Los kurdos iraquíes temen que la campaña militar de Turquía vaya más allá del PKK
Al Monitor – Fehim Tastekin – 20 julio 2020 – Traducido por Pablo
Nota de Rojava Azadi Madrid: aunque el presente artículo es de hace 9 meses, resulta de plena vigencia, por lo que lo reproducimos ahora.
A los kurdos iraquíes les preocupa que la persecución por parte de Turquía de los militantes del PKK dentro de Başûr pueda dar lugar a una presencia militar turca permanente y a medidas para socavar su región autónoma.
El alcance de las actuales operaciones militares de Turquía contra los militantes kurdos con base en Kurdistán del Sur (Başûr) está avivando el temor del Gobierno Regional de Kurdistán (KRG) de que su propio futuro pueda estar en juego como parte de los diseños más amplios de Turquía en la región.
Durante años, el KRG ha consentido las operaciones transfronterizas turcas contra el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que se ha atrincherado en Başûr, utilizando bases en las montañas para mantener su campaña armada contra Ankara. El Partido Democrático de Kurdistán (KDP), la fuerza política dominante en Başûr, ha tenido una relación incómoda con el PKK y ha tratado de mantener buenas relaciones con Turquía, mientras que la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), el otro partido importante de la región, se ha mostrado más flexible con el PKK.
Aunque es cauto para no enfadar a Ankara, el KDP mantiene que el problema kurdo en Turquía debe resolverse políticamente y que el PKK no es bienvenido en la región. Sin embargo, más allá de la retórica oficial, la campaña militar expansiva de Turquía desde junio ha alimentado la aprensión en las filas del KDP sobre sus objetivos finales. Aumenta el temor de que Turquía busque una presencia militar duradera para debilitar al KRG, cortar su conexión terrestre con las zonas kurdas de Siria e incluso presionar para rebajar el estatus federal del KRG en Irak.
Turquía ha reducido notablemente la actividad del PKK dentro de sus propias fronteras en los últimos años. En la campaña transfronteriza, su primer objetivo ha sido paralizar la capacidad de movimiento del PKK en las zonas de campamentos del grupo, que se extienden desde las montañas de Qandil en la frontera iraquí-iraní, donde el PKK tiene su cuartel general, hasta la frontera siria al oeste, incluyendo Hakurk, Avashin, Gare, Zap, Metina y Haftanin.
Tras crear una zona de seguridad parcial en Hakurk el año pasado, Turquía parece estar buscando ahora una segunda zona de seguridad desde Haftanin y Metina hasta Zandira, y luego una tercera desde Metina hasta las montañas de Kurazaro que desconectaría Zap y Gare. Otras dos zonas, alejadas de la frontera, han estado en el punto de mira de Turquía: la zona de Şengal, poblada por yazidíes, donde el PKK ha ayudado a crear las Unidades de Defensa de Şengal (YBŞ), alarmando a Ankara con la posibilidad de que se esté gestando «otro Qandil», y el campo de refugiados de Makhmour, cerca de Kirkuk, que alberga a miles de kurdos que huyeron de Turquía en la década de 1990.
En Siria, Turquía no oculta su intención de convertir los enclaves de los que se ha apoderado mediante cuatro operaciones militares en una contagiosa zona tampón de hasta 35 kilómetros de profundidad, extendida hasta el río Tigris, que forma un corto tramo de la frontera turco-siria antes de desembocar en Irak. Y en la orilla oriental del Tigris, Ankara planea un segundo paso fronterizo con Irak para evitar el actual, que se abre al Kurdistán iraquí, y asegurar una ruta hacia Tel Afar y Mosul bajo algún tipo de control militar turco. Bagdad ha dado largas al proyecto por sus delicados lazos con Kurdistan, pero tan pronto como Mustafa al-Kadhimi se convirtió en el nuevo primer ministro de Irak en mayo, Ankara volvió a poner el tema sobre la mesa.
En resumen, todos esos planes y movimientos están avivando los temores kurdos de que los objetivos de Turquía en la Operación Garra, que se desarrolla fase a fase desde el año pasado, van más allá del PKK.
Las fases cuarta y quinta, denominadas Garra-Águila y Garra-Tigre, respectivamente, comenzaron a mediados de junio, con tropas turcas avanzando a una profundidad de hasta 30 kilómetros y estableciendo 24 nuevas bases y puestos de control, que elevan el número de sus lugares de despliegue a más de 50.
