Por qué el PKK está preparado para la paz

Jacobin – 2 mayo 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
El 27 de febrero, Abdullah Öcalan publicó un histórico «Llamamiento por la paz y una sociedad democrática». En él, pide al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) que convoque un congreso para decidir sobre su disolución y la deposición de las armas y subraya que Turquía debe entrar en una nueva fase de transformación democrática que reconozca todas las identidades sociales. La noticia fue recibida en todo el mundo con esperanza, pero también con escepticismo.
El PKK ha aceptado en principio el llamamiento de Öcalan y ha declarado un alto el fuego. La guerrilla kurda ha declarado este tipo de alto el fuego unilateral en varias ocasiones desde 1993, y el Estado turco siempre ha esperado a que se dieran pasos similares. Esta vez, Turquía ha llevado a cabo al menos 118 ataques contra el PKK en el norte de Irak solo en marzo y ha continuado su represión de la sociedad civil kurda en Turquía. También se están llevando a cabo ataques contra el opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP), como la detención del alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, con el pretexto de apoyar al movimiento kurdo por la libertad.
Los kurdos esperan del régimen de Erdoğan pasos concretos hacia un proceso de paz: esto incluye, en particular, la liberación de Öcalan, un alto el fuego mutuo y garantías constitucionales para las reformas democráticas y los derechos de los kurdos y otras minorías. En una entrevista con Jacobin, Tuncer Bakırhan, copresidente del izquierdista Partido de la Igualdad y la Democracia de los Pueblos (Partido DEM), explica si esto es posible en una Turquía gobernada por Recep Tayyip Erdoğan.
Justus Johannsen – El presidente turco Recep Tayyip Erdoğan ha calificado la iniciativa de Öcalan de «posibilidad de un nuevo paso histórico»; al mismo tiempo, sigue deteniendo a trabajadores de los medios de comunicación, abogados y activistas por la paz, y continúan los bombardeos en el norte de Irak. No parece que el gobierno turco haya dado ningún paso concreto hacia la democratización desde el alto el fuego unilateral. ¿Está Erdoğan realmente interesado en firmar la paz con los kurdos, o tiene otras intenciones?
Tuncer Bakırhan – Ha pasado más de un mes desde la histórica llamada. Normalmente, un paso así llega al final de un proceso, como ocurrió entre 2013 y 2015. En aquel momento, el proceso de paz estuvo precedido de discusiones y diálogo. Pero ahora la llamada llega como un primer paso, marcando un importante punto de inflexión histórico. Hay muchas expectativas, pero hasta ahora no hay avances concretos. Además de confianza, ahora se necesitan seguridad y garantías.
No debemos considerar este proceso como un acontecimiento político cotidiano; tiene un significado geopolítico, estratégico e histórico. La evolución vendrá determinada no solo por las intenciones, sino también por el clima político. Por supuesto, las buenas intenciones también son el resultado de un análisis correcto. Hoy el presidente Erdoğan está en el poder y dirigirá el proceso con su perspectiva política. El proceso es lento porque hay que equilibrar diferentes intereses, pero creemos que pronto habrá que tomar una decisión: ¿Quiere la paz o no? ¿Respetará o ignorará las demandas de la sociedad?
No hemos perdido la esperanza y estamos haciendo todo lo posible. Creemos que este proceso puede desarrollarse, pero su progreso depende de que el gobierno cumpla nuestras expectativas. Si no actúa, crecerá el escepticismo, y creo que el Gobierno es consciente de ello.
Justus Johannsen – ¿Por qué ha decidido Öcalan dar este paso ahora, en un momento en que el poder de Erdoğan parece más seguro que nunca?
