Repensando Asia Occidental: el pivote democrático kurdo

ORF – Nilufer Koç – 10 julio 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
Tras décadas de negación, los kurdos son ahora fundamentales para remodelar el futuro político de Asia Occidental, a través de iniciativas de paz, pluralismo y alianzas estratégicas.
En solo 11 días de primavera de este año, los kurdos han demostrado que pueden considerarse uno de los actores principales de Asia Occidental en la actualidad. En particular, el «Llamamiento a la paz y a una sociedad democrática» del líder del pueblo kurdo Abdullah Öcalan, el 27 de febrero de 2025, junto con el memorando de entendimiento (MoU) firmado por el comandante kurdo Mazloum Abdi con el Gobierno provisional sirio el 10 de marzo de 2025, representan importantes rayos de esperanza en una región caracterizada por la guerra y la inestabilidad. Esto no solo es significativo en un contexto de guerra perpetua y retórica de crisis, sino también en el marco de una política centenaria de negación y genocidio contra más de 50 millones de kurdos. El llamamiento de Öcalan y su influencia en Siria reflejan los cambios fundamentales que se están produciendo en la región. Por lo tanto, es importante comprender cómo los kurdos de Turquía, Siria, Irak e Irán han logrado pasar de una posición de invisibilidad forzada a convertirse en un socio codiciado por un número cada vez mayor de actores internacionales y regionales.
Al negar los derechos de los kurdos, se mantuvo deliberadamente la inestabilidad en Asia Occidental
Para Asia Occidental, la Primera Guerra Mundial supuso una pérdida de poder regional de gran alcance, lo que permitió la imposición de los designios hegemónicos británicos y franceses. El Acuerdo Sykes-Picot (1916), el Tratado de Sèvres (1920) y el Tratado de Lausana (1923) fueron hitos clave en el desmembramiento del Imperio Otomano en más de una docena de Estados nación. Las tradicionales reivindicaciones de poder otomanas y turcas quedaron confinadas en gran medida a Anatolia y la parte norte de Kurdistán, mientras que el mundo árabe se fragmentó en un mosaico de microestados. En el nuevo orden de Asia occidental, Irán conservó un espacio geográficamente unificado, pero quedó circunscrito políticamente. Los turcos, los árabes y los persas, tres actores históricamente fundamentales, encontraron así un lugar en el Asia occidental del siglo XX, aunque rigurosamente moldeado por los intereses franco-británicos.
Las tradicionales reivindicaciones de poder de los otomanos turcos quedaron confinadas en gran medida a Anatolia y la parte norte de Kurdistán, mientras que el mundo árabe se fragmentó en un mosaico de microestados.
Sin embargo, a los kurdos no solo se les negó el estatus oficial, sino que su patria fue dividida entre Turquía, Siria, Irak e Irán. En este orden regional reestructurado, los kurdos fueron utilizados como arma para presionar a las potencias internacionales a fin de mantener bajo control a los recién creados Estados-nación turco, árabe y persa.
La estructura feudal y tribal de la sociedad kurda a principios del siglo XX obstaculizó la unidad nacional y la hizo susceptible a las tácticas de divide y vencerás de las potencias coloniales. Sin embargo, estas mismas características también sustentaron una firme resistencia contra la falta de estatus y el genocidio. La República de Turquía, que desempeñó un papel central en la implementación/ejecución de los intereses europeos en la nueva Asia Occidental, fue la primera en enfrentarse a la resistencia kurda. El levantamiento de Sheikh Said (1925), el levantamiento de Agri (1926, 1927, 1930) y el levantamiento de Dersim (1937/1938) en las regiones kurdas de la recién creada Turquía son algunos de los ejemplos más importantes de la revuelta kurda, prácticamente ininterrumpida, contra el nuevo statu quo. Turquía respondió con brutales operaciones militares, castigos colectivos a la población kurda mediante deportaciones sistemáticas y la ejecución de sus líderes sociales. Se impuso el silencio durante varias décadas, mientras persistía el problema de la negación y la privación de derechos de los kurdos. En Irak, Siria e Irán surgieron patrones políticos similares, lo que creó un potencial constante para nuevos levantamientos kurdos en esos países.