Irritado por el alcance de la operación, Hoshyar Zebari, miembro del KDP y ex ministro de Asuntos Exteriores de Irak, tuiteó: «La reciente incursión militar turca en el Kurdistán iraquí … es un hecho geopolítico muy grave. La intensidad del ataque es alarmante. Los llamamientos de los dirigentes turcos para revivir las reivindicaciones históricas [sobre] la provincia de Mosul [son] aún más inquietantes.»
El escritor y analista político Mustafa Şefik, un veterano de los movimientos kurdos, está entre los que creen que el objetivo de Turquía no se limita a perseguir al PKK. «Preocupa que Turquía se atrinchere permanentemente. Un despliegue militar tan amplio no puede explicarse con la presencia del PKK en la región. La intención de Turquía es reducir el espacio de los kurdos tanto como sea posible», dijo a Al-Monitor, añadiendo que los políticos kurdos están observando de cerca los movimientos de Turquía.
Şefik cree que tanto Turquía como Irán no pueden soportar el estatus actual del KRG, aunque esté consagrado en la Constitución iraquí, y utilizarán cualquier oportunidad y todos los medios para socavarlo.
Turquía puede conseguir frenar hasta cierto punto los movimientos del PKK en las zonas montañosas, dijo, pero «los guerrilleros podrían trasladarse a otras montañas. Turquía no puede controlar todo eso».
Según Shefik, las incursiones militares de Turquía, desde el Kurdistán iraquí hasta Siria y Libia, han aprovechado el menguado perfil de Washington en la región. «La posibilidad de que la presencia de Turquía se convierta en permanente a largo plazo dependerá de cómo se desarrolle la política mundial», dijo. «Rusia y Turquía están llenando el vacío resultante de la incertidumbre en las políticas de Estados Unidos, que comenzó bajo Barack Obama y continuó bajo Donald Trump. La indiferencia de Trump permite a Turquía jugar como quiera. Las cosas podrían cambiar después de las elecciones estadounidenses».
El analista cree que el plan de Turquía para un nuevo paso fronterizo en Ovakoy tiene como objetivo desconectar las regiones con población kurda como parte de una estrategia más amplia para cercar a los kurdos. «El plan de Ovakoy tiene aspectos militares, estratégicos y de seguridad, además del económico. No es un proyecto bienintencionado», dijo. Según Şefik, el plan pretende desconectar a los kurdos de Irak y Siria y podría enfrentarse a objeciones más allá del KRG. «No sólo la actitud de Bagdad, sino también la de Estados Unidos, influirá en esta cuestión. Irak y Başûr son el frente de retaguardia de la estrategia estadounidense para permanecer en Siria. Del mismo modo, Kadhimi difícilmente podría hacer un movimiento mirando sólo desde el prisma de Irak», dijo.
Şefik culpa tanto a Ankara como al PKK de las crecientes ramificaciones del problema kurdo en Turquía. «Durante años, tanto Turquía como el PKK han insistido en una solución militar, que no ha servido de nada a turcos y kurdos. Si Turquía hubiera logrado producir una solución que observara los intereses de ambas partes, hoy estaría en una posición muy diferente en la escena internacional. Y la política del PKK, que da pretextos a Turquía [para la acción militar], ha sido al menos tan peligrosa y errónea como la de Turquía», dijo. El PKK «ha hecho daño» a los kurdos tanto en Turquía como en Irak, añadió.
Las acciones de Turquía en Siria sólo han alimentado la hostilidad con los kurdos, dijo Şefik. «¿Dónde va a acabar esto? Pueden debilitar a los kurdos, pero no pueden erradicarlos. Los kurdos están hoy en condiciones de influir en los equilibrios de Oriente Medio. Puede que no tengan un Estado, pero su papel es más influyente que el de un Estado. La política de Turquía le causará graves problemas tanto en su país como en el ámbito internacional», afirmó.
La presión militar de Turquía está obligando al KRG a acercarse a Bagdad. Sin embargo, Kadhimi mantiene buenas relaciones con los kurdos y necesita el apoyo de Kurdistán a nivel interno para rehabilitar el Estado iraquí, lo que le impide entrar en el juego que ofrece Turquía. Y los kurdos creen que las condiciones regionales e internacionales les ayudarán a conservar su influencia.