Tuncer Bakırhan – Existen razones tanto internas como externas para ello. Uno de los mayores puntos fuertes de Öcalan es su capacidad para reconocer a tiempo los acontecimientos mundiales y su impacto en la región. Actualmente estamos siendo testigos del colapso del orden de posguerra: Oriente Próximo se está reorganizando, Europa está en crisis y la región de Asia-Pacífico está convulsa. El trumpismo está desencadenando una ola de neofascismo y poniendo en tela de juicio las certezas políticas. Öcalan actúa porque está convencido de que las viejas reglas ya no valen y de que es necesario un cambio.
Es normal que un movimiento activo desde hace cincuenta años, sobre todo después de los acontecimientos del 7 de octubre y sus consecuencias, se reposicione y encuentre una nueva dirección política. Öcalan quiere superar los callejones sin salida geopolíticos. He aquí una anécdota: Un comandante del movimiento de liberación tamil en Sri Lanka citó la caída del Muro de Berlín como la razón de las negociaciones de paz entre Sri Lanka y los tamiles en la década de 1990. Cuando le preguntaron qué tenía que ver Berlín con Sri Lanka, respondió: «Si no actuamos hoy, quedaremos sepultados bajo este muro».
La caída del muro simbolizó el fin de una era. Hoy asistimos de nuevo a la caída de esos muros. Öcalan subraya que quienes se adapten a tiempo política, social y mentalmente al espíritu de los tiempos y abandonen los viejos hábitos no quedarán sepultados bajo los escombros. Creo que en el futuro comprenderemos mejor estos cambios.
Justus Johannsen – Usted viajó con una delegación del Partido DEM para visitar a Öcalan en la isla prisión de İmralı. Öcalan lleva veintiséis años recluido allí en régimen de aislamiento. Hasta octubre de 2024, no había tenido contacto con el mundo exterior durante cuarenta y tres meses. Hay otros tres presos en la isla con él. ¿Cuáles fueron sus impresiones del encuentro en İmralı? ¿Cuál es el estado de salud y mental de los presos?
Tuncer Bakırhan – Cuando llegamos, encontramos a Öcalan y a sus compañeros tranquilos, confiados y decididos. Durante las horas que duró nuestra conversación, hizo hincapié en por qué el cambio democrático es esencial en el mundo, en la región y, especialmente, en Turquía. A pesar de estar totalmente aislado, ha dedicado los últimos diez años a un intenso trabajo político y de estudio. Su análisis de la necesidad de paz y transformación democrática en Turquía ha sido profundo, y tiene ideas claras sobre los pasos que hay que dar. Uno de sus mensajes fue que «Turquía se encuentra actualmente en una crisis compleja. La principal razón de esta crisis es la negativa a resolver la cuestión kurda».
En cuanto a su salud, tanto Öcalan como sus compañeros de prisión se encontraban en buen estado físico y mental.
Justus Johannsen – En nombre de la «lucha contra el terrorismo», no solo Öcalan sino miles de kurdos han sido encarcelados, la guerra se ha extendido más allá de las fronteras de Turquía y se ha privado a toda una sociedad de sus derechos culturales y políticos. Durante décadas, esta hostilidad hacia los kurdos también ha estado profundamente arraigada en la sociedad turca. ¿Cómo puede surgir la paz en este contexto?
Tuncer Bakırhan – Turquía se encuentra hoy en una compleja red de crisis. La causa central de estas crisis es la negativa a resolver la cuestión kurda. Este bloqueo de décadas no solo obstaculiza la democratización, sino que también agota nuestros recursos económicos.
Con su llamamiento a la paz, Öcalan ofrece una oportunidad histórica para superar la crisis. La sociedad kurda dejó claro, con su participación masiva en las celebraciones de Newroz del 21 de marzo, que apoya este llamamiento: fue prácticamente un referéndum. La mayoría de las fuerzas políticas de Turquía también han manifestado su aprobación. La sociedad está preparada para la paz y existe un fuerte consenso. Pero el gobierno aún no ha presentado una hoja de ruta concreta que genere confianza y está dejando sin respuesta las expectativas de la población.
