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Visita a Kobane: en los entresijos de la revolución feminista kurda

Fuente: Ctxt

Fecha: 22 de agosto de 2018

Autor: Aitor Aiaraldea

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La batalla encarnizada que mujeres y hombres de Kobane libraron en 2014 contra el Estado Islámico supuso, con la ayuda de la aviación de la Coalición Internacional, el primer gran revés del autoproclamado califato. Desde entonces, la guerra ha seguido su curso y las mujeres kurdas, ahora junto a árabes o asirias cristianas, han seguido infligiendo derrotas al yihadismo. Sin embargo, su combate no solo tiene lugar en el frente, sino también en su propia sociedad contra el machismo, tal y como pudo comprobar una delegación de mujeres de Durango.

Desde que expulsaran a buena parte de las autoridades de Basar Al Assad de sus territorios en 2012, las organizaciones kurdas han construido sus propias instituciones autónomas con un énfasis cada vez mayor en impulsar la igualdad e integrar políticamente a otras comunidades (árabes, asirias cristianas, yazidíes, armenias, circasianas…). La batalla de Kobane, en la que numerosas milicianas lideraron la resistencia e incluso entregaron su vida con valentía, ha supuesto un hito en la consideración social que las mujeres ostentan ahora.

Este tributo de sangre ha allanado el camino a organizaciones como Kongreya Star, el paraguas bajo el que se agrupan todos los organismos de mujeres. En 2016 cambió su nombre, antes kurdo, para abrirse a otros grupos étnicos. “Estamos preocupadas especialmente por la situación de la mujer árabe, ya que su sociedad es más tribal e islámica”, aclara una de sus representantes. Esta entente dinamiza los esfuerzos que se llevan a cabo contra el machismo a través de 11 comisiones de trabajo.

Si bien cada una de ellas incide en un ámbito específico, algunas de ellas resultan especialmente significativas. La que se encarga de la autodefensa de las comunidades arma a las mujeres tanto para atajar casos de violencia de género como agresiones externas. “Después de que ISIS masacrara a mujeres y niños yazidíes en Shingal (Irak) y tuviéramos que acudir en su rescate, está claro que no se puede dejar la responsabilidad de la autodefensa en manos únicamente de los hombres”, explica una de las interlocutoras kurda.

Otras comisiones no menos importantes son las que se encargan de los problemas sociales propios de las mujeres, como el divorcio o la violencia, la destinada a fundar cooperativas agrícolas, textiles o alimentarias en las que las mujeres puedan ser económicamente independientes o la que impulsa la participación política femenina. “Todos los cargos políticos son dobles: hay alcalde y alcaldesa y presidente y presidenta, pero eso no basta, es necesario promocionar que las mujeres se impliquen más en la vida política”, declara una de las coordinadoras de Kongreya Star.

Desafíos y obstáculos en la revolución

La reunión de la delegación duranguesa con una representación de organizaciones de Kobane ofreció una radiografía más precisa de los avances y problemas a los que se enfrentan las mujeres en Kurdistán y Siria. A ella asistieron Saha Halif, miembro de la comisión de reconciliación, Nasrat Jalil, del Consejo de Justicia, Sekin Muslim, del organismo independiente contra la violencia machista “Sara” y Verma Bakur, que trabaja en la prevención de la violencia de género y el acompañamiento a las víctimas.

Estas mujeres explicaron que en la Federación del Norte de Siria (el proyecto político impulsado por las organizaciones kurdas y que ha sumado otras, árabes y asirias) se han instaurado leyes específicas de la mujer, pero que eso no ha terminado con las dificultades.

Por otra parte, aun con esa legislación, las mujeres organizadas prefieren buscar otras vías de resolución de los conflictos y acuden solo en último extremo a los juzgados. Por ejemplo, la comisión de reconciliación otorga a los hombres denunciados 9 meses para corregir su comportamiento. Si ese plazo no es concluyente, pueden prolongarlo, y si aún así, el problema persiste, actúan en los juzgados. En cualquier caso, prefieren que los desencuentros se solucionen entre el propio hombre y la mujer.

La citada ley de la mujer se compone de 30 artículos y los fenómenos concretos en los que actúa son las prohibiciones de matrimonios de menores de edad o concertados entre familias, el reparto equitativo de las herencias entre hombres y mujeres (contrario a la ley islámica), la proscripción de los crímenes y asesinatos de honor contra las mujeres, y la prevención y el castigo de la violencia machista. También han regulado los matrimonios civiles, esto es, entre personas de distintas comunidades étnicas y religiosas (suní, chií, yazidí, cristiana…).

Un ejemplo de legislación avanzada  de esta autoadministración es la edad mínima para contraer matrimonio, que la fija en 18 años. “Queremos que las mujeres puedan tener margen de decisión acerca de lo que quieren hacer con su vida. Si quieren estudiar, que lo hagan, incluso fuera, lejos de las familias. No vamos a favorecer que se queden en casa” expone Saha Halif. Por contraste, la edad mínima para casarse en el Estado Español es de 16 años, mientras que el régimen de Al Assad la sitúa en los 14 años, siguiendo los preceptos de la Sharia, pese a su supuesto carácter laico.

Poligamia y suicidio

Dos de los retos más acuciantes que el movimiento de mujeres enfrenta en Siria bajo la iniciativa política kurda son la poligamia y el suicidio femenino. La primera fue ilegalizada por las autoridades kurdas, en 2012.  Por esas fechas, un 20% de los hombres ya poseía más de una esposa en la región de Kobane.

«EN 2017, 13 MUJERES SE QUITARON LA VIDA EN EL CANTÓN DE KOBANE»

Además, está el suicidio de mujeres. En 2017, 13 mujeres se quitaron la vida en el cantón de Kobane. Aunque aún están estudiando los casos, las representantes del movimiento feminista lo atribuyen a la presión familiar, la violencia machista y su situación económica.

Para atajar estas situaciones, las organizaciones ofrecen casas de acogida temporal, trabajos, apoyo psicológico, formación, actividades lúdicas…

Otros elementos que entorpecen el avance de la igualdad son la vergüenza social que crea el divorcio y que lleva a muchas mujeres a soportar pequeñas violencias todos los días, o el tabú de denunciar violaciones, una mancha en el honor de la familia.

Las víctimas de esta clase de agresiones disponen de respaldo social y atención psicológica. “La vida no se detiene por ser violada” sentencia Verma Bakur.

Pasos adelante innovadores

Algunos de los logros de la revolución de las mujeres han sido el aumento de las denuncias por agresiones –que cada día se toleran menos– o la implementación de iniciativas novedosas como esta: si un hombre comete repetidamente casos de acoso grave, tiene ante sí dos opciones; cumplir 6 meses de cárcel o hacer frente al “Platform”, en la que 15 mujeres lo insultan y reprochan su actitud públicamente. “Hay hombres que tienen pesadillas con el Platform”, nos confiesa el traductor.

Otra iniciativa interesante es Jinwar (aldea de mujeres), en la que bajo criterios socialistas, ecológicos y feministas se está construyendo un poblado para mujeres que huyan de la violencia o deseen vivir al margen del patriarcado.

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