconoce que estaba justificado que sus víctimas utilizaran cualquier medio necesario contra semejante monstruosidad. Esa lucidez, en particular con respecto a la rectitud de resistirse al propio exterminio con violencia, puede ser un ingrediente útil para producir la disonancia cognitiva necesaria que uno requiere para darse cuenta de que en la batalla del «bien contra el mal», su bando puede ser en realidad el de los «malos».

Con esto en mente, imaginemos por un segundo que, tras el levantamiento contra los nazis en el gueto de Varsovia en 1943, el Tercer Reich tomara los totales de muertos de ambos bandos durante el mes de lucha -los 56.000 judíos muertos o capturados que la Gestapo envió a los campos de exterminio y los 300 soldados alemanes que la resistencia judía estima que mataron en defensa propia- y los combinara en una sola cifra: 56.300. Ahora, continúe con este ejercicio e imagine que los nazis crearon entonces una línea obligatoria que aparecía en cada artículo de Der Stürmer que decía: «En su levantamiento terrorista de un mes contra la patria alemana, los separatistas judíos, catalogados como organización terrorista por el Reichstag, han sido responsables de la muerte de más de 56.300 personas, entre ellas mujeres, niños y bebés».

No es difícil darse cuenta de que semejante acción sería una distorsión tan flagrante de la realidad que el lector casi se avergüenza de su impresionante desvergüenza. Pero esto es esencialmente lo que los medios de comunicación estatales turcos siguen haciendo todos los días con respecto al PKK. Así que, la próxima vez que leas una fuente de noticias citando el «total de muertos del PKK» como si tuviera alguna base en la realidad, hazles un favor y envíales un enlace a este artículo, para que dejen de avergonzarse a sí mismos y a los que conocemos la verdadera historia.


Referencias
[1] Yildiz, K. (2005). The Kurds in Turkey: EU Accession and Human Rights. p. 10
[2] Mater, N. (2005). Voices from the Front: Turkish Soldiers on the War with Kurdish Guerrillas. p. 309
[3] Mater, N. (2005). Voices from the Front: Turkish Soldiers on the War with Kurdish Guerrillas. p. 309
[4] White, P. (2015). The PKK: Coming Down from the Mountains. p. 42
[5] White, P. (2015). The PKK: Coming Down from the Mountains. p. 43
[6] Eccarius-Kelly, V. (2010). The Militant Kurds: A Dual Strategy for Freedom. p. 147
[7] White, P. (2015). The PKK: Coming Down from the Mountains. p. 110
[8] Rugman, J. & Hutchings, R. (1996). Ataturk’s Children: Turkey and the Kurds. p. 89


AUTOR: Dr. Thoreau Redcrow

El Dr. Thoreau Redcrow es un analista estadounidense de conflictos mundiales especializado en geopolítica, naciones sin Estado y movimientos guerrilleros armados. Es ponente habitual ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra y ha sido asesor de política exterior de varios grupos que buscan la autodeterminación. Ha trabajado sobre el terreno en Europa, América Latina, el Caribe, África Oriental y Oriente Medio. Actualmente es codirector del Centro de Estudios Kurdos (rama inglesa).
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    [1] Yildiz, K. (2005). The Kurds in Turkey: EU Accession and Human Rights. p. 10
  • 2
    [2] Mater, N. (2005). Voices from the Front: Turkish Soldiers on the War with Kurdish Guerrillas. p. 309
  • 3
    [3] Mater, N. (2005). Voices from the Front: Turkish Soldiers on the War with Kurdish Guerrillas. p. 309
  • 4
    [4] White, P. (2015). The PKK: Coming Down from the Mountains. p. 42
  • 5
    [5] White, P. (2015). The PKK: Coming Down from the Mountains. p. 43
  • 6
    [6] Eccarius-Kelly, V. (2010). The Militant Kurds: A Dual Strategy for Freedom. p. 147
  • 7
    [7] White, P. (2015). The PKK: Coming Down from the Mountains. p. 110
  • 8
    [8] Rugman, J. & Hutchings, R. (1996). Ataturk’s Children: Turkey and the Kurds. p. 89

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