Lo que falta ahora es la voluntad política de traducir el consenso social en acciones activas. Un mayor retraso en el proceso de solución no haría sino agravar las crisis existentes. El paso decisivo para Turquía es aprovechar esta oportunidad histórica y crear una paz duradera.
Justus Johannsen – Cuando el gobierno turco nombró repetidamente administradores para los municipios kurdos en los últimos años, no hubo una resistencia significativa por parte de la oposición turca. ¿Cómo valora la reciente detención del alcalde del CHP de Estambul, Ekrem İmamoğlu, y las protestas que siguieron en todo el país?
Tuncer Bakırhan – Conocemos la usurpación de la voluntad democrática y la imposición de la tutela en Turquía desde 1979. Nuestra tradición política lleva cuarenta y siete años luchando contra la injusticia cometida contra los políticos electos, y hemos hecho sacrificios inconmensurables. Menciono esto porque, como partido, podemos entender bien los debates sobre el ayuntamiento de Estambul y la detención de İmamoğlu.
La escenificación de este golpe judicial no solo sirve para eliminar a un rival político, sino que también revela los límites del gobierno arbitrario sobre la población. El proceso comenzó con el nombramiento de un síndico en el distrito de Esenyurt, donde ya habíamos advertido que İmamoğlu era el verdadero objetivo. Detrás de estos pasos hay un plan para neutralizar completamente al CHP. Pero no se tuvo en cuenta el hecho de que la gente saldría a la calle en tan gran número.
En un clima en el que incluso la menor crítica al gobierno conduce a detenciones, los esfuerzos de paz están siendo sistemáticamente saboteados.
Las protestas son totalmente legítimas. La gente no confía ni en el poder judicial ni en el sistema político. Apoyamos las demandas democráticas y nos oponemos a la imposición de la tutela, las operaciones políticas y los ataques a la democracia. El gobierno no debe criminalizar las protestas democráticas, sino escuchar las demandas del pueblo y respetar su voluntad. Luchamos contra la privación de derechos de la población y el encarcelamiento de figuras de la oposición, periodistas, académicos y jóvenes, y trabajamos para construir una base sólida para la paz y una sociedad democrática.
Justus Johannsen – Su partido ha celebrado varias reuniones con otros partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil en Turquía. ¿Hay esperanza de alianzas democráticas?
Tuncer Bakırhan – Hemos celebrado tres importantes rondas de conversaciones con partidos políticos, grupos de la sociedad civil y asociaciones profesionales. Estas han revelado un fuerte deseo de resolver el conflicto, pero también una gran preocupación por las prácticas antidemocráticas. En un clima en el que incluso la menor crítica al gobierno conduce a detenciones, los esfuerzos de paz están siendo sistemáticamente saboteados.
Sin embargo, el descontento de la mayoría con el statu quo abre oportunidades para alianzas democráticas. El Congreso Democrático de los Pueblos (DTK)1Turco: Demokratik Toplum Kongresi; kurdo: Kongreya Civaka Demokratik, fundado en 2011 como plataforma de grupos oprimidos, podría desempeñar un papel clave en este sentido. Como alianza de trabajadores, mujeres, jóvenes y otros grupos marginados, el DTK está predestinado a ser la fuerza motriz de tales alianzas, pero ha estado sometido a una presión masiva desde 2015. La detención de decenas de miembros en los últimos dos meses demuestra que el Estado teme su poder movilizador.
El DTK puede unir a las fuerzas democráticas, desarrollar estrategias conjuntas de resistencia contra la represión y canalizar la energía para el cambio social. El deseo de cambio está ahí; ahora necesita un paraguas organizado que lo convierta en poder.
Justus Johannsen – ¿Puede el CHP desempeñar también un papel en la democratización de Turquía?
Tuncer Bakırhan – El CHP es el partido político más antiguo de Turquía y el más votado en las últimas elecciones. Históricamente ha sido parte del problema, tanto en la cuestión kurda como en el bloqueo de las reformas democráticas. Hoy podría ser la clave de una solución si reconoce los riesgos globales y regionales y evalúa correctamente su impacto en Turquía.
