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¿Quiénes son los yazidi «Adoradores del Diablo» y por qué el ISIS trata de masacrar y esclavizar a esta antigua minoría? Tercera parte

17/02/2016

Brian Glyn Williams – Profesor de Historia Islámica, U. Mass Dartmouth; autor de ‘Infierno en Chechenia’ y ‘El último señor de la guerra’.

Los secretos de la Fe yazidi.

Sabíamos que Baba Chawish era miembro de una de las tres castas que las que pertenecen todos los yazidis, que era un hombre santo de la casta más alta, Sheikh (sacerdote). Llevaba una vida de piedad y celibato y era la autoridad del santuario. Era asistido por ‘feqrayyat’ (monjas célibes) que no han estado casadas ni son viudas y también se cuidan del santuario. Las otras castas Yazidis son los ‘pirs’ (ancianos) y los ‘murids’ (discípulos); la mayoría de los yazidis pertenecen a esta última casta. La pertenencia a las castas Sheikh y pir es hereditaria y se dice que, en algunos casos, proviene de habilidades especiales. Cada familia Sheikh y pir, por ejemplo, posee cierta capacidad de curación y algunas familias se dice que son capaces de curar las mordeduras de serpientes, la locura, la fiebre, el dolor de cabeza, la artritis, etc.

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Dentro de la casta Sheikh se encuentran los ‘kocheks’ o «videntes», que son bendecidos con dones espirituales, tales como la clarividencia. Los kocheks pueden diagnosticar las enfermedades psíquicas e, incluso, se dice que pueden conocer el destino de un alma después de salir del cuerpo del difunto. También hay ‘kawwals’ o rociadores, que se especializan en la reproducción de música religiosa con los instrumentos sagrados, como el ‘daf’ (tambor) y ‘šebāb’ (flauta), así como en el recitado de los himnos sagrados conocidos como ‘kawals’.

En la parte superior de la comunidad yazidi se encuentra el ‘Mir’ (Príncipe), el gobernante temporal de los yazidis, y el ‘Jeque Baba’ (Padre Sacerdote), el jefe religioso de la comunidad. Ambos líderes pertenecen a la casta Sheikh, cuyos miembros son descendientes de los seis grandes ángeles que ayudaron a Melek Tawus. Los jeques ofician en circuncisiones, bodas, funerales, bautizos y fiestas religiosas. Éstas juegan un papel clave en la fe yazidi y varias de ellas tienen raíces profundas en la antigüedad.

La fiesta yazidi más importante es el Festival de los Siete Días, que tiene lugar a principios de octubre. Se cree que, durante este festival, los siete arcángeles, incluyendo Melek Tawus, visitan el santuario de Lailish. Los yazidis tratan de realizar una peregrinación a Lailish en estas fechas con el fin de encontrarse con amistades, afirmar su identidad religiosa y participar en el Festival de los Siete Días. Los dos eventos más importantes de la fiesta son el baile nocturno y el sacrificio del toro. La danza se lleva a cabo por los jeques cada noche, justo después del atardecer, en el patio del complejo del templo. Catorce sacerdotes vestidos de blanco, el color de la pureza, desfila con la música de los ‘kawals’ (los recitadores). Proceden en procesión alrededor de una antorcha sagrada que representa al Sol y al dios supremo Khuede.

El sacrificio del toro se lleva a cabo en el quinto día del festival. Anuncia la llegada del otoño y lleva consigo las oraciones de los yazidis por lluvia durante el invierno y una primavera abundante. Tras una salva de disparos como saludo especial a cargo de la guardia, se suelta un pequeño toro a la entrada principal del santuario. El toro es perseguido por los hombres de la tribu Qaidy hasta una colina cercana al santuario de Sheikh Sem. Allí, el toro es capturado y posteriormente sacrificado. Posteriormente, la carne se cocina y se distribuye entre todos los peregrinos presentes en Lalish. El sacrificio de un toro se remonta al culto del dios solar iraní Mitra, que era adorado con el sacrificio de un toro.

En cuanto a sus creencias, los yazidis no creen en la condenación eterna. En su lugar, creen en la reencarnación o transmigración de las almas por medio de un ciclo de purificación gradual. Las almas de los pecadores renacen como animales por un período de prueba antes de pasar a la forma humana de nuevo. En última instancia, sus almas ascienden al cielo. Los yazidis no aceptan la conversión a su fe y los matrimonios fuera de la comunidad están prohibidos. También tienen prohibido usar el color azul, comer lechuga y pronunciar la palabra ‘Satán’. Además de venerar al sol, los yazidis, como zoroastrianos, consideran sagrado el fuego y no se les permite apagarlo con agua o hablar groseramente ante él. Celebran el Año Nuevo en abril con huevos de colores y también tienen una Fiesta del Sacrificio, cuando una oveja es sacrificada por el Jeque Baba y se encienden antorchas a todo lo largo del valle de Lailish.

Hay muchos más aspectos de esta fe que no hemos tenido tiempo de aprender durante nuestra visita al santuario de Lailish, pero la visión que se nos dio de esta religión secreta, que ha abierto recientemente sus puertas a los extranjeros, resulta fascinante. Al despedirnos del protector del santuario, Baba Chawish, y abandonar este maravilloso lugar que es la «Meca» para los aproximadamente 700.000 yazidis en el mundo, hemos adquirido un nuevo aprecio por este hermoso sistema de creencias que parece pertenecer a una época diferente.

El santuario del valle de Lailish había sido un lugar de tranquila meditación, serenidad y contemplación y nos sentimos conmovidos por la acogida y el deseo de interactuar con personas ajenas que nos habían demostrado los fieles yazidíes. En una parte del mundo donde la destrucción sin sentido de las comunidades pre-islámicas y antiguas religiones paganas parece ser la norma, nos recordó que hay restos de religiones antiguas que aún viven en el mundo musulmán y se encuentran en franca disminución, tales como los parsis zoroastrianos en Irán, los paganos kalash en las montañas de Pakistán, y los yazidis, mandaens, shabaks y asirios en Irak, que se enfrentan a un riesgo muy real de extinción en nuestro tiempo. Tras haber completado una peregrinación que nos ha cambiado la vida a este santuario sagrado de una de estas religiones en peligro de extinción y haber visto por nosotros mismos la belleza de este mundo atemporal, podemos decir con seguridad que el mundo sería un lugar menos colorido si las antiguas gentes yazidi desaparecieran de las páginas de la historia, como les ha ocurrido a tantos otros grupos étnico-religiosos de la región.

El profesor Brian Glyn Williams ha trabajado para el Centro de Lucha contra el Terrorismo de la CIA en Afganistán y es el autor de “El último Señor de la Guerra”, que relata la vida y leyenda de Dostum, el guerrero afgano que llevó a las fuerzas especiales de Estados Unidos a derrocar al régimen talibán. Para ver más fotografías de sus viajes en las montañas del Kurdistán entre los yazidis y combatientes peshmerga kurdos, véase su página web aquí.

Adam Sulkowski es Profesor Asociado de Derecho y Sostenibilidad en el Babson College, ver su página web aquí.

Fuente HoffPost

Traducido por Rojava Azadi

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