El reconocimiento de los kurdos es la base para una Asia Occidental estable
La política de negación y persecución/genocidio de los kurdos tras la Primera Guerra Mundial sentó las bases para la desestabilización de toda la región, con la República de Turquía desempeñando un papel destacado en este esfuerzo. Especialmente tras su adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1952, Turquía se abrió cada vez más a Occidente utilizando su importancia geoestratégica como palanca. Abusó de su pertenencia a la OTAN para obtener apoyo internacional en la lucha contra sus supuestos oponentes, especialmente la población kurda. Las reivindicaciones kurdas de derechos políticos y culturales se presentaban a menudo como amenazas para la estabilidad y la seguridad mundiales, bloqueando así el acceso de los kurdos a la política internacional. Sin embargo, desde la década de 1970, los kurdos han logrado avances sustanciales en la sensibilización sobre su importancia social, cultural y política en Asia Occidental, tanto a nivel regional como internacional. Desde entonces, varios acontecimientos —en particular la fundación del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) por Abdullah Öcalan en 1978— han catalizado una conciencia política generalizada, especialmente entre las mujeres kurdas. Estos acontecimientos también han contribuido a una transformación radical de la imagen que los kurdos tienen de sí mismos y de la percepción internacional. Más recientemente, la exitosa lucha de las fuerzas de autodefensa kurdas contra el Estado Islámico (EI) en Siria e Irak ha contribuido de manera significativa a este cambio positivo.
A pesar de un siglo de guerra sistémica, expulsión y asimilación, el pueblo kurdo ha seguido siendo una fuerza perdurable en la dinámica política y cultural de Asia Occidental. Esta resiliencia tiene sus raíces en la importancia cultural, política y económica que los kurdos han tenido durante mucho tiempo en la región. Por lo tanto, comprender su percepción histórica de sí mismos es clave para interpretar el papel y las ambiciones actuales del pueblo kurdo.
Los kurdos remontan sus raíces culturales a la revolución agrícola que tuvo lugar en la Alta Mesopotamia hace unos 12 000 años. Los logros del Neolítico, como la agricultura, la ganadería, la cultura aldeana y un orden social matriarcal, siguen siendo característicos de la cultura kurda actual. El terreno montañoso del Kurdistán no solo proporcionaba un suelo fértil y fuentes de agua suficientes, sino también lugares estratégicos a los que retirarse en caso de ataques de potencias extranjeras. Debido a su posición central a lo largo de importantes rutas comerciales, sus ricos recursos naturales y su ubicación geoestratégica, el Kurdistán ha sido escenario de numerosas guerras entre potencias extranjeras. Hace cinco mil años, los sumerios ya conocían a los kurdos y se referían a ellos como «kurti» o «gente de las montañas». El término «Kurdistán» se utilizaba ya en la época selyúcida, hace unos mil años. Debido a sus estrechas relaciones con otros pueblos y grupos religiosos de Asia occidental, los kurdos siempre han desempeñado un papel central en la región. En el propio Kurdistán conviven armenios, asirios, turcomanos o árabes junto a los kurdos, mientras que también se encuentran allí grupos religiosos cristianos, suníes, chiíes, yazidíes, alevis o judíos. Los kurdos siempre han mantenido relaciones en gran medida pacíficas con las sociedades vecinas turca, persa o árabe.
Debido a su posición central a lo largo de importantes rutas comerciales, sus ricos recursos naturales y su ubicación geoestratégica, el Kurdistán ha sido escenario de numerosas guerras entre potencias extranjeras.
La política de negación y persecución/genocidio de los kurdos tras la Primera Guerra Mundial sentó las bases para la desestabilización de toda la región, con la República de Turquía desempeñando un papel destacado en este esfuerzo. Especialmente tras su adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1952, Turquía se abrió cada vez más a Occidente utilizando su importancia geoestratégica como palanca. Abusó de su pertenencia a la OTAN para obtener apoyo internacional en la lucha contra sus supuestos adversarios, especialmente la población kurda. Las reivindicaciones kurdas de derechos políticos y culturales se presentaban a menudo como amenazas para la estabilidad y la seguridad mundiales, bloqueando así el acceso de los kurdos a la política internacional. Sin embargo, desde la década de 1970, los kurdos han logrado avances sustanciales en la sensibilización sobre su importancia social, cultural y política en Asia Occidental, tanto a nivel regional como internacional. Desde entonces, varios acontecimientos, entre los que destaca la fundación del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) por Abdullah Öcalan en 1978, han catalizado una conciencia política generalizada, especialmente entre las mujeres kurdas. Estos acontecimientos también han contribuido a una transformación radical de la imagen que los kurdos tienen de sí mismos y de la percepción internacional de este pueblo. Más recientemente, la lucha exitosa de las fuerzas de autodefensa kurdas contra el Estado Islámico (EI) en Siria e Irak contribuyó de manera significativa a este cambio positivo.