Por eso hemos dialogado con el CHP desde el inicio del proceso de paz y democracia. Si el CHP da un paso adelante, podría ser un factor importante para obligar al gobierno a asumir sus responsabilidades y democratizar Turquía.
Justus Johannsen – Los actores kurdos, la oposición turca y la comunidad internacional han respondido positivamente al proceso. El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, acogió la decisión como un «rayo de esperanza». El presidente de la región autónoma kurda de Irak, Nêçîrvan Barzanî, anunció su «pleno» apoyo a la convocatoria. El líder del CHP, Özgür Özel, hizo una declaración similar. Pero, ¿qué fuerzas podrían estar interesadas en sabotear el posible proceso de paz? ¿Qué espera de la comunidad internacional para garantizar el éxito de este proceso?
Tuncer Bakırhan – El proceso de paz y democratización está recibiendo un apoyo más fuerte que el que tuvieron las iniciativas anteriores, y las condiciones geopolíticas son favorables para su éxito.
Si este proceso marca el comienzo de un nuevo orden en la región basado en la democracia, la liberación de la mujer y la justicia, serán las fuerzas cuyos intereses se ven afectados por él las que querrán verlo fracasar. Tales fuerzas existen tanto en Turquía como en la región, así como entre las potencias mundiales. Dondequiera que haya intereses en regímenes antidemocráticos y en la explotación de la mujer y el trabajo, existe el peligro de sabotaje.
La comunidad internacional tiene una gran responsabilidad en la continuación del proceso. Entre las medidas decisivas para promover la paz y la estabilidad en Turquía y Oriente Próximo se incluyen el apoyo a las fuerzas democráticas que defienden la liberación de la mujer y el fomento de la paz entre todas las partes. Esta evolución también tendría un impacto positivo en los Estados y sociedades occidentales.
Justus Johannsen – En muchos procesos de paz en todo el mundo -como las conversaciones de Oslo de 2009 entre el PKK y el Estado turco- hubo terceras partes mediadoras o garantes. El llamamiento de Öcalan no menciona esto. ¿Cómo puede garantizarse política y jurídicamente el éxito de este proceso?
Tuncer Bakırhan – Öcalan está dando forma a la solución de acuerdo con las condiciones específicas de Turquía y basando la paz en su dinámica interna. El éxito duradero del proceso depende no solo de la voluntad del Estado turco y de las negociaciones, sino también de la aceptación social y de la participación activa de la población y de los actores democráticos. Este enfoque podría ser un ejemplo único para los procesos de paz en todo el mundo.
El proceso de paz pretende garantizar una solución mediante la interacción de la voluntad política, la reconciliación social y las reformas constitucionales y legales. A diferencia de Oslo, el proceso no se basa en poderes garantes internacionales mediadores, sino en la voluntad común de las instituciones democráticas, los partidos políticos y la sociedad civil de Turquía como piedra angular del proceso.
Para el éxito de este modelo es crucial que todas las partes hagan esfuerzos honestos y que la comunidad internacional apoye el proceso, aunque no actúe directamente como mediadora.
Justus Johannsen – En su llamamiento del 27 de febrero, Öcalan se refiere a la crítica del socialismo real como un «debilitamiento del significado fundamental del PKK» y una «repetición excesiva». ¿Qué quiere decir con esto?
Tuncer Bakırhan – Dice que tras el colapso del socialismo real, las «viejas» formas marxistas-leninistas son incapaces de hacer visible el potencial emancipador del socialismo. Su deseo de «completar la obra inacabada de Marx» no es una ruptura con el marxismo, sino un intento de reanalizarlo y combinarlo con perspectivas contemporáneas.
Un socialismo que ignore la lucha de las mujeres queda incompleto y no puede responder a las exigencias políticas del presente.
Öcalan critica la «repetición excesiva» porque cree que un movimiento flexible y vibrante como el PKK no debe quedarse estancado ideológicamente. Un movimiento que se contenta con viejos discursos y no responde a las nuevas realidades sociales se queda estancado en palabras y eslóganes. En resumen, cree que la misión de la organización no puede continuar con viejas herramientas; de lo contrario, perderá su sentido.
Justus Johannsen – En su carta a las mujeres fechada el 8 de marzo, también profundiza en su forma de entender el socialismo y el papel de la liberación de la mujer.
Tuncer Bakırhan – Para Öcalan, la cuestión de la mujer es central porque la lucha de las mujeres se está convirtiendo en la vanguardia de la resistencia anticapitalista. Un socialismo que ignore la lucha de las mujeres queda incompleto y no puede responder a las exigencias políticas del presente.
Además, el ejemplo de Rojava demuestra que una lucha dirigida por mujeres puede dar un gran impulso al proceso de paz y transformación que esperan millones de personas en la región y cambiar fundamentalmente el destino de la región.
Justus Johannsen – Ha habido numerosos intentos de resolver pacíficamente el conflicto entre el Estado turco y el movimiento kurdo. El último proceso de paz fue interrumpido por el Estado turco en 2015 y dio lugar a una nueva ola de violencia contra la población kurda. ¿En qué se diferencia hoy del pasado?
Tuncer Bakırhan – El mayor reto al que se enfrentan los procesos de paz es su fragilidad. A menudo es precisamente la parte con mayor margen de maniobra la que no cumple las expectativas. Sri Lanka es otro ejemplo de ello, donde Chandrika B. Kumaratunga, presidenta de 1994 a 2005 e implicada en el proceso de paz con los tamiles, aduce tres razones principales para el fracaso de las negociaciones: una oposición no convencida o no implicada, la falta de apoyo social para sostener el proceso incluso durante las interrupciones, y el hecho de que la cuestión de la paz no puede dejarse a la iniciativa de individuos. Estos puntos son muy perspicaces y cruciales.
En la Turquía actual existen grandes diferencias con respecto a los procesos de paz anteriores. El ámbito político está más implicado. A excepción de unos pocos grupos radicales ultranacionalistas marginales, todas las fuerzas políticas apoyan el proceso de paz y además lo han declarado públicamente. Otra novedad es que las fuerzas nacionalistas están al frente del proceso en la figura del líder del MHP, Devlet Bahçeli. Es especialmente importante el papel activo del Parlamento, que se reconoce como la autoridad central para una solución. Además, existe un amplio apoyo social al proceso de paz y resolución, y la población pide la paz con más fuerza que nunca.
En la próxima fase, intensificaremos nuestros esfuerzos para poner en práctica el llamamiento de Öcalan, anclar la demanda de paz en la sociedad y cumplir nuestro papel en las negociaciones. En las últimas semanas, nos hemos reunido con unas 60.000 personas en 139 localidades, que ahora van de casa en casa y de calle en calle para difundir los esfuerzos de paz y las posibles soluciones.
La paz no es un proceso de victoria o derrota; lo que más necesita este país es una paz digna. La situación actual es insostenible, tanto a nivel regional como mundial. En el nuevo siglo, necesitamos una sociedad libre y una identidad kurda libre.
El hecho de que los kurdos busquen una solución en Ankara debe entenderse correctamente. La hostilidad crónica y la negación de los kurdos por parte del Estado turco deben ser cosa del pasado. Estoy convencido de que nuestros esfuerzos por construir una Turquía democrática -una república democrática- tendrán éxito.
Colaboradores
Tuncer Bakırhan es copresidente del partido de izquierda Igualdad y Democracia de los Pueblos (Partido DEM) y formó parte de la delegación que visitó a Abdullah Öcalan el 27 de febrero en la isla prisión de İmralı.
Justus Johannsen es un activista que escribe sobre movimientos sociales y conflictos internacionales.
- 1Turco: Demokratik Toplum Kongresi; kurdo: Kongreya Civaka Demokratik