Los kurdos están dispuestos a ocupar el lugar que les corresponde en un Oriente Medio democrático
Los primeros indicios de un nuevo papel para los kurdos se hicieron evidentes en Irak durante la década de 1990 y principios de la de 2000. Desde entonces, los kurdos de Turquía y Siria se han posicionado cada vez más como actores clave en la reorganización de Asia Occidental. Tras la «Primavera Árabe», los kurdos sirios establecieron un sistema político inclusivo —la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria (DAANES) ju— en cooperación con otros grupos étnicos y religiosos.
El ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 alteró significativamente el equilibrio político de la región. Actores como Irán y Rusia han visto disminuir considerablemente su influencia, mientras que las alianzas islamistas de Turquía se han visto sometidas a una presión cada vez mayor. Mientras tanto, iniciativas regionales como los Acuerdos de Abraham y el Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC) han reducido la influencia económica y geopolítica de Turquía. Turquía reconoce hoy los cambios geopolíticos en Asia Occidental y, por lo tanto, ha tomado recientemente medidas para reorientar su política regional, por ejemplo, sus relaciones con el pueblo kurdo. La mencionada llamada de Abdullah Öcalan y la iniciativa de Mazloum Abdi pueden entenderse en este contexto.
Öcalan pidió al PKK que se disolviera y depusiera las armas, y al mismo tiempo exigió al Estado turco que iniciara un proceso de democratización urgentemente necesario mediante reformas políticas y legales.
Tras 26 años de encarcelamiento en la isla turca de Imrali, el líder del pueblo kurdo Abdullah Öcalan hizo pública a finales de febrero una declaración en la que sentaba las bases para una solución política a la cuestión kurda en Turquía. Öcalan instó al PKK a disolverse y deponer las armas, al tiempo que exigió al Estado turco que iniciara un proceso de democratización urgentemente necesario mediante reformas políticas y legales. Esta valiente iniciativa política logró presentar una alternativa de paz realista a la guerra turca contra la población kurda en Turquía, Irak y Siria, que se ha intensificado desde 2015. En consecuencia, desde hace meses se están celebrando intensos debates en Turquía sobre una nueva constitución democrática, la liberación de Abdullah Öcalan y de miles de otros presos políticos, y el fin de las campañas militares contra los kurdos.
El estilo político de la DAANES es, por lo tanto, esencial para el país. Se ha convertido así en el principal interlocutor de todas las partes interesadas sirias, regionales e internacionales que desean evitar una mayor fragmentación y la guerra. Hoy en día, no solo Turquía y Siria, sino toda Asia occidental está atravesando un proceso de reorganización. Los kurdos son conscientes de su papel como uno de los actores centrales en este contexto. Basándose en su arraigada identidad histórica y autoconciencia, sus aspiraciones democráticas y su sólida organización política, los kurdos están dispuestos a ocupar el lugar que les corresponde en un Oriente Medio estable, democrático y próspero. Siguen abiertos al diálogo con todos los actores regionales e internacionales comprometidos con la construcción de un orden regional democrático.
En Siria, los kurdos, como fuerza líder de la DAANES y su fuerza de autodefensa, las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), son ahora fundamentales para la unidad, la estabilización y la democratización del país. El memorando de entendimiento firmado a principios de marzo parece cada vez más la base más realista para un proceso político inclusivo en el país tras la caída del Gobierno de Assad. Ni los nuevos gobernantes de Damasco ni los numerosos actores externos, como Turquía, están en condiciones de llevar a cabo una reorganización sostenible del país. El estilo político prudente, inclusivo y pacífico de la DAANES es, por lo tanto, esencial para el país. Se ha convertido así en el principal interlocutor de todas las partes interesadas sirias, regionales e internacionales que desean evitar una mayor fragmentación y la guerra. Hoy en día, no solo Turquía y Siria, sino toda Asia occidental está atravesando un proceso de reorganización. Los kurdos son conscientes de su papel como uno de los actores centrales en este contexto. Basándose en su arraigada identidad histórica y autoconciencia, sus aspiraciones democráticas y su sólida organización política, los kurdos están dispuestos a ocupar el lugar que les corresponde en una Asia occidental estable, democrática y próspera. Siguen abiertos al diálogo con todos los actores regionales e internacionales comprometidos con la construcción de un orden regional democrático.
AUTORA:
Nilüfer Koç es miembro del Consejo Ejecutivo del Congreso Nacional de Kurdistán (